Iniciándome con mi primo VI
A estas alturas, ya mi primo me había follado 4 veces por el culo, le había mamado la verga otras tantas e incluso había eyaculado en mi boca. Yo por el contrario nunca estuve ni cerca de recibir favores de su parte de ese tipo. El era quien dominaba y yo sumisamente me entregaba.
Como las otras veces nos quedaríamos a dormir es noche en su casa, excelente oportunidad para que el viniera a mi encuentro. Yo estaba durmiendo en el estudio cuando él llegó a buscarme, igual a la vez anterior, habíamos atinado que el lugar más apropiado para el encuentro era el cuarto de baño.
Una vez en el baño, parados frente a frente, de inmediato el colocó su mano en mi cabeza, señal inequívoca de que debía mamar su verga. Ya no se andaba con miramientos, el estaba claro en lo que quería y sabía que yo se lo entregaría sin hacerme rogar.
Me coloqué de rodillas ante él, a ambos nos gustaba esa posición, además de ser cómoda, es una posición que genera mucho morbo, en especial para quien está de pie, tiene al otro a su servicio. Introduje su verga dura e hinchada en mi boca, chupando fuerte, de pronto me cogía un poco por la boca, luego yo lamía, chupaba la punta o el iba profundo hasta mi garganta. Siempre acariciando sus bolas con una mano. También bajaba a lamer sus bolas y chuparlas.
Después de esa rica mamada. El colocó una toalla en el piso, se acostó boca arriba me pidió que me sentará sobre él, digamos cabalgar sobre él, antes me aseguré de bañar su verga en más saliva para lubricarla.
Me senté sobre su verga que se fue introduciendo lentamente en mi culo, mi esfínter se rendía ante aquel invasor. Me gustó esa posición, pues yo podría controlar la profundidad, fuerza y ritmo de la penetración.
Estando así ya empalado, mi primo comenzó a moverse, punzando hacia arriba, lo hizo como unas 10 veces, pero era muy cansado pues mi peso estaba sobre él, lo más lógico es que fuera yo quien me moviera, pero él con la prisa no me había dado oportunidad. Luego me dijo, muévete tú.
Pensé, esta posición es ideal, voy a realizar movimientos largos de meter y sacar, parando de cuando en vez para que el aguantará bastante. Estando tan relajado y controlando la profundidad de la penetración aquello sería una delicia. Me plantee, mentalmente contar hasta 30 penetradas y luego un breve descanso.
Al comenzar, tuve que apoyar las manos en su pecho para tener mejor balance, mis manos pequeñas reposaban sobre su pecho musculoso de deportista. Sus manos acariciaban mis nalgas. Yo ejecutaba un vaivén delicioso y muy placentero para ambos. Por primera vez tuve de frente su rostro mientras me clavaba, sentí algo de vergüenza, raro para alguien que no sólo había entregado su culo varias veces, si no que había incluso permitido que eyacularan en su boca y había tragado el semen de aquel hombre. No pude sostener la mirada, sin embargo el si me miraba, altivo me miraba sabiendo que yo no podía levantar la cara, me miraba viendo las reacciones en mi rostro que producía aquella verga hinchada en mis entrañas.
Era tan delicioso, que me atreví a decir, que rico, que rico se siente. No hablábamos mucho, ni nos halagábamos mucho el uno al otro, por su parte pienso él no se sentía gay, sólo disfrutaba de la entrega de otro, por mi parte, me sometía a sus deseos, pero aún guardaba en mi alguna vergüenza de hombre.
En fin, completé mi primera serie de 30 metidas que conté mentalmente, me empujé hacía atrás y menee en circunferencia, con ese palo metido a fondo. Los gemidos argg, shii, no se hicieron esperar de lado y lado. Sentía como esa verga palpitaba en mi culo, la verdad, no sé si era mi ano, su verga o ambos, pero sentía palpitaciones en el culo.
Un minuto después volví al vaivén, nuevamente con mis manos en su pecho, las del en mis nalgas, completé otra serie de 30 y a clavarme a fondo para descansar. Sentía mi recto totalmente dilatado, lubricado y palpitante.
Entonces repetí la rutina, 30 clavadas más, durante el vaivén, yo gemía suavemente como una puta, bueno eso es lo que era en ese momento. Nuevamente fui hacía atrás y clavándome a fondo, pero incliné el cuerpo más atrás, para alcanzar sus bolas y masajearle con una mano. Fue muy intenso arg, arg es lo que yo escuche, pensé el acabaría.
Entonces el cambio sus manos y comenzó a acariciar mi pene, tenía vía libre para ello, incluso trató de incorporarse un poco, gesto que interprete como que él quería mamar mi pene. Aunque eso no sucedió.
Luego, volví entonces al vaivén, esta vez con las manos apoyadas en mis muslos, pues él tenía sus manos en mi pene y no podía apoyarme en su pecho. Mientras, yo iba y venía metiendo y sacando esa verga vanidosa de mi culo, el me pajeaba suavemente.
Fue demasiado para mi, en un punto no aguante más el deseo de acabar, me refiero a eyacular. Yo había querido aquella posición para alargar el encuentro al máximo, pero fui quien no aguanto más. Me erguí sobre mis rodillas y comencé a pajearme con la intención de acabar en su cara. El dijo no, no, qué haces, entendí entonces que su intención no era chupármelo cuándo trató de incorporarse, tal vez sólo buscaba estar más cómodo. Pero yo no aguantaba más, me masturbe hasta acabar, mis chorros de leche fueron a dar al piso, el se hizo a un lado para evitar que cayeran en su rostro.
El me guió con sus manos en mis caderas para que continuara la cabalgata, pero un sentimiento de culpabilidad se hizo presente en mí, entonces le dije, es la última vez que hacemos esto, sabes, no lo haremos nunca más, me entiendes. El dijo si entiendo, pero vamos a terminar.
Ciertamente, de los dos, yo era quien había asumido el papel de hembra todo el tiempo, lo que me hacía sentir más culpable. Incluso había tragado su semen sin ningún reparo, cosa que muchas mujeres no se atreven a hacer. Pienso, incluso el llegaría a contar aquello a algún amigo de confianza como una hazaña. Muchas veces después de eyacular tenía esa sensación, quería decirle no más, quería parar, me decía a mi mismo esto no puede seguir, pero luego de un tiempo la sensación pasaba. Vale decir que hasta ese momento nunca había eyaculado delante del, siempre él había saciado su deseo y después yo me había masturbado a solas.
A pesar de cómo me sentía, pensé era justo continuar hasta que el logrará acabar, cuando introduje su verga nuevamente en mi recto, sentí dolor e incomodidad, es que cuando uno eyacula, al menos yo, el esfínter se contrae. Traté de seguir adelante pero no pude, me maltrataba mucho y de la manera en que me sentía, no estuve dispuesto a soportar aquello. Siendo que yo tenía el control, me puse de pie y le dije, no puedo, ya no más, es la última vez.
El también se puso de pie y me decía, está bien, es la última, pero dame el culo, dame el culo. Yo le dije, no, no puedo, pajeate, el repetía dame el culo, tome su pene y comencé a masturbarlo casi forcejeando con él y enseguida acabo.
Desde luego, se fue molesto e insatisfecho. Si hubiera él hubiera sido un hombre más experimentado, me habría hecho satisfacerlo, cumplir mi papel de puta, pero siendo aún inexperto no hizo valer su autoridad sobre mí.
Yo inocentemente, me sentí liberado, tontamente me fui repitiéndome a mí mismo, por fin, se lo dije, fue la última vez, pero aún faltaba una noche más en aquella casa antes de irnos.
Espero que haya gustado y me des tus comentarios.
JP