HOTEL “CLAM”, EL COMIENZO.I



Durante el verano de 1988 en el que cumplí dieciocho años, el marido de mi hermana me propuso trabajar en un pequeño hotel de tres estrellas de su propiedad que tenía en un pueblo de Galicia, en la costa. No me lo pensé, necesitaba dinero y además podría estar cerca de la playa.

Nunca había trabajado por lo que la experiencia de trabajar como camarero en un hotel me hacia cierta ilusión, así es que compre un billete de tren y me marché.

Nada más llegar me pusieron manos a la obra, al día siguiente llegaba un grupo de chicos de viaje de fin de curso desde Cádiz y debía ponerme al día.

Llegó el día del estreno, un autocar repleto de alumnos de tercero de Bachillerato, rondaban todos más o menos los dieciséis años, pero algún repetidor había.
Yo estaba muy concentrado en mi trabajo por lo que no me fijé demasiado en unas siete chicas que parecían formar el grupo de las “malotas” y que superaban la edad media.

Pasaron un par de días y aquel grupo de “malotas” se repartió en varias mesas, casualmente de la sección que me tocaba servir a mí. No se como, desde el día siguiente a su llegada se habían aprendido mi nombre y al ser andaluzas lo pronunciaban de una manera muy graciosa. No paraban de mencionarlo y la verdad es que cada vez me ponían más cachondo con sus miraditas y coqueteos, estaba claro que habían venido a divertirse.

Aquella noche me decidí a salir con ellas de juerga a una discoteca cercana, en cuanto terminé de recoger y montar las mesas, subí a mi habitación para darme una ducha, y salir pitando a la disco.
En cuanto entré por la puerta me vino a recibir Charito, una de las del grupo, morena pelo rizado, ojos verdes y menuda. No recuerdo cuanto tiempo transcurrió entre la entrada y pasar a sentarnos en los confortables sillones de la disco, pero no fue mucho y nada más sentarnos Charito se me abalanzó y me beso, me estaba metiendo la lengua hasta dentro. Empecé a acariciarle la tripa por el hueco que dejaba su camiseta negra de punto, ligera, bastante corta. Note su piel erizarse, era suave y lisa y no tenía un solo gramo de grasa, avance mi mano hasta alcanzar sus pechos, ¡¡no llevaba sujetador¡¡, me recorrió un cosquilleo de pies a cabeza, y me empalme del todo. Eran unos pechos pequeños, magníficamente bien formados, duros y redondos. Enseguida noté como sus pezones se erizaban y sus pechos se endurecían aún más. Ella se empezó a restregar contra mi cuerpo.

Yo lo quería todo y no era cuestión de dar el espectáculo en la discoteca así es que la invité a salir fuera. Cruzamos una carretera y después un pequeño campo de maíz, acabamos en la playa, había luna llena y el paisaje era maravilloso. Nos tendimos sobre la arena y en un momento la quité toda la ropa, la empece a besar todo el cuerpo, poco a poco hasta llegar a su sexo. Era pequeño, de un rosado pálido que lo hacía especialmente atractivo, una maraña negra de pelo cubría su Monte de Venus densamente, pero aún no había llegado a sus labios externos, empecé a besarlos suavemente, ella me pidió que no lo hiciera que le daba cierto asco, pero insistí y al final se rindió. Suspiraba profundamente dejando escapar cortos gemidos que me daban pistas de por donde insistir. Usaba mis labios, para con ellos atrapar el pequeño capuchón que escondía un clítoris a punto de estallar y sus labios menores.
Charito debió de correrse por que en un momento se incorporó me tumbó sobre la arena y empezó a besarme mientras me desnudaba, en cuanto desabrocho mis pantalones salió como una catapulta mi pene, excitadísimo y ella se sorprendió, recuerdo su expresión “ esto no e una polla e un cañón” con cierta torpeza se lo introdujo como pudo en la boca, se notaba que lo hacía por primera vez y no tenía muy claro como seguir, a sí es que la ayudé, indicándole con mis manos el ritmo a seguir, estaba en la gloria, ella movía su cabeza y su mano rítmicamente, me pasaba su lengua desde los huevos al glande, despacito, húmeda, acariciando y luego se la volvía a tragar entera. Estallé como nunca lo había hecho, era mi primera mamada y casi la ahogo con mi corrida.

Seguimos besándonos y al poco yo ya estaba a punto, la recosté de espaldas a la arena y me dispuse a penetrarla, al intentarlo se quejó y me explicó que aunque lo había intentado en otra ocasión no había podido por el dolor, la susurré al oído que se relajara que lo haría con mucho cuidado, coloque la punta en la entrada y empecé a moverme despacito, sin apretar en exceso y poco a poco entraba hasta que note un tope, ya faltaba poco, ambos disfrutábamos de nuestra primera experiencia. Paré un momento de empujar, me movía poco casi imperceptible aunque ella seguía asustada empezaba a disfrutar, le susurré algo al oído, no recuerdo, pero era un chiste y ella empezó a reír de manera nerviosa, en ese momento yo empujé más fuerte y logré pasar, ella dio un respingo y gritó pero yo continué con ritmo y enseguida empezó a gozar, yo me arrodillé en la arena sentado sobre mis talones, la agarré por las caderas y empecé a atraerla fuertemente hacia mi, Charito comenzó a gritar de placer, agarraba la arena se mordía los nudillos e intentaba levantarse, estaba excitadísima y al poco sentí como se me empapaban los muslos cuando ella terminó, en ese momento saque mi miembro y le pedí que terminara con su boca y así lo hizo, fue increíble, acabamos tumbados en la arena abrazados observando una enorme y brillante luna llena hasta que fue relevada por el sol.


Espero os halla gustado. Próximamente “Hotel Clam” Continuación.