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Categoría: Confesiones

IN FRAGANTI EN EL ASCENSOR

Por fin termina la última conferencia. Lola cena en el restaurante del hotel y piensa que es pronto para acostarse. Se encamina hacia el piano bar, del que salen unas notas de jazz, envueltas en la semioscuridad del local.

Elige una mesa apartada de la entrada, se sienta en el sofá y echa una mirada a su alrededor.

Allí sólo está ella y un ponente al que ha escuchado por la mañana. Sueco, seguro. Por su altura y complexión y unos ojos azules increíbles ... y cinco cervezas en su mesa.

El pianista continúa creando música mientras Daven, se le acerca, se presenta y le propone compartir la mesa para escuchar al pianista.

Cuando Lola lo ve venir, se imagina al vikingo en traje de cueros, con los fuertes brazos y las piernas al aire y un brillante casco del que salen dos cuernos retorcidos.

Una imagen muy sensual que le produce una corriente por su cuerpo. Acepta, claro.

Daven, con las cinco cervezas a cuestas ha perdido su timidez y ha visto una oportunidad con la bella española, joven, morena y hermosa, con el embrujo en sus ojos negros como la noche. 

Estuvieron charlando horas, hasta que se les echó la madrugada encima. Cuando ella se despide, él se ofrece a acompañarla a su habitación, a lo que accede más por seguir un rato en su compañía.

 

Solos en el ascensor, Daven detuvo la cabina entre dos pisos y le pidió permiso para besarla, con los ojos brillantes de deseo. A Lola más que asombro, le hizo gracia esa delicadeza y no dudó en acercarse a él, y de puntillas le besó en los labios. El beso creó chispas en su interior.

El vikingo la apretó contra su cuerpo inspirando su aroma a flores blancas y ella se agarró a él para sentir sus músculos poderosos, fuertes. 

 

Las manos de Daven recorrieron su cuerpo mientras duraba el interminable beso, sus lenguas se encontraban y se acariciaban, se mordían los labios y se volvían a besar. Levantó su top para llegar a sus pechos y con maestría desabrochó el bralette para dejarlos desnudos. Se separaron del beso para mirarse a los ojos y una tormenta de erotismo azotó sus mentes. En el espejo de al lado podía ver sus manos asidas a esos senos exquisitos mientras los apretaba y pellizcaba sus pezones, al tiempo que Lola desabrochaba la camisa del chico y se encontraba con un torso deliciosamente contorneado, con un poco de vello tan rubio que era casi inapreciable. Besó sus pezones y acarició toda la superficie a la vista, sus manos pasearon por su suave espalda dejando un  rastro de caricias. Fué bajando sus manos hacia el creciente paquete que aparecía en sus pantalones. 

 

Se miraron a los ojos otra vez y asintieron a la entrega que iba a devenir en instantes.

Una vez libre de prendas, Lola acarició con sus manos el duro pene y comprobó que estaba más que listo para satisfacerla. Daven deslizó una de sus manos para subir la falda con vuelo de Lola y la encaminó hacia la vulva, que encontró húmeda y cálida, esperando su verga con deseo incontenido.

La alzó en brazos y ella se abrazó a su cintura con las piernas, sin dejar de besarse, sin dejar de acariciarse.

El primer contacto de sus sexos cerró sus ojos y creó un suspiro de placer en sus gargantas. Amarró bien su trasero con las grandes manos y los movimientos se volvieron acompasados; el vaivén movía levemente la cabina del ascensor. 

El roce cada vez más frenético de entrada y salida en su vagina le provocaba a Lola más placer y más fluidos y cuando llegaron los temblores supo que pronto iba a correrse. Daven sentía igual placer en esa blanda y tibia envoltura que apretaba su miembro y se volvía loco al escuchar los gemidos de Lola.

Esos gemidos traspasaron las fronteras de la cordura con el placer desbordándose entre ellos y fundidos uno en los brazos del otro ya no hubo más espera, experimentaron el orgasmo con una explosión de sensaciones fuera de control.

Mientras permanecían abrazados unidos todavía por su sexo, se escuchó una voz metálica : "¿los señores han terminado? Sírvanse por favor poner en marcha de nuevo el ascensor, hay clientes que desean subir a sus habitaciones... por cierto, ha sido un placer"

Y se dieron cuenta de que había una cámara en el techo de la cabina...

 

Entre risas subieron juntos a la habitación de Daven... pero eso ya es otra historia.
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