Ella camina descalza por el patio de su apartamento y como siempre, desde la ventana del quinto piso, yo la miro fascinado,.
Con sus minúsculas prendas llena mi mente de increíbles fantasías. Actúa sin inhibiciones, con la libertad propia de quien se encuentra sola. A veces me sorprende con sus extrañas actitudes. Pareciera que intenta seducir a alguien. Días atrás colocó una asoleadora en un extremo del patio; Allí duerme, lee y hasta se broncea en los días de sol. No la he visto desnuda, pero mi pensamiento ya lo ha hecho infinidad de veces.
Ahora me intriga mucho saber el por qué y para qué instaló en ese mismo lugar una bañera; considero que no es el sitio indicado, pero como ya la conozco un poco, no debía sorprenderme ¡es tan excéntrica! Y cualquier cosa absurda, puede esperarse de ella...
Sé que lo perturbo. Es adrede que camino descalza y ligera de ropa. Lo hago desde que lo descubrí espiándome desde su ventana. Me complace exhibirme, crear situaciones que alteren sus sentidos. Actúo con naturalidad para que no sospeche mis propósitos ¡esto me encanta! Instalar la asoleadora en el patio fue el inicio de un sinnúmero de tácticas para desconcertarlo. Ahora me imagino el asombro cuando me vea sumergir en un mar de burbujas ¡ja, ja, cómo voy a divertirme...!
Con impaciencia espero la llegada de la noche. Acostumbra leer un poco, antes de refugiarse en su cuarto. Su figura, cubierta con un pequeño pijama abre las puertas de mi imaginación. Los fines de semana son increíbles, porque dispongo de mayor tiempo para observarla en esa intimidad, que ya se ha hecho para mi indispensable. El domingo por ejemplo, salió envuelta en su toalla de color rosa, luego, de espaldas a mí, la retiró de su cuerpo y se introdujo en la bañera ¡Qué bella es! Su desnudez me enloqueció y todos mis anhelos despertaron incontenibles. Comprendí que mirarla es una necesidad física y espiritual. Tuve la certeza de estar locamente enamorado de ella y consciente de lo imposible de este sueño, decidí abandonar esta intromisión en su vida privada. Me retiré de la ventana con el corazón hecho trizas...
Su llegada rompió con mis costumbres. Antes el fin de semana, significaba simplemente una prolongación a la rutina de los días, ahora sólo vivo para disfrutarlos con este juego que me apasiona. Él, seguramente cree que todo cuanto hago es espontáneo, como si fuera parte de una personalidad juvenil, ardiente y fogosa; no se imagina ni por un instante, la satisfacción que me produce el planear cada una de mis tácticas de seducción. Una de ella fue haber utilizado la bañera. Sé que logre mis objetivos, al ver su sombra a través de las cortinas, cruzar en un incansable ir y venir. Disfruté del baño, pero más me divertí pensando en lo que él estuviera sintiendo en esos momentos...
Han pasado tres semanas desde que tomé la dolorosa determinación de no espiarla. Procuro llegar más tarde de lo acostumbrado, para que las noches no se hagan tan eternas, aunque las primeras luces del alba me sorprendan pensando en ella. Los fines de semana me alejo del apartamento. Me voy de paseo por esos hermosos alrededores de la ciudad. Me consuela saber que por lo menos no estoy perdiendo el tiempo, aunque todo mi ser anhele estar en esa ventana del quinto piso. Nunca pensé que al llegar a esta ciudad, viviría una insólita aventura, que me convertiría en el más miserable de los voyeristas...
¡Qué extraño! Hace días que no veo su figura escondida detrás de las cortinas. Posiblemente se canso del absurdo acecho que empezó justamente la noche siguiente a su llegada. Recuerdo lo que sentí al sorprenderlo espiándome, como si fuese un vulgar delincuente ¡Cuánto me disgusté por su descaro! No sé, entonces, que travieso diablillo susurró a mi oído:
- Debes darle una lección...
Me estoy volviendo loco. La tentación es superior a mis fuerzas y estoy a punto de flaquear. Esta noche mis sentidos están a flor de piel. Me bastaría acercarme a la ventana para verla, para extasiarme contemplándola a mi antojo. Sé que está allí, en el mismo lugar, cumpliendo una cita silenciosa con mi ensueño. Con estas ansias que me consumen a fuego lento. Pero no, debo resistir, ella no merece esta afrenta...
El tiempo transcurrido ha sido un caos. Cuántas estrategias he utilizado. Cuántos momentos he dedicado a crear situaciones comprometedoras ¡Dios mío! Como he perdido mi tiempo. ¿Acaso me equivoque? Empecé este juego como una diversión, sin prever el desenlace y ahora estoy preocupada por los sentimientos que él ha despertado en mi alma. Su presencia oculta es parte de mi vida y al saber que ya no está allí, me duele con un dolor grande, infinito, tan profundo que...
Anoche coincidimos en la entrada al edificio. Al verla me acometió de nuevo el deseo de espiarla. Sentir que es mía, aunque sea sólo en mis locas y ambiciosas fantasías. Nos saludamos, al fin de cuentas somos vecinos. Intente hablarle, más ella sonriendo me eludió y rápidamente se alejó hacia su apartamento. Recordé su nombre, escrito en el contrato de arrendamiento: Sofía Sanmartín. ¡Sofía! ¡Sofía...! Intenté llamarla, pero la puerta se había cerrado tras su hermosa figura. Me sentí impotente. Lentamente subí las escaleras. En mi alma se anidó una verdad amarga: ella era la dueña de mis sueños y yo solamente era su inquilino...
Entré al apartamento muy agitada, me temblaban las rodillas. Verlo de repente, después de tantos días de alejamiento, me llenó de emoción. Me sentí al borde del desmayo. Noté que deseaba hablarme, pero temerosa ante una equivocación, sólo atiné a sonreír respondiendo a su saludo. Quizás me ilusioné pensando que su espionaje es parte de su interés hacia mí, y no una vulgar manía. Me fascinaron sus ojos y esa cálida sonrisa...
Debo actuar con prontitud. Me quedan pocos días en esta ciudad. No quiero marcharme sin haber logrado un acercamiento. Quizás ella sea la mujer que el destino me ha reservado. Talvez lo sucedido hoy sea debido a su timidez o...
Se acerca la fecha en que concluirá su contrato de arrendamiento y pronto se irá. Regresará a su país, a su mundo y no podré resistirlo, ahora que tengo la certeza de amarlo. Su nombre y su imagen habitan en mi cerebro y en mi corazón...
Hoy es sábado. Otra vez estoy en la ventana. La espero sin ocultarme, detrás de las transparentes cortinas, quiero que me descubra y que comprenda la verdad. Buscaré su amistad y luego su amor. Si logro conquistarla me quedaré a su lado para siempre. Tal vez se disguste mucho, pero confío en que sabrá perdonar mi osadía.
El clima es insoportable, decido refrescarme en la bañera. Deseo fervientemente que él esté en la ventana y poder desenmascararlo. Que termine por fin ese juego que ya no me causa ningún placer. Al salir y ver su imponente figura en la ventana, me sorprendo de verdad. No me imaginaba encontrarlo en esa actitud de espera. Simulo querer regresar al interior, sin embargo finjo reflexionar un poco y actuando con naturalidad, como si fuera costumbre, lo miro y le sonrío. Lentamente doy la vuelta y de espaldas a él me sumerjo en el agua.
La ira comienza a hacer estragos en mi estado de ánimo. Debo controlarme o echaré todo a perder. ¡Que audacia! Pero a pesar de mi enojo, la admiro. Pensé que al verme se enfurecería, pero no lo hizo, por el contrario, me sonrió. La observo mientras se baña.
Estoy muy nerviosa y no sé qué hacer. Tenía la leve esperanza de que él tomara la iniciativa de algo que ignoro, pero es vana mi ilusión, él permanece imperturbable, como si nada le importara o como un valiente, que sabe controlar muy bien sus emociones.
La espuma cubre su hermoso y sensual cuerpo, más no me importa. Hoy sólo quería ver su reacción al descubrirme. De algún modo soy un intruso en su intimidad. Desde este lugar no puedo captar la expresión de sus ojos, pero veo su sonrisa e intuyo una provocación. De repente tomo una determinación.
-¿Puedo acompañarte?- le pregunto en voz alta
Ella parece meditar la respuesta. Los segundos se hacen eternos, pienso que no aceptara. Espero con el alma en vilo.
Mira hacia mí y con la más provocadora de sus sonrisas acepta mientras hace un ademán con su mano,
- ¡Si, ven!
Por los altavoces anuncian la salida de mi vuelo. Es hora de partir y olvidar lo sucedido el sábado anterior. Aún no salgo de mi asombro, definitivamente este permanecerá indeleble en mi corazón...
Una tristeza infinita me acompaña mientras preparo mi maleta. Con delicadeza acomodo el vestuario que exhibiré en el concurso, al que fui invitada en representación de mi país. Desde el cuarto veo el patio, la bañera, los recuerdos y no puedo borrar de mi mente el gesto de estupor y decepción de Juan Diego. ¡Estas lágrimas son el precio de mi aventura! Juan Diego... su recuerdo me acompañará eternamente. Debí haberle dicho la verdad, pero...
A bordo del avión, Juan Diego abre la prensa, quiere aligerar la angustia que lo aprisiona. De pronto en una de las páginas centrales aparece el rostro de ella. Sonríe feliz. Sus ojos miran con malicia. Lee el titular: CONCURSO INTERNACIONAL DE TRAVESTIDOS. Se estremece. Al pie de la fotografía dice:
“Nuestro representante Mario Javier Altamira – Sofía Sanmartín para sus allegados- se dispone a viajar a Río de Janeiro para participar en tan singular evento. Deseamos que...
es un buen cuento, asi si me divierto leyendo, me emociono con los jaleos que se arman. Felicito al autor por su genialidad.