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Cuando me divorcie, volví al piso donde nací, la casa de mis padres que alquilamos tras la muerte de mi padre y el cambio de residencia de mi madre a una vivienda con mejores accesos a pie de calle…, o sea, que conocía a casi todos mis vecinos desde la niñez, tenía 37 años. Entre todos solo he de destacar a Gabriel y Lorena…son mis vecinos de toda la vida. Se conocieron en la niñez y siempre han estado juntos, ahora tienen una hija llamada Emilia con 16 años recién cumplidos. Andaba con chicos mayores que ella y se le veía muy suelta… es una muñeca de tersa y limpia piel, de mirada penetrante y embaucadora, sin embargo dada la gran diferencia de edad nunca jamás pensé tener nada con ella, la saludaba y la conocía a ella desde bebé a pesar que ya no vivía allí, coincidíamos en las visitas que hacía a mis padres y recordábamos viejos tiempos de andanzas.
Desde que me instalé, nos saludábamos charlábamos, pero como digo jamás con intención de poseerla o cualquier otro doble sentido. Debía de ser su novio o algo parecido al que no hacía demasiado caso aparentemente, al principio me pareció algo pasajero cuando al poco empezó de nuevo a rondar por allí, aunque ella decía que solo eran amigos que se daban tiempo y espacio. En aquellos momentos se paraba más conmigo, charlaba más, y lo que al principio creí imaginaciones mías, pronto se rebeló como un acercamiento hacia mí. Aprovechábamos los calores del verano que se avecinaba para tomar algún refresco en la terraza del bar de abajo, y charlar de sus problemas o me preguntaba por qué no salía y buscaba alguna chica, pero sin cruzar ningún tipo de rayas, todo de manera muy normal e inocente hasta que ocurrió aquel acontecimiento del parque y de ahí se desencadenó una relación contagiosa. Intentaba mantener las distancias sin perderme en sus labios, ojos o manos seductoras en aquellas noches de soledad en mi cama, donde me la imaginaba llegando a las locuras lujuriosas que mi retorcida mente perpetraba con esa niña para mí y finalmente nos transferimos los fluidos libidinosos cual dos amantes deseosos uno del otro, largamente esperado.
Ella es hija única y súper protegida por sus padres, cuando aquel fin de semana se marcharon al pueblo y ella quedó sola, casualmente nos encontramos y terminamos tomando el aperitivo en el bar. Me contó lo de sus padres…, que se estaba cansado de Carlos al que nunca conseguiría hacer sentar la cabeza para ser su novio formal, y cada vez le apetecía menos estar con él…Confesó que quería conocer más cosas, a más personas y saber más de la vida… no fuera a cometer un error del que arrepentirse el resto de ella. Yo ya había pasado por todos esos trances en mi dilatada subsistencia… mi ex esposa me dejo por otro, fui engañado durante años poniéndome los cuernos como a un venado, por lo que era muy sensible a esos temas y me pareció bien que pensara así pese a ser tan joven. Me dijo que sus amigas la habían llamado para salir esa noche pero que no tenía muchas ganas, quería pasarse la tarde noche tranquila viendo películas acurrucada en el sofá huyendo de todo el mundo exterior y sus problemas. De manera paternal le dije que podía venir a casa y disfrutar de las cientos de pelis que tengo coleccionadas, no sé porque lo hice, imagino que la soledad pero juro que fue de manera muy inocente cuando le dije…
-“Si quieres, podemos pasar la tarde juntos en mi casa, ponemos alguna película de las muchísimas que tengo, y muchas sin ver. Tengo un buen home cínema espectacular…”, ella aceptó sin pestañear, es más se apuntó sola para comer en casa.
Hice la comida con su ayuda, nos divertimos en la cocina… ella se había cambiado algo más informal, vino con un vestidito vaporoso, me dijo que era como estar en su casa, pero la verdad, me dio un morbo enorme, comimos, y nos sentamos en un saloncito pequeño que tengo con la tele panorámica de 50 pulgadas y un sonido envolvente del home cínema que te introduce dentro del film y un sofá grande, ella rápidamente se acomodo. Comenzamos a ver una peli de acción con tintes románticos, pero pronto ella me comenzó a hablar de su relación con Carlos…hablaba de nuevo de su vida sentimental y lo colada que estuvo desde hace años de Carlos, así como de sus encuentros furtivos. Intentó arrancarme por qué no salía por ahí ahora que era soltero, además de bien parecido y joven siendo un maduro por el que muchas mujeres darían incluso su virginidad… hasta que finalmente me lo arrancó…
-“Estuve muy enamorado de ella, incluso después de saber que me ponía los cuernos. Fui tan imbécil que permití llegar al extremo que ella me humillara con su abandono y no al revés”.
-“Tu ex fue una tonta del culo, dejar escapar a un hombre como Tú es un sacrilegio. Yo jamás lo hubiera hecho, a mí me hubieras tenido dispuesta a darte todo lo que me pidieras…sumisa y complaciente”. Su cara había cambiado, no la veía ya como esa niña.
-“¡¿Harías eso por mí, soy demasiado viejo para ti, no crees…?!”
-“No, no lo creo, ayer te estuve esperando toda la tarde… quería hablar contigo. Me dijiste que estarías aquí cuando volviese”.
Aquello lo dije más como cumplido que como un axioma que se ha de verificar, pero ya estaba dicho y no podía retractarme de mis palabras, tampoco dar explicaciones de algo que no es fácil de aclarar sin dañar la sensibilidad del afectado. Se levantó siguiendo mis pasos adentro del portal…
-“No pensaba que te lo tomaras al pie de la letra, pero ya estás aquí y te agradezco que me hagas compañía, esta tarde necesitaba estar con alguien…” le dije a Emilia sentada en el sofá cruzando sus piernas, algo que no pasa inadvertido para mí que me quedo obnubilado mirándoselas mientras traía unos pastelitos.
-“Si quieres mi compañía solo para mirarme las piernas, hoy se equivocas de compañía”.
-“Bah, no seas aguafiestas. En verdad te he estado esperando estos días…” le replico.
-“¿Y bien, aquí estoy ahora qué?” espeta la chica muy segura de sí misma.
-“Pues cuéntame de ti, de tus cosas y de cómo afrontas la vida….” le dije
-“¡¿Qué le cuente de mí?!”
-“¡Pero claro, estoy seguro que una chiquilla tan guapa como tú debe tener mucho que contar!”, Emily sonríe,
-“Veo que usted es bastante campechano”.
- “No que va, soy curioso, créeme, soy de confianza, todo lo que me digas te prometo que me lo llevare a la tumba, y eso será pronto” le digo levantando una mano en forma de juramento. Sorprendida, Emily le cuenta algunas cosas de su familia, cómo vive y del instituto al cual asiste. -“¿Eres buena alumna?”, Emilia se sonroja.
-“Si pretende avergonzarme con esa pregunta lo está consiguiendo” me responde.
-“Oh ya veo, no era mi intención, ¿tienes ya como novio a Carlos o aun no se ha atrevido a pedírtelo?”
Un poco molesta contesta con una pregunta categórica… -“¿eso es importante?”.
- “Pues para mí sí” le contesto mirando con una sonrisa picaresca.
-“No, no tengo… Carlos y Diego solo son amigos casuales de los que me sirvo cuando les necesito…”.
- “Me lo imaginaba” agrego haciéndome el interesante.
-“¿Por qué se lo imaginaba?”.
- “Pues porque los compromisos no son lo tuyo”.
-“Soy irresponsable entonces”.
-“No, pero eres un espíritu libre que trata de disfrutar la vida, eres coqueta y te gusta lucir tu belleza, por algo realzas tu cabellera, tus ojos marrones intensos y tu hermosa figura sabiendo que eso te hace diferente a las demás chicas del colegio, se ve que tienes carácter, lo noté el otro día y también se ve que eres decidida a la hora de hacer las cosa. Ah y también no tienes pelos en la lengua a la hora de hablar”. Emily guarda silencio, no sabe que responder pues la describí de una manera en la que ella misma jamás se había podido describir… -“No te sorprendas de lo que te digo ni tomes a mal mis palabras, tu y yo tenemos mucho en común, guardando las proporciones”.
-“¿Cómo es eso?” pregunta Emilia con interés.
-“Pues cuando era joven era así como tú, atrevido, orgulloso, algo arrogante y quería conocer de todo, hacer de todo y vivir al máximo, también fui muy popular con las mujeres” agrego sonriendo.
Ese comentario le divierte y se relaja, me empieza largar como se desarrolla su vida cotidiana, sus necesidades y pretensiones en la vida… conversamos largo rato, notando que Emilia se siente extrañamente a gusto conmigo, es como si lo conociera de toda la vida y por primera vez tiene a alguien con quien conversar sin que sea por interés y sin el miedo de que salga contándole al resto, algo que ya le paso en una ocasión.
-“Mira la hora que es… ¿No te tienes que marchar a casa a cenar?”
-“Todavía es temprano, en casa cenamos a partir de las diez de la noche en adelante…”
-“Acostarse recién cenado no es muy saludable…”
-“Bueno tantas cosas he hecho que no lo son, por una más…”
-“Cuéntame qué cosas insalubres son esas que has hecho…”
-“Bueno ¿En qué sentido…?”
-“En el tú quieras contarme y te apetezca confiar en mí discreción…sabes que sé guardar muy bien un secreto... por ejemplo te han desvirgado también ese culito tan redondo y precioso”.
Emilia se quedó cayada unos instantes tensos… -“Sí también me lo rompió Carlos… ¿Le gustaría escuchar cómo fue?”
-“Me encantaría, a partir de ahora soy todo oídos…” Se colocó bien en el sofá de perfil, donde me podía mirar sin cruzarse directamente con mi mirada, lo que iba a contar le avergonzaría un poco pero deseaba lárgalo… me alegraba que además de ser una zorrita caliente conmigo, me tratase como su confidente con ese aire de suficiencia que es solo una fachada de una mujer con debilidades que necesita que la arropen y la mimen.
-“Por casualidad cayó en mis manos un libro que teníamos en la biblioteca de casa, solo leí la contraportada dejándome intrigada. Durante dos semanas estuve dándole vueltas a su contenido, pero un día me picó la curiosidad y lo abrí. Era una colección de cuentos del Marqués de Sade. Lo metí en un cajón y me olvidé de él, no me interesaba tras leer el primero, pues estaba en periodo de exámenes y no tenía tiempo más que para estudiar. Odio ver la tele, de hecho ni siquiera la tengo en mi cuarto, por eso, en un descanso abrí el libro y me resultó perturbador, extraño… Las situaciones que planteaba me producían gran curiosidad. Mencionaba prácticas sexuales que me parecían como mínimo extravagantes. Las protagonistas de las historias hacían cosas que yo ni me había planteado. Me parecían un poco manipuladas por la mente del autor…, al fin y al cabo, un hombre es un hombre y era quien las “sometía”.
Terminaron los exámenes y empecé a darle vueltas a una de las historias. Es difícil de explicar, sentía un vacío, una gran duda y un deseo oculto…, una idea me sobrevino. Empecé a temblar y me tuve que dar una ducha para despejarme. Al salir de la ducha me tumbé en el sillón y me quedé dormida. Tuve sueños revueltos y turbadores. Me desperté de repente y tenía la entrepierna súper mojada, mi coñito había sufrido una excitación descontrolada y me tuve que duchar de nuevo. Me di cuenta de que lo prohibido me llamaba. Era un deseo oscuro, un poco sucio, pero enormemente excitante, y tenía que hacerlo.
A la mañana siguiente puse un whatsApp a Carlos diciéndole… “Chica cachonda busca chico discreto para que la inicie en la sodomía”. Temblaba pensando en lo que acababa de hacer. Esa misma tarde recibí la llamada de Carlos pero no me atreví a responder, y apagué mi teléfono un poco avergonzada. Cené y me fui a la cama pero no podía dormir, estaba muy nerviosa. Mi móvil estaba en mi mesita y no dejaba de mirarlo. Me decidí a conectarlo. Sólo quince segundos después me llegó un mensaje, lo habían enviado media hora antes. Decía lo siguiente… “He visto mensaje… si aún estás interesada házmelo saber y te daré la dirección de donde lo haremos. Te prometo discreción por parte de Diego y yo”. Sin quererlo yo también incluyó a su amigo.
Empecé a notar mis latidos en las sienes, mi respiración agitada y mi nerviosismo patético…, me mordí el labio inferior y me decidí a responder. Me temblaban los dedos y sólo pude escribir “lo estoy” y lo envié. Me contestó con la dirección y una hora. Le hice una llamada perdida para confirmarlo… Apenas puede dormir esa noche. Al día siguiente no tenía clase y me quedé en la cama hasta las doce. Me levanté al mediodía. Comí, me duché y volví a echarme sobre el sillón esperando que pasara el tiempo. Estaba histérica, lo deseaba, lo deseaba mucho, pero iba a encontrarme no solo con Carlos, sino con dos, pero tenía dudas…
-“No voy, no iré… ¡Ni que estuviera loca!”
Pero lo estaba deseando, lo único que hacía era justificarme a mí misma que si deseaba estrenar mi culito, ellos eran los mejores candidatos, pues ya conocían mi fogosidad de nena caliente y ninguna de sus pollas era suficientemente grande o gorda para producirme desgarro. El encuentro no era muy lejos de mi casa, a unos 20 minutos a pie. Y media hora antes salí de casa, llevaba puesto un jersey y unos vaqueros azul oscuros con lo que me veía bastante suculenta pues me quedaban bien ajustados. Era marzo y en la ciudad el tiempo era un poco frío aún. Llegué al sitio con el corazón en la boca. Me planté frente a la puerta. Creí que me desmayaría, y en un impulso apreté el timbre.
A los cinco segundos me abrieron… Carlos tenía entonces diecisiete años, de físico vulgar, mediana estatura, ni gordo ni flaco…moreno ojos marrones. Me saludó y entré. Era una casa antigua de su abuela que estaba ingresada en una residencia y su madre se encargaba de limpiarla y mantenerla, de ahí que Carlos se pudiera hacer con la llave…, probablemente era allí donde se llevaban a sus putitas para follárselas y yo sería la próxima víctima. ¡Ya me estaba arrepintiendo! Pero continué segura de poder controlar la situación y cortar en cualquier momento. Allí estaba su amigo Diego, que era casi igual que él, pero bastante más feo y con la polla más pequeña. Tenían puesta música chillout y estaban bebiendo whisky bailey’s, para calmarse, claro. Carlos se dirigió a mí…Entramos a la sala donde había unos sillones y nos sentamos…
-“Hola nena ¿Te apetece sentarte a mi lado…?”
-“No, mejor en este sillón…”
-“Como quieras… ¿Quieres tomar algo…?”
-“Sí, lo mismo que vosotros”
Diego me preparó un vaso con torpeza. Me lo bebí con la misma impericia. Evitábamos mirarnos fijamente, todo era muy violento y ridículo. Estaba arrepintiéndome… Me hablaron de los discos que tenían, del tiempo en la ciudad…, y de todo lo alejado del asunto que allí nos reunía. Yo no paraba de beber bailey’s… ya estaba por el segundo trago. Mientras pensaba… «En cuanto me termine este vaso pongo una excusa y me voy, me voy… Esto es una estupidez. Les diré que era una broma y en paz» Los chicos no cesaban de hablar y yo bebía, mientras el licor hacía su efecto. Me relajé, pero seguía decidida a irme. Ya llevaba diez minutos en ese piso y según yo, había tardado demasiado. Me levanté y dije…
-“Bueno…” Empecé a caminar hacia la puerta ante el asombro de los dos muchachos, me iba. Pero vi la puerta del dormitorio abierta y me asomé. Había una cama muy grande y una lámpara cubierta con un pañuelo azul oscuro que dejaba el cuarto en una curiosa penumbra azulada, habían tenido el detalle de no ser rojo, hubiera parecido un club de putas y me hubiese defraudado toda la parafernalia, largándome definitivamente, pero me sorprendió gratamente.
-“Lo habéis preparado muy bien, ¿eh…?” Dije reconocida…Era el momento.
-“¿Empezamos…?” Dijo Carlos.
Noté una gran excitación, ¡iba a hacerlo…! Asentí con la cabeza, el whisky hablaba por mí. Los dos se dirigieron hacia la puerta del dormitorio…, los dejé clavados porque me dirigí al ventanal del comedor y con violencia bajé las persianas, dejé la sala a oscuras. Me sentía ansiosa y con ganas de que me dieran fuego…
-“Prefiero aquí…” Dije bastante avivada.
Ambos estaban asustados. La sala a oscuras y sólo se veían perfiles azules debido a la escasa luz del dormitorio. Diego quiso besarme, pero me negué… -“Nada de besos, ni de meterme mano… no me excita nada ahora. Sólo quiero… Bueno, ya sabéis qué, ¿no…?”
Me miraron asombrados. Empecé a desabotonarme los jeans, tenía prisa. Me giré y los bajé hasta las rodillas, sabiendo que sus miradas acaparaban mis nalgas. Me dejé las bragas y mi jersey puesto…me puse de rodillas encima del sofá, incliné mi redondo culo y supe que se habían atragantado al ver mi enorme trasero de nalgas redondas de piel aterciopelada perfecta ¡No es vanidad es solo una realidad! Oía sus respiraciones agitadas, la mía también lo estaba, y todos estábamos nerviosos y excitados. Me bajé las braguitas y quedaron mis nalgas altivas y retadoras a los machos o lo quedaran de ellos.
-“Te pondré un poquito de crema…” Dijo la voz de Carlos.
-“Si, gracias…” respondí. “Pero antes, caliéntala con las manos anda”.
Oí cómo se echaba la crema en las palmas y las frotaba. Me estaba poniendo muy tensa. Intentó abrirme las nalgas y deseé sentir su lengua en mi ano, pero sabía que con la crema, la penetración sería más fácil y me quedé con las ganas de sentir una lengua en mi culo lamiendo mi ano embadurnándolo de saliva.
-“Abre un poco las piernas…”
Obedecí y separé mis rodillas. Me sentía como una mujer de los relatos de Sade, sumisa, expectante. Mi trasero en pompa expuesto y dispuesto a recibir una rica verga que lo abriera completamente. De pronto sentí su dedo embadurnado de crema sobre el borde de mi ano, estaba tibio, así que mi culo se contrajo un poco, y debido a la impresión, lancé un quejido pero no quería parar. Empezó a embadurnar las rugosidades de mi ano, mientras yo movía el culo al compás de las caricias. Era una sensación dulce muy agradable, y creo que empecé a mojarme.
-“Métele el dedo hasta el fondo”, oí que dijo Diego.
Poco a poco su dedo avanzaba hacia el centro, todavía con mimo. Tratando mi culito con mucha delicadeza, por eso mi esfínter empezó a relajarse. Él se dio cuenta y comenzó a presionar ligeramente. Por fin mi culo empezaba a ser perforado. Estaba mereciendo la pena, ya lo creo. Metió hasta la segunda falange y musité algo.
-“¿Qué…?” Curioseó él.
-“Que lo muevas en círculos…”
Así hizo y me relajé. Sentía cómo el borde de mi recto rozaba con la suave piel de su dedo. Era dulce, muy dulce. Entonces apretó más, firme aunque lentamente. Por fin metió enterró su dedo hasta el fondo de mi culo. ¡No podía creerlo!, nunca me lo había ni tocado para excitarme y ahora tenía metido el dedo de un desconocido mientras otro me miraba. Lo movió más rápidamente y nuestras respiraciones se lanzaron a la carrera.
-“¡Qué rico, que rico!… ¡Mmm!…” Dije.
-“¿Te gusta?…”
-“Mucho… ¿Y a ti?…”
-“¡Me enloqueces nada más de ver como lo meneas, Mily!… ¡Estás muy sabrosa y tu culo es una delicia! Será lo mejor que haya follada en la vida…” noté entonces que su voz cambiaba, se excitaba muy violentamente.
-“¡Fóllatela YA…! Agregó Diego.
Acepté remisa. Ya no tenía tanta prisa, pero di por hecho que él sabía más que yo de aquello. Porque antes de esa tarde sólo sabía lo que había leído en un libro de un señor que había muerto hacía unos siglos. Oí cómo se desabrochaba el pantalón y buscaba su falo de entre sus calzoncillos. Se la sacó y de inmediato escuché el sonido de su verga mientras se la meneaba produciendo el chasquido similar a unas manos pringosas. Siempre me ha repugnado ese sonido, de hecho he tenido un poco de reticencia a tocarlas y ya no digamos mamarlas. Aquel sonido me resultaba sencillamente asqueroso, por fortuna estaba muy excitado y tardó poco en conseguir una erección aceptable en sus 14 centímetros de verga para ponerse el condón. De buenas a primeras sentí algo raro y duro sobre mis nalgas, era su glande con el condón puesto. Mi culito era muy sensible y distinguí perfectamente el depósito de la punta del preservativo. Me asusté, pues no creía que eso fuera a entrarme. Carlos empezó a empujar. Dolor, era algo así como cuando tomas mucho aire y no puedes soltarlo. Me sentí presionada, me dolía.
-“¡Espérate, me haces daño cabrón…! Dije asustada.
-“Tranquila, siempre es así al principio”, decía Carlos entre jadeos. “Ya te acostumbrarás…”
Lo di por bueno dando debido a mi ignorancia, pero me dolía lo que me hacía el hijo de puta. Hundí mi cara en el reposabrazos del sillón, con lo que quedé más empinada y mordí el sillón y el sabor era seco, y sabía a polvo… en esa casa no limpiaban a menudo o ese era un sillón muy viejo. Mientras, sentía cómo su reata entraba poco a poco en mi anillo constreñido y lubricado. Me la metió hasta la mitad y se quedó quieto, esperando a que yo me acostumbrara a su grosor… Me acordé de la primera vez que me folló… entonces creí morir de la misma manera hasta que me la encajó toda. Esta vez era igual pero la presión era mayor. Le pedí un respiro y aceptó. Los músculos de mi ano estaban tensos y necesitaban relajarse, él pareció darse cuenta y aplicó más vaselina, lo agradecí desde lo más profundo de mi alma pues sentía que su lanza me quemaba, y de veras que fue un respiro para mi culito que ardía. Después empezó a sacarla y meterla armoniosamente con cuidado hasta la mitad y aquel vaivén me pareció de lo más delicioso. ¡Al fin me estaban dando por culo, me sodomizaban, o como dicen algunos, me estaban culeando y me gustaba…!
Comencé a jadear y a retorcerme a cada empellón de verga y sintiendo que lo peor había pasado y no había sido para tanto, las presunciones de que su pequeña polla sería ideal para estrenar mi culito eran ciertas… seguimos follando unos cinco minutos. Sentí que la verga de Carlos crecía dentro de mi culito haciéndome sentir sensaciones nuevas horadando mi esfínter y creando dentro de mí un vacío extraño. Lo noté arreciar su vaivenes ¡iba a disparar su leche dentro de mi ano! Entonces pasó lo inevitable, el chico tomó aire, se afianzó a mis ancas y empujó su espolón dentro de mis entrañas, todo lo profundo que pudo, muy adentro, tanto que tocó mi vagina con sus testículos. Eso me dolió un poco a pesar de estar considerablemente dilatado el anillo… percibí su bálano muy hondo…mucho, y ahogué un grito y empecé a chillar, pero el cabrón no cejaba. El problema era que yo no era capaz de decir nada, sólo lagrimaba de placer, dolor o confusión de sentirme tan putita con esos dos canallas dando placer a mi culito…, él seguía arponeando mi esfínter, sin escuchar mis lamentos, no la tenía muy grande pero aún así me dolía cuando ahondaba hasta notar sus huevos aporrearme. Me agarré con ambas manos del sillón y las cerré con fuerza, mientras mis piernas temblaban al sentir los zarandeos de mi amiguito. Estaba confundida, pues sentía dolor y terror, me sentía vulnerada pero no era verdad, simplemente mi amante estaba siendo demasiado efusivo como corresponde a un adolescente al que le ofrecen un culo para que se lo folle sin recato, Gratis. De pronto se detuvo, ¡se había corrido!… ¡Uf! La sacó despacio, muy lentamente oyéndome llorar.
-“¿Estás bien…?” Dijo con voz de preocupación sincera.
-“Creo que sí… Sólo que has ido muy deprisa y ahora me duele un poco”.
Con dos lágrimas corriendo por mis mejillas me subí los pantalones. Me ardía el culo, al mismo tiempo que me sentía desvanecida y mareada por la hiperventilación de soportar las arremetidas…debía de controlar mi respiración en las próximas veces, me dije a mí misma. En esas circunstancias no estaba para darle el culo a Diego y que se saciara vaciando sus pelotas en mi culito, así que le dije como lo sentía, pero que no podría estar con él, no puso reparos. Fueron muy amables, y realmente me demostraron que podían a llegar a ser buenos chicos respetándome. Al verme un poco ida quedaron un tanto asustados, los tranquilicé y me fui. En el camino a casa no paraba de darle vueltas. Mientras caminaba sentía cómo mi ano palpitaba con mis latidos, me costaba caminar a buen ritmo sin sentir un extraño dolor placentero combinado con escozor. Ese dolorcito me llevaba a la realidad diciéndome a mí misma… “Es cierto, es real. ¡Me han dado por el culo, me la han metido por detrás y he satisfecho mi fantasía y me siento súper bien!” Sabía que no volvería nunca a ser la misma.
Ya en casa me tomé una taza de Nescafé caliente y me metí en la bañera. Seguía dolorida, escocida, el agua me molestaba el esfínter a la par que iba calmando la irritación… aproveché para enjabonarlo, lo limpié a conciencia y luego me puse cremita. Después de secarme. Como estaba segura de que esa noche me rozaría al dormir cogí una compresa y la puse entre mis nalgas cubriendo mi desvirgado trasero. Era bastante agradable, sentir entre mis nalgas esa frescura y así pude dormir esa noche. Sin embargo las dudas me corroían, solo era una niña de 14 años que tenía gustos sexuales de una pervertida madura… « ¿Habré hecho bien?… ¿Soy una puta?… » Pese a todo había gozado mientras el canalla de Carlos me sodomizaba, sin embargo no le dejé hacer a Diego, pero…«Tengo su número por si acaso… »
Cuando acabó su relato me encontraba sobreexcitado, la película discurría ajena a nuestra atención envolviendo la sala, pero yo solo la escuchaba a ella, sentía su mirada y sus gestos cuando me acarició la cara, no pude más… la abracé y la besé…, ella gimió ante mis brazos perdiendo todo el sentido común. Pronto la tuve con las piernas abiertas las bragas ladeadas, y me dediqué a lamer su coñito mientras mis manos por encima de la tela manoseaban sus tetas duras erectas y en su justa medida, me deleite con su sexo en mi boca me sabia, a juventud, y ella gemía apuntalándome con sus manos en mi cabeza hasta que no pudo más y casi me ahoga de ansía al sentir mi boca recorrer su coñito enjuto, su bocana cerrada y el clítoris espigado pidiendo batalla…no desatendí su anito, sobre el que mi lengua extraía generosos gemidos de la niña… enroscó sus piernas en mi cuello mientras se corría gritando de gozo. Sentí como se vaciaba en mi boca y cara sin poder retirarme ni seguir lamiéndola bien de tan intenso orgasmo, solo beberme su rico fluido vaginal. Al cabo de unos segundos de convulsiones y gemidos, quedó floja, vencí sus bonitas piernas, y terminé de desnudarla retirando sus leggins por completo sin oposición al estar aún extasiada e indefensa ante el enorme atolondramiento requerido por el orgasmo.
Allí sobre el sofá más parecía una ninfa que una putita que suplicase ser follada salvajemente. Me desnudé en un santiamén y apareció mi verga dura, brillante, enteramente erguida en sus 19 centímetros reales con todo el grosor que la caracteriza…, ella la miró y su mano se agarró de inmediato como a un tesoro, tanteando con sus dedos el contorno de la raíz de mi tronco, la frotó arriba y abajo despejando el prepucio en sus bajadas hasta que su boca comenzó a besarla y finalmente ayudado por mi mano en su coronilla se la trago hasta donde daba de sí su galillo…, se notaba que sabía lo que debía hacerle a mi verga como una experta… el morbo e indicaciones terminaron por hacer que mi cipote alcanzar la mayor de las durezas con las venas bombeando completamente inflamadas. Le gustaba saborear mi fluido pre seminal, le deleitaba haciéndose reflejo en su cara de niña a mujer que desea tenerlo todo. Marchamos, al baño y nos duchamos juntos frotándonos con nuestras manos cada centímetro de nuestra piel, aquel juego era nuevo para ella, con Carlitos nunca lo hubiera esperado de él.
Bajo la lluvia de la ducha la besé, sobe sus nalgas y tetas, su vientre sin dejar de palpar el coñito sabroso que me esperaba anhelante…, a ella se le veía dispuesta a todo, y yo no menos, que con las caricias de sus delicadas e infantiles manos me enervaban cada terminación nerviosa susceptible de ser estimulada. Esta vez la lleve a mi habitación en volandas sobre mis brazos, cual si fuera la novia en su noche de bodas…no pretendía fuese romántico, pero así lo aparentó la situación. Emilia se merecía ser tratada como una princesa y no como una vulgar puta en manos de los egoístas y desaprensivos amigos que tenía. La deposité delicadamente sobre la cama y con una ágil maniobra se puso sobre mí dándome su coñito… comenzamos con un 69 sin parangón. Su dulce néctar volvía a hacer aparición rezumando de su rajita, mi lengua se untaba en ellos lamiendo el caliente y rosado interior de sus labios vaginales…los recorría de lado a lado, me follaba su gruta con mi lengua sagaz embebiéndome todo el aroma de su coño hasta la hartura y retomaba los lengüeteos sobre su pepita y lamidas y besos en su ano preciosamente estrellado, el cual no había sido estrenado como Dios manda.
Ella se afanaba en mi glande succionando y mamando, mientras sus manos trajinaban el resto del enervado falo y los orondos cojones que la naturaleza me ha otorgado, la notaba ensalivar sin parar, gemir ante mis acometidas en su coñito del que disfrutaba como un niño con una piruleta, a ella también se le veía entusiasmada…para cuando la tuve bastante caliente como para explotar, nos desencadenamos y ya frente a frente me dediqué a sus tetas erectas completamente desafiantes a la gravedad empitonadas hacia mi cara, sus pezones rotundos de color café con una aureola que continuaba el perfil de su globo, cual ojiva de misil. Mamé cada teta estando los dos sentados con las piernas entrecruzas y ella sobre mis muslos, mientras agasajaba con su mano mi verga endurecida…, hasta que me estiré recostándome sobre mi espalda y la monte encima.
Costó penetrarle su coñito estrecho, delicado, pero deseoso de mi polla. Cuando tuvo mi glande y después el primer tercio de rabo dentro, tras unos gemidos al ir penetrándola con pequeños y enérgicos envíos, la tuve sentada en mi polla un buen rato sin dejar que se moviera acariciando sus tetas, su vientre, su culo. La dejé moverse ejerciendo de fornicadora excelente, su cadera era elástica y rauda como ninguna otra mujer estuvo sobre mí… pronto pasó de unos movimientos lentos con gemidos a gritar como una posesa ahogando sus gritos en mi pecho. Se embutía la polla con delirio hasta los huevos, se frotaba el clítoris en mi pubis y volvía a reanudar su mete saca que nos llevaría al averno…, el flujo era tanto que se escurría por mi rabo acabando en mis pelotas, el frote de su vagina en mi tronco producía un fluido blanquecino que lubricaba generosamente la fornicación extrema.
Percibía la presión de sus paredes vaginales, de cada pliegue en mi sensible glande frotando de fuera a dentro insertándose los 19 cm de verga sin miramiento ni compasión, arreció sus acometidas, su cuerpo se agitaba, sus tetas saltaban gelatinosas y firmes, recuperando su posición rápidamente… Hasta que se de pronto se la clavó hasta el mismo útero y se corrió de nuevo en un orgasmo brutal con todo el badajo incrustado en su vientre. Noté su chochito como se encogía y dilataba de gusto, junto a mi dedo metido en su ano, amplifico su gozo cayendo vencida sobre mí. No dejé que se saliera mi polla, la acaricié procurando su descanso en aquella “dulce muerte”, con la cabeza en mi pecho. Montada en mí, la respiración agitada se acompasaba con mi ritmo cardiaco, hasta que tras unos minutos besando su nuca, su cuello, su boca y lengua, acariciando su espalda y nalgas… comenzó a moverse buscando mi placer mirándome a los ojos, una mirada que me decía… “Ahora te toca a ti”, pero pronto la quité para buscar la posición definitiva.
Con ligereza me coloco de rodillas posicionándola a ella a 4 patas, contemplé así ese culito redondo exquisito, ese coño rojo de labios entreabiertos por haber pasado mi polla entre sus labios…, lo abrí con mis dedos notándolo encharcado, excelso y lubricado. Enfilé mi cipote rígido al extremo del dolor, con todas las ansias de apoderarse de esa niña y la penetré con mi ariete sin compasión hasta los mismo huevos de un solo envión… ella hipó y gimió al sentirlo tan profundo, tan duro y tan grueso. Comencé a moverle agarrándola por la cintura y de su culito bien asido para darle tormento a su conejito enjuto… Emilia pronto comenzó a culear buscando mayor profundidad en las estocadas, por momentos dejaba de empujarla para que fuera ella la que se empalara con mi mástil inhiesto. Ofreciéndome aún más su culo y su cabeza apoyada en la almohada mordiéndola, veía que la mordía con desazón, entonces le di fuerte al saber que sus gritos serían apagados, ¡Vaya si gritó con la almohada en su boca! De nuevo se corrió cayendo hacia delante derrotada, pero yo aun tenía aguante pese a que ella quedara como un fardo tirada bocabajo con las piernas abiertas. Me deleitaba ver con su coño abierto, sus muslos interiores mojados pero ella incapaz por ahora de moverse, así me lo tome con calma, le besé y mordí su culo y me fui de la cama me ducha a refrescarme dilatando mi orgasmo. Comencé a pensar en el lio en que me estaba metiendo follándome a una niña como Emilia, a la hija de mis vecinos que tanto confinaban en mí… sin embargo allí estaba en mi cama exhausta de follar y esperando a que acabase con una generosa lechada dentro de ella, sí me había seducido, pero solo cavé mi fosa cayendo en sus garras. Pensar en su cara, en los besos sobre su cuerpo, en su conversación, en su sonrisa, hacia que todo mereciera la pena diciéndome… “Mañana será otro día ya veremos” Volví a la cama, mi polla con la ducha se había relajado aunque sabía que en un momento estaría a tope. Emilia seguía allí en la misma postura descansando de la batalla feroz…
Mi mano se poso en su culo me estire junto a ella sin dejar de tocárselo… -“¡Ha sido increíble!” Me susurró. Pero tú aún no has acabado ¡¿Cuánto aguante puedes llegar a tener?! ¡Me vas a matar a pollazos!” Sabía que sería increíble, mi ego subió un millón de puntos.
CONTINÚA...
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