Desfilando por el pasillo de probadores, esperaba pacientemente a que se asomara Natalia en busca de las tallas que le había solicitado. Las mujeres entraban y salían enloquecidas por el laberinto de puertas y cortinas en el que a él le incomodaba verse atrapado. Aturdido por la estridencia de las luces y la monótona música de la tienda de modas, alcanzó a verla llamándolo desde el interior de uno de los probadores. Sorteando un grupo de adolescentes que se apresuraban a ocupar los últimos que se encontraban vacíos, llegó por fin a su destino para realizar el intercambio de prendas.

Al abrir la puerta ella lo agarró de un brazo y ágilmente lo introdujo en el cubículo, cerrando la puerta tras él. Lo recibió desnuda, sin dejarle que objetase ni emitiese ninguna réplica a su hazaña. Sin más preámbulo tomó asiento en la única banqueta en aquel mínimo lugar, y separando las piernas le indicó lo que debía de hacerle en ese mismo momento y sin excusas. Alrededor de la sorprendida y cándida víctima, los espejos multiplicaban hasta el infinito la imagen de su sensual cuerpo desde todos los ángulos, sentada, mostrando ávida el sexo y determinada a que le obedeciera.

Arrodillándose en el suelo, deslizó la boca entre las piernas para cumplir con sus deseos. Le fascinaba el dominio que ejercía sobre él a la hora de improvisar juegos eróticos, que no tenían una hora ni un lugar preciso, sino que ocurrían cuando a ella le apetecía. Rodeó la cintura con sus brazos y se entregó a disfrutar del sabor de lo más íntimo de Natalia, degustando el tibio sabor dulce, mordiendo y lamiendo sin importarle que detrás de la puerta hubiese un rio de mujeres en busca de un probador vacío.

Se recreaba paseando la lengua y masajeándola con los labios por todos sus detalles, apreciando los diferentes sabores y matices de cada uno de los detalles que exploraba. Se deleitaba comprobando como cada forma de devorarla provocaba diferentes tipos de placer a su dominadora.

Ella disfrutaba de ser complacida por él, sentía el placer de su apetito, del peligro a ser descubiertos, de manejarlo a su antojo en aquellas travesuras. Suspiraba profundamente mientras se bebía sus orgasmos, la acariciaba con la boca en busca del siguiente que no tardaba en llegar. Ya estaba muy lejos de aquel lugar cuando introducía la lengua en busca de otros placeres, de sensaciones que él solo le sabía despertar. Entre los espejos se observaba desnuda, con sus senos erizados, sosteniendo la cabeza de su objeto de deseo entre las piernas. Se encontraba a sí misma especialmente atractiva e irresistible cuando le complacía, le gustaba observar su propia expresión durante el éxtasis.

Cuando se hubo saciado de placer y no le quedaba más por ninguno de los rincones por donde él buscaba, lo separó suavemente de ella. Relamiéndose los labios, él se sentía feliz de haberla complacido, de saber cómo darle lo que buscaba en el momento preciso. Mientras ella se vestía, tuvo que hacer muchos esfuerzos para salir de la zona de probadores sin ser descubierto y sobre todo sin que nadie notase su estado de evidente excitación.

Del Manual de Natalia la Dominadora, Juegos Eroticos:

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