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Ivana llegó a la cita en moto, vestida sencilla pero atractiva y muy segura de sí misma. Su delgada figura y su elegante forma de moverse delataban que el deporte estaba presente en su vida. Daniel la miro objetivamente y pensó que un observador neutral erraría con la edad que tenía, podía pasar por unos treinta y pocos y él sabía que tenía alguno más. Daniel la miro subjetivamente y reconoció el deseo en sus sensaciones, suspiró y se acercó a ella con una sonrisa y un abrazo, fue correspondido de la misma manera. Se dispuso a compartir una comida relajada, entre colegas que fueron amigos y a los que las circunstancias los separó durante muchos años. Debían ponerse al día y quién sabe si reencontrar esa complicidad que en pasados años les hacía compartir tiempo y juergas juntos, aunque sin nada carnal entre ellos, aunque por él no había sido.
Empezaron a explicarse los asuntos pendientes, una comida muy sana compuesta de ensalada y pescado regada por vino, mucho vino que poco a poco realizó su trabajo desinhibiendo y favoreciendo contenidos y confesiones en la conversación que les permitió reírse y olvidarse de todo lo que había alrededor.
Finalizó la comida con unos cafés y de ahí surgió la idea de Daniel de invitar a Ivana a su casa, estaban cerca y no tenían prisa ya que estaban de vacaciones, a degustar unos chupitos de orujo dulce que en tiempos pasados era siempre como concluían sus comidas. Ivana aceptó encantada para una cierta sorpresa de Daniel.
Llegaron, abrieron la botella de orujo y empezaron a degustarlo vasito tras vasito, poco a poco la charla derivó en aficiones, el confesó que le gustaba la literatura de adultos y a ella también, y Daniel arriesgó un poco y le sugirió una película que tenía previsto ver luego, era de temática erótica e Ivana aceptó encantada. Otro vasito más e intento poner la película en el reproductor que no funcionó, pero ahí estuvo ágil y le dijo que tendrían que ir a verla a la televisión de su dormitorio, en la cama. Cogió la botella y los vasos y se dirigieron hacia allá, no hubo consulta sino indicación. Se descalzaron y empezaron a ver la película que era muy divertida y con escenas muy subidas de tono, el orujo siguió cayendo y al final, pasó lo que tenía que pasar, se besaron y en menos de 2 minutos estaban desnudos encima de la cama retozando con una urgencia y hambre inusitada.
Daniel se separó unos segundos y pudo observar la desnudez tanto tiempo deseada de Ivana, y no pudo menos que evaluar con una nota altísima la proporción de su cuerpo, delgada y con un culo absolutamente perfecto, cero gramos de grasa en todo su cuerpo y unos pechos no muy grandes pero coronados por unos extraordinarios y sabrosos pezones muy morenos, de lo que Daniel ya había dado suficiente cuenta y pensaba seguir haciéndolo.
Pasaron a más, una mano de Daniel atacó a la entrepierna de Ivana y suavemente introdujo un dedo, ella gimió y no se quedó corta, asió la erección de él y empezó una contundente manipulación. La humedad generosa en la vagina de ella le hizo entender que había llegado el momento de penetrarla, se puso entre sus piernas y entró, suavemente al principio y de un golpe el resto, ella acusó la embestida, esa y las siguientes. Tras unos minutos en esa posición giramos sobre la cama y Ivana quedo encima cabalgando, automáticamente Daniel acudió con sus manos a los maravillosos pechos y empezó pellizcos a sus hipnóticos pezones. Ella agradeció el tratamiento contundente con sentones cada vez más intensos. Finalmente ella se vino, aunque Daniel aguantó, le dio unos segundos de calma y la colocó a cuatro patas, deseaba penetrarla estilo perrito, poder apoyarse en la grupa de ella hacía rato que se había convertido en una necesidad para él. Así lo hizo y aprovechando la humedad del orgasmo de ella la penetró con fuerza y empezó el metesaca de forma contundente, enseguida Ivana recuperó el tono y gemía y más cuando él viendo el espectáculo de su ojete introdujo la falange de su índice, brutal sensación para ella y motivadora para él. Poco a poco se iba aposentando en su cerebro que quería penetrarla por su culo, hoy no sabía, otro día… no podría dejar de intentarlo. Daniel incrementó el ritmo de sus embestidas, pues notaba estar cerca del final y no pudo más cuando Ivana se corrió por segunda vez, en 5 segundos el descargó.
Ese momento incomodo post-coito no se produjo, hubo más vasitos de orujo, risas después del placer, caricias cómplices y volver a repetir el final de la película, que se habían perdido en la refriega amorosa.
Estaba claro que era el primer encuentro… de varios.
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