Son las 12.30 de la madrugada, lentamente salgo de la habitación tratando de no hacer ruido al cerrar la puerta, y no despertar a nadie.
Subo las escaleras tratando que nadie me descubra, reviso el pasillo para asegurarme que no haya nadie que pueda frustar la llegada a mi destino. Nadie...
Toco la puerta de tu habitación y al abrirse ahi estás, con esa pijama que te hace ver aún mas niño de lo que normalmente te ves. Me invitas a pasar... Entro y me siento en tu sillón, tú en la cama que está enfrente, platicamos un poco sobre cómo nos ha ido y a mitad de la plática ya no aguanto más y me acerco a ti para besarte...soy correspondida... y ahi empieza la magia...
Tomo tu cara con mis dos manos mientras te beso lentamente, apenas rozando tus labios con los mios, después paso a tus mejillas y a tu cuello, lo recorro con mi lengua mientras empiezo a desabrochar la camisa de franela que cubre tu pecho. Una vez que te he despojado de tu prenda me pongo tras de ti y comienzo a acariciarte la espalda, y a llenártela de besos que cada vez me van emocionando más.
Tú, ante la situación en la que te he puesto decides participar y jugar conmigo. Estoy vestida con mis jeans, una camiseta de encaje que deja ver mis pechos y encima de ésta una chaqueta cualquiera.
Comienzas por quitarme la chaqueta y al descubrir esa prenda que revela mis encantos de mujer, el corazón te da un salto. Al saber que te ha gustado lo que traigo puesto me excito y te deseo más, y mis besos empiezan a subir de nivel, nos desnudamos mutuamente y una vez así nos acomodamos en la cama, tu recostado boca arriba y yo sobre ti y comienzo a recorrer todo tu cuerpo con mi lengua y mis manos se dirigen automáticamente a tu miembro para poder sentir esa emoción dentro de ti. Después de llenar tu cuello, tu pecho y tu abdómen con mis besos bajo hasta donde tu pene y empiezo a mamártelo lentamente, como a ti te gusta, y te emociona y empiezas a hacer esos ruiditos que me indican que te gusta, y al oírte mi vagina se humedece y se empieza a preparar para tenerte dentro de mi.
Me tomas de la cara para que pare de besarte entre las piernas y me pides entrar en mi, y así lo hago. Me monto sobre ti y comienzo a hacerte el amor con mis piernas bien abiertas y tu cara clavada en mis senos, besándolos y mordiéndolos, mientras que con tus manos me estrujas las nalgas y en ocasiones rasguñas mi espalda. Pero así no es la única manera de hacerme el amor y me pones boca abajo para penetrarme cual misionero y comienzas tu entra y sale fuertemente y no paras... me volteas y tomas mis piernas y las colocas sobre tus hombros y comienzas nuevamente esos candentes movimientos que cada vez más me van haciendo perder la razón, te rasguño la espalda..."mi amor, estoy muy excitada, deseo tu cuerpo, tómame, penétrame como quieras, hazme tuya". Te excitas más y me pones en cuatro y de un sólo empujón clavas tu miembro en mi y me haces sentir la magnificencia de tu pene, me coges cada vez más rápido y me das dos fuertes nalgadas, y me excita que me trates así. Empiezo a gemir cada vez más fuerte y te excitan los gritos que me salen y me lo haces cada vez más rápido. Pero te detienes...sólo para cambiar de posición, te acuestas boca arriba y me pones sobre ti dándote la espalda de manera que ves perfectamente mis nalgas redondas y mi espalda y comenzamos otra vez la cogedera, arriba abajo, arriba abajo, hasta que empiezas a ejercer más y más fuerza y me haces vibrar y desear más y más, grito que estoy a punto de llegar a la cima y gritas que ya no aguantas, que quieres derramar tu leche sobre mí, y esas palabras hacen que la sangre me hierva y explote con un sonorísimo grito de satisfacción, esto te provoca y me avisas que ya es hora, y coloco mi boca en tu verga y la mamo hasta que ésta suelta sus jugos y guardas unos pocos para derramarlos sobre mi pecho y masajearmelos un poco. ¡Qué gran trabajo hicimos mi amor! ¡Genial!
Nuestra respiración comienza a normalizarse y nos acurrucamos uno al lado del otro en la cama, y me arrullas hasta quedar completamente dormida...
Al día siguiente despierto y...¡ahí estás! Con tu cara de niño esperando a que despierte sólo para decirme: "TE AMO".