Antonio llevaba más de dos meses en Madrid, realizaba su doctorado en literatura hispanoamericana, era chileno magíster en poesía latinoamericana, tenía veinticinco años, moreno, medía un metro ochenta y cinco, pesaba ochenta y dos kilos, usaba el pelo largo hasta más abajo de los hombros, barba completa, vestía siempre de jeans y botas vaqueras, usaba camisa o polera de hilo, por lo general de color negro y encima usaba chaqueta de vestir. Dictaba clases de poesía latinoamericana. Su profesora guía para el doctorado se llamaba Carmen, una mujer que tenía entre treinta y treinta y cinco años, separada, alta y morena de ojos verdes, delgada, por lo general usaba vestido y medias caladas, que hacía que los hombres volvieran a mirarla, su pelo negro azabache era crespo, y lo usaba siempre revuelto como recién saliendo de la cama, sus tetas eran redondas y firmes, por lo que no usaba sostén. Ella hacia más de dos años que no tenía relaciones sexuales, desde la separación, ahora sólo estaba concentrada en su trabajo, los hombres no le interesaban, sólo en algunas ocasiones coqueteaba con alguien, para no perder la costumbre, se decía, pero de ahí no pasaba más.
Antonio, en cambio, desde su llegada a Madrid, había cogido con varias mujeres, cada noche bajaba al bar que estaba a dos cuadras del loft que arrendaba, y llegaba a eso de las dos de la madrugada con un nujer diferente. Una tarde se cogió en plena escalera a la vecina, que sólo traía puesto un vestido de una pieza y nada de bajo, ella lo deseaba desde que había llegado y se lo dijo, y pasó todo, la vecina estaba casada con el carnicero, así que Antonio, obviamente, no insistió mucho, aunque, cuando él estaba en el loft, la buena vecina iba a buscar su premio.
Esa tarde Antonio y Carmen, se quedaron editando la última edición de la revista de filología española, que incluía una selección de poesía chilena, realizada por él. Carmen no se había percatado de lo atractivo que era el joven, sino hasta ese momento en que el moreno mozalbete trabajaba en la computadora, y que producto del calor había desabrochado la camisa, dejando ver los fuertes pectorales llenos de pelos. Carmen lo miraba, y pronto comenzó a sentir el hormigueo en su coño, trató de concentrarse en el trabajo, debía seleccionar una serie de ensayos de varias partes del mundo para la revista, pero ya no podía con la calentura. Desabrochó su blusa, para motivar al moreno, lo llamó con la excusa de que se había trabado la computadora, el muchacho fue en su ayuda, por la espalda pasó sus manos fuertes hacia el teclado y arregló la falla, vio entonces lo hermosos pechos de Carmen, a quien él deseaba de hacía tiempo, y le susurró al oído “que hermosas tetas tienes”, ella giró en el instante y le dio un beso apasionado, Antonio tomó esas dos tetas y las beso hasta el hartazgo, ella metió la mano suavemente por el pantalón y encontró una polla inmensa, que aún no estaba dura, nunca había visto una polla tan grande, se la llevó a la boca y apenas podía tragar la cabeza, él comenzó a lamer su coño, que estaba todo mojado, ella chupaba la verga que se iba poniendo cada más dura y grande y gruesa, quería comerse esa polla grande, él la montó en el aire, apenas le entraba la inmensa polla, ella gritaba en cada empuje, hasta que se la comió toda, ella se creía morir, nunca había sentido esa sensación entre dolor y placer, le gustaba, era la mejor polla que se había comido en su vida, Antonio seguía fallándola, ahora la volteó, ella estaba sobre el escritorio, y Antonio la poseía con furia, ella sólo gemía, el placer era total, se había corrido seis veces y Antonio todavía no se iba, él se la puso toda, todos los veintisiete centímetros de carne, y comenzó a meterle el dedo por el culo, nunca le habían metido el dedo en el culo, y nunca se la habían follado por ahí, Antonio sacó la verga toda mojada y se la introdujo por el ano suavemente, ella gritaba, pero el placer era total, era el delirio y no se iba privar de nada, esa verga era magnifica y debía conocerlo todo con ella, Antonio comenzó poco a poco abrirse camino, ella gritaba y gemía, y pedía más y más, hasta que Antonio sacó la dura verga para acabar en la tetas, puso la inmensa verga entre las dos cordilleras y Carmen comenzó a masturbarlo con ellas, la verga le llegaba a boca, así que cuando subía la besaba con su lengua, hasta que Antonio estalló, la leche fluía espesa y blanca, Carmen tomó la verga con sus dos manos para extraerle todo el jugo del placer, el semen caía de su rostro hacía sus tetas, la verga comenzó a empequeñecerse, hasta que al fin Carmen pudo ponérsela toda en la boca, y aún así, no pudo tragarla toda, esa verga era un monstruo, Antonio se subió el pantalón, se arregló la camisa y volvió a su antología de poesía chilena, Carmen en cambio apenas podía moverse, cada movimiento era un nuevo orgasmo, se quedó ahí por unos quince minutos, todo su ser ardía, ardía su clítoris follado, su culo había sido desvirgado, pero era un dolor placentero, Antonio enrolló un cigarrillo de marihuana, lo encendió y le dijo “conoces el constructivismo poético de Marco Massoni-Oyarzún”, ella negó con la cabeza, él se paró y le entregó un poema.