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Categoría: Confesiones

Ilusión Fatal

Sábado 24, eran cerca de las 6 de la tarde, caminaba yo con destino a la casa de mi novia por la calle Mayor. Detenida presta a cruzar la calle en la esquina del Teatro se encontraba una de las chicas más bellas y bien formadas que había visto yo en mi vida, pelo negro azabache a la cintura, senos muy bien formados, amplias caderas, cintura extremadamente pequeña, piernas bien torneadas, cara finísima, una boquita dulce y sensual como pocas habréis visto, naricita fina y respingada…en resumen, aquella chica era un ángel de mujer.
Me detuve junto a ella como si también fuese a cruzar la calle y sentí aquel aroma a perfume tan exquisito que emanaba de su cuerpo, tuve que distraer mi mente y contar los coches que cruzaban pues todo aquello me estaba excitando, mi verga comenzaba a endurecerse y estaba en plena calle. Controlada la situación le lancé un piropo a aquel monumento de mujer, el que fue respondido con una hermosa sonrisa mostrándome su bien formada y brillante dentadura.
Parecía no disgustarle lo dicho por mí y extrayendo un cigarrillo de su cartera me pidió fuego. Fuego estaba yo dispuesto darle a aquella preciosura, pero no exactamente el que ella precisaba en ésos momentos. Con un señor que pasaba junto a nosotros salvé la situación y pude complacerla, pagándomelo con otra dulce sonrisa y --¡gracias!— como salido de un pentagrama musical. Aquello me puso en una seria disyuntiva, continuaba el camino hacia casa de mi novia, o seguir lisonjeando a la chica y tratar de levantarla a como diese lugar. La decisión casi estaba tomada y opté por la segunda.
Comencé con ella una plática más que rutinaria en éstos casos, hasta a mi me parecía un poco cursi, la chica era todo oídos, para de mostrar la atención con que seguía mi conversación se separó del borde de la acera y nos retiramos hasta la entrada de la cafetería, allí continuamos platicando. Lo único claro que había podido sacar de ella, era que estaba recién acabada de llegar a la ciudad y se llamaba Fernanda, había llegado para visitar a unos parientes y después de hacerlo e instalarse en su casa decidió salir a dar un paseo, pero como no conocía la ciudad, no sabía ni por donde comenzar. En una oportunidad casi a pedir de boca me ofrecí como guía turístico al instante. La chica volvió a sonreír y me pidió primero caminar un poco por las principales calles. Estuvimos caminando y platicando hasta llegada la noche, ya en varias oportunidades, al cruzar la calle le había tomado la mano y ella no hacía nada por zafarse de mí, en la última Avenida que cruzamos decidí no soltarla más y así continuamos, agarrados de la mano, algún avance iba teniendo, aunque poco no podía precipitar las cosas.
Con la poca plata que tenía en el bolsillo la invité a una cafetería donde merendamos, la chica no era de mucho comer y yo me limité bastante, eso hizo que el dinero me alcanzara sin problemas. El problema vino después cuando me pidió que deseaba conocer una disco, pues le habían hablado mucho de ellas y hasta me dijo el nombre de algunas que ni en sueños yo podría ir de lo caras que resultan. Logrando una que otra evasiva la persuadí que esas realmente no eran las mejores, pues allí los que más frecuentaban eran chicos de la alta sociedad y por lo general se la pasaban borrachos y consumiendo drogas. Recordé un antiguo bar donde frecuentábamos bastante cuando nos reuníamos algunos chicos y como ella nunca había visto una disco no podría hacer comparaciones, de todas formas allí habría tragos y música y el lugar no estaba tan malo que digamos y la bebida saldría muy barata, ya que no era de la mejor calidad.
Por suerte, cuando llegamos, pude observar con alegría para mi, que el local lo habían remozado, pintado y hasta le pusieron un lumínico a la entrada, todo estaba saliendo de lujo, ahora mi única preocupación era si con los arreglos también habrían aumentado los precios. Entramos, conocí varias caras y nos saludamos, todos me felicitaban por la chica que llevaba, llegué hasta ponerme orgulloso y para demostrar que yo era el dueño absoluto de aquella muñeca le pasé mi brazo alrededor de su cinturita, ella comprendiendo la situación se pegó bastante a mi y hasta me dio un beso en la cara, por suerte todo aquello estaba a media luz, pues hubiesen notado como me puse de colorado ante tan inesperado beso, beso al cual respondí de la misma forma.
Nos sentamos en la barra, pedí dos cócteles y continuamos platicando, cuando comenzó la música bajaron aún más las luces, aquello se puso en penumbras y aproveché para pegarme un poco más a Fernanda, sentía sus caderas entre mis piernas y por más que traté no pude evitar una gran erección, ella con mucha discreción movió su mano y palpándome hasta encontrarla comenzó a jugar con ella por encima del pantalón. Me sentí en ésos momentos el rey de todo aquel lugar, tenía la chica más hermosa y casi sin conocerla ya me estaba masajeando. Aproveché para invitarla a bailar, fuimos al centro del salón sujetos de la mano para no perdernos y comenzamos a bailar. Mis manos no se detuvieron de recorrer su cuerpo hasta llegar a las más redondas y firmes nalgas que jamás hubiese palpado, la acaricié por un buen rato, cambiaron de música en varias oportunidades, ella continuaba amasándome y pensé que era entonces el momento oportuno para iniciar un buen ataque, las manos fueron abandonando poco a poco aquellas nalgas y moviéndose hacia delante, pocos centímetros me faltaban ya para acariciar su conchita, que imaginaba fuese también una preciosidad, cuando sus manos bruscamente apartaron las mías impidiéndome continuar.
Por unos instantes nuestro baile se detuvo, pensé que todo había terminado allí. La chica pasó sus brazos alrededor de mi cuello y continuamos bailando, traté de pegarme bien a ella, pero no me dejaba, decidí dejar aquella tarea por imposible, pensé que quizás estuviese en sus días del mes y no intenté presionar más aquella situación. Se escuchaba una balada bien romántica y me animé nuevamente a acariciar sus nalgas, con esto no había tenido problemas anteriormente, su cabeza recostada en mi hombro y oliendo aquel exquisito perfume me transportaba hacia otra galaxia. Cuando fue a cruzar su cabeza hacia mi otro hombro aproveché y le di un beso en la boca, que pasó inadvertido para suerte mía. Ya con toda intención volvió a cambiar la cabeza de hombro, pero esta vez cuando alcancé su boca no la solté y tuve el placer de saborearle hasta su lengua, respondiéndome los besos de una forma muy sensual.
No podía más, estaba al explotar, nos fuimos moviendo hasta llegar a una de las esquinas del salón, la más oscura y poco frecuentada por los que andan sin pareja y en un audaz movimiento saqué mi verga de su encierro, tomé una de las manos que rodeaban mi cuello y la deposité sobre ella. Comprendiendo mi situación comenzó a masturbarme, primero muy despacio y después de forma más rápida, cuando estaba a punto de correrme la besé muy fuerte en la boca y haciéndome a un lado descargué en aquel rincón todo lo que llevaba dentro. Al unirnos de nuevo, ella continuó con sus caricias y sus masajes sobre mi verga, no pude aguantar más, sin previo aviso, por sorpresa, mi mano fue directamente hacia sus entrepiernas, a tomar por asalto aquella parte que tanto cuidaba de mis caricias, pero la gran sorpresa fue mía, en lugar del hermoso chocho que imaginaba tenía, lo que estaba agarrando era una verga mas grande y más gorda que la mía. Mi reacción fue de espanto, lancé un grito casi de terror y por más que estiré los brazos no alcancé a agarrar a aquel maldito trasvesti. De inmediato encendieron las luces para ver lo que sucedía y por mucho que lo busqué no logré encontrarlo…Les juro que si en ese momento lo encuentro ¡LO MATO!.

Moraleja: NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO…
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 2852
  • Fecha: 01-06-2003
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 6.15
  • Votos: 47
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3123
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