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Javi una chica común y caliente

~~Mi nombre es Javi y tengo 19 años. Desde hace algún tiempo he tenido algunos encuentros sexuales con bastantes amigas mías. Todas las conocí por Internet y acabaré contando las historias por esta misma vía.
 Como he dicho tengo 19 años, soy moreno, mido 1'72 y peso aproximadamente 68 quilos. Según las chicas con las que he hablado, mi aspecto físico no queda totalmente a la vista hasta que no me saco la camiseta. A todas las chicas les chifla que me la saque.
 Pero seguiré con mi relato explicando cuando conocí a Susana. Gina era una chica de unos 18 años, morena, de tez oscura y con los ojos marrones. No sé qué medidas tiene exactamente pero sé que su cuerpo es especial. Tiene unos pechos redonditos y una cadera digna de ver. Está delgada, pero aún así conserva un culo delicioso.
 La conocí un día entrando a un Chat sobre bares de Barcelona, y la encontré con el nick Gen. No se porqué me atrajo su forma de escribir o su propio sobrenombre, pero acabé charlando con ella. Hablamos durante dos horas seguidas y prometimos continuar hablando la madrugada siguiente. Cuando nos encontramos de nuevo estuvimos conociéndonos mejor a través del Chat, y entonces supe que vivía a tan sólo dos calles de la mía. Eso fue el paso que me llevó a quedar con ella un día caluroso de verano. Quedamos en un establecimiento al lado de nuestros pisos y cuando la ví me enamoré de su cuerpo. Al verla le levanté la mano, ya que me dijo que llevaría una falda muy corta negra y un top también muy corto del mismo color. Al ver quién era se dirigió hacia mí y nos dimos un beso en los labios. Ella ya me avisó que solía saludar así a sus verdaderos amigos, y aunque acabábamos de conocernos y yo la tenía como conocida simplemente, ya me fue bien que me besara.
 Empezó a contarme todas sus relaciones con chicos y que no había recibido lo que ella quería. No vino a cuento, pero parecía que quería contarmelo así que le seguí el rollo. Llegó un momento en que no aguantábamos el calor de verano y me dijo que se estaba ahogando que si tenía aire acondicionado en mi casa. Le dije que sí, y que si quería podiamos subir, que estaba solo y no esperaba a nadie. Ella accedió encantada así que subimos y activé el aire.
 Pero fue activar el aire y ella apagarlo. Recordaré toda la vida lo que me dijo.
 ¿Puedes hacerme un favor?
 Claro, lo que quieras dije yo.
 ¿Podrías darme un beso? La besé como nos habíamos besado anteriormente pero al separarnos me dijo:
 Un beso de verdad.
 Ahí yo, perplejo, cogí y la besé. Durante el beso noté que su mano se posaba en mi espalda y empezaba a acariciarmela por encima de la camiseta. Yo ya no podía más, mi cuerpo me pedía guerra y ella la necesitaba, así que la tiré en el sofá y me saqué la camiseta.
 Ella me miró y sonrió pícaramente, así que me tiré encima suyo y empecé a acariciarle su precioso culo por encima de la pequeña falda. Su mano ahora se dirigía hacia mi culo y empezó a acariciarmelo por encima de los tejanos.
 Quítate la ropa. me dijo de golpe.
 Yo, excitado como estaba, obedecí sus órdenes, me quité la ropa y quedé en calzoncillos. Ella se enderezó y sacó mi pene, erecto, de 18 centímetros de largo. Pocas veces lo había visto tan duro, la situación de hacerlo con una semidesconocida me excitaba todavía más. Ella, dejándome de pié, empezó a lamer la punta de mi pene y fue bajando, como si de un caramelo se tratara. A partir de entonces empezó a chuparmela lentamente, de una forma sensual mientras jugaba con sus dedos en mis huevos. Cuando ya no pude más le pedí que parara, la retiré y ella se puso de espaldas.
 Ahora deberás darme placer tú a mí, pónte detrás de mi culo y lámeme el coño y el ano.
 Al decirme esto no tuve otro remedio que seguir su consejo y ponerme detrás suyo y mientras ella estaba estirada en el sofá, boca abajo, yo le iba lamiendo su ano, mientras empezaba a meter un dedo y le acariciaba el coño con los otros dedos. A todo esto ella no se había quitado la ropa, y como pude comprobar no llevaba ropa interior. Sin poder resistir la tentación decidí tomar iniciativa y me levanté y se la clavé directa al ano. La cabeza entró absorvida por ese agujero y el resto fue entrando mediante los chillidos de ella. Al final, una vez dentro, empecé un mete saca hasta que el ano quedó no solo dilatado sino abierto completamente. Entonces utilicé mi técnica, después del dolor siempre llega el placer, y le pregunté para que me dijera que continuara
 ¿Quieres que pare? ¿Te duele mucho?
 Sigue maldito cabrón!! Sigue!!! Así que seguí y seguí hasta que no pude más. Acabé dentro de ella, y entre sudor se me olvidó que seguíamos en el sofá de mi casa, y caí exhausto al suelo.
 Ahora tendrás que limpiar lo que has hecho, no? Venga cabrón, después de lo que me has hecho pasar tendrás tu castigo.
 Se sentó encima de mi cabeza, y de su ano empezó a brotar todo el semen que yo había metido en él, junto con el sudor y sus propios líquidos vaginales acabó siendo una mezcla que recuerdo, era deliciosa.
 Tras ese polvo anal tuvimos varias experiencias más, aunque ya las contaré más adelante si queréis que os las cuente. Si os ha gustado y queréis que continúe enviadme un email.

Datos del Relato
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