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Categoría: En el Trabajo

Iris, un sueño hecho realidad

Hace ya cinco años que me ocurrió esto, algo muy interesante por lo cual decidí decidí compartirlo con ustedes.

Soy un profesor de Castellano, de bachillerato que da clases principalmente a alumnos de primer año y alumnos de los últimos años (que ya se van a graduar) en el Liceo José María Vargas de la Guaira, Estado Vargas, en Venezuela. Es un liceo público de aproximadamente 1.200 estudiantes.

A pesar de que solamente he estado en este liceo durante dos años, ya he salido con la profesora guía, también asesora (orientadora) en este liceo. Su nombre es Iris (los estudiantes le dicen señorita Fuentes) y tengo como año y medio saliendo con ella.

Y esta es la historia: Antes de comenzar a trabajar en el Liceo, enseñaba Inglés en un pequeño pueblo en otra parte del Estado Miranda, en Santa Lucía, para ser específico, y cuando pedía un traslado, me lo dieron y llegué a este nuevo liceo, me presenté con mis credenciales del cargo. Al poco tiempo los profesores de inglés hicieron una pequeña fiesta informal en la cantina del instituto para presentarnos, a mi y a otro profesor nuevo que también acababa de llegar. Atendiendo mi solicitud, un colega me presentó a Iris, y quedé encantado cuando supe que era soltera. En el momento en que la conocí y nos estrechamos la mano, corrieron por mi cuerpo como corrientazos y rápidamente busqué un tema de que hablar. Tenía un culo que dejaba a todo el mundo encantado, siempre con sus pantalones blanco bien apretados, o azules. En realidad era el uniforme del liceo. Jamás, desde que la conocí, la vi con vestido. Era déspota, recuerdo, pero poco a poco, y con trabajo y paciencia me fui ganando su confianza.

Al igual que la mayoría de los profesores de bachillerato, fuimos el centro de chismes que inventaban tanto los demás profesores como los mismo estudiantes; la mayoría de estos chismes, repito, eran inventados, porque habían comenzado a hablar cosas de nosotros que no eran verdad. Al poco tiempo me enteré de esto y no se me quita de la mente porque desde desde ese entonces, somos el tópico de las conversaciones, victimas de tanto chisme y hasta escándalos. Nunca nos enteraremos completamente de todas las cosas que proferían y alegaban sobre nuestra amistad.

Iris y yo hemos tenido conversaciones muy íntimas, es verdad, desde el comienzo de nuestra amistad, y yo siempre he tomado la iniciativa en todo, atreviéndome a hablarle sobre sexo y me he atrevido a hablarle de muchas cosas mas, todas sobre el tema del sexo.

Últimamente hemos caído en una rutina al hacer el amor y la he animado a que hagamos algo distinto para salir del aburrimiento. Le pedí que compartiéramos algunas fantasías en cama, y yo era el que proponía las cosas más vulgares y morbosas. Ella en cambio se quedaba callada porque era demasiado conservadora y mesurada.Mis fantasías siempre involucran el sexo oral, meterle la lengua en la cuca, que estemos con otros amigos, lo cual hace que Iris siempre se sienta incómoda debido a que estas posiciones sexuales son demasiado difíciles para ella. Sin embargo, he visto que nuestros nuestros encuentros han mejorado, y lo hacemos con mayor frecuencia. Por lo menos me di cuenta que cuando menciono mis fantasías en vos alta a la muy educada y formal Iris, sólo eso me emociona y me excita mucho porque me parecía que no era correcto contarle estos pensamientos tan sucios e indecentes a una bella y sana mujer como Iris Fuentes.

Pasó un mes desde nuestros intercambios de fantasías, y yo me encontraba corrigiendo unos exámenes en el escritorio de mi oficina. Tengo una política de puertas abiertas tanto para los estudiantes como también para los otros profesores, lo que significa que si encuentran la puerta abierta es porque estoy disponible para cualquier persona que me necesite. Pero si la puerta está cerrada, no me deben molestar bajo ninguna circunstancia me gusta la privacidad y algunas veces quiero que no me interrumpan y me dejen tiempo libre para poder concentrarme en mis propias cosas.

Un día tenía la puerta abierta y de repente Iris entró. Lucía mas sexy y atractiva que lo normal, pero también la notaba como nerviosa y supe qué preguntarle ni que decirle cuando la vi así tan engalanada con un vestido blanco de algodón, de botones pero estos estaban sueltos en la parte de arriba; una falda color caki abierta entre las piernas, y botas de tacones altos de cuero bien pegadas a sus delgadas pero firmes pantorrillas. Lucía muy atractiva y fascinante, sin duda, y su encrespado cabello, ligeramente rubio, brillaba por la luz fluorescente del salón de clases, y sus tetas talla 34C parecían moverse como haciéndome señas. Se colocó al lado del escritorio, destacándose porque era muy alta. Temblaba ligeramente y dulcemente me miraba insistentemente con sus ojos azules.

Decidí entonces preguntarle por qué parecía tan nerviosa y a qué se debía aquella manera de vestir tan sexy, porque siempre he sido un individuo muy observador y me doy cuenta de las cosas con facilidad.

Me dijo que se estaba acordando y repasando algunas de las fantasías que le había propuesto y que había tomado la decisión de lanzarse al agua. Quería que se lo hiciera ya mismo, en ese mismo sitio y sobre el escritorio. Rápidamente lo pensé y tomé la decisión porque se supone que la puerta estaba cerrada para todo el mundo y yo no atendía a nadie. Caminé hacia la puerta con mucha tranquilidad y la cerré con cuidado. Cuando regresé y nos encontramos de frente, mis pantalones me denunciaron porque se me notaba el huevo parado. Sin importarle nada, ni prestar atención sobre lo que había sobre el escritorio, Keila barrió los papeles con la mano, lo cuales cayeron al suelo y se montó sobre el escritorio. Abrió las piernas para dejar al descubierto una cuca bien afeitada, nada mas. Dejándome guiar por ella, me puse de rodillas y metí la lengua en la enorme raja de la cuca que me estaba esperando ávida de placer. Le olía tanto y la tenía tan mojada que esto hizo que el huevo se me saltara de un solo golpe. Entonces me apretó la cabeza por la parte de atrás contra su cuca, yo entre sus piernas.

Me movía lentamente hacia arriba y hacia abajo hasta que finalmente pude igualarme con su ritmo. Mientras se la mamaba oí ruidos de los estudiantes que se acercaban por el pasillo. Las clases ya habían terminado hace como una hora y algunos estudiantes estaban conversando parados frente a mi puerta, arremolinados. Se oyó el ruido de las jóvenes voces cuando cuando bajé el ritmo o cuando me detenía y le daba mas suavemente; y esto hacía lucir el evento mucho mas erótico.

Justo en el momento en que Keila estaba a punto de tener el primer orgasmo, oí pasos de alguien que se acercaba, y luego muchos pasos fuera del salón de clases pero parecía que lo hacían a propósito mientras Keila estaba demasiado ocupada en su asunto y no parecía darse cuenta. Me pareció que lo hacían a propósito, como si alguien fuera hacia ese lugar, hacia nuestra puerta. Fue en ese momento cuando alguien agarró la manija de la puerta y la giraron, hicieron bajar pasador, ¡y se abrió la puerta!! Era Sara, una de mis estudiantes de 5º año de bachillerato, quien entró. Se sintió una ligera brisa en el momento y cerró la puerta. Se suponía que me encontraba solo en ese momento, calificando exámenes, y Sara pidió disculpas cuando abrió la puerta sin permiso y sin primero tocar, porque si estaba cerrada, yo no estaba disponible, pero dijo que necesitaba hablar conmigo un momento y que le ayudara en una discusión sobre un poema del novelista Rómulo Gallegos que acababa de leer.

A estas alturas del año escolar, Sara me era muy conocida y ya sabía lo qué necesitaba porque ella acostumbraba a entrar a mi oficina por lo menos una vez a la semana para que le ayudara con los poemas y versos, cuentos, o alguna novela que acababa de leer. Siempre me coqueteaba, aunque de manera sutil, y para mi estaba muy claro: quería guerra. Era de espíritu audaz y buscaba una aventura porque quería guerra: le gustaba tener cosas con los profesores. Siempre me preguntaba por Keila y nuestra relación sentimental y yo siempre pensé que era nada mas para coquetear, pero pronto me enteré y que se debía si curiosidad por tener algo con una mujer.

Cuando Sara vio la posición en que yo estaba metido entre las piernas de Keila, y la cara de Keila, asustada, pidió muchas disculpas. La cara se le puso roja y creía que iba a hace lo que uno supone que un estudiante de bachillerato hace cuando encuentra a un profesor dándole sexo oral a una profesora de orientación: salir inmediatamente de la oficina. Pero en lugar de esto, se acercó mas. Quería saludar a la profesora Keila, dándole la mano, para pedirle mas disculpas. Me produjo sorpresa cuando Keila se comenzó a reír por el nerviosismo. Pensé que ambas saldrían corriendo fuera de la oficina pero en lugar de esto, se quedaron allí, mirándose entre si.

Keila colocó su mano sobre el hombro de Sara y le aseguró que no había ningún problema y que no mencionaría nada de esto a los padres de Sara si ella prometía no decir nada sobre lo que había visto. Keila le dio un gran abraso para sellar el pacto. Cuando dejaron de abrazarse, Sara le dio un beso, muy tranquilamente, y con cara de despreocupada, y para mi gran sorpresa y tranquilidad, Keila se lo devolvió. Cuando se dieron un beso de lengua mi mente comenzó a dar vueltas con tanto éctasis por todo lo que estaba pasando. Me dirigí hacia la puerta y le puse seguro. Ya dos eran suficiente para mi. Tomé una silla y miré como estas dos mujeres se exploraban sus cuerpos entre si por primera vez. Ninguna había estado con una mujer antes por lo que ambas temblaban por la emoción. Decidí actuar como si fuera el director, y guiarlas para que coordinaran sus primeras exploraciones. Les indicaba, daba ánimo e instruía sobre la forma de pasarse la lengua sobre aquellos cuerpos desnudos.

Sara se acostó sobre mi escritorio primero, completamente desnuda. Keila comenzó por los dedos de los pies de Sara lamiéndoselos a todo lo largo, aquellas piernas bien contorneadas. Cuando se acercó a la cuca de Sara, la lengua de Keila comenzó a dar círculos alrededor de esta, y luego tomo una dirección hacia los grandes senos de aquella muchacha de 18 años. Suaves y firmes, los senos de Sara eran suculentos, sabrosos y jugosos. Keila continuó con su lengua sobre los pechos de Sara hasta que ambas tetas le quedaron brillando por tanta saliva.

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Ya en este momento fue cuando la cuca de Sara rogaba y pedía que la atendieran y Keila tuvo que hacerlo. Comenzó lentamente pero aumentó sus lamidas cuando las caderas de Sara comenzaron a subir y bajar. Luego Sara pidió mi huevo: ya saltaba por tanta acción. Busqué su lengua primero para lubricarme el huevo con la saliva y luego se lo metí lentamente a Sara en la cuca. Ella se retorció un poco cuando las ocho pulgadas de mi huevo le entraron dentro de su hueco, pero se aflojó considerablemente cuando ya se lo tenía completamente erecto adentro. Pude sentir la humedad dentro de su tierna y apretada cuca cuando los labios vaginales se apretaron contra mi miembro. Luego de algunos momentos de lentas pero duras metidas de mi huevo, saliendo y entrando de su cuca, le avisé que ya estaba a punto de acabar y se lo retiré, sacándoselo. Keila me agarró el palo con la mano y le empezó a hacer la paja: salió volando una corriente de semen totalmente blanco que cayó sobre el estómago de Sara. Mas tarde Keila se lo lamería muy hacendosamente, laboriosamente y con afán.

Ahora le tocaba a Keila: Acomodó bien el culo de Sara sobre el escritorio y esta colaboraba buscando la mejor posición posible entre las piernas de Keila. Vaciló un poco al principio antes de que comenzara a bajar sobre Keila, como si ya estuviera a punto de cruzar la línea, algo que por mucho tiempo había deseado. Si había entrado en aquel salón, debía continuar. Las lamidas de Sara hicieron acabar a Keila en muy poco tiempo y yo por mi parte, muy calmadamente disfrutaba del espectáculo de su cuerpo sobre mi escritorio con Sara entre sus piernas. El huevo se me saltó, y parado entró en acción: ya estaba listo para seguir tirando. En el momento no estuve seguro sobre la forma de colocar a estas dos mujeres, y en cual posición ponerlas para tirármelas, pero si estaba seguro de algo: quería sentir de nuevo la apretada vagina de Sara alrededor de mi pene.

Decidí sentar a Keila sobre mi silla y poner a Sara descansando en sus manos y rodillas de frente a Keila. Se lo introduje a Sara por detrás y esta continuó la diestra mamada en la cuca de Keila. Su cabeza se movía hacia arriba y hacia abajo. Cuando se lo metí con fuerza a la joven y tierna carne que tenía frente a mi, vi como me miraba Keila. Lucía muy excitada en ese momento. Nunca olvidaré aquella mirada tan inmoral y obscena, despeinada, con las piernas abiertas, boquiabierta por tantas maravillosas que le estaban ocurriendo, cosas nuevas para ella, llenas de sorpresa y emoción y unos ojos enfocados sobre los míos. Esta mirada tan fija me llevó de nuevo al clímax. Pero ahora le estaba disparando otro chorro a Sara, sobre ella, y dejé caer mi huevo sobre su cara.

Sara sabía lo que yo quería: se metió mi pedazote de carne en su boca y chupó hasta sacarme toda la leche del palpitante huevo. Lo que no se pudo tragar adornó con mucha elegancia y belleza sus labios y barbilla. Estos restos fueron rápidamente limpiados por Keila, quien suavemente lo lamió de la barbilla de Sara para luego darle un beso profundo.

Después de seguir haciendo las cosas que mas les gustaban, las muchachas y yo por fin decidimos terminar con la lección. Se vistieron y salieron del salón de clases y yo me quedé mirando a las dos con una sonrisa maliciosa. Ninguno de nosotros podíamos creer lo que acababa de pasar. Keila, la estudiante, aprendió que era muy importante salir fuera de su ambiente normal lleno de normas, reglamentos, y dejar que las cosas corrieran por sus propios medios hasta llegar al cúmulos de emociones y diversión.

Desde ese día la hemos invitado a cenar a casa varias veces. Ya está estudiando en la universidad pero nunca pierde la oportunidad de participar en nuestros almuerzos cuando está libre.

FIN
Datos del Relato
  • Categoría: En el Trabajo
  • Media: 5.8
  • Votos: 49
  • Envios: 2
  • Lecturas: 4910
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