Tengo 41 años, vivo en un edificio en Buenos Aires. Un día, aprovechando que mi mujer no estaba, invité a una amiga a casa. Al irse, la acompaño hasta la puerta. Al volver saludo al encargado del edificio, quien me pregunta ¿tenés un segundito? Le digo si, ¿qué pasa?
_Linda la gordita -me dice.
_ Es una amiga.
_¡Amigariola! La curiosidad me pudo, subí y me quede escuchando pegado a la puerta. Gomo gozaba.
_ Es un acto privado, ¿que tenés que andar escuchando? _ Le dije.
_ No me vengas con sermones, acabas de engañar a tu mujer ¿querés que le cuente acaso?
_ No me jodas.
_ No te jodo. Todas esas veces que me cagaste a pedos te las vas a tener que guardar bien donde ya sabés. Ahora estas en mis manos.
_ ¿Que querés?
_ Vamos a casa y te digo.
Entramos a su casa, en el mismo edificio. Estaba todo medio desordenado y oscuro. Me dice:
_ Espérame un segundo.
Al rato vuelve con un bolso de tela. Me lo da y me dice:
_ Producite, acá tenes de todo.
_ ¿Cómo?, le digo. Pensé que querrías plata.
_ No, quiero que te pongas ese vestido, los collares, pulseras, que te pintes los ojos y los labios.
Obedecé o hablo. Apurate, no tengo todo el día.
_ Rápidamente me saco la ropa y me pongo el vestido. Me coloco unas tetas de goma, los collares, los anillos que me entraban y unos aros de vieja tipo clip. Me pinto los ojos y los labios.
_ Ahora si estas linda Irene. A partir de ahora, para mi te llamas Irene.
_ Como te parezca.
El encargado se desabrochó la camisa y lució su panza con vellos canosos. Tiene alrededor de 55 años, es calvo, pero con algo de cabello entrecano y enmarañado. Me mira y me dice:
_ Desabrochame el pantalón.
Le saco el cinturón y le bajo el pantalón hasta las rodillas. Me dice: seguí, ya sabés que quiero.
Le bajo el slip y veo su pija flácida. Me acerco de a poco, (por suerte no tenía tanto olor) y sin pensar más me la meto en la boca. Intento pensar en otra cosa y empiezo a chupar. El tipo comienza a excitarse y su pija se agranda. Está algo más que tibia y el gusto del principio ya no molesta. Con la lengua juego con la puntita mientras él me acaricia la cabeza.
_ Bebé, que bien la chupás, segui, subí.
El tipo me hizo levantar y me sentó de prepo en un sillón. Agarró el lápiz labial y me repintó los labios. Comenzó a besarme con desesperación, metiéndome lascivamente la lengua en la boca. En un segundo yo estaba todo baboseado. Puso su manota dentro de mi vestido y comenzó a acariciarme los genitales. De un cajón saco un forro y se lo puso. Del mismo cajón un potecito.
_ Es un gel con lidocaína, no te va a doler, quédate tranquilo.
Comenzó a embadurnarme el culo y a meterme su dedo rechoncho . Se arrodilló frente a mí, levanto la falda de mi vestido, coloco mis tobillos en sus hombros y me dijo.
_ Irene, por fin me vas a dar el culo. Yo te amo, Irene.
Me miró, sonrió y comenzó a buscar mi hoyo con la punta de su pija. Hizo como un tirabuzón y empezó a meterla despacito. Es cierto, no me dolió, pero me sentía incómodo.
Me la metía y sacaba, estaba feliz, hasta que tocó mis tetas de goma. Algo no le gustó y me pidió que me de vuelta. Puse mi culo mirando al techo y al segundo lo siento arriba mío. Al sentir u panza contra mi espalda me sentí a gusto. Cuando me penetró, más aún. Me besaba el cuello y me respiraba agitadamente en la nuca. Al cabo de unos minutos acabé. El seguía dándome matraca y me preguntaba ¿Te gusta?
Yo le decía
_ Si papi, métemela, cógeme, por favor. Yo estaba tan caliente como él. Cuando estaba por llegar a mi segundo polvo el acabó. Sentí su pija detenerse y latir dentro mío.
La sacó, me quite todo eso, me vestí y me fui. Todo en silencio.
Ahora no se qué hacer. Todo volvió a la normalidad. Ya no me amenaza con acusarme ni me acosa. Podría estar tranquilo excepto por un detalle. Me muero de ganas de ser Irene otra vez.
dejala salir no lo dudesbby