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IRIS
LA GORDA DE ADQUISICIONES
Un día más y una nueva pelea con Iris. No había caso que nos lleváramos bien. Por una u otra cosa, la gorda de adquisiciones era un constante dolor de cabeza. Cada vez que hablábamos terminábamos discutiendo al punto que a veces nos topábamos en el pasillo o a la entrada de la empresa y ni siquiera nos mirábamos. Muchas fueron nuestros encuentros, nos tratábamos mal, hasta el punto que la trate de gorda solterona y amargada a todo grito, mientras ella me dijo otras tonteras. En esa oportunidad alguien le llego con el comentario al jefe y este nos llamo a ambos a su oficina para ver nuestro problema. Nos llego una seria reprimenda y nos dijo que nuestra actitud tenía que cambiar, que no quería malos tratos entre sus trabajadores y que si no congeniábamos uno de los dos tendría que marcharse.
Iris era una solterona de 44 años, que no había podido ascender en la empresa. Baja de porte, muy gorda, muy blanca de piel, de pelo corto negro, culona , muy culona y de un carácter en extremo apático, siempre amargada, no solo con migo, si no con varios, casi siempre hombres, obviamente sin pareja. En varias de nuestras peleas le dije que ese era su problema, que le faltaba un hombre para botar su estrés, pero que como era tan fea y gorda, eso era muy difícil.
Pero la llamada de atención del jefe no era para nada a la ligera. Ambos sabíamos que el era un hombre de palabra y una nueva pelea seria causal del despido de uno de los dos. Salimos de su oficina y sin decirnos nada nos fuimos a nuestras oficinas. Incluso una amiga en común de ambos, nos junto y nos dijo que se nos había pasado la mano en la última pelea y que el jefe estaba muy molesto, que ella había hablado después con el , y que le dijo que cumpliría su promesa, que tratáramos de sociabilizar etc etc.
Tratamos de evitar nuestros encuentros y aunque había cosas en que no congeniábamos , ambos pusimos de nuestra parte para evitar peleas. Nuestro trato mejoro, aunque igual teníamos nuestras diferencias que con gran esfuerzo tratábamos de no hacerlas notar o aguantarnos para no terminar en una discusión.
Como a las 2 semanas de la famosa pelea, nos juntamos con los colegas de trabajo a la salida del trabajo, a beber unas cervezas y celebrar el cumpleaños de uno de nuestros compañeros.
En una fuente de soda, cercana a nuestra oficina, nos colocamos a tomar, y entre juegos y risas, a todos nos fueron haciendo efecto las cervezas. Entre ellos estaba también Iris, la guatona de adquisiciones, que se reía de las tonteras y participaba amenamente con todos nosotros (cosa rara en ella). Con las mujeres no tenia problemas, el tema era mas con los hombres. La hora pasó, muchos se fueron marchando y cuando pedimos la cuenta solo quedábamos 5.
La gorda de mi colega, estaba bastante mareada y para colmo estaba manejando. Mi amiga junto a otro colega ( que se daban duro cada vez que podían, ambos casados) , le preguntan si estaba bien como para conducir, y ella decía que si, pero se notaba un poco borracha. Yo, que no tenía auto y vivía cerca de ella, me ofrecí a manejar y dejarla en su casa, así todos pensarían que le hacia un favor a la gorda, mientras me llevaba yo mismo a mi casa. Iris sorprendentemente acepto que yo manejara, cosa que era muy raro. Eran cerca de las 10 de la noche, nos subimos a su auto y me coloque a manejar. En el trayecto , con los tragos de más, me dijo que la verdad, yo no era tan pesado afuera de la oficina, que se había reído mucho con las bromas que había lanzado a la mesa. Yo por mi parte también buscando limar las asperezas entre nosotros, le pedí perdón por los malos tratos en la oficina, pero que a veces ella se ponía realmente insoportable. Ella también pos su parte me pidió perdón y reconoció que habían días que ni ella misma se soportaba, pero que trataría de cambiar.
Empezamos a hablar de nuestras vidas, me entere que solo hace un par de meses recién se había ido de la casa de sus padres. Que había arrendado una casa cerca de la mía y que varias veces me había visto esperando locomoción y que por nuestro trato nunca me había llevado. Yo me reía, y de reojo me fijaba en las piernas de Iris. Como mencione era baja y gorda, pero con tantas cervezas en el cuerpo, esas piernas me estaban llamando mucho la atención, aparte que de tetas, mmmm .. no estaba nada mal, a pesar de su rollo en la cintura, me la empecé a imagina en cuatro patas con el tremendo culo levantado … mmm .. quizás no seria mala idea sellar nuestra nueva amistad con algo mas …
Al poco rato de conducir, entramos al barrio donde vivíamos y le pregunte cual era su casa. Ella me dio las instrucciones y me encontré estacionado afuera de su casa, una casa pequeña, a dos cuadras de la mía.
Me pregunto si no quería que me llevara a mi casa, y le dije que no, que caminaría, que solo eran dos cuadras. Además, que en el estado que estaba, era mejor que yo entrara el auto a su casa, para que no lo fuera a rayar. Ahí recibí su primera indirecta, al decirme que no le importaba, ya que hace mucho que no le rayaban la pintura.
Se bajó del auto y comenzó a abrir el portón, mientras yo, sentado en el volante, miraba cuando se agacho a sacar el pasador que llegaba al suelo, el tremendo culo que se gastaba la gorda. En realidad estaba bastante caliente con mi compañera de trabajo, me imaginaba estar detrás de ese monstruoso culo, teniéndola desnuda y follándola con fuerza, metiéndole la verga con furia, desquitándome por todos los malos ratos que me había echo pasar. Claro que sentía algo de desconfianza que la gorda fuera abrir la boca en la oficina, quedando en vergüenza delante de mis compañeros, por haberme comido a la gorda de adquisiciones. Pero bueno, nada perdía con intentarlo. Entre el auto y mientras lo terminaba de estacionar, ella cierra el portón, dejándome encerrado dentro de su jardín.
Tenía que dar un paso mas, y le pedí queme prestara el baño, que desde que Salí de la fuente de soda que tenia ganas de ir al baño y ya no aguantaba. Ella me dijo que no tenía problema y abrió la puerta de su casa. Entró al baño ella primero a ordenar algo y me dijo que lo ocupara. Entre al baño de la gorda, igual que el mío. Mientras orinaba abundantemente, me fijé en un canasto, donde la guatona colocaba su ropa sucia , tapado con una toalla. Seguramente eso había echo al entrar al baño antes que yo. Sin dudarlo, saque la toalla y busque tratando de no mover mucho la ropa encontrando lo que buscaba. Los calzones de la gorda. Una gigantesca prenda de vestir, de dimensiones descomunales, manchados en su parte interna con su sexo y algo de orina. No me di ni cuenta, cuando esa prenda se encontraba tocándome la nariz, sintiendo los olores íntimos de mi compañera de trabajo. Esos olores, terminaron por despertar mi instinto animal y los dejé en la misma forma que estaban, tapando todo con la toalla. Al salir, ella me esperaba de pie a la entrada de la cocina, preguntándome si me quería tomar una cerveza mas con ella antes de irme. Le dije que si y cuando ella entra a la cocina, antes de prender la luz, la abrazo por detrás y la apego a mi cuerpo, besándole el cuello.
Tal cual como lo había pensado, la gorda se entrego inmediatamente a mis caricias, dejo que mis manos se apoderaran de sus grandes tetas y que se deleitaran apretándolas fuertemente. Ella en segundos gemía y me pedía que continuara, mientras mis manos le frotaban fuertemente la concha por sobre su vestido.
Todo cambio, la soberbia y de carácter insoportable gorda de adquisiciones, era una completa sumisa, dominada por el flaco de contabilidad, que hacia con ella lo que quería. Sin dejar de tocarla y abrazarla la fui empujando por el pasillo, botando algunos cuadros que tenia en la pared, en dirección a su habitación. Prendí la luz y de un empujón la boté a la cama. Me subí sobre su espalda, enterrándole mi verga en su gigantesco culo, sobre el vestido, sin dejar de besarla ni un momento en el cuello. Ella solo me pedía que apagara la luz, pero ese no era mi estilo, soy un voyerísta, me gusta ver cada parte del cuerpo de mi compañera y mas la curiosidad de comerme a alguien de sus características.
Con todas las cervezas encima, le haría de todo a esa gorda esa noche. Lo primero que hice fue bajarle el cierre al vestido y bajárselo hasta los tobillos. Su gigantesco culo quedo ante mis ojos, tapado con un calzón de grandes proporciones, para nada atractivo, igual al que había visto antes en el baño. CON fuerza y rápidamente le arranque esa prenda, mientras la gorda lo único que pedía era que apagara la luz, mas mis oídos hicieron caso omiso a sus peticiones, al mismo tiempo que mi boca se perdía entre las grandes nalgas de la gorda, separándoselas y chupándole el ano. La gorda no daba crédito a lo que estaba viviendo. Jamás en su vida la habían atacado de esa manera (como después me lo comentó). Trataba de sacarme de ahí, pero sus esfuerzos no duraron más de un minuto, pasado eso, se entrego por completo a los placeres que le entregaba la intrusa legua de su compañero de trabajo en esa parte aun virgen de su cuerpo. Degeneradamente le separaba las grandes nalgas y le pasaba la lengua de principio a fin. De echo, a nadie le había echo eso a alguien con tantas ganas como a ella. Luego de comerme un buen rato el culo de la gorda, y como mientras lo hacia , hábilmente me desnude de la cintura para abajo, me monté sobre ella y buscando entre sus pliegues de carne la entrada de su concha. No me costó dar con ese lugar, ya que mis dedos encontraron una cavidad estilando en jugos. La gorda estaba excitada a más no poder.
De un solo empujo, le metí todo, arrancando un grito de dolor de la insoportable mujer, sintiéndome en el cielo al causarle ese dolor a esa mujer que tantos malos ratos me había echo pasar. Como un animal la penetre con violencia, sin importarme si le dolía o no. Al poco rato la gorda gemía como loca de placer y me pedía más y mas, y yo se lo daba. Difícilmente logre desnudarla por completo, tratando de hacerlo sin sacársela. Al fin estábamos los dos, completamente desnudos, ya poniéndola en cuatro patas, para que mi verga entrara más profundamente, ya que las grandes dimensiones de la gorda no me permitían llegar mas adentro. Aferrado a esas anchas caderas, la penetraba con fuerza, haciéndole sonar las nalgas que chocaban contra mí estomago en cada embestida.
Estuve así por un buen rato, follándola como nunca nadie antes lo había echo. En dos ocasiones estuve a punto de acabar, pero me contuve. Necesitaba follarla por mucho rato y desquitarme por todo. La di vuelta y ella con sus ojos cerrados quedó desparramada en su cama de espalda. Sus tetas eran gigantescas, mucho más grandes de lo que yo imaginaba. Me dedique a chupárselas fuertemente, apretándoselas con mucha fuerza, mordiéndole los pezones, jugando a aprisionar mi cabeza con esas monstruosas ubres.
Bruscamente le separé las piernas , dejando su peludo y negro y jugosos sexo, lleno de pelos expuesto, chupándoselo con maestría, haciéndola tiritar de placer. No me costo mucho en esta posición lograr que la gorda acabara sobre mi boca, tal cual como si hubiesen abierto un grifo, los chorros de la gorda saliendo disparados como un geiser , mojándome por completo. Yo, enfermo de caliente no separe ni un minuto mi boca de su concha tragándome todo lo que ella me entregaba. Jamás en mi vida, hasta el día de hoy me a tocado ver una mujer que acabe así, tantos jugos y disparados tan fuerte. Cuando dejo de botar jugos, me monte sobre ella, aprisionando con mis piernas sus brazos y meciéndole la verga a la boca. La gorda inmediatamente comenzó a chupármela desesperadamente.
Me había convertido en un sádico. Le metía mi verga sin contemplaciones hasta el fondo de su garganta tratándola de perra, de puta, de gorda, ordenándola que me la chupara, mientras ella completamente sumisa acataba mis ordenes. Le sacaba la verga de su boca y fuertemente me la agarraba y la hacia chocar contra su cara, para posteriormente meterla mas adentro aun causándole arcadas. Con mi mano hacia atrás , mientras ella me la chupaba, mi mano la masturbaba fuertemente metiéndole hasta los cuatro dedos en su concha que en ni un momento dejaba de estar mojada. Era degenerada la forma como mi mano se perdía entre su peludo sexo, a veces tirándole fuertemente los pelos , haciéndola que me chupara mas fuerte aun.
Iris estaba entregada por completo a mis deseos, no me recriminaba nada, se había encontrado con su amo , dueño y señor, y con su poca experiencia y este master en sexo, estaba pagando cada una de sus humillaciones. Estuve mucho rato en esa posición, al punto de llegar el momento en que aun que hubiese querido acabar, no hubiese podido. Era tanta la sangre que tenía en mi verga y tal su dureza, que ya sus chupadas no causaban la misma sensación, por lo que me baje de ella y poniéndole sus gruesas piernas sobre mis hombros la penetre como un animal. La gorda no abría los ojos, siempre cerrados con sus tetas desparramadas, moviéndose gelatinosamente, recibía, siempre digna cada una de las embestidas que le daba. Mientras lo hacia, vi un pote de crema en su mesa de noche. Inmediatamente la hice darse vuelta , colocándose en cuatro patas y tomando el pote de crema, me embetune con casi la mitad del frasco los dedos , esparciéndole toda la crema en la entrada de su gigantesco culo, advirtiéndole que se la metería por ahí. Ella me rogaba que no lo hiciera, mas, estaba sentenciada. Ya después de meterle hasta 2 dedos en su culo, arrancándole gritos de dolor, mi verga ya estaba tapada en crema, y cambiando posición con mis dedos, comenzaba a taladrar el tremendo culo de mi compañera de trabajo.
La gorda chillaba como si la estuviesen matando, incluso me dio algo de miedo que algún vecino fuese a escuchar los gritos de la gorda, por lo que con un fuerte golpe en una de sus nalgas le ordene que no gritara. Un nuevo grito de ella le llevo a ganarse una nueva palmada que sonó por toda la habitación. Un tercer grito no se llevo una palmada ni dos .. Fueron como 6 o 7 palmadas que chocaron con furia contra sus nalgas, causando la inmediata coloración de su blanco y gigantesco culo. Como un perro caliente la folle una y otra vez y cada vez que la gorda soltaba un gemido demasiado fuerte, recibía inmediatamente los golpes respectivos contra sus nalgas, por lo que con la almohada apretada en sus dientes recibía sumisa la violación de su culo.
No se cuanto rato le estuve perforando el culo a la gorda, pero fue mucho rato, hasta que sin poder aguantar mas, de un fuerte movimiento la doy vuelta y me coloco a la altura de su cabeza. La tomo fuertemente de sus pelos y le meto la verga a la boca, descargando litros de semen blanco y caliente ahogándola con la descarga. No contento con esto le obligué a chapármela hasta dejármela completamente limpia. La gorda entre arcadas, casi vomitando, lloraba en acostada de lado en la cama, con su cuerpo bañado en transpiración, y sus grandes nalgas, antes en extremo blancas, ahora completamente rojas con todos los golpes que le había dado.
Me levanté. Tome mi ropa y me vestí fuera del cuarto, saliendo rápidamente de la casa. En el trayecto a mi casa, pensaba en que se me había pasado la mano y que la gorda podía poner alguna constancia de violación el la policía, o dejarme al descubierto en la oficina. Miles de ideas se vinieron en ese momento a mi cabeza y casi ni dormí esa noche pensando en iris.
Al otro día, con un nudo en la garganta, me presenté a trabajar, esperando que en cualquier momento explotara lo ocurrido. Cerca de las 10 de la mañana, me entero que Iris había llamado al trabajo, reportándose enferma y que ese día no asistiría a trabajar. Mis compañeros que me habían visto salir con ella de la fuente de soda, entre bromas, se burlaban de mi diciendo que se me había pasado la mano con la gorda, sin saber que lo que decían era verdad.
Al otro día, al pasar por la oficina de Iris, la veo sentada en su escritorio. Por un segundo nuestras miradas se cruzaron. Su vista fija, como enojada, como distante, me dejo helado, hasta que cerca del medio día, recibo un correo electrónico de ella, diciéndome que lo había pasado muy bien y que deseaba invitarme otra cerveza esa misma tarde en su casa.
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