- No, no puedo, ¡contigo no puedo! déjame.
- Sí, sí que puedes, procura relajarte y olvidar, yo... yo soy otro, no soy aquel que te hizo daño.
- Pero es que, me recuerdas mucho me recuerdas todo.
-Aquel te penetró con dolor, con violencia, con egoismo, con abusivo pensamiento de satisfacerse, no de complacerte.
- Y ¿en qué te diferencias tú de él?
- Yo te amo, yo te estimo, yo te quiero, yo te deseo, yo te espero y yo te suplico.
- Entonces, mi cuerpo será una rosa que se abre para ti.
El tomó sus manos las besó, tomó su sexo, lo besó, tomó su interior y traspasó con amor aquel oscuro misterio.
Ella gimió, se estremeció y con el miembro de él apretando e invadiendo hasta su vientre... supo que decía la verdad.
Sonrió, se relajó y abrió con ansias su sexo.
Ambos disfrutaron un momento de placer intenso.