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RESUMEN
Unas vacaciones apresuradas a la playa y un argumento entre buenos amigos me obligaron a traicionar a mi novio y a una de mis mejores amigas al mismo tiempo, y todo por Carlos, mi mejor amigo de la universidad.
Conocí a mi mejor amigo, Carlos, el primer día de clases en la universidad donde estudiamos, al instante hicimos click, como cuando acabas de conocer a una persona y sientes que la conoces de mucho tiempo atrás, él es mucho más alto que yo, mide 1.85 cm, y eso que no me considero una persona de baja estatura, puesto que mido 1.70 cm, tiene un cuerpo bastante esculpido gracias al ejercicio, es blanco y tiene unos ojos color avellana tan expresivos que no puede esconder nada.
Teníamos muchos gustos similares, tales como la música, los pasatiempos, ambos tocábamos la guitarra y el piano, la comida italiana, los lugares a los que acostumbrábamos salir, el gusto por los lugares tranquilos, el odio por las multitudes, la pasión por la fotografía, entre otras cosas.
Por alguna extraña razón, también somos totalmente opuestos en otras cosas, Carlos nunca bebe alcohol, no fuma y es una persona con un sentido de moralidad muy alto, respeta y cuida mucho su cuerpo, por lo que cree en la castidad, odia criticar a las demás personas y es muy directo a la hora de hablar, es profundamente filosófico y analiza todo antes de hacer cualquier cosa.
Caso contrario al mío, que si bebo, ocasionalmente en exceso, fumo, mi sentido de la moralidad digamos que es un poco más flexible, por no decir que mucho, pues creo que en esta vida no estamos para privarnos de nada, y que hay que aprovechar las oportunidades que se nos presentan con la debida responsabilidad, no soy tan directa y generalmente pienso las cosas después de haberlas hecho.
Por estas cuestiones, Carlos y yo siempre estamos debatiendo nuestros diferentes puntos de vista, algunas veces estamos de acuerdo, y cuando eso sucede, siempre chocamos las palmas en señal de tregua, otras veces no tanto, pero siempre hemos aceptado nuestros puntos de vista y es por eso que congeniamos tanto.
Es un hombre sumamente interesante y respetuoso, pero nunca me había sentido atraída por él, le tengo la confianza del mundo, había dormido con él (en el sentido literal de la palabra) centenares de veces y jamás había sentido ni una sola mirada incómoda, creo que siempre pensé que por todo aquello en lo que somos opuestos no funcionaría, pero llevamos una amistad de 12 años, y jamás ha habido malentendidos.
Gaby, la novia de Carlos, es una de mis mejores amigas de la universidad, estudiaba donde mismo, pero en 3 años que llevábamos ahí, jamás había cruzado palabra con ella, y gracias a Carlos es que somos amigas, Gaby es una chica muy parecida a Carlos en todo lo que yo no soy, luego de iniciar su relación, mis dudas sobre si Carlos se sentía atraído por mí se disiparon, pues Gaby y yo somos completamente opuestas, y creo que poreso siguen juntos hasta el día de hoy.
Hace algunos años, cuando aún nos encontrábamos estudiando en la universidad y no había preocupaciones, decidimos hacer un viaje entre amigos a la playa, éramos once en total, y todos estábamos de acuerdo en hacerlo para el spring break de ese mismo año, pero por lo apresurado de las fechas decidimos que cada quién llegaría a Cancún por sus propios medios y reservaríamos hotel donde fuera posible, puesto que ya no había mucha disponibilidad de habitaciones.
Mi novio, Martín, al contrario que todos nosotros, no estudiaba en la misma universidad, pero cómo llevaba saliendo 2 años con él, todo mundo le conocía. Martín sugirió que compráramos los pasajes de avión y las reservaciones de hotel en conjunto con Carlos y Gaby, él siempre le ha tenido mucho aprecio y confianza a Carlos, sabe que si él no está presente, Carlos me cuidará, y así ha sido desde el primer momento, luego de su idea, compramos los boletos de avión en el mismo vuelo, y reservamos dos habitaciones en diferentes pisos del mismo hotel que por suerte, eran las últimas disponibles.
Llegaron las esperadas vacaciones de spring break, y nos fuimos a la playa, fuimos los primeros del grupo en llegar, aunque todos terminaron llegando el mismo día a diferentes horas, quedamos de cenar en una marisquería e ir a algún club luego de la cena. Llegada la hora de ir al club, Carlos y yo pusimos nuestra cara de horror, nunca hemos sido personas de multitudes y ambientes ruidosos, por lo que pasada la media noche, decidimos retirarnos, Gaby y Martín, muy parecidos a nosotros, decidieron unirse al plan de huída, los demás del grupo se quedaron no sé cuánto tiempo más.
Salimos del club con un zumbido en los oídos, pedimos un taxi y nos fuimos al hotel, Martín y yo habíamos bebido como de costumbre, por el contrario, Carlos y Gaby, absolutamente nada, al llegar al hotel, se nos ocurrió llegar a la piscina un rato, debido a la fiesta del club, Martín, Gaby y yo llevábamos traje de baño, yo llevaba solamente un bikini con unos shorts de mezclilla encima, Gaby llevaba el traje de baño debajo de un vestido holgado, pero Carlos olvidó su bañador y se fue con ropa casual al club, no lo vio como un problema hasta que llegamos a la piscina, Martín se había ido al bar a ordenar algunos tragos, mientras que Gaby había llegado a aventarse a la piscina, por lo que me ofrecí a acompañar a Carlos por su bañador.
Ya en el ascensor, le hice mofa de su ropa casual y comenzamos a debatir algo que a él siempre le gusta cuestionar, mi mente abierta y mi sentido de la libertad, siempre ha dicho que no lo entiende a pesar de que se lo he explicado infinidad de veces, por lo que nos fuimos hasta la habitación discutiendo el clásico tema entre nosotros. Ya en la habitación, Carlos se metió al sanitario a cambiarse mientras yo me recosté en la cama, y salió con un aire inquisidor ya con el bañador puesto y se recostó en la cama junto a mí.
De pronto me cuestiona: -¿qué pasa con el matrimonio entonces?-, mi cara fue de confusión, habíamos hablado de eso antes, aunque siempre se trataba de mí evadiendo el matrimonio y los compromisos, pero no entendía a qué venía la cuestión, por lo que me limité a responder: -¿qué con el?-, a lo que él refutó: -si dices que no es necesario tener una conexión mental y espiritual con alguien para tener sexo, ¿qué pasa con el matrimonio entonces?, ¿que harás si llegas a casarte?-, me sonreí y entre carcajadas le respondí: -sabes que para mí no significa nada y que me aburro muy rápido, no tendría ningún sentido para mí casarme, y por eso no quiero hacerlo-.
Y entonces, su pregunta me acorraló: -entonces, ¿qué significa Martín para ti? Llevas dos años con él, dices que lo quieres pero, ¿te casarías con él?-, me quedé callada unos segundos, buscando en mi cabeza algo para regresarle, hasta que se me ocurrió: -no tenemos la necesidad, además Martín está de acuerdo con mi forma de pensar, solo estamos compartiendo el momento- resoplé triunfante, pero Carlos argumentó: -¿y que pasa si un día Martín decide cambiar de opinión y buscar una conexión menos carnal y más espiritual?-
Por lo que no me quedó más remedio que refutar: -en ese caso, se puede ir a buscar esa conexión con alguien más-, Carlos sólo negó con la cabeza en señal de que era un caso perdido, yo me dispuse a ir al minibar por algo de beber, tomé una pequeña botella de whisky y regresé a la cama. Nuevamente me puso entre la espada y la pared: -entonces, ¿qué pasa con todo el mundo? ¿está mal por buscar esa conexión que para ti es inexistente?- y fue cuando mi cerebro tuvo la mejor de las ideas: -no es que estén mal, pero ponte a pensar, ¿cuántas veces una persona cree haber encontrado esa conexión y al final terminan siendo infieles, divorciados o engañándose a sí mismos cuando ya no son felices?, ¡le voy a que es mero instinto animal!-, le tenía atrapado, y Carlos sólo puso sus ojos en blanco.
Luego, indagó: -y, ¿qué pasa con todas las personas que si consiguen esa conexión y están felices juntos hasta que mueren?- pero decidí contestar entre risas: -pues bien por ellos, de igual forma, sigue habiendo una mayoría a mi favor- y para ponerle fin al debate de siempre, le cuestione con algo que nunca le había cuestionado: -mira, te lo pongo sencillo, ¿te parezco atractiva?-, Carlos respondió con los ojos como platos y un poco sonrojado: -si, pero no con deseos de algo más-,luego, le pregunté: -¿por qué no?-, a lo que resopló: -porque somos amigos-.
Finalmente lo acorralé: -¿y si no lo fuéramos?-, por lo que argumentó: -no me interesaría el sexo porque necesito una conexión que tu y yo no tenemos- me encantaba el tono en el que estaban las cosas, y burlonamente respondí: -crees que necesitas una conexión, pero la realidad es que no, ¿te lo pruebo?-, me senté sobre la cama frente a él, no esperaba una respuesta tan afirmativa, ni que estuviera tan seguro de si mismo por lo que tuve que ponerme creativa.
Mientras Carlos se sentaba en la cama de manera retadora, tomé un pareo de Gaby que estaba a la mano, tapé sus ojos, y le pregunté: -¿estás seguro de esto?- sólo asintió con la cabeza, tomé sus muñecas y llevé sus manos a mis pechos y las paseé un poco, no percibí que pasara algo, por lo que le dije que no las moviera de ese lugar mientras corría las copas de los hilos del bikini, levanté ligeramente su mano izquierda y puse su mano nuevamente en mi pecho ahora desnudo, sujeté uno de sus dedos y lo pasé por mi pezón ya erecto por la situación, percibí una ligera respiración entrecortada, yo ya estaba húmeda de las ganas.
Luego de ponerlo a jugar lentamente con uno de mis pechos, procedí a deshacerme del sostén y tomé su mano derecha, me llevé uno de sus dedos a la boca y lo chupe por unos minutos, podía ver su boca entreabierta y para ese momento me estaban entrando unas ganas enormes de besarlo, jamás me había sentido así por él, ni siquiera las veces que dormimos juntos, le cuestioné dudosa: -¿algo?-, movió la cabeza en negativa, por lo que me acerqué un poco más a él.
Comencé a pasear sus manos por mi cuerpo hasta que me las llevé a la espalda ya un poco arqueada por la posición y bajé lentamente sus manos hacia mi trasero, aún traía puesta la ropa de esa parte del cuerpo, por lo que sólo le apreté las manos en señal de que apretara mi trasero, noté que se lamió los labios un poco, lo tomé por la nuca y lo acerqué a mis pechos, le pedí que abriera la boca y mientras lo hacía coloqué el pezón de mi pecho derecho en su boca, se sentía cálida y deliciosa, es ahí donde procedí a preguntarle: -¿ahora?-, su respuesta fue la misma negativa con su cabeza y yo ya me encontraba muy húmeda y desesperada.
Me levanté de la cama y me quité el short de mezclilla quedando solamente con la parte baja del bañador, caminé hacia los pies de la cama e hice que tomara los hilos laterales del bañador con su manos, obedeció y jalé sus brazos para que jalara los hilos hasta que el bañador cayó en el suelo, lo noté dar un respingo de la cama y esta vez le cuestioné: -¿todo bien?-, movió la cabeza afirmativamente sin articular palabra, pero no me detuvo, tomé su mano derecha y le lamí a lengüetazos su dedo indice, bajé su dedo por mi ombligo y lo dirigí más abajo lentamente.
Al menos podría satisfacer un poco el hambre que le traía desde hacía un momento, puse su dedo entre los labios superiores de mi vagina depilada y al instante sentí escalofríos de placer, mi respiración se agitó mientras su dedo resbalaba entre mi clítoris debido a la humedad, me encontraba muy mojada, y todo por él, le pregunté entre gemidos: -¿sientes eso?-, respondió con la voz muy grave afirmativamente y yo seguí masturbándome con su dedo, me acerqué a su oído y le susurré entre jadeos: -¿seguro que nada?-, finalmente soltó un suspiro entrecortado que me supo a que lo estaba reteniendo.
Me abalancé sobre sus piernas con mis piernas abiertas, me acomodé bien para sentirle, y aunque esperaba más dureza en su entrepierna, no me di por vencida, comencé a moverme para provocarle, seguí con mi rutina por un par de minutos cuando empecé a notar su respuesta a mis movimientos, sentía su miembro endurecerse en cada movimiento, se sentía bastante grande, comenzó a aferrar sus manos a mi cintura y llevó su frente hacia mis pechos, aproveché para quitarle el pareo de los ojos, y entonces levantó la cabeza y me miró, tenía sus ojos muy abiertos, sus pupilas se hicieron pequeñas por el efecto de la luz, notaba un poco de miedo y excitación a la vez, esos expresivos ojos me dejaron ver todo.
Mientras miraba a los ojos yo continuaba moviéndome, el seguía aferrando sus manos a mi cuerpo, pero ahora había llegado a mis caderas, me ponía demasiado caliente ver su cara confundida y con mucha excitación, sentir su respiración y escuchar sus jadeos, y de pronto sólo vi sus labios, parecían un imán, no podía mirar otra cosa, me acerqué de a poco y lo besé, respondió con un beso desesperado, lleno de deseo mordía levemente mis labios, estaba perdida, y si él lo hubiese querido, le hubiera permitido hacer conmigo lo que se le antojara.
Los golpes a la puerta nos devolvieron a la realidad, corrí al baño rápidamente con mi bikini y short en las manos, entré al sanitario a vestirme cómo como rayo, me empapé un poco la cara y acomodé ligeramente mi cabello, ¿cuánto tiempo habría pasado?, por supuesto que vendrían a buscarnos, mi teléfono celular se había quedado en mi bolso alla en la piscina, no sabía que hacer, de pronto escuché el cerrojo de la puerta correrse.
Gaby también tenía llave electrónica de la habitación, al escuchar la puerta, abrí la del sanitario y ahí estaban, preguntándose qué pasaba, eché un ojo a la cama y vi a Carlos acostado boca abajo, parecía... ¿dormido?, mi mente pensó inconscientemente: -menos mal que supo esconder su erección- solté un "hey" que me hizo sentirme incómoda, de esas veces en que te arrepientes de lo que acabas de decir, Martín preguntó por qué no bajábamos y le respondí un poco temerosa que Carlos se había sentido mal, esperamos un poco a que se le pasara y se había quedado dormido, pareció creíble y me preguntó si ya íbamos a la piscina, Gaby decidió quedarse con Carlos.
Bajé muy incómoda por la situación, metimos los pies a la piscina mientras nos bebíamos los tragos ya casi sin hielo y después le dije a Martín que tenía sueño, me puso un semblante desconcertado y asintió con la cabeza, nos fuimos a la habitación en silencio, un piso más arriba que la de Carlos y Gaby y me dispuse a intentar dormir, había sido un día raro, y me incomodaba pensar en los días posteriores a lo ocurrido, lo quité de mi mente y cerré mis ojos.
Soñe las situaciones más inimaginables con Carlos, había piel, humedad y espasmos por todos lados, me levanté a oscuras empapada en sudor y muy mojada, no acostumbro soñar absolutamente nada, ¿cómo demonios se había metido en mis sueños?, tomé mi teléfono, alumbré un poco para encontrar mi bolso y salí de la habitación, saqué un cigarrillo y lo encendí con prisa, necesitaba relajarme y no pensar en aquella situación, acto seguido, encendí otro cigarrillo, aún no me tranquilizaba, necesitaba mi lubricante social por excelencia, el alcohol.
Para no despertar a Martín, bajé al bar a ordenar un trago, me senté en la barra al aire libre y volteé a contemplar la inmensidad del mar en la oscuridad, escuchaba las olas y el viento, era agradable sacarme de la mente a Carlos, luego giré mi cabeza en dirección a la piscina, y ahí estaba él, cabizbajo, con los pies en el agua, tome mi cigarrillo, mi bolso y mi trago y fui a acompañarle, no podía dejarle ahí e ignorar todo lo que yo también estaba pensando, me acerqué, y volteó al escuchar mis pasos, me senté a su lado y pregunte: -¿qué pasa?- su mirada me decía que nuevamente no había pensado en las consecuencias de mis actos.
Sus ojos estaban brillosos, no supe como reaccionar, por lo que sólo lo abracé por un costado, me dijo que se sentía muy mal, tanto por Gaby, como por Martín, como por mí, le cuestioné angustiada porqué se sentía mal por mí, solo respondió que me había faltado al respeto, solté una risa tierna y le dije que no lo hiciera, que me hubiera faltado al respeto si yo no hubiera querido, pero que yo quise que pasara, le ofrecí una disculpa por haberme dejado llevar, y sólo respondió que el también lo había hecho, y que intentaba entender por que.
Platicamos por un rato más y lo noté más tranquilo, mas que nada se sentía culpable, y se cuestionaba lo que hubiera pasado si no llegaban Martín y Gaby, le aconsejé que no se preocupara mucho por eso, y que se permitiera sentir un poco, que a veces las mejores cosas suceden cuando uno tiene la guardia baja, pero siempre serán mejores que aquellas que se planean, nos fuimos a dormir un poco más tranquilos, y aunque me sentía bastante mal por haberlo hecho sentir de esa manera, yo moría de ganas por tenerlo, muy en el fondo lo deseaba más que a nada.
Me desperté un poco desairada, de alguna manera creía que nuestra plática de la madrugada era un punto final, tanto para nuestra amistad, como para el sexo, me sentía con la incertidumbre de si se arrepentiría y le contaría a Gaby o a Martín, luego pensé en su recato para guardar secretos y suspiré de alivio, si ese hombre dijera todo lo que sabe de mí, estaría perdida. Luego de ducharme, desperté a Martín para que se metiera a la ducha, un día agitado en Xcaret nos esperaba, nos fuimos a uno de los restaurantes del hotel a desayunar y nos encontramos con Carlos y Gaby.
Las cosas parecían estar bien, Carlos estaba de buen humor, y de alguna manera eso me puso de buen humor a mí, pasamos un grandioso día y por la noche, llegamos a un bar más de mi agrado, el hard rock café, me dispuse a perder el conocimiento, eran demasiadas emociones que no podía permitirle a mi cerebro procesar, luego del octavo vaso de whisky, estaba por conseguir mi objetivo cuando Carlos se me acercó con su actitud regañona, comenzó a cuestionar mi manera de beber y me sacó del lugar por un poco de aire.
Las cosas comenzaron a ponerse tensas entre nosotros y el regaño se volvió discusión, por lo que entró por mi bolso y se metió conmigo a un taxi, llegamos a su habitación en el hotel y me recostó en la cama, me llevó un café y se sentó a mi lado, me sentí mejor después de beberlo, las emociones volvían mientras Carlos hablaba de cómo solucionar las cosas, intenté ignorarlas por algunos minutos, pero se acumularon demasiado, me levanté de la cama a la vez que le espeté en forma de grito que no podía hacerlo, le dije que no me lo podía sacar de la cabeza y que tenía muchísimas ganas de acostarme con él, se puso muy rojo de la cara, respiro hondo y cerró los ojos.
Se llevó las manos a la frente en señal de frustración, se levantó muy decidido de la cama, me tomó ágilmente de la cintura y me besó, le respondí rápidamente con mucha ansiedad, le quite la playera desesperada a la vez que él se deshacía de la mía, me tocaba completa, no se detuvo por nada, no había inhibición alguna de su parte, mientras nos besábamos y tocábamos, empezó a caminar hasta que me acorraló contra la pared, esta vez, su pene estaba muy duro y grande, paseaba sus manos por mis pechos, bajaba por mi cintura y se iba a mis nalgas por debajo de la falda, como pude le desabotoné los jeans y él me ayudó a bajarlos junto con su boxer, mientras yo me deshacía del bikini y la falda.
Al acercarse, levanté una de mis piernas y la puse alrededor de su espalda baja, tomo mi pierna con un brazo y con el otro me tenía agarrada del culo, lo apretaba con firmeza, podía sentir su enorme verga erecta paseándose en mi entrepierna, estaba tan húmeda que le era fácil deslizarla en mi clítoris, no aguanté más y con mis manos la acomodé para que me penetrara, me embistió con fuerza, hasta el fondo, me dejó sin aliento, no sabía que la tenía así de grande y deliciosa, me dolía cuando llegaba al fondo pero el placer era más grande, se inclinó para besar mi cuello y pasar su lengua por mi oído.
No sabía de lo que me estaba perdiendo, era tan sexy, tan bueno para esto, Dios, ¿cómo había desperdiciado 3 años? me encontraba tan excitada que comencé a susurrarle entre gemidos cosas al oído como dónde había estado todo ese tiempo, le pedía que me la metiera hasta el fondo, que tenía la verga más rica y deliciosa del mundo, que podría ser su puta siempre que lo quisiera, solo quería que me cogiera mucho tiempo más, mi cuerpo comenzó a sentir la necesidad de ir al sanitario, nunca me había pasado antes, por lo que en un principio resistí las ganas.
Escuchaba sus jadeos, su respiración entrecortada y cómo soltaba un pequeño gemido cada vez que le susurraba algo sucio al oído, le encantaba, me cargó fuerte del culo con ambas manos hasta que ambas piernas quedaron alrededor de su cintura, me proporcionó la cogida de mi vida, me penetraba fuerte y con una velocidad exquisita, cada vez tenía más ganas de ir al sanitario, tanto que comenzaba a arder, seguí susurrando cosas, que me diera más duro, que terminara dentro, me tenía rogándole como puta, que me encantaba como me penetraba con tremenda verga.
Hasta que de pronto, Carlos comenzó a temblar, jadeaba entre gritos con la respiración agitada, yo solamente me dejé ir, no pude aguantar más la sensación de querer ir al sanitario, mis sentidos se aturdieron, mi vista se nubló y comencé a sentir sensaciones que jamás había sentido, la piel de todo mi cuerpo se puso de gallina, los espasmos bajaron desde el cuello hasta mi sexo, sentía una pulsación tan palpable, tan ardiente y asombrosa que no se detenía, todo lo contrario, parecía aumentar, la humedad era tanta que salió en forma de chorros pausados de un líquido blanquecino, estaba eyaculando por primera vez en mi vida.
Carlos estaba exhausto por la posición, caminó hacia la cama y se tumbó encima mío aún con su miembro dentro de mí, podía sentir su corazón palpitar rápidamente, yo seguía en trance, con mil sensaciones en todo mi cuerpo, podría jurar que vi la luz por unos segundos, llevábamos un par de minutos tendidos en la cama, y todas esas sensaciones no cesaban, aún gemía de placer y éxtasis mientras lo abrazaba, no podía creer todo aquello, era como un sueño.
Después de algunos minutos más, Carlos se echó hacia un lado, aún agitado y cansado hasta que conseguimos reincorporarnos, platicamos un momento y nos dispusimos a vestirnos entre risitas, besos y toqueteos, había sido espectacular, pero ambos aclaramos que lo que acababamos de hacer no debía volver a suceder, al menos no mientras estuviéramos con Martín y con Gaby, obviamente no salió como planeamos, pero al menos esas pocas veces que hemos estado juntos han valido completamente la pena, creo que hasta cierto punto, la experiencia nos unió más como amigos, y espero que siga así por muchísimo tiempo más.
Luego de nuestra buena dosis de sexo sin compromiso, Carlos decidió que necesitaba un trago por primera vez en su vida, por lo que nos dirigimos al elevador para bajar al bar, ya en el bar, y no con uno, sino con varios tragos encima se relajó, soltó una carcajada en medio del lugar, volteó a verme, se sonrió y cuestionó: -¿instinto animal eh?-, me reí junto con él y chocamos las palmas en señal de tregua.
invitado-Nati 16-10-2017 04:40:10
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No dejs de escribir, es muy erotico!