Desde que leí en los comentarios a estas experiencias, que mi admirado Juan me aconsejaba que no debía apresurarme en escribir, y corregir más, perdí toda ilusión en hacerlo, además de que he perdido la confianza en mi español literario. Pues temo que se ponga en evidencia mi torpeza para expresarme en este idioma, y que mis escritos caigan en el vacío por que estén tan mal escritos que nadie los lea.
Le expliqué a Roberto mi desánimo, y hasta le pedí que volviese a corregir mis escritos. Pero aunque me puse abierta sobre sus rodillas y le extraje de debajo del pantalón del pijama su grueso y bizarro linga y lo introduje en mi yoni, moviendo mis caderas para darle gusto, no llegué a convencerle. Sin embargo, inmediatamente después de inundarme la yoni con su jugo, me animó a seguir escribiendo, lo cual agradecí mucho, por la confianza que me devolvía.
Como yo no había gozado cuando él lo hizo, le pedí que me metiera su linga por el ojete del culo, que me hace vibrar enseguida. Roberto me indicó que esa expresión en español no quedaba nada elegante, y tan sólo se aplicaba en muy escasas ocasiones, que resultaba más correcto designar esa parte del cuerpo humano con el nombre de ano. Pues bien, en esos momentos en que estaba cachonda (palabra que Ricardo me repite constantemente, porque dice que yo lo soy), le dije que se dejara de explicaciones gramaticales, y que no se demorase en meter su linga por ese chiquito agujero, cualquiera que fuese el nombre que quisiera darle, pues me sentía ardiendo. Al notar como apuntaba su machete sobre ese agujerín tan chiquito, y el daño que me hacía al introducirlo poco a poco, estuve tentada de decirle que cesara, pero cuando iba a hacerlo, todo el lingam se coló de golpe en mi interior. produciendo su intromisión un placer tan grande, que solté tan potente grito, que John que estaba en el despacho, acudió asustado para ver lo que ocurría.
Como soy, como me repite Roberto, una cachonda empedernida y sin enmienda, al ver a John que acudía, le pedí que se acercara, y cuando pude cogerlo con los brazos, le dije que me introdujera su linga por mi yoni, lo cual hizo de inmediato y con gran algazara, bromeando con Roberto del apetitoso sandwich que componíamos los tres. Las risas y bromas cesaron tan pronto comencé a mover mi culo adelante y atrás, al tiempo que le imprimía rotación a la pelvis. Y debía ser tan satisfactorio este movimiento para mis dos adalides, como resultaba serlo para mi, que a los pocos instantes alborotamos la casa con nuestros sonoros suspiros, llenándome ambos los dos agujeros con su jugo blanco, que, en cuanto sacaron su respectivo lingam de cada uno de ellos, fue resbalando por mis muslos, ensuciándome toda.
Como se me hace tarde, lo dejo por hoy. ¡Ah!, le ruego a Juan que si encuentra algo de lo escrito que deba ser corregido, me lo indique. Nunca se lo agradeceré bastante
Bien sabe, Juan, que es el aludido, y estoy impaciente de recibir sus enseñanzas, ya que no quiere hacerlo Roberto. Gracias por sus elogios. A Igor le doy las gracias por facilitarme tantos nombres para suplir las voces linga y yoni, y también por sus frases de aliento Un codial saludo para los dos.