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INTERCAMBIO CON EL MAS ALLÁ

Mi nombre es Ruben, tengo 34 años de edad y 8 de matrimonio con Estela, una mujer de quien sigo profundamente enamorado, aunque debo aceptar que nuestra vida sexual no ha sido del todo satisfactoria ya que ella es excesivamente conservadora a este respecto y no acepta que hagámos cosas "raras" ó "indecentes" segun su punto de vista. Siempre que hacemos el amor debe ser con la luz apagada y en la clasica posición del misionero; no me permite acariciar sus pechos a mi antojo y de besarlos ¡NI PENSARLO!; Ademas de que no lo hacemos con mucha frecuencia ya que esto tambien lo considera enfermizo. Esta forma de ser, la heredó de su madre que quedó viuda muy joven y le metió en la cabeza un monton de ideas puritanas a mi mujer.
Yo en cambio fuí muy precoz en el sexo y tuve relaciones con todo tipo de mujeres, así que mis exigencias son mayores en ese renglón. Por lo que cuando he requerido de una buena mamada de verga y de acariciar con lujuria un par de tetas, he tenido que recurrir a los servicios de alguna "sexo servidora" ocasional. Esto no me agrada del todo ya que además de que adoro a Estela, aún no he encontrado en otra las tetas perfectas y las nalguitas deliciosa de mi mujer; lástima que ella les ponga una etiqueta de "PROHIBIDO TOCAR" cada vez que templamos.
Resignado a esta situción que pensé nunca cambiaría, cierto die le propuse que nos fueramos de vacaciones ella y yo solos; o sea sin llevar a nuestro hijo de 5 años, a lo que despues de muuuucho insistir aceptó. Mi hermana la mayor accedió a cuidar a nuestro hijo durante unos días; así que nos dispusimos a partir. Subimos algunas maletas al auto e iniciamos el camino. Como le había comentado a Estela, yo no hice plan de viaje, no habia ruta ni destino; Estaba buscando un poco de aventura, algo que le diera emoción a nuestra vida...algo excitante.
Manejé 6 ó 7 horas, hasta que el cansancio y el hambre me indicaron que debía buscar un lugar donde pasar la noche y comer algo. Atravezabamos entonces por una zona montañosa, eran ya las 11 de la noche y solo pude ver a la distancia unas cuantas luces. Al llegar al lugar me encontré con que eran apenas tres chozas de aspecto humilde que estaban situadas a un costado de la carretera. Eran jacales hechos con troncos y techados con una especie de palma. Orillé el auto; pensé que tal vez esa gente podía vendernos algo de comer. Iba a bajar del auto cuando al ver a mi mujer que dormía, noté que sus brazos estaban erizados por el frío y sus pezones endurecidos sobresalían por debajo de su blusa. Pensé en cubrirla con una manta pero, la deliciosa vista de ese par de pechos casi prohibidos para mí, me puso ¡Excitadisimo!. Sin pensar en nada más, apagué todas las luces del vehiculo y me avalanzé sobre ella a dos manos tratando de liberar aquellas hermozuras de la cárcel que las sujetaba-¿Que sucede?-Despertó Estela sobresaltada. -¡Nada mi amor,-Conteste yo- ¡Es solo que tengo unas ganas locas de hacerte el amor!
-¿Pero que te pas Ruben?-Reclamó ella mientras retiraba mis manos bruscamente y colocaba de nuevo los botones que yo había logrado retirar- ¡Este no es el lugar ni la forma de hacer las cosas...Además ya sabes que no me gusta que seas así!
Estaba por contestarle muy enojado cuando tres leves golpecitos en el cristal del auto me hicieron voltear con sobresalto. Una c+alida voz femenina se escuchó-¡Buenas noches!, ¿Les puedo ayudar en algo?... La dueña de aquella voz era una mujer de unos 22 años, cabello rizado a la altura de los hombros, piel morena y unos bellisimos ojos color miel que se iluminaban con la luz del quinqué que llevaba en la mano. Note sorprendido que que llevaba un ligerisimo y humile vestido corto a pesar de que corría un viento helado. Bajé el cristal y contesté turbado-¡E-este, mi mujer y yo estamos de vacaciones pero se nos hizo tarde en la carretera...¿Faltará mucho para llegar al proximo pueblo?
- ¡Pues falta como una hora!-Contestó-Pero en la noche hay mucha neblina por el camino y además se ha sabido de varios asaltos a vehiculos que interceptan atravezando troncos en la carretera; ¿Porque no se estacionan bien y pasan a tomar un poco de café mientras vemos que se puede hacer?.
-¡Esat bien , muchas gracias! ¿En donde puedo estacionarme?.
La mujer hizo una seña a un hombre que se encontaba en la puerta de la choza con un rifle en las manos diciendo:-¡Todo está bien, son una pareja buscando ayuda!¡Retira la alambrada para que metan su coche!.- El hombre obedeció y nos abrió paso. Puse el auto junto a una vieja camioneta que estaba ahí y descendimos. Mi mujer tembló de frio por lo que saqué una chamarra de la cajuela, se la puse encima y entramos a la cabaña guiados por la amable pareja.
Adentro, el mobiliario era escaso y rustico, fabricado con la misma madera de la choza. Llamó mi atencion un cuadro colgado en una de las paredes donde aparecian nuestros anfitriones abrazados, sonrientes y uniformados, él como botones y ella como camarera de un hotel que aparecía en el fondo de la foto.-¡Ahi trabajamos mi esposo y yo!-Comentó la mujer al ver que yo miraba la foto- ¡Ah! Por cierto, mi nombre es Isabel y mi esposo se llama Jesús!.
Nos presentamos con un apretón de manos y aceptamos de muy buena gana una taza de café de olla y un poco de carne que nos brindaron. Se negaron a cobrarnos por los alimentos y nos invitaron a pasar la noche en su casa.-¡Ya mañana se pueden ir con nosotros cuando nos vayamos a trabajar al hotel del pueblo! ¿Que dicen?-Preguntó Jesús. Por supuesto aceptamos.
Jesús era un hombre de unos 26 años, moreno, alto y fuerte, de abultado bigote y vestía unos jeans muy gastados, camisa a cuadros y unas viejas botas vaqueras. Me percaté de que a Estela le llamaba la atención ese hombre, ya que la descubrí que lo miraba de reojo constantemente. La situación no me molestó, ya que nunca he sido celoso y además porque yo también estaba cautivado con la belleza de Isabel.
-¡Bueno, Pues vamos a dormir. Ustedes deben estar muy cansados y nosotros tenemos que salir muy temprano al trabajo!- Apuró Isabel- Ustedes pueden usar nuestra cama, Jesús y yo improvisaremos una en el piso!.
-¡De ninguna mánera!-Replicó mi mujer-¡Ya es bastante con la cena y el techo...por favor no insistan!.
Por fin nos dispusimos a dormir. Como la choza era de una sola pieza, Jesús colocó una sábana a manera de pared provisional para crear un poco de privacidad. Fué apagada la lámpara que iluminaba la cabaña y todo quedó en silencio; Solo podía escucharse el ruido del viento que mecía los arboles en el exterior.
No tardé en quedarme dormido al igual que Estela. No sé cuanto tiempo pasó cuando me despertó el murmullo de una respiración agitada. Me incorporé sin hacer ruido y descubrí que aquellos jadeos provenían del otro lado de la sábana. Sin poder contener mi curiosidad, me aseguré de que mi esposa dormía y me arrastré con cautela...Asomé la cabeza y lo que ví me dejó P-A-R-A-L-I-Z-A-D-O...



CONTINUARA...
Datos del Relato
  • Autor: PEPE_69
  • Código: 4991
  • Fecha: 26-10-2003
  • Categoría: Intercambios
  • Media: 5.46
  • Votos: 56
  • Envios: 5
  • Lecturas: 3400
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
lisbet
invitado-lisbet 28-10-2003 00:00:00

tu relato es muy bueno ya espero con ancias la segunda parte~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~` sigue asi !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! buenisimo..>>>>>>>>>>??>>>>>>>>>>>>>::>>::>>:

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