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La historia de Emilia me puso tenso, mucho más de lo que mi verga comenzaba a estar, así que la invité a desnudarse… -“Quítate la camisa”, le dije impasible en mi papel. Cuando los dedos empezaron a desabrochar su camisa, no podía creerme la suerte que iba a tener, la espoleé más por cabrearla que por esperar sacar tajada de ello. No calculé que bastaría decirle que no se atrevía para que su orgullo la empujara a demostrarme que era capaz…
-“El sujetador y la falda, solo déjate las braguitas”, seguí, deseando no asustarla. Hizo lo que le pedía sin mirarme, avergonzada y segura de lo que quería. “Ven siéntate de espaldas a mí”, señalando mis piernas.
Me costó no suspirar cuando sentí su peso, su culito sobre mis genitales avivados. Intenté obviar lo que sentía para centrarme en hacerla sentir, para demostrarle que había más, mucho más. Toqué por primera vez su piel y sentí el calor de su dermis bajo las yemas de mis dedos. Acaricié sus muslos por fuera, de las rodillas hasta la cadera, bajé acariciándolos por arriba y volví a subir por la cara interna de estos, sin prisas, hasta llegar a sus bragas. La rocé con los nudillos antes de poner la mano de canto para subirla y presionar su entrepierna. Besé su cuello y su nuca mientras metía mis dedos bajo la tela y buscaba la humedad de su rajita. Ella suspiró al sentir el contacto directo de mis dedos. Separé los labios de su vulva y jugueteé entre sus pliegues hasta que sus suspiros me indicaron que necesitaba más, entonces busqué su clítoris y lo rocé, lo atrapé entre dos dedos y lo froté con suavidad notando como estaba hinchado y duro. Sus gemidos subieron de tono, su cuerpo se retorcía y la fricción de su culo en mi polla me enloquecía de placer…, la paja continuó recorriendo su delicado coñito durante unos minutos más hasta que se arqueó ligeramente y entre suspiros se corrió mojando mis dedos…
Tenía que apartarla si quería seguir solo dándole placer o su culo me haría sucumbir. La dejé sentada en mi sillón aun con la respiración entrecortada y fui a mi dormitorio a buscar una mantita de terciopelo para el puf alargado que tenía a los pies del sofá. La llevé al salón, lo cubrí con la manta y fui a levantarla, tiré de sus manos y la senté en un extremo, la empujé ligeramente por los hombros tumbándola en el estrecho puf con los pies en el suelo. Me arrodillé frente a sus piernas y agarrando sus bragas tiré de ellas. Separé sus rodillas y me arrodillé entre sus muslos. Ella desvió la mirada cuando la miré, antes de bajar la cabeza acercando mi boca a su chochito hallando mi cabeza entre sus muslos, saqué la lengua y la pasé por toda su rajita desde su ano cerrado y sugerente hasta la pepita espigada. Si me quedaba un solo ápice de cordura se desvaneció en ese mismo instante, el sabor de Emilia era adictivo y los sonidos de su garganta mientras lo hacía arrebatadores, me perdí en ella. Lamí, mordisqueé y succioné con devoción cada rincón del conejito impúber de esa chiquilla… tras un gracioso aullido volvió a correrse…, no dejé de lamerla castigándola con fuertes lengüetazos dejando que su cuerpo volviera a relajarse cerrando sus piernas impidiéndome continuar comiéndome su chocho. Me levanté y miré su joven cuerpo, sus tetas se balanceaban ligeramente con su respirar aun acelerado tras el orgasmo, su coñito rasurado era realmente conmovedor, su vientre ligeramente abultado, sus muslos gorditos torneados… toda ella era un espectáculo para los sentidos.
-“Vístete Emilia, es muy tarde”, dije de repente convencido de que sería lo mejor. Ahora sé que estaba realmente acojonado, ella me miró sin comprender el final abrupto, pero se sentó, se levantó y tras vestirse dijo…
-“¿Que he hecho para cabrearle?” Me sonreí al oírla hablarme de usted después de haberle comido el coño.
-“No has hecho nada, quería demostrarte que sí sabía que había que hacer para que te corrieras… y te lo he demostrado, con él no te has corrido una sola vez… ni en el bosque ni en el parque y hoy te has corrido dos. Fin de la lección”, le dije para indignarla.
Y lo conseguí tras una mirada cargada de rabia… salió de mi casa dejándome con una extraña sensación, por una parte de deseo de poseerla, pero otra parte de mí me impedía seguir a su lado orgulloso de controlar mis instintos básicos. Ni siquiera quise masturbarme esa noche, recogí el salón, me di una ducha y me fui a la cama…. En los días sucesivos cada vez que me encontraba con ella la evitaba descaradamente, quería dejarle claro que no quería nada con ella, no iba a volver a caer en ese juego, ella no tenía por qué saber que no me podía permitir seguir jugando, porque eso iba a complicarme la vida y esta estaba perfecta así, había estado bien en los últimos años y así quería que siguiera. Para ello tenía que mantenerme alejado de esa pequeña brujilla embaucadora y demostrarle que era más fuerte que ella, que los hombres no éramos tan simples como su novio de tres al cuarto. Por otro lado era una brujilla menor de edad con 15 años que me podría llevar al cadalso…
Una semana después la vi en el parque haciendo ostentación ante mí…, estaba con el mismo chico y ella me vio, se metieron en el recodo donde estaba el banco de la primera vez. Como un autómata subí el sendero y como un idiota me asomé para verla, los dos jugueteaban mientras mi humor cambiaba, no podía evitar ponerme de mala leche viendo cómo se tocaban riéndose, y justo cuando mi cabreo estaba en su punto más álgido, me buscó con la mirada y no tuve tiempo de esconderme, me sonrió descarada antes de volverse a hablar con el chico. Me largué de allí cabreado sin querer ver más, caminaba encendido recordando su mirada insolente. Y antes de llegar a la altura de donde estaba el recodo vi salir al chico. Era mi oportunidad, recorrí el pequeño caminito que me llevaba al apartado banco dispuesto a reprenderla. Allí estaba ella sentada como si no hubiera roto un plato.
-“Algún día te darán un susto, si sigues haciendo guarradas en público”, le dije indignado sin motivo.
-“Esperaba que te acercaras aunque fuera a regañarme, ya que no quieres hablar conmigo y pensé que sería una buena manera de llamar tu atención”.
-“La mía y la de cualquiera que se asomé”.
-“Nadie llega hasta allí y menos se asoma, solo lo haces tú. Además no hacíamos nada “malo"…”.
-“No has llegado a follártelo porque me has visto”, le dije dándole la espalda para irme.
-“¿Acaso estás celoso…? No he follado ni hecho cualquier otra guarrada, como llamas tú, desde que estuve en tu casa. Eres un voyeur, pero me lo haces pasar mil veces mejor…, me hiciste correr en tu casa como nunca nadie lo logró, pero quizás fue precisamente por eso, por ser un cabrón te busqué para me terminaras como es debido... ¿Crees que aquí también sería igual de bueno? ¿O sería como con él?” Dijo de nuevo con esa sonrisa desvergonzada que me subía la temperatura corporal.
-“¿Qué pasa que tu amigo Carlitos te ha dejado a medias?”
-“No le he dejado ni que empezara, te esperaba a ti”.
-“¿Por qué?”
-“Porque me encantó lo que me hiciste, venga ¿qué te cuesta? ¿No te gusto ni un poquito?”
De nuevo de un solo plumazo se derrumbaron todas las barreras que había levantado y tiró por suelo todos mis principios, todos mis esfuerzos por mantenerme alejado de esa brujilla provocadora. Me senté en el banco a su lado, no quería que supiera que me moría por tocarla, quería que siguiera pareciendo que llevaba el control, cuando hacía días que mi nave no llevaba tripulación ni timón.
-“Si quieres que me quede, hoy tendrás que ganarte mis favores… empezando por tocarme la polla sobre el pantalón”. No se lo pensó un solo instante, llevó su mano sobre mi pantalón y empezó a sobarme cadenciosamente ¡Me sorprendió! Mi polla se endureció bajo su mano… “Desabrocha la bragueta y saca mi polla, a ver qué sabes hacer”, le dije picándola.
Mientras miraba desconfiado hacia los arbustos donde yo estaba hacía unos minutos, ella sacó la verga dejando los huevos por fuera del pantalón… -“¡Joder que pollón! ¡¿Cómo te puede caber ese pedazo de carne entre las piernas?” Decía empezando a meneármela sin estar aún en todo su esplendor…, lo hacía despacio con parsimonia. Su mano subía y bajaba cada vez cogiendo más ritmo, mirando lo que hacía, remangó todo el prepucio y escupió sobre su mano para lubricar bien el asido de mi falo. Notaba como la palma de su mano saltaba cada obstáculo de mi tronco venoso, cada vez vena hinchada era acariciada… ¡Aquel masaje me estaba subiendo la tensión a mil por hora!
-“¿Te gusta mi polla?” Me gustaba hablarle así tan directo, en el fondo esperaba acojonarla con mi rudeza…
-“¡¡Me encanta, es la más grande que he visto!! ¡Madre mía este cipote parte a una mujer en dos! Apenas lo cubro con las dos manos, es demasiado larga y gruesa y tu escroto es enloquecedor ¡Vaya par de huevos que tienes Fer” ella continuaba masturbándome ensimismada en hacerlo bien cubriendo desde la raíz al capullo, en el cual rodeaba su mano y volvía a recorrerla de arriaba abajo.
-“No lo haces nada mal pequeña, pero ahora preferiría que me la chuparas”, me miró dudando. “¿Qué pasa que a tu amigo no se la mamas?” Se quedó mirándome como si le hubiera pedido un imposible.
-“No, solo lo he hecho un par de veces unos segundos, y no sé demasiado la verdad, pero ese no es el problema mío, sino lo gorda que tiene la polla… No sé si me cabrá en la boca para hacérselo bien”.
-“Ponte en cuclillas…, yo te diré como hacerlo… ¡No ha habido ninguna hembra que no haya podido tragarse mi polla, y tu no serás la primera!”
Tras unos segundos debatiendo con ella misma se posicionó como le dije, y fue acercando la cabeza a mi mástil que miraba hacia el cielo de lo tiesa y rígida que ya estaba polla, yo la agarré por la base y rocé sus labios con el glande… -“Saca la lengua y pásala por la punta… ahora separa los labios”, le pedí metiendo mi hinchado glande en su boquita. Solo chupa la parte libre de prepucio, la más estrecha de todo el rabo. Era una delicia sentir sus labios rozar mi piel sensible, notar su lengua y paladar húmedos arropando mi ariete… He de indicar que mi rabo mide cerca de 20 cm con un grosor de cerca de 5 cm de diámetro en la base, la punta es fina a modo de arpón, con lo cual facilita la abertura del coño de la fémina dando expansión al resto de mostrenco de diámetro superior…, de esta forma dilato con facilidad la vagina produciendo una incursión muy eficiente sin apenas dolor para ambos.
Con todo ello le metí solo hasta la mitad y dejé que retrocediera, luego acariciando su cabeza la insté a volver a tragarla y así empezó a mamar hasta algo menos de la mitad de mi polla… no podía con más, la veía entrar y salir de su boquita roja, mientras sus labios la rozaban y sus comisuras daban de sí para albergar más anchura a medida que se enterraba más falo en su garganta… y este se ponía cada vez más dura. Ella cada vez lo hacía con más empeño, con más ganas y me estaba matando de placer. Pronto estuve al límite y tuve que apartarla, ese corte me facilita el aguante supremo cuyo record personal es de más de 40 minutos sin eyacular.
-“Ponte de pie y separa los muslos”, le espeté.
Se puso de pie ante mí y abriéndole el abrigo subí el bajo de su falda cogiéndola con la cinturilla. Con una mano mantuve las bragas bajo su pubis mientras con la otra empecé a sobárselo, separé los labios y la masturbe.
-“Así niña separa más los muslos”, le pedí para intentar penetrarla con los dedos.
Ella abrió todo lo que pudo y se apoyó en mis hombros, yo curvé dos dedos y la penetré, metí y saqué mis dedos mil veces mientras con el pulgar rozaba su clítoris. Ella gemía y jadeaba mirando lo que le hacía… dos minutos después el squirt dio resultado y su cuerpecito se estremecía con el orgasmo que ambos buscábamos.
-“Ahora vuelve a ponerte en cuclillas, abre bien la boquita que Dios te ha dado y saca la lengua”.
Agarré mi polla y empecé a meneármela con furia rozando su lengüecita, con la mano libre acaricié sus mejillas encendidas tras el orgasmo, estaba excitadísimo meneándomela en su boca allí en mitad del parque.
-“Chupetéala pequeña… así cielo vuelve a sacar la lengüecita y dale placer a tu macho”.
Comenzó a mamar el primer tercio del tallo con mayor entusiasmo, ya era bastante para una niña…, con una mano me sujetaba la verga roscándola a la par que mamaba, y con la otra jugaba aficionadamente con mis huevos, que se hallan en una bolsa escrotal tan grande que se derramaba entre sus dedos. Chupaba, succionaba el glande y lengüeteaba el orificio uretral a la espera de la salida del gran chorro de leche. Descaradamente lamió todo el tronco hasta los huevos y los empezó a mamar y a darle fuertes lengüetazos a cada bola… se los metía en la boca por separado tirando de ellos a pique de arrancármelos…estiraba y finalmente los soltaba saliendo de su boca para castigar al compañero. Una vez chupados y tragados ambos huevos volvía a mi falo con masaje escrotal incluido. La niña estaba muy devota, mamaba con avidez repitiendo todo una y otra vez más. Aquello ya era demasiado para mí y no podía retrasar a mi voluntad la eyaculación. Dio un meneo y sentí como me corría en su lengua, en su boca. Le puse la mano en su cabeza y arrecié la follada oral dejando que saliera el primer chorro de leche que fue leve, pero el segundo y tercer lechazo fueron enormes, de una lefa espesa. Emilia se atoraba con todo el engrudo en su garganta sin poder tragar debido a que mi polla en su boca le impedía maniobrar con la lengua, así que vencido el temor, se dejó eyacular todo el contenido seminal que tenía para ella… los siguientes eran más cortos hasta que solo eran borbotones de leche en forma de engrudo. La niña no conseguía retener la copiosa corrida de semen que se escurría por las comisuras de sus labios, pero no se apartó ni un solo instante, pese a que un chorretón calló entre su boca la nariz y el ojo izquierdo en una sacudida final. Una vez habiendo desovado mi leche y con los cojones aliviados le dije…
-“¡Trágate todo lo que tienes en la boca y ahora límpiamela bien pequeña”. Relamió toda mi polla como le había pedido, después de engullirse todo el engrudo contenido en su boquita…, seguía sintiendo el cosquilleo del orgasmo.
-“¡¡Nunca lo había probado!! Tiene un sabor extraño, totalmente diferente a cualquier otra cosa que haya comido antes…pero me gusta ¡Creo que me acostumbraré a tragarme su leche!” Dijo mirándome inocente. Cinco minutos después salíamos del parque, llegamos a la plaza y antes de irse a su casa me preguntó risueña. “¿Voy a poder repetir…?” Dijo con entusiasmo arrebatador.
-“Cuando quieras… te has ganado el derecho de que disfrutemos juntos”. Le dije dejando atrás cualquier prejuicio sin fuerzas ni ganas de seguir resistiéndome a ella…, me marché a casa satisfecho del trabajo que estaba realizando con Emilia instruyéndola como es debido en las relaciones libidinosas, sustituyendo la labor paterna.
Después de la segunda lección a Emilia me sentía más a gusto conmigo mismo por un lado, pero temía que la chica se envalentonara y me buscase un problema. Debía de llevar cuidado con la brujilla, pero era irremediable tener que encontrarme con mi pequeña vecina… Era viernes noche y había quedado con unos amigos, salimos a cenar y al regresar a casa la encontré sentada en la escalera. –“Hola”.
-“Hola Emilia, ¿qué haces aquí?” Dije felizmente sorprendido de verla.
-“Te esperaba…”, en mi cara debió de reflejarse la cara de sorpresa, porque aquel “Cuando quieras” más bien fue un cumplido más que una invitación pero…
-“Me dijiste que cuando quisiera”.
Sonreí abriendo la puerta para que entrara antes de que la viera alguien, al cerrar la puerta le dije… -“¿Que puede querer esta chiquilla tan mona de un señor tan mayor como yo, aparte de un refresco?”
-“Una chiquilla como yo ya no es una niña y quiere cosas de mujeres… ¡Quiero que me folle señor García! Si no es mucho pedir para un hombre tan mayor”. Susurró esto último en mi oído, me pareció oír las sirenas de Ulises, esas que te encadenan ¡Joder con la niña!, no se andaba con rodeos pensé empalmándome al instante.
-“Anda vamos dentro de casa, aquí hay demasiados oídos y miradas indiscretas…”.
Entramos a casa, y nada más entrar al salón… Tiró el bolso al suelo y se quitó los guantes, luego se soltó la bufanda rosa y se desabrochó el abrigo y lo abrió para mostrarme que bajo este solo llevaba las bragas. Jadeé extasiado mirando sus tetas entre la bufanda, sin tocar esta, ni dejar de mirarla le bajé las bragas, la senté en el mueble del recibidor con el abrigo aun puesto. Ipso facto empecé devorar su boca mientras me desabrochaba el pantalón. Me había poseído la lujuria que todo macho lleva dentro, desatando el instinto básico animal. Bajé lamiendo su cuello y mordisqueé uno de sus pezones, la bufanda me hacía cosquillas en la nariz cuando llegué a su pubis y de ahí a la pepita. Le comí el coño como un perro pasándole la lengua por aquel coñito divino…me volvía loco su aroma, su sabor. Le abrí los labios para lamer el interior rosado, caliente y mojado hasta que me enzarcé en su clítoris para arrancarle el primer orgasmo. Es la forma que tengo de agradecérselo a una hembra. Me incorporé entre sus piernas y llevé mi polla a su entrada. Ella suspiró y yo froté mi glande mojándomelo con sus juguitos deleitándome con sus jadeos….
-“Necesito follarte ya pequeña ladrona. No sé cómo lo has hecho pero me has robado la voluntad…”
Sonrió encantada al verme como una moto, entregado a ella. Resbalé por su raja pajeando su clítoris con mi incisivo capullo atormentándola un poco más entre suspiros. Notaba lo duro de su espigón en mi sensible capullo… es morboso cuando ambos órganos se frotan sintiéndose sus tactos…, y luego tras bajar lo apoyé en su entrada y empujé metiendo de una estocada la punta de lanza de mi estoque, después de varios vaivenes ya me cubría la mitad del rabo con su vagina. Ella dio un gritito, un segundo envite fue más seguido esperando a que su las paredes de su coñito se dilatase haciéndome una presión demencial… y finalmente un tercer envión hasta que mis huevos chocaron en ella, estaba dentro de su estrecha y caliente vagina por primera vez. Esta me apretaba la polla tanto que no quería ni moverme, fue ella quien apretó el abrazo de sus piernas abriéndose más y volví a empujar, entrando y saliendo moviendo su culo. Empecé a entrar y salir de su cueva caliente y acogedora acompasando sus movimientos…. Jadeando como posesos a cada arremetida buscaba calársela entera y yo enterrarla hasta las pelotas una y otra vez. Era tremendo como se había dilatado la boca de su coño formándose dos mofletes de carne trémula a cada lado de mi incursión franqueando mi grueso cipote de venas inflamadas. Ella se abrazó con fuerza de mi cuello gritando y gimiendo como una putita desvergonzada que desea que la acuchillen el coño sin compasión…, y sus piernas me rodearon la cintura, su culo apenas cabía en el estrecho mueble y a cada empujón la empotraba literalmente.
La agarré como pude con el abrigo y todo, anduve sin salir de su interior los cinco pasos que había hasta mi habitación y me senté con ella encima. Apoyó las rodillas en el colchón y empezó cabalgarme mientras yo le quitaba el abrigo, pero le dejé puesta la bufanda que coloqué entre sus tetas antes de bajar la cabeza para chuparlas, mientras agarrándola del culo la ayudaba a moverse con brío sobre mi polla….
-“Échate hacia atrás, apoya las manos en mis rodillas…” Deseaba ver como mi tranca desmesuradamente desproporcional a su coñito la atravesaba dejando la niña totalmente empalada.
Cuando lo hizo admiré su cuerpo desnudo arqueado, sus tetas se balanceaban por el movimiento de sus caderas y llevé mi mano donde nuestros cuerpos se unían fielmente acoplados, busqué el botón y la catapulté al orgasmo apretando y masajeando en círculos. Me miraba extasiada mientras este recorría su cuerpo. Un momento después la tumbé en la cama, necesitaba un minuto para relajar el momento. Me arrodillé a su lado y recorrí cada milímetro de su adorable y lozana piel con mis dedos, seguidos de mi lengua, mis labios y mi encendida mirada. Disfruté del sabor de cada centímetro de su piel exuberante, viendo como su imperceptible vello se erizaba a mi paso, llegué de nuevo a su coñito, nunca iba a cansarme de su degustación, de sus gemidos adorables, ni de ella… me miraba suplicando más y más. “Estaba dispuesto a dárselo todo” se lo merecía por ser una ninfa de la lujuria y el deleite, yo también lo necesitaba, pensé al notar mi polla palpitar entre mis piernas, seguí un par de minutos hasta que su cuerpo volvía a vibrar preparado a convulsionar en un orgasmo espectacular…
…Su mirada me lo agradecía y a la vez me suplicaba la follase de una vez por todas. Me coloqué entre sus muslos y de una sola estocada la penetré a fondo en tan solo dos enviones de lo lubricado de su conejito y lo dura que me tenía la verga. Su coño apretaba mi polla como no conocí o recordaba a ninguna otra hembra que me hubiese follado…, la estrangulada en la mejor funda inimaginable y latigazos de placer recorrían mi columna cuando noté su nuevo orgasmo, empujé con toda mi alma hasta no poder más, solo entonces la clavé a fondo hasta sus entrañas…Debí de enviar mi bálano a su mismo útero, de lo profundo que la metí dentro de Emily… Eso era lo que ella quería ver en un semental, le abrí las piernas para que tener el acceso total a su coño…, apoyé la verga que estaba enorme y ansiosa en la entrada, encontrada sin el menor esfuerzo, empujé, y empujé cuando me entró la cabeza y en nada ya habían desaparecido los 20 cm de polla, lanzó un grito de gusto al ver como esa enorme verga se abría camino en su coñito estrecho y semejante a ser virgen para dar rienda suelta al último ataque final. Emily era El sueño cumplido de todo macho con una hembra, poder desvirgarla en cada polvo sin himen ni desgarros con sangre molesta. La niña se estaba frotando el clítoris en una masturbada de locura, agitándose en el enésimo orgasmo que sentía la pobre…en ese momento acabó como una potrilla en celo.
-“¡Cómo deseaba tenerla dentro!” me espetó cuando dejó de jadear, sin dejar de hiperventilar de la convulsión delirante que sufría. Lentamente me la fue enterrando, cuando la tuve calzada entera, empecé el ir y venir… la sacaba casi toda y luego se me la metía hasta el fondo. Sus brazos en cruz se agarraban de las sábanas con fuerza, mientras mis huevos colgantes y enormes de macho maduro le golpeaban en las nalgas haciendo un ruido que le excitaba sobremanera. En un mete saca se salió de su conejo y cuando quise volver me lo impidió dirigiendo mi capullo a mi ano. Así lo hice, ver su culo franco me excitaba. Me arrodillé detrás de ella con intención insértale el badajo por el culo, pero algo me paró cambiando de idea…, se la clavé de nuevo por el coño.
-“Este culito lo dejaremos para una mejor ocasión… ¡Hoy quiero llenarte la vagina de leche!”
No pensaba en su fertilidad, si la podía o no fecundar, en verdad en esos momentos el semental solo piensa en el gozo de follarse a la hembra y poco importaba si quedaba preñada o no, al fin y al cabo sería ella quien sufriría haciéndolo la panza… Enfilé la cabeza de la verga y empecé a empujar, la niña gritaba pero ya era tarde, su semental la tenía trabada de una forma que no se podía mover cuando la insertó. Lentamente se la fui sumergiendo en un bombeo cadencioso y gustoso, una y otra vez hasta que de pronto le hice sentir el abigarrado vaivén más seguido, denotando la inminente corrida de este viejo verde que se beneficiaba a una niña que podría ser su sobrina e incluso la hija…, con un jadeo ronco seguido de una clavada profunda percibí mi esperma salir a presión por el glande inundando su más profundo interior vaginal. La chica con el ansia de que aquello no acabase, me imitó en mis movimientos…
…deseado acabase en una corrida copiosa a base de grandes chorros de leche espesa rellenándola a placer, completamente excitada se embutía todo el falo hasta las pelotas sujetándose de mis brazos y atrayéndome hacia ella…lo quería todo en su útero y todo lo estaba depositando en él, chorro tras chorro de leche la llenaba sin miramiento alguno.
-“Cada día me gustaba más la lefa de los machos…y la tuya es abundante, espesa, sabrosa y solo para mí ¡Joder Fer como me hacer sentir cada chorro de leche de lo grande y fuerte que eyaculas…!”.
Y así fue, chorro tras chorro de leche se iban vaciando mis huevos y llenando mi cubículo vaginal…, tras seis o siete convulsiones me quedé encajando todo el cipote hasta la raíz, degustando del placer de inseminar a una hembra joven que gozaba siendo follada a pelo sin atender que le vaciase mi esperma en su fondo uterino y lugar natural de la semilla masculina, SU VAGINA. De nuevo mi verga eyaculó una ingente cantidad de leche, los chorros de lefa que se atoraban en su ceñido coñito eran tan gruesos que no los podía contener sumando a ello mí endurecida polla, lo que parte del esperma mezclado con su flujo vaginal se derramaba fuera, calando mis huevos. Sus tetitas se agitaban al tiempo que iba vaciándome por completo y sabiendo que esa era mí rubrica al pie del contrato en el que acababa de venderle mi alma a esa niña…. Una vez descargada toda la lefa Emily quedó marcada por su nuevo semental, el que le había perforado la vagina más profunda donde nadie llegó ni llegará jamás habiendo explorado zonas inhóspitas para siempre. Le extraje el falo haciendo el típico chasquido de mi gran cipote con su coñito encharcado. No tengo ni idea lo que duró el polvo, lo que sí sé es lo desmadejado que me dejó y lo encantadora que se hallaba la nena con su rajita rezumante de engrudo. Le hice abrirse de piernas para chuparle la vulva. Como un buen cabrón logré sacar un orgasmo post polvazo a esa putita.
-“¡¡Cómo no lo iba a amar!! ¡¿Qué hombre después de reventar a pollazos a su mujer, y vaciar toda su leche en el interior del coño, se lo come y le saca un orgasmo?! Nadie solo los grandes y experimentados amantes como tú”. Me dijo entusiasmada por mi cunnilingus.
Nos quedamos serios no más de un minuto, me giré hacia ella acariciándola sin dándome la espalda como lo hubieran hecho su anteriores fornicadores, la dejé descansar mientras lamía sus tetas, su oreja, su cuello y ella me daba la boca para acabar en un lascivo beso con lengua… El post coito me es tan importante como el pre coito y el coito en sí, la mujer lo reclama aunque no lo verbalice y yo lo tengo siempre dispuesto en mi menú, para que ellas se sirvan a placer. Al cabo de un rato, mirándome con la mano acariciando mi barba de cinco días me dijo melosa y suplicante…
-“¿Vas a dejar que vuelva? Quiero que sigas instruyendo mi cuerpo”, dijo unos minutos después mirándome a los ojos. En mi defensa solo haré una pregunta. ¿Qué hubierais contestado a eso? Yo lo tenía demasiado claro y mi respuesta no se hizo esperar. -“Aquí estaré pequeña”, le dije sellando así ese contrato inexistente que seguro depararía muchos momentos de placer, pero que sin duda ese placer se cobraría un elevado precio… MI ALMA.
CONTINÚA...
Este es mi correo... trovo_decimo@hotmail.com por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!
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