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Noviembre finalizaba incitado con algunos asedios de calor provocando que los montevideanos salieran a sus tareas, provistos de más ropa de la que necesitarían en un intento por cubrir todas las posibles necesidades meteorológicas del día. Lucía se comunicó con José en la noche con el propósito de charlar sobre algunos temas pendientes y quedaron de verse esa noche. Tomó un baño sin prisas relajando su cuerpo.Se vistió casualmente y salió hacia la parada del ómnibus.El viaje tardó más de lo que hubiese querido.Descendió cerca de la Cuidad Vieja y emprendió el recorrido hacia el mar de dos cuadras hasta la casa de José.Las calles estaban ya semidesiertas.En el liceo cercano no había ya casi alumnos debido a la finalización de los cursos.
Al llegar al edificio busco el número del apartamento, que ya conocía de muchas otras veces y presiono ligeramente el timbre. En ese instante se acercó a la puerta un joven vestido muy elegantemente de traje y observó a Lucía .Le gustó lo que observó y se sonrojó. Lucía también lo hizo y pensó en lo atractivo que era ese hombre. El le dijo si quería entrar pero ella e expresó que ya vendrían a abrirle. El cerró la puerta y la volvió a mirar. Lucía se quedó pensando en que apartamento viviría él, y si se volvería a encontrar alguna otra vez.
Un poco después de presionar el timbre sintió que del portero salía su voz diciend:
-Si?
-Lucía- dijo ella.
- Ya bajo- dijo él.
Se quedó pensando en ese hombre mientras miraba el ascensor esperando salir a José cuando el ascensor se abrió lo vio nuevamente. Alto, tractivo con sus remeras con caricaturas.Se saludaron, subieron al ascensor e intercambiaron las siempres breves palabras que cabían en el viaje ascendente hasta su piso. El le abrió la puerta y ella entró despojándose de su abrigo que colgó en un perchero próximo y de sus otras pertenencias. El se descalzó dejando sus zapatos como siempre alado de su puerta.
-Quería charlar contigo acerca de algunas cosas hace días .
El se le acercó y la besó tan profundamente que Lucía pensó que iba a desvanecerse sobre la alfombra. Sus lenguas se enredaron formando hélices que adquirían más y más torsión.Las manos de Lucía sujetaban la espalda de José y los dedos trataban de asirse a él. Las manos de el corrían por el tórax de lucía pasando por encima con los dedos por sus senos.Las caricias fueron interrumpidas bruscamente
-¿ Te bañaste?- dijo él
-Si- dijo ella
Yo me entretuve trabajando y no pude hacerlo. Me acompañas?- dijo él y comenzó a desnudarse-
-Te acompaño-dijo ella
Pero quedó como detenida en tiempo. Increíblemente le costaba desnudarse e irse a bañar con él.Quizás porque sus encuentros siempre fueron tan apasionados que al unirse sus labios conducían siempre a la posición horizontal.Además de que no estaba acostumbrada a desnudarse frente a otros y su faceta tímida asomaba.Cuando quitó la última de sus prendas ,el ya estaba en el baño contiguo al cuarto abriendo los grifos.La ropa quedó en la alfombra, sus jeans, su remera y sus sandalias.Lucía se complació viéndolo desnudo, su pene erecto, ya excitado por aquellos besos y el roce de sus cuerpos. El la miró, contempló sus senos, su piel blanca y le extendió la mano .Ella se acercó y lo beso.El con su otra mano buscaba el punto exacto del agua.
-¿Te parece que esta bien?-dijo él.
-Esta tibiecita- dijo ella.
Se metieron en la ducha y el agua empezó acorrer por sus cuerpos.Por el cuerpo de José corría sin obstáculos hasta su pubis, donde encontraban la barrera de su pene erecto y donde divergían hacia sus testículos pasando por sus piernas.En Lucía se encontraban con sus senos algunas gotas discurrían por uno y otro pecho y otras por la separación entre ambos. Algunas gotas entraban en su ombligo y llegaban hasta su pubis que se encontraba bastante depilado en esta oportunidad.El la abrazó e interrumpió la ruta de las gotas descendiendo por sus cuerpos que ahora eran uno.La acariciaba tan lentamente por su cola y sus piernas,por su espalda, separaba su cuerpo del de ella y mordisqueaba sus pezones erectos, la besaba, la abrazaba nuevamente.Las manos de José tomaron el jabón y comenzaron a enjabonar el cuerpo de Lucía deslizando caricias por todo su cuerpo.Sus manos buscaban en su vagina, tocaban los labios mayores, abrían los menores, buscaban el clítoris, faro de la caverna donde parte de su cuerpo hallaba la gloria.Lo rodeó con sus dedos, lo halló extremadamente redondo y sobresaliente, denotando aquella excitación que José podía ver en aquellos pezones rosáceos que coronaban las montañas de su pecho.
Las manos de Lucía buscaban cada detalle del cuerpo de José, su cuerpo bronceado, su pubis sin vellos, su pene erecto que impedía que ambos vientres se unieran sobre si mismos, sus testículos, su cola fabulosamente redonda.Su mente no podía parar de formar imágenes, elucubraciones de escenas de sexo demasiado explícitas para una película corriente, en donde su cuerpo se pegaba a de el. De espaldas, y ella poblandolo de besos y esos gemidos q ue su boca exhala cuando José se excita. E n medio de esas elucubraciones dignas de un buen director de cine Lucía comenzó a sentir como una corriente ascendía por la línea media de su espalda, trepando por su columna vertebral tensando los músculos de su espalda.Sentía como sus piernas se aflojaban y caía casi sin fuerzas en los brazos de José la sostenían besándola sin cesar.
Lucía recuperaba un poco de su tono muscular, volvía a la realidad de las caricias de José, a sus cuerpos desnudos bajo el agua y él comenzó a enjuagar su cuerpo y el suyo propio.Parecía como si su mente y cuerpo se hubieran transportado a otro lugar y ahora volvieran recuerando la visión de aquel hombre que le causaba tanto placer.Cuando ambos carecían de jabón en sus cuerpos José cerró el grifo y tomó una toalla con la que comenzó a secar a Lucía.
José observaba a aquella mujer mientras la secaba, su cabello lacio, sus ojos marrones,aquel cuerpo de la esa mujer de finales del siglo XX, con sus reminiscencias del Renacimiento,con su cuerpo nunca anoréxico, con sus senos grandes y sus pezones rosados que como focos nublaban su visión y endulzaban su boca hasta hacerlo adicto a su sabor.Con su piel blanquísima por su obstinación a no tomar sol.Aquel pubis que lograba enloquecerlo de placer. La detallaba con un fervor que nunca admitiría, a aquella mujer que lo hacía vibrar.La boca de Lucía que lo conducía al paraíso, la vagina que lo hacía temblar, la manera en que se excitaba y se entregaba cuando hacían el amor.Pero jamás lo admitiría , eso era demasiado para su ego.
Se recostaron el la cama, Lucía de espaldas y el se apoyó levemente sobre ella. Al hacerlo su pene presionó su pubis, su vientre y el la besó por todo su cuerpo.Subió desde su vientre a sus senos, discurriendo sus manos hacia sus flancos. Mordía sus pezones muy suavemente, los besaba,presionaba más su pubis sobre ella, acariciaba su cabello, la besaba nuevamente.La cama nuevamente era testigo de su pasión, de aquellos cuerpos desnudos buscando el límite del placer.Lucía se dejaba acariciar y con sus dedos rozaba su piel, lentamente hacia abajo y arriba como si el cuerpo de José estuviera formado pro cuerdas de guitarra.Solo que este juego causaba que la boca de José exhalara gemidos, jadeos.Que si fueran capaces de formar palabras dirían No pares de acariciarme así.
José descendió por el pubis de Lucía y con sus dedos hábiles y sedientos de Lucía buscaron en su vagina.Encontraron sus labios húmedos y al adentrarse la humedad se convirtió en un hilo de jugos que emergían de su inmensidad.El clítoris redondo, abultado señalando la entrada a su vagina.Rosado y húmedo.Los bebió, los saboreó, le expresó lo dulces que estaban, utilizó su lengua como un pequeño latiguillo que arremetió contra el clítoris.Recorrió vehementemente su periné, la cara interna de sus labios, deslizo sus dedos hasta su ano en un rápido movimiento y volvió a su vagina.Le susurró al oído:
- Estás tan tibia en tu interior que me dan ganas de meterme y quedarme a vivir dentro de ti. Podría alimentarme de los jugos que manan de ti.
Lucía se sonrojo sabiendo que podría vivir de sus caricias, y sus besos.
José mordisqueaba, besaba, acariciaba su vagina, su Monte de Venus labios mayores y menores,su cola, sus manos.Se apoderó de su vagina como el ebrio de su botella, deleitándose, queriendo aprovechar hasta la última gota casi desconociendo la evidente consecuencia de sus caricias. Utilizó sus dedos como penes inexistentes que se adentraban en Lucía, siguiendo su intinto natural de buscar sus paredes internas, sus detalles, sus pliegues, aquellos que conocía de las inmumerables travesias que habían vivido juntos, que le permitían cartografiarla tal como si los viera.Al salir lo hacían cubiertos de aquellos jugos de los que se apoderaba tal como el oso hormiguero al salir cubierto de su exquisito manjar.
Los dedos iban a su boca y él mientras se deleitaba la miraba a los ojos, con esos ojitos tiernos llenos de placer.
El acercó sus dedos a los labios de Lucía y tal cual como si sus dedos fueron la llave para la cerradura, la enzima para el sustrato se abrieron permitiendo a Lucia disfrutar de los jugos de su excitación mezclado con el sabor de la piel de su amante.
Lucía se subió encima de José. Lo miró y abrió sus piernas que se plegaron a los costados de su cuerpo.Sintió y vió su pene erecto y lo comenzó a rozar suavemente sin dejarse conquistar por el deseo de sentirlo dentro suyo. Lo rozó consecuentemente mientras lo besaba y sus pezones presionaban su pecho, mientras trazaban círculos en la piel de José.Lo dejaba excitarse, desearla, hasta enloquecer,dilatar el placer que sentirían.Ella dilataba su propio placer como una jovencita inexperiente que teme hacer el amor, sin saber que el ese acto radica la más bella experiencia.El cerraba sus ojos, sentía como aquellos cuerpos rozaban, disfrutaba de aroma de placer que invadía su cama.Se dejaba llevar por las manos de Lucía que provocaban que su pene se erectara más y más.Era increíble el grado de excitación que ella causaba sobre él.José sentía que todas y cada una de sus fantasías podían ser cumplidas por Lucía que cada una sería aceptada y tomada para si, para el mutuo placer de los dos.Que esa ausencia de prejuicios los conducían a los dos al extasis absoluto, la noción de que el placer debe buscarse y disfrutarse.
Ella presionó firmemente su cuerpo contra él y se movió de manera que provocó que su vagina tomara contacto con su glande y su pene penetrara en ella. Se produjeron gemidos y jadeos.Ella comenzó a moverse sobre él. Rítmicamente, buscando que todo su pene la penetrara, buscando empapado on sus jugos. Su pene se adapto a la vagina, la vagina a su pene, como piezas perfectas en un mecanismo.Podía observar a Lucía moverse encima de él, haciendo que su pene penetrara en ella y saliera y el casi impávido hacia la situación solo dejando que sus cuerpos gozaran y que ella llevara la rienda de la situación, que ella buscara su propio placer,que ella dejara sumergir su pene en su interior, buscando aquellos puntos de infinito placer.El obtenía el calor de sus jugos, y las contracciones que con sus músculos Lucía presionaba su pene,como lo capturaba y lo mimaba y como enseguida lo soltaba comenzando nuevamente el rítmico juego.Él podía sentir a aquela mujer dándose placer y provocandoselo.Como movía su cola, como sentia la piel de suc ola rozarle los testiculos y como esto provocaba que m iles de pinchazos muy suaves recorrieran el espacio entre sus testiculos y su ano. Y volvieran como si fueran miles de hormiguitas con ese destino. Podía deleitarse cone l vaiven de los senos de Lucía y sus pezones erectos que en ese momento no podía besar, y que eso hacía que aumentara el placer.
Lucía podía sentir como la excitación de José iba en aumento y como podría venir su orgasmo enc ualquier momento. Y frenó su movimiento de golpe y salió de él. José la miró sin comprender mucho porque ella dejaba de hacerle el amor, cuando comprendió que ella deseaba retardar el momento de su orgasmo. Ella había tomado el control ahora se dirigía a su pene. Lo besó, saboreando su propios jugos de él.Ese sabor mezclado y exquisito de los secreciones de ambos mezcladas, los jugos, los secreciones vaginales de Lucía ahora se mezclaban en su boca.Deslizó su lengua sobre el cuerpo de su pene, la llevó hasta los testículos,los beso y rodeó con la lengua y volvió a subir a su pene, aporderándose de el nuevamente.Hacía círculos en su glande, rodeaba su meato urinario, volvía a bajar mientras lo sujetaba con su mano que apenas podía tomarlo totalmente. Sabía que los deseos de José podían ser múltiples y que podía causarle placer de mil modos, pero también tenía la firme convicción basado en múltiples noches de placer que las caricias que ahora ejecutaba lo enloquecían.José también sabía que si existiese un premio a la persona que mejor hiciera sexo oral lo recibiría Lucía por el placer que le daba y que sabía darse.El semen no pudo contenerse por mucho rato y el rostro de Lucía y parte de su boca fue salpicado por gotas tibias con un sabor exquisito que supo deleitarse.Ambos se miraron y sonrieron sabiendo que aún faltaba gran parte de la noche para seguir haciendo el amor.
Uruguayita_mimosa
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