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Intuición materna

Un metro ochenta y seis de alto, anchas espaldas, piernas largas y rectas, pecho abombado, rostro de facciones correctas con unos ojos grandes y expresivos y trece años de edad. Ese es Julio. Desde sus cinco años ha practicado lucha libre, natación, fútbol y baloncesto. Vive con sus padres y con otras tres familias, en mansiones independientes, en una finca que mide cuatro hectáreas de terreno, con pista de tenis, piscina con un vestuario, que además está provisto de todo lo necesario para celebrar festejos, un tupido pinar, alamedas, parterres de flores y huerto con frutales.
Con todos estos ingredientes nada sorprende que Julio sea el chico mas requerido y agasajado por los compañeros del caro colegio donde cursa estudios. Pero si los chicos hacen lo indecible por ser sus amigos, las chicas resulta casi indecente la forma en que lo miman y le van detrás. Y no son precisamente los de su curso los únicos que se portan así, sino que los de cursos muy superiores se muestran tan empalagosos con Julio como los otros. El móvil primordial que les guía a todos en su interesada afección hacia Julio es que éste les invite a su casa. La diferencia de edad desaparece difuminada por la contextura de Julio, que físicamente aparente tener entre diecisiete y dieciocho años.
El padre, un afamado médico, apenas tiene tiempo para vigilarlo. Su madre, catedrática, no obstante la ímproba labor académica y divulgativa que le absorbe casi toda la jornada, es la que especialmente se dedica a cuidar de la educación de Julio.
La madre de Julio ha observado que entre los que acuden a casa hay una chica de dieciséis años, de formas extremadas y comportamiento desenvuelto, que le inspira un gran temor porque presiente, con esa intuición patrimonio de las madres, que el trato de ella con su hijo va a degenerar en un tipo de relaciones impropias para la edad de éste. De forma que le advierte a Julio, que sin dilación debe decirle a esa chica que no vuelva por casa, ya que caso de que él no lo haga, lo hará ella, con la violencia que para todos supondrá el bochorno de expulsarla.
Con la certeza que le cabe a Julio de que su madre cumplirá la amenaza, cita a la chica a una hora que sabe que estará sólo en casa. Cuando ella llega, se refugian en la piscina, en donde nadan un rato. Luego se tienden en sendas poltronas que hay en el vestuario. Julio se rebana los sexos pensando la forma de explicarle a su amiga que no puede volver a visitarle. Al fin se decide, y le cuenta que su madre, ante las malas notas que presenta, le ha prohibido que invite a nadie más en casa. La niña, que tiene la intuición propia de su edad, se percata enseguida de qué es solo a ella a quién se le prohibe la entrada y acongojada se pone a llorar. Julio se sorprende y no sabe que camino seguir. Como el llanto va in crescendo, Julio se asusta y se acerca a la amiga para intentar calmarla. Al tenerlo junto así, la chica le echa los brazos al cuello y comienza a besarlo en la boca con arrebatadora pasión. Julio se sobresalta, pero sus carnes desnudas en contacto con las de ella le producen una sensación especial, desconocida, pero muy grata. La chica lo atrae con fuerza hacia sí, de forma que el cuerpo de Julio ya descansa por completo sobre el de ella. Julio nota que su sexo se pone tenso, y mucho más cuando la mano de ella lo abarca en toda su extensión. A Julio le asalta una ola de temor, sin que se atreva a tomar ninguna iniciativa.
Julio está asustado como un niño pequeño. Nunca, antes, había tenido contacto físico con esas partes tan secretas que esconden las niñas con tanto rubor. Y ahora es ella la que, después de extraer las livianas ropas que cubrían los cuerpos de ambos, ha puesto el miembro de él sobre esa extraña boca, orlada con unas guedejas rubias, que ella posee en la confluencia de sus muslos. Con voluntad decidida ella se afana para que ese adalid taladre sus carnes y se introduzca hacia dentro. Julio, que nada sabía de estos juegos, nota por momentos como despierta en su interior el deseo de descubrir ese cálido rincón donde esconder su sexo. Con gran sorpresa por su parte Julio se ve pugnando, con verdadero ahínco, en romper una barrera que ha surgido a su paso. Igual que si una ventosa lo tragase, Julio nota su dardo absorbido por esa cavidad que ahora le resulta tan acogedora. Una especie de ahogo, con un vibrar sincopado de todo su cuerpo, y como si el alma quisiera escapar de su envoltura carnal, Julio va percibiendo, a medida que el placer se expande y crece, que un chorro inusitado de esperma sale disparado para inundar el receptáculo que lo acoge.
Momentos después, Julio, desconcertado, se levanta de encima de ella.
Al ver un charco de sangre entre los muslos de la niña, la desazón y el temor que asalta a Julio es tan fuerte que no puede evitar el ponerse a llorar. La niña, al verle tan compungido y asustado, se acerca solícita para explicarle que la primera vez, en la mujer, siempre comporta ese derramamiento de sangre, que se origina por la rotura del himen.
Y una vez más quedó demostrado que la intuición de las madres no se equivoca ni falla nunca.
Datos del Relato
  • Autor: ANFETO
  • Código: 3262
  • Fecha: 28-06-2003
  • Categoría: Primera Vez
  • Media: 6.4
  • Votos: 139
  • Envios: 2
  • Lecturas: 3295
  • Valoración:
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
lobo_ardiente
lobo_ardiente 18-05-2018 00:20:47

muy bi3n escrito, gran historia, espero escribas más relatos

Andrea May
invitado-Andrea May 02-07-2003 00:00:00

Que bien relatado está, y no sé si es intuición de madre, o simplemente preservar el linaje o desear que el niñito no caiga en las redes de una pérfida mujercita. Te diste cuenta que para que las cosas sucedan se necesitan dos, aunque yo no creo en la inocencia de ninguno. Ella buscaba disfrutar del confort y el que buscaba al citarla cuando a sabiendas estaba solo??? Jejjejejjee

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 01-07-2003 00:00:00

Gran estilo, como nos acostumbra el amigo Anfeto. Ahora : ¿ Intuición materna europea ? Esa parte no me cuadra, ya que en latinoamérica el chico es un macho y la chica....en fin...una más, no más. Mis fervientes saludos.

JOSÉ LUIS SANCHEZ
invitado-JOSÉ LUIS SANCHEZ 29-06-2003 00:00:00

Felicitaciones mi buen amigo de España... Me gustatu estilo sobrio, natural, sin afanarse, sin caer en lo pornográfico, fluyen tus descripciones como el hábil pintor traza sus líneas o como el poeta que teje su poesía. Me gustó muchísimo tu relato.

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