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Juan Jose donde estas

~~¿Eres idiota o que te pasa? En serio, no te comprendo, eres un hombre y yo pensaba que como hombre que eres te dejarías llevar por tus instintos más salvajes y depravados y me tomarías por la cintura y me arrojarías en tu cama para penetrarme salvajemente, tan salvajemente que me desgarrarías la vagina y la sangre junto al semen llenaría las blancas sábanas de algodón en las que pasaríamos toda la puta noche. Pero en cambio, ni siquiera me has mirado, solo me has sonreído y te has ido con Helena.
 Acaso su belleza merece la destrucción de otra ciudad, acaso te da algo que yo no, acaso su lengua es más larga, más ancha, más húmeda, menos áspera, acaso su coño esta completamente depilado, acaso sus pezones son más duros, grita más alto, finge mejor, llora cuando la penetras, ríe cuando le das por el culo, acaso esta dispuesta a hacer un ménage con otra chica y tu, te azota, se deja atar, se deja violar, se deja mear encima, te pide más cuando tu ya estas completamente agotado. Ojala fuera así, por que entonces, lo comprendería, pero ella es virgen y eso es lo que te atrae de ella, que nadie la ha poseído antes que tu, que tu serás el primero, que tu te aprovecharas de ella y por poco que hagas quedara saciada y te tratara como un dios en la tierra.
 Pues bien, de virgen tengo poco, ni siquiera el nombre, pero yo te ofrezco mi cuerpo, mis condones, mis juguetes. Te ofrezco que por poco que hagas, yo fingiré y gritare tan fuerte que hasta los vecinos llamen a la policía por que pensaran que alguien esta cometiendo un crimen, te ofrezco la experiencia de la que ha cobrado por el placer de follar, te ofrezco mis lagrimas, te ofrezco mi risa, te ofrezco que actuare como lo haría cualquier virgen y si es preciso, hasta me haré la difícil, me asustaré al ver tu miembro, diré que no lo quiero, que es demasiado para mí y hasta incluso me olvidare de mi amazonía y no osare ponerme encima.
 Pero que mierda estoy diciendo, no lo haré, no lo mereces, ningún hombre lo merece, si ni siquiera te has dado cuenta de que estoy dispuesta a dártelo todo, eres tonto, idiota y no mereces que pierda mi tiempo contigo, el mundo esta lleno de hombres deseosos de que me habrá de piernas para ellos, sin que les importe una mierda el que sea la primera vez o la milmillonésima. Solo te digo que cuando por fin Helena se te abra de piernas y la uses, te dará asco y la repugnaras, por que ni siquiera conoce su cuerpo, ni siquiera sabe como chupar una polla, es más, le asqueara besar tu cuerpo y lamerlo, no permitirá que tu lengua pase por su cuerpo y solo dejara que la penetres de vez en cuando y te hará las pajas con un guante de plástico, ni siquiera sospecha el placer de las cuerdas y el cuero, ya te hartarás de su ignorancia y de su pulcritud, pues el sexo cuando más sucio, más divertido. Y cuando eso ocurra, cuando te des cuenta de lo mojigata que es, yo estaré allí, con un top de cinco centímetros, una falda de cuadritos y unas botas altas, tan altas que llegaran a posarse por debajo de la mini. Me pasare la lengua por un dedo, lo haré suavemente, lo repetiré varias veces para que no pierdas detalle, después me bajare el top hasta que mi pezón derecho quede al descubierto y con mi dedo húmedo, rozare infinitas veces mi pezón hasta que se ponga duro y cuando ocurra, me acercaré a donde tu estés, me sentare encima de ti y te dejare con mi pezón en los labios para luego susurrarte al oído que no esta hecha la miel para el asno.
 Ningún hombre me deja por una pánfila y si crees verdaderamente que esto es una pataleta de niña pequeña, de una drogata que no consigue su dosis, de una puta barata que ha sido rechazada por una puta de lujo, acertaras a tope, por que me parece humillante que juegues en primera división y te rebajes gustosamente a segunda b. He hablado con otras chicas y dicen que eres una pésimo amante, que tu polla es mínima, que no duras dos asaltos y que eres tan raro y excéntrico en la cama como una monja en un sex shop. Pero aún así, aunque me has decepcionado y me siento como una mierda, te deseo, quiero hacerlo contigo y sentirte entre mis piernas.
 Quiero que los pelos de tu entrepierna me hagan cosquillas para luego depilarte, quiero arrojarte cera hirviendo de una vela roja, quiero ponerte hielo en los huevos, quiero lamer mermelada en tu pecho, quiero que esnifes coca entre mis pechos, quiero que me azotes, quiero que te limpies en mi, quiero agotarte, quiero que te resbales al tocarme, por que tu sudor impregna todo mi cuerpo. Quiero hacer fotos, grabarlo en video y publicarlo por todas partes, mandarle una copia a mis padres, colgarlo en internet y repartirlo en los colegios, quiero usarte como un objeto para luego dejarte, quiero que disfrutes, quiero disfrutar, quiero que apagas mi calor, quiero saborear tu lefa, tu semen, saber si es dulce o amargo, saber si es un caramelo o pimienta, tenerlo en mi garganta y por muy asqueroso que me parezca no escupirlo y sentir ese calor recorriendo toda mi garganta, quiero que seas mi perrito más fiel, quiero que acudas a mí cada vez que te llame, sin pensarlo siquiera, quiero jugar con tu cuerpo y que me des tu culo a voluntad y confianza. Pero aunque quiero todo eso y mucho más que no me atrevo a confesar, ahora mismo, te mandaría a la mierda si te atrevieras a dirigirme la palabra. Te abofetearía a conciencia, te ataría y comprenderías lo que es una tortura, lo que significa que te claven cristales en la espalda, que te metan bolas de acero en el culo, lo que es un tratamiento frío calor, lo que es el canibalismo y por que las felaciones son sexo de riesgo.
 No, por mucho que te desee y por mucho que tu quieras ser ahora mi amante, debo rechazarte por que yo soy un tren que solo pasa una vez en la vida, y no paso dos veces por la misma estación, o me coges o me has perdido para siempre.
 Vale, reconozco que he practicado el sexo por compasión, que soy tan extraña a la hora de la excitación que incluso me excita lo in excitable, tal vez si te humillaras, si fueras capaz de llorar, aunque sea fingiendo las lagrimas, si aparecieras con cortes por todo tu cuerpo, si vinieras a mí con el ojo morado y magulladuras y cardenales por tu cuerpo, tal vez olvidaría lo cabron de mierda que eres. Cuanto más cabron, más excitación, cuanto más fascista, más deseo, cuando peor persona, más te quiero. Debo intentar apagar los extraños fuegos que encienden mi pecho y ser más normal, tal vez debiera pasar una temporada de los hombres y meterme de lleno en el conocimiento de mi cuerpo, en la masturbación, el arte del auto placer, del propio amor, del goce solitario, la practica que solo necesita a una persona, ni eso, solo dos dedos.
 Meteré en la memoria de mi teléfono fijo el número de busca y el de mi móvil, los dos tienen unos potentes vibradores, y me llamare cada vez que arda mi vagina. Cuando me cansé el tener que llamarme, bajare al sex shop de la esquina y me comprare una polla electrica de 25 centímetros, jugare como una desesperada con ella y cuando se acaben las pilas, la guardare.
 Esta mañana te he visto, estabas en el sex shop de la esquina, de mi esquina, llevabas al menos unas diez revistas, te he saludado y has intentado huir, pero cuando has pensado que yo también estaba allí has corrido a saludarme. Tus labios se han acercado a mis mejillas, tu barba no me ha picado en absoluto, sino que parecía terciopelo, miraba tus ojos mientras me mordía el labio inferior, no aguanto el dolor y en un momento tuve que dejar de morder. Me has ayudado a coger y elegir el tercer vibrador de este mes, supongo que será el que más se parezca a tu polla, te he preguntado por Helena y me has dado largas, me alegro. Por que no, significara tal vez que te ha dejado y has venido a comprar revistas para poder machacártela a gusto. En la caja, no sé por que, me has pagado el vibrador y yo te he invitado a un café, mejor dicho, una cerveza para ti y whiski con vodka para mí.
 Mientras hablabas de un grupo de rock al que no soporto, pero me daba igual por que te estaba escuchando hablar, acariciaba mis clavículas, huesos firmes y duros con una carga de erotismo explicitad con la que yo no puedo. No sé si me moje, pero hubiera pasado de todos mis principios por abalanzarme sobre ti.
 <¿Qué haces? >Me preguntas.
     Vas a tirar tu cigarrillo y yo te digo que lo tires en mi vaso, aun lleno.    Y me sonríes, y no puedo con esa sonrisa. Te cojo el cigarrillo y lo tiro en mi vaso, del que solo había bebido un sorbo.
 Pues así, es como me late el corazón cuando te veo.

Datos del Relato
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