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INTERCAMBIO CON FUTURO

"El esposo de mi amante termino haciendo el amor con mi esposa."

 

Hace un año conocí a Amelia, una mujer atractivay muy bien dotada en todo sentido, es tres o cuatro años menor que yo, también felizmente casada. Iniciamos como la gran mayoría, reuniéndonos a hablar o a comer como resultado de una actividad de dirección que nos unía.

En una oportunidad la cite a mi oficina para que discutiéramos algunos temas que trataríamos en la reunión de la empresa para la cual trabajabamos. Ese día por aquellas cosas del destino mi secretaria tuvo que ausentarse por razones de salud y nos encontramos solos con Amelia, después de agotar el tema profesional iniciamos una charla mas personal, le ofrecí un trago y empecé a deleitarme con sus hermosa piernas que se veían desde el lugar en que estaba sentado. No sé si voluntariamente las abrió un poco para que las pudiera observar mejor, lo cierto es que tal ves debido a los temas íntimos que habíamos tratado, se veía algo húmedo entre sus piernas.

Mi garrote se puso tenso y continué hablándole de relaciones extramatrimoniales y de lo ricas que eran. Me fui acercando y en menos de un abrir y cerrar de ojos mi mano estaba acariciando su entrepierna; subí la mano y con un movimiento ágil logre introducirla entre su panty. Que humedad tan rica, hice unos movimientos circulares sobre su clítoris y de ahí en adelante nos perdimos en el sexo. Nos desnudamos con rapidez y pude observar su hermoso par de tetas. La penetre sobre mi escritorio y entre gemidos de excitación nos vinimos un par de veces. Luego de este encuentro continuamos viéndonos y haciendo el amor, en diferentes lugares y formas, durante un año.

En una ocasión fuimos invitados junto con mi esposa Amparo y el esposo de Amelia, Fernando, a una tarde de toros. Allí la pasamos como suele ser, compartiendo botas con bebidas diferentes. Al salir de la corrida nos esperaba una fiesta al aire libre. Bailamos cada uno con su mujer durante un buen rato hasta cuando a Fernando se le ocurrió sacar a bailar la mía, entonces yo saque a bailar a Amelia, con mucho disimulo le apretaba su cuerpo y le rozaba sus muslos con mí pené que ya se estaba poniendo tieso; el caso fue que al buscar con mi mirada a mi mujer para estar seguro de que no se daba cuenta de lo que estaba pasando, no la encontré, Fernando se la había llevado bailando y estaban fuera de mi vista.

Considero prudente contarles que Amparo siempre ha sido una mujer recatada, bonita, esta en los cuarenta pero muy bien cuidada, unas tetas duras y de buen tamaño, hermoso rostro, muslos bien formados y duros, un culo bien parado u un monte de venus que en su protuberancia le hace juego con el culo y tiene una cuca bien apretada, debido a que los hijos los tubo por cesárea.

Continuando con mi relato, al terminar la segunda pieza musical regresaron y continuamos hablando. Yo había quedado algo incomodo de imaginarme que a mi esposa la había alejado Fernando de pronto para poderle hablar o para apretarla.

Por un buen espacio de tiempo, continuamos bailando cada uno con su pareja, hasta que tuve que ausentarme al baño; cuado regrese, Fernando estaba bailando nuevamente con Amparo, mi esposa, desde donde yo iba, pude observar como le pasaba con suavidad su paquete por su entre pierna; a ella se le traslucía en la cara que la presión de la verga de Fernando la excitaba y respondía con leves golpecitos de su pierna que Fernando recibía con gusto en su miembro. Ver a Amparo con esa cara de lujuria creada por otro hombre me éxito mucho. Continuamos brindando y bailando hasta que termino la fiesta.

Debido a que nuestra casa de campo quedaba mas cerca del lugar en que nos encontrábamos, invitamos a Amelia y a Fernando a que pasaran la noche en la habitación de huéspedes. Al llegar, les ofrecimos un trago y varios tragos mas, lo cierto es que yo creo que nos hicieron trampa a Amelia y a mí porque los dos quedamos los dos fundidos de la borrachera en la sala de la casa.

Al despertarme con ganas de ir al baño vi a Amelia durmiendo placidamente sobre el sofá, me dieron ganas de acariciarle las piernas que las tenia entreabiertas pero me contuve al pensar que podrían vernos y no sabia en donde estaría Amparo y Fernando que no los veía.

Pase buscandolos por los cuartos y por ultimo, en el altillo de la casa escuche algunos ruidos, subí con mucho cuidado, sin hacer ruido y pude observar como Fernando colmaba de besos a mi mujer al desnudarla, le quito la blusa y desabrocho su brasier y empezó a besarle uno de sus senos, mientras que le hacia círculos en el pezón del otro. Ella respondía de muy buena gana metiendo su mano entre el pantalón de Fernando y sacando su instrumento aceitoso, lo sobajeaba de arriba a abajo; él metió dos dedos entre el coñito de Amparo y empezó a hacerle un mete y saca con sus dedos mojados por el liquido de mi mujer, ese que me había prodigado tantas dichas, producia ahora un dulce chasquido. Acto seguido la poso con mucho cuidado sobre la cama y se desnudo completamente.

Desde donde yo estaba, pude ver la suavidad con la que le abrió las piernas, y observe su abertura mojada y palpitante que demostraba cuanto estaba gozando, él le beso los muslos y fue subiendo lentamente hasta pasarle un varios lengüetazos por su cuquita, pero sin detenerse mucho tiempo allí. Pensé que seguramente tenia afán de penetrarla pronto para poder sentir la verdadera posesión.

Le puso su miembro en la entrada de la rajita procurando de metersela con suavidad, no niego que es bien dotado y tal vez eso acelero el apetito de Amparo quien rápidamente rodeo con sus piernas la cintura de Fernando y con un movimiento pélvico fuerte y ansioso hacia arriba, se ensarto para comérsela toda, como diciendo ¿qué haces afuera?. Empezaron los movimientos rítmicos y luego vinieron los desaforados acompañados de gemidos ahogados, seguramente pensando en no despertarnos ni a Amelia ni a mí. Pude ver los testículos de Fernando golpeándole las nalgas a mi mujer y los movimientos peristálticos de su vagina rodeando su verga, cada entrada y salida lo que hacia era sacar mas líquidos, como si fuera un pistón. Los movimientos y los espasmos de un orgasmo al mismo tiempo no se dejaron esperar mucho tiempo. Yo sin tan siquiera haberme tocado mi miembro también solté mis chorros.

Fernando saco su verga húmeda mojada por la combinación de los dos y se la ofreció a Amparo, ella empezó a lamerla como limpiándola al mismo tiempo que iba girando su cuerpo hasta colocar su abertura en la cara de Fernando quien hábilmente empezó a pasarle su lengua por su empapada vagina; se veia el esfuerzo que hacia por meterle tola la lengua en su cuquita intentando devolverle el placer que sentia porque Amparo habia desaparecido con lujuria entre su boca la verga de Fernando, él le metía la barbilla, intercambiandola con la mano que casi se la metia toda, no habia visto nunca a mi mujer tan dilatada, pero sobre todo tan exitada.

El nuevo orgasmo no se hizo esperar y los dos se contorsionaron cada uno apretándole las nalgas al otro. Amparo se tomo todo el semen que le pudo quedar dentro de su boca. Solo en ese momento me di cuenta que Amelia estaba detrás de mí observando lo que ocurría. Alcanzamos a escuchar que Amparo le comento a Fernando " que delicia y que bien nos hemos vengado de los muy ladinos que pensaron que no nos habíamos dado cuenta de lo que tenían, tenemos que repetirlo con mas tranquilidad". Fernando le respondio que hacia mucho tiempo la había deseado pero que jamás había pensado que sus fantasías se le harían realidad. 

Con Amelia bajamos con mucho cuidado y nos hicimos los dormidos en la sala. A la mañana siguiente desayunamos y como si no hubiera pasado nada. Acordamos con Amelia que por el momento nos les contaríamos a nuestras parejas que habíamos presenciado su primer polvazo y que ese intercambio continuaría siendo un secreto para no restarle emoción.

Desde entonces, mi mujer ha puesto en practica varios truquitos que me hacen sentir bien en la cama con ella, aunque yo se quien se los ha enseñado, cuando le pregunto donde los aprendió me responde que son los consejos de las revistas sobre sexo.

Yo me imagino la mano de verga que sigue comiéndo con Fernando.

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