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Capítulo 21 (Desesperación y fe)
Tire de la cadena, pero nuevamente me daba cuenta de que era una acción inútil. Mi mano estaba cubierta de mi propia saliva, por más que la escupiera una y mil veces la argolla de acero jamás zafaría por ahí. Reconstruí la persecución en el edificio de Eva, sorprendiéndome de lo mucho que había cambiado mi actitud ¿En qué momento habría pensado que podría empuñar un arma? Mucho menos apuntar a alguien. Seguía teniendo mi propia habitación, un colchón tirado en el suelo era mi cama principal, algunas cobijas, un pequeño baño y por supuesto mi amiga la cadena que estaba atada a una estaca que se hundía en la pared.
El tiempo pasaba poco a poco mientras intentaba encontrar una forma de controlar la situación, logre sentirme en más de una vez una completa inútil. Si Michael estuviera conmigo seguramente ya habría encontrado la forma de escaparnos, avisar a Víctor y de paso eliminar a Sara. Debería esperar, la solución a todo esto llegaría con el tiempo o al menos así rogaba.
La pesada puerta de acero se abrió de forma escandalosa, retrocedí asustada… falsa alarma era la misma chica de antes. Solo que ahora estaba acompañada por un fuerte hematoma sobre su ojo derecho y un corte sobre su labio inferior.
- Hola – comento acercándose – ¿Necesitas algo?
—Que pregunta más estúpida. Si, salir de acá.
—Qué respuesta más egoísta –Comento con una voz quebrada– Yo también me quiero ir ¿sabes? No eres la única persona que está sufriendo en el mundo.
Su contestación me había golpeado duro, tenía razón ella no era el enemigo. Era simplemente una de las tantas personas que había caído en esta situación de mierda. Se acercó a mí sentándose sobre mi colchón.
—¿Cómo te llamas? –pregunto con un hilo de voz.
—Mariza Márquez ¿y tú?
—Sofía Garica.
—Perdóname por llamarte estúpida. Supongo que debe ser que estoy aterrada.
—No te preocupes, te entiendo.
Pelirroja y con la cara llena de pecas me recordaba a Halle solamente que ella tenía ojos cafés, su cabello totalmente lacio llegaba casi hasta sus hombros. Lo único que arruinaba tan lindo rostro eran los golpes que tenía.
—¿Qué te paso en el rostro?
—Bueno… te escapaste y me golpearon por permitirlo.
—Lo lamento mucho –bajo la mirada, imagino que no me decía lo que pasaba por su mente– Esto se va a terminar, te lo prometo.
—¿De verdad? Que alegría, gracias por decírmelo –comento irónica.
—¡Te lo juro! De verdad… todos estos hombres van a morir –susurre– ¿Sabes quién es Víctor Vask?
Un ruido se escuchó, la puerta se abrió. Sentí la mirada poderosa de Sara, sonría contenta mientras desenfundaba su arma. Apunto a Sofia.
—¡Tu! Ven –ordeno con vos poderosa.
—No –Comento con vos quebrada, escondiendo su cabeza contra mi hombro– ¡Yo no hice nada!
—¡De pie!
Sofía dudo unos segundos, pero al no tener la más mínima opción obedeció. Se acercó temerosa y muy lentamente. Sara levanto la mano y le acaricio el rostro.
—Eres muy bella, lastima por esos golpes –comento sin mostrar ninguna emoción– ¿Quién golpeo a esta mujer?
La respuesta se hizo esperar, ninguno de sus hombres dijo nada. Todos ellos permanecían en su lugar, totalmente callados.
—¿Quién Golpeo a esta mujer? –pregunto ahora con un tono elevado.
—Yo – respondió simplemente uno de ellos.
—Bien, por fin alguien demuestra valor –comento aplaudiendo lentamente –¿Por qué la golpeaste?
—Bueno… usted dijo que la castigáramos.
—Jum. Claro, ya veo –comento pensativa.
Levanto su arma dando un disparo en la pierna del pobre hombre que retrocedió unos cuantos pasos dando un grito desgarrador. El cuerpo de Sofía se sacudió completamente ante la sorpresa. En cuanto a mi… bueno, me sorprendió muchísimo que mi mente se mantuviera tan tranquila, por decirlo de alguna manera. Estaba aterrada, pero al mismo tiempo sabía que debía mantenerme alerta.
—¿Cómo podría explicarlo?... –comenzó diciendo Sara– las chicas, son las que generan nuestros ingresos. Por lo tanto, debemos mantenerlas en el mejor estado posible.
Levanto su arma y disparo por segunda vez sobre la pierna derecha del pobre infeliz. Tomo a Sofía de sus cabellos zamarreándola frente a todos.
—¡Una chica así, no me sirve para nada! –Dijo mientras la empujaba contra mí– Ahora entiendo porque la red sudamericana esta tan débil ¡ustedes son unos inútiles! –Grito dando un disparo certero en la cabeza del herido– ese es el problema que tenemos acá, demasiada insubordinación.
La habitación quedo en completo silencio, ninguno de nosotros se animaba a decir absolutamente nada.
—Afuera todo el mundo –ordeno la perversa mujer.
Pasaron apenas segundos antes de que solo quedáramos nosotras dos.
—¿Te tratan bien? Mi idea era venir a ver como estabas ¿Alguna queja de tu habitación?
—¿Vas a matarme ahora? –pregunte tranquilamente.
—¿Eso es lo que quieres? –contraataco– realmente esperaba que me acompañaras por más tiempo.
—Lo más lógico sería matarme ahora ¿Qué piensas que hará Víctor ahora? No va a quedarse sentado esperando por un pedido de rescate. Sin mencionar a Michael.
—Ahh si… Michael ¿Un tipo bastante peculiar no?
—Esa sería una forma educada de decirlo.
—Veras realmente no me interesa matarte. Tu valor es mayor viva que muerta. Además, es más desesperante para tu noviecito si ni siquiera puede saber eso –comento sonriendo tranquilamente.
Nuestras miradas se cruzaron con tanta fuerza que realmente en ese momento no sentí absolutamente nada de miedo, solo lastima.
—En fin, que te diviertas –se limitó a decir.
—Te lo agradezco.
—¡Ay asquito! –grito al ver que la sangre del cuerpo había alcanzado su zapato.
Limpio la suela de su zapato sobre el cuerpo sin siquiera tener el más minino respeto por el que había sido uno de sus hombres.
—Me das pena –confesé– no tenés respeto alguno por ninguno de tus hombres, sos una mujer con una vida tan miserable que tu único objetivo es hacer que todo él que se acerque a vos también la tenga.
Se abalanzo descontrolada sobre mí. Dio un golpe rompiendo mi labio inferior, me mantenía lo más tranquila posible.
—Vos… ¡No sabes nada! –Dijo poniendo un arma en mi sien derecha.
—¿Vas a hacer algo con esa arma? Sino bájala porque ya me aburre esta escena en mi vida.
Trataba de parecer tranquila, totalmente segura. Intentaba de forma desesperada copiar la actitud de Michael y afortunadamente ninguna de mis lágrimas logro salir de mis ojos.
—Disfruta tu noche acá dentro porque vas a pasar un largo tiempo conmigo, apenas tenga a Víctor y Michael a vos te sirvo viva como comida para perros –dijo retirándose totalmente furiosa.
El tiempo parecía detenido en ese cuarto mientras las palabras de Sara rondaban una y otra vez por mi mente “apenas tenga a Víctor y Michael…” ¿Para qué quería a Michael? Ella solo quería dañar a Víctor ¿pensaba en matarlo también?
Ya sola, mis lágrimas cayeron sin control. Sentía como si en cualquier momento fuera a caerme en un infinito vacío. Me sentía increíblemente sola, pero en algún momento dentro de ese mar de lágrimas una idea llego a mi mente, solo necesitaba una excusa y nuevamente mi cuerpo seria quien me la brindaría.
—Baño, baño ¡Por favor, alguien! Baño, baño –comencé a gritar
Repetía una y otra vez, los minutos pasaron hasta que por fin la puerta se abrió. Un guardia armado ingreso. Me observo desde arriba como si fuera algo sin importancia, se acercó despacio para arrodillarse frente a mí abriendo el candado que sostenía la argolla alrededor de mi mano derecha. Me levante sonriente pensando como encararía la situación, me dirigí hacia mi pequeño y mugriento baño para hacer mis necesidades.
—¿Cómo te llamas? –comencé preguntando una vez terminado con mi tarea.
—Sin preguntas –respondió completamente serio.
—¿Sabes quién soy yo? –Nuestras miradas se cruzaron– conocerás también a Víctor Vask y a Michael. Tu jefa se equivoca, no se quedarán sentados. Tú y hombres serán asesinados.
—¡Basta de decir estupideces! –dijo revoleándome sobre el colchón.
—Hay una solución, mi proporción. Mira a tu compañero –dije señalando el cuerpo inerte que todavía estaba tirado en el suelo de mi habitación– ese podrías ser tu ¿Por qué piensas que te asesinara? Podrías ser el siguiente, existen tantas cosas que podrías hacer mal. Pisar su sombra. Dejarme mirar por la mirilla de la puerta. Cuestionar una orden –se quedó callado mirando el cadáver– ¿Cuánto ganas? –continúe– no importa no me lo digas, piensa un número que te haría feliz, multiplícalo por dos y esa será mi oferta.
—¿Dijiste por tres?
—Si eso quieres… dile a tus hombres que esta es mi oferta. Únanse a mí y ya no tendrán nada que temer.
La argolla de acero volvía a cerrarse sobre mi mano, mi corto tiempo de libertad había terminado, solo que ahora tenía algo más en mente si podía comprar a los hombres de Sara crearía una revolución sacándole todo su poder sin que ni siquiera se diera cuenta.
Pocas veces me había sentido tan incómoda como dormir en ese horrible colchón, mi cuerpo se sentía completamente entumecido, estiré como pude mis extremidades sintiéndome pegajosa. Sentí un olor muy fuerte, algo que me costaba identificar, poco a poco mis parpados se abrieron acostumbrándose a la luz, un panorama borroso se presentó ante mí, cerré mis ojos con fuerza una y otra vez hasta que pude enfocar la vista. Estaba cubierta completamente de sangre, tanto mi ropa como mi piel, comencé a gritar con todas mis fuerzas mientras mis lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro, pero todo aumento cuando vi la cabeza cercenada del guardia que había escuchado mi oferta.
—Pobre Srta. Márquez… –Di vuelta la cabeza, encontrándome con Sara sentada contra la pared abrazando sus rodillas– realmente no creí que fueras tan ingenua para creerme una idiota, si quieres comprar a una de mis fuerzas yo me entero, si quieres crear una revuelta dentro de mi red yo me entero, si quieres defecarte encima como la pobre muchacha estúpida que eres ten por seguro que yo me entero.
—¡Sos una enferma! Estas loca –grite poniéndome de pie, mientras me sacudía en un intentó estúpido de limpiar la sangre– ¡eres una enferma!
Sonrió con total tranquilidad mientras se ponía de pie.
—Quédatela como regalo, así recuerdas que esto no es un juego. Muchos besitos.
Dio media vuelta y se retiró de la habitación cerrando la puerta tras de ella, mi vista se fue primero de mis manos temblorosas cubiertas de sangre al colchón donde se hallaba la cabeza cercenada, permanecí un tiempo que se me hizo infinito con la vista en la escena hasta que mi cuerpo se contrajo vomitando los líquidos dentro de mi estómago, haciendo a un lado el colchón y cubriendo también el cuerpo del hombre que todavía seguía ahí pudriéndose me eche en el suelo a llorar nuevamente.
Sara no solo era una persona peligrosa, estaba increíblemente desequilibrada. A la cabeza de una de estas redes que convierten la vida de otras mujeres en un infierno… ¿Cómo puede una mujer odiar tanto a las mujeres? Mis lágrimas continuaban cayendo, poco a poco las fui usándolas junto con mi saliva para limpiar la sangre de mis manos, me sentía al borde de un ataque de nervios… una vez que mis manos limpias “o al menos eso parecía” pude relajarme lo suficiente para intentar dormir algo.
**
La joven dormía con tranquilidad sobre su cama, lejos del mal del mundo, de los peligros que intentaban acecharla. Sus suaves sabanas comenzaron a empaparse completamente tanto que la pobre joven se despertó, su cama yacía sobre un enorme charco de sangre, eso era lo que absorbía su cama.
Grito sacando todas las sabanas y almohadas de su alrededor, todo tomaba un hermoso y tétrico color carmesí, el nivel de la sangre subía a un ritmo muy acelerado. Su cama comenzó a flotar salvándola temporalmente de hundirse, grito desesperadamente una segunda vez solo que ahora sus gritos fueron respondidos. Un par de manos salieron del rojo líquido tomándola de su cuello intentando hundirla, la pobre chica usaba brazos y pies tratando de defenderse, tratando de no hundirse, todo en vano…
**
Desperté gritando con todas mis fuerzas y aun cuando entendí que había sido solo un sueño tarde mucho en tranquilizarme, me saqué desesperadamente toda la ropa tirándola sobre el colchón que cubría los cadáveres. Prefería quedar desnuda antes que tener esa ropa cubierta de la sangre del pobre guardia que había muerto por mi culpa. Podía sentir el gusto de la sangre todavía en mi garganta, observaba mi cuerpo manchado, me daba asco… estaba sucia.
—Ahogarme en sangre… –confesé a la oscuridad sintiendo muchísimo miedo– por favor… –comencé de nuevo, coloque mis manos en posición de oración, sentándome sobre mis talones– por favor… no sé si realmente existes, ni donde se supone que estas. Lo único que sé es que estoy muy asustada, tengo mucho miedo de morir –rece derramando mis lágrimas– no quiero… siempre fui una buena persona, no le hago el mal a nadie y siempre trato de ayudar a los demás. Juro que si logro salir de esto con vida me esforzare día a día en ser una mejor persona y dar bienestar las personas que me rodeen… lo juro.
Mis ojos se perdieron en algún lugar de la habitación, sentí muchísimo frio. Los rayos del sol que entraban por la triste ventana apenas ayudaban a calentarme. La pesada puerta se abrió, retrocedí acurrucándome contra un rincón cubriendo mi desnudes con mis piernas. Sofía apareció dejando un balde en el piso, se acercó corriendo a mí.
—Mariza ¿Qué haces? –Susurro observándome– ¿Dónde está tu ropa?
La oía, pero mi lengua se negaba a responder. Mi mente seguía perdida en la oscuridad.
—¡Mariza! –insistió nuevamente Sofía, se acercó aún más tocando mi cuerpo– estas helada, debemos vestirte ¡Mariza!
La observe por primera vez desde que entro, nuestras miradas se cruzaron. Vi compasión y una profunda tristeza en su mirada. Se sacó la remera que cubría su cuerpo sumergiéndola en el agua que traía en el balde, lo retorció un poco mientras comenzaba a lavar mi cuerpo comenzando por mi frente.
—Vamos a morir acá… –deje escapar.
Me observo durante unos segundos y luego continuo con su labor, seguía con mis brazos.
—No pienses así, es justamente lo que ellos quieren… quebrar tu espíritu. Nunca debes rendirte, siempre hay razones para pelear por un nuevo día.
Seco mis lágrimas sin responder a mis comentarios ¿Qué podría decirse ante una verdad tan absoluta? Que pensamiento más miserable.
—Es por mi culpa –continúe –toda esta mierda comenzó por mi culpa. Por mi culpa mataron a esos hombres, por mi culpa te lastimaron… a Eva –nuevamente lloraba recordándola en el suelo completamente inmóvil– a la seguridad que esperaba paciente afuera… ¿Cuánta gente más debe morir por mi culpa?… Me quiero morir.
Me aleje unos cuantos pasos tirándome en el suelo helado haciéndome un bollito.
—Déjame morir acá. Ándate por favor.
—Vos no sos responsable, Sara es una demente –agrego
Y ahí nos quedamos, Sofía termino de lavar mi cuerpo el tiempo paso. Las pesadillas aumentarían con el paso de los días ¿Cuánto tiempo pensé que podría vivir hasta que finalmente mi mente colapsara?
Cuarto día de mi captura o al menos eso creía, se pierde la capacidad de medir el tiempo, solo quedan suposiciones. Es increíblemente desesperante vivir entre cuatro paredes, los cuerpos muertos de mi habitación habían sido removidos, todas las noches me despertaba llorando y gritando a causas de fuertes pesadillas, solo podía ver muerte a mi alrededor. Comencé perder el apetito, me sentía débil, pasaba muchas horas sola dándome la sensación de que los días eran eternos. El miedo era siempre mi fiel compañero y aunque nunca fui creyente mucho menos practicante comencé a crear mi fe. Aunque realmente no sé si era algo real o una simple idea para poder mantener la esperanza.
—Señor… te doy gracias por seguir manteniéndome con vida, por favor protege a Víctor, Michael, Eva y a todos mis seres queridos. Haz que la justicia prevalezca en el mundo, ayuda a que termine este baño de sangre que ya se ha cobrado demasiadas vidas. Amén.
La puerta de mi habitación se abrió, Sofía ingreso trayéndome nuevamente la comida.
—¿Sigues hablando sola? Ya te lo dije no hay nadie escuchándote más que las paredes –dijo poniendo la bandeja en el piso a mi lado.
—No tengo hambre –respondí
—Tienes que comer, sino lo haces ni todo el poder de tu dios podrá salvarte.
—Eso es blasfemia.
—También lo es dejarte morir.
El tiempo que pasaba en compañía de Sofía era limitado, hablar con alguien más que no fuera mi mente era hermoso, una pizca más de cordura. Entre discusión y discusión logro que comiera un poco más que el día anterior, bravo.
—¿sigues con tus pesadillas? –pregunto una vez que termine de comer.
—Si, me hacen compañía todos los días –respondí
—¿Quieres hablar de eso? –pregunto
Nuestras miradas se cruzaron, pero antes de responder la pesada puerta se abrió de nuevo, un guardia ingreso ordenando a Sofía que se retirara.
—Hora de continuar su camino señorita Márquez –abrió la argolla alrededor de mi muñeca dejando que la cadena caiga al suelo.
—¿Dónde voy? –no hubo respuesta– ¿Dónde me llevas? –nuevamente me ignoro.
Salimos de la habitación sin que me dijera ni una sola palabra, caminamos en dirección contraria a donde yo había salido corriendo la primera vez y bajamos por unas escaleras. Llegamos a un sótano oscuro e inundado de un olor penetrante a humedad, revolvió un poco en una caja sucia que se hallaba sobre una de las mesas cargadas de papeles y cosas viejas.
—Ten –dijo sacando un arma. Dude unos segundos en tomarla sin entender si todo esto era una especie de experimento– no voy a esperarte todo el día, no tenemos tiempo.
—¿Porque haces esto? –dije tomando el arma.
No me respondió, solo me indico con un gesto de la mano que lo siguiera, atravesamos ese sótano mugriento lo más rápido que pudimos hasta llegar a un pequeño estacionamiento. Saco una llave de su bolsillo destrabando las puertas, pero cuanto estábamos a punto de irnos aparecieron dos hombres, como pude me protegí tras del auto. De un solo disparo mato a uno de ellos, su compañero retrocedió unos cuantos pasos disparando unos cuantos tiros antes de ser baleado de igual manera. Subimos al auto a toda prisa pero un guardia más se presentó ante nosotros, esta vez fui yo quien disparo –mente fría y disparos certeros– diría mi sanguinario amigo, aunque en mi caso dispare a la rodilla. El pobre hombre grito intentando arrastrarse a resguardo, pero antes de lograrlo nuestro auto le paso por encima.
—¡Eres una estúpida! –Vocifero mi libertador– La próxima vez dispara en la cabeza no la rodilla.
—No soy una asesina –dije poniendo mi pistola en mi cintura.
—Serás menos que eso si no comienzas a actuar como te digo –acomodo el espejo dejando escapar un suspiro– nos siguen, sostente
El auto acelero tirándome contra el asiento, mire por el espejo, eran tres autos los que nos seguían. Este hombre, fuera quien fuera estaba poniendo en peligro su vida con tal de sacarme de ese asqueroso lugar.
—Todavía no me dices quien eres ¿Cómo podre confiar en ti? –pregunte.
—Realmente Srta. Márquez, no me importa que confié en mí, los susurros decían que ofrecía una jugosa recompensa si era rescatada.
—¿Me liberas para cobrar la recompensa? Creí que mi mensaje se había perdido con la muerte de ese guardia.
—No, tampoco me importa ese guardia estúpido, pero me dijo que Michael esta con Ud. ¿Es eso cierto? Lo que el guardia dijo… ¿el señor Michael esta con Ud.?
—Si, me ha protegido muchísimas veces y seguramente ahora debe estar buscándome.
—Se nos dijo que Michael había muerto, soy leal a él igual que mis camaradas. Cuando la noticia llego algunos se quedaron a las órdenes de Sara otros muchos se fueron.
—Si eres tan leal ¿Por qué te quedaste?
—Porque me negaba a creer que Michael estuviera muerto. Es el hombre más capaz que conozco. Tenemos que separarnos –ordeno
—¿Ahora? No sabría que hacer sola ¿Dónde voy?
—Siga en dirección norte, se encontrará con un pueblo llamado Tranqueras. Revise bajo su asiento encontrara algo de dinero, puede hacer una llamada y decir donde se encuentra.
—Estoy asustada… No puedo sola… ¡Ni siquiera se para dónde está el norte!
—¡Por el amor de Dios! Eres desesperante ¿No aprendiste nada de Michael? El sol se mueve de Este a Oeste ¿Sabes eso al menos? –Asentí un poco avergonzada de cómo me hablaba– ¡sigue en esa dirección! –grito señalando a mi derecha– tarde o temprano tendrás que toparte con el pueblo, ahora escúchame… no llames la atención, camina rápido pero no corras, no mires a nadie a los ojos, pero tampoco evites mirarlos… se discreta.
—Está bien… entiendo o al menos eso creo ¿Dónde te detendrás?
—No me detendré.
—Dijiste que tenía que seguir sola caminando en dirección…–mi mente por fin había hallado la respuesta a su adivinanza– ¡No voy a saltar!
—Si seguimos juntos hay más posibilidades que nos atrapen, si me detengo sabrán que no estas arriba de este auto y podrán atraparte más fácil ¡No discutas!
—Como para no discutir ¡Tengo miedo!
—¡Debes hacerlo si quieres vivir! No intentes ganarle a la inercia, rueda apenas caigas y escóndete tras los árboles, bajare un poco la velocidad… nos estamos acercando al punto cuando te diga Salta.
El vehículo se acercó al lugar indicado a toda velocidad mientras éramos tragados por una gran arboleda que se encargó de ocultar la luz del sol, ante nosotros se presentó una pronunciada curva, ese era. Ese era el punto exacto.
—Señor protégeme, señor protégeme, señor protégeme –rogaba como en una especie de mantra para mí misma.
—¡Ahora! –grito.
El vehículo bajo considerablemente la velocidad mientras tomaba la curva, abrí la puerta saltando sin siquiera pensarlo dos veces o sino el miedo me obligaría a quedarme. Caí sobre el suelo dando innumerables vueltas sobre el césped antes de detenerme, me levanté lo más rápido que pude y me escondí tras un gran eucalipto. Mi corazón bombeaba a diez mil revoluciones por minuto mientras imploraba que no me encuentren, vi pasar los tres autos a toda velocidad por lo que de a poco fui tranquilizándome.
Ignoro por cuanto tiempo caminé, pero poco a poco comencé a divisar la ciudad –se discreta –dijo el extraño sujeto, realmente con pantalón jean ajustado, camisa blanca abierta y sin corpiño no creo que sea posible. Abroche hasta el último botón de mi ropa mientras recorría las calles de la pequeña ciudad, entre en una estación de servicio buscando un teléfono. Las miradas se posaron sobre mí al instante, sobre todo de los hombres. Caminé lentamente por sus pasillos tratando de llegar al mostrador, pero mientras lo hacía sentí una fuerte nalgada sobre mi cola, al darme vuelta vi era un hombre que sonreía como un idiota mientras sus amigos lo festejaban. Bravo el gran hombre, decidí ignorarlo ya muchos problemas tenia
—Disculpe necesito usar algún teléfono –dije dirigiéndome al adolescente encargado de atender al publico
El torpe muchacho me observaba de arriba abajo como si estuviera desvistiéndome con la mirada, fue tan evidente que sentí bastante incomoda por lo que decidí ponerme más dura.
—Ey… ¿me estas escuchando?
—Por allá –dijo sin mirarme a mis ojos sino más bien a mis senos.
—Gracias –respondí de mala forma.
Caminé un par de metros hasta que en un rincón vi un par de teléfonos públicos, realmente imaginaba que no existían más, revisé entre mi dinero dándome cuenta de que no tenía ni una triste moneda ¡Que mierda!
—Disculpa –dije nuevamente al adolescente estúpido– no tengo ni una sola moneda ¿me prestas tu celular? Te doy un billete de cien.
—Dame un beso y te lo regalo.
—Quieres el billete o se lo pido a alguien más.
El torpe muchacho accedió regalándome una sonrisa estúpida. Realmente me molesto mucho, pero por el otro lado lo entendía, le gustaba y no podía enojarme por eso. El teléfono llamo y llamo y llamo… hasta que…
—Vask –respondió.
—¡Hola mi amor!
—¡Mariza! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?
—Si, si estoy bien. No sé dónde estoy, es un pueblo llamado tranquera o tranqueras… no sé.
—Tranquila… mi amor ya está, quédate en un lugar público o anda a alguna comisaria. Voy a buscarte inmediatamente.
—Apúrate –dije casi llorando
—Ya voy mi amor, conta el tiempo hasta que llegue.
Le di el billete de cien al muchacho que sonrió nuevamente.
—Adiós preciosa
—Adiós amiguito, suerte la próxima vez.
Me dispuse a salir cuando sentí nuevamente una fuerte nalgada, me detuve en seco observando al mismo sujeto con su grupo de idiotas riéndose. Dio una tercera nalgada lo que colmo mi paciencia y libero toda mi furia me di vuelta nuevamente, pero esta vez dando un fuerte golpe a su mandíbula rompiendo ambos labios.
—¡Tócame de nuevo! –el lugar quedo en completo silencio.
—No… señorita discúlpeme fue un error.
Lo mire mala manera, luego a sus amigos y finalmente me retire. El lugar estallo en carcajadas, en momentos como esos me alegraba haber aprendido a defenderme con Michael.
Si me encontraban allí pondría en peligro a todas esas personas por lo que recorrí las calles llegando a una comisaria, mi corazón se alegró enormemente, estaba a salvo… no podrían lastimarme y además contaría lo que les pasaba a las demás chicas. Ingrese apresuradamente contando absolutamente todo lo que sabía y había visto, hable de Sara, de los asesinatos… todo… absolutamente todo. Todo iba bien hasta que se dieron cuenta que estaba armada, se apresuraron a desarmarme y meterme en un calabozo. Por un momento creí que era totalmente entendible ya que iba armada pero el tiempo paso, ignoro cuanto realmente, pero todas mis esperanzas se cayeron al piso cuando vi como Sara entraba sonriente acompañada del comisario ¡Que mierda!
**********
Hacia una hora que Michael se había ido, mi seguridad me había informado que Mariza se encontraba en la casa de Eva totalmente custodiada por lo que me sentí libre de preocupaciones ahora que ya no tenía a la empresa me sentía completamente inútil. Seria unos de los problemas a solucionar, encontrar algo para hacer. La puerta de mi despacho fue golpeada dos veces antes que Lucio entrara sin esperar autorización.
—Víctor, permiso –comenzó diciendo mientras tomaba asiento frente a mí –Necesitaba hablar con vos.
—¿Qué sucede Lucio?
—Es su madre señor. La enfermedad avanza, pero ella solo piensa en otra cosa ¿Mariza no te conto?
—No, desde que Michael apareció no la volví a ver. Esta con su amiga Eva.
—Le pidió a Mariza que tenga un hijo cuanto antes.
Lo observe durante un breve periodo de tiempo, aunque en mi mente fueron años ¿un hijo? Jamás había contemplado la idea. Cuando mi madre lo había planteado frente a mi había pensado que solo estaba hablando por hablar.
—¿Un hijo? Supuse que solo era un decir.
—No, tu madre está decidida a esperar un hijo de ustedes. Dice que su tiempo se termina y que quiere tener un nieto antes de morir –confeso lucio.
—Lucio, amigo mío. Necesito que me hagas un favor, quédate al lado de mi madre e infórmame de cualquier novedad en su comportamiento.
—Claro, me pidió que la llevase a ver unas cuantas tiendas. Te avisare si surge nuevamente el tema.
Se despidió muy afectuosamente pero mi mente solo pensaba en la petición de mi madre, un hijo. Siempre supuse que algún día los tendría, pero ¿Ya? Mariza era la mujer indicada de eso estaba seguro ¿Ella estaba de acuerdo? Seguramente ella iba a decirme esto al volver de la casa de Eva ¿Ella si quería un hijo? Seguramente estaría de acuerdo con mi madre.
Debían ser tantos años desde que no me ponía a navegar por internet solo por diversión, hasta que una idea cruzo por mi mente, recordaba los juegos con mi bella durmiente. Entre el buscador e inicie una nueva búsqueda.
Mi mente se llenó de posibles ideas mientras veía a mi bella durmiente envuelta en ese maravilloso disfraz. Volví a la realidad teclado una nueva búsqueda.
Mi vista se perdió en la pantalla durante unos segundos, sonreí sin poder evitarlo. Mi bella mariza se vería hermosa con cualquier disfraz que le pusiera.
Mi teléfono comenzó a sonar, decidí dejarlo sonar, realmente no me interesaba atender, pero la llamada se cortó e inmediatamente volvieron a llamar ¿Tanta insistencia?
—Vask –conteste.
—¡Víctor! –la voz chillona de Agostina lleno mis oídos- ¡Canal ciento treinta y dos, YA!
Tome el control y busque rápidamente el canal que me había indicado, el teléfono se cayó de mis manos.
**
—Buenos días soy Emilia Iglesias esto es InfoMundo Primera Hora, tenemos la primicia de un espantoso hecho ocurrido en uno de los barrios más adinerados de la ciudad donde nuestro notero Federico Latorre ya se encuentra cubriendo la nota… ¿Nos escuchas Fede?
El notero hablaba en un gran revuelo de gente, policías, helicópteros, ambulancias, dotaciones de bomberos… todos increíblemente apurados.
—Si, Si… gracias Emilia, hace unos momentos una fuerte explosión se produjo frente a este mismo edificio donde según fuentes policiales los cuatro ocupantes murieron al instante, los atacantes ingresaron por esas puertas que vemos allá asesinando a los miembros de la seguridad y algunos civiles. Según nos indicaron también los oficiales de policía había una especie de seguridad privada que combatió hasta que fue superada en número siendo acribillada.
—¡Qué horror! Una enorme balacera ¿Tenemos ya los reportes de civiles heridos o asesinados?
—Si, logramos confeccionar una pequeña lista, siendo la nueva CEO de las ex industrias Vask la persona que más sobresale.
—Eva Simmons ¿es una de las víctimas fatales?
—Según nos indicaron no, está en el Hospital General.
—Muchas gracias Fede, en unos minutos vol…
**
Las puertas de mi despacho se abrieron de par en par, John entro casi corriendo, observo la noticia que seguía dando detalles de las otras víctimas del ataque.
—Víctor –comenzó diciendo luego de observarme totalmente devastado.
—Quiero estar solo…
—La recuperaremos. Lo juro
No conteste, baje la cabeza hacia el suelo sin saber que decir… ¡Completo imbécil! Tanto alarde para que pudieran llegar a ella tan fácil. Debería haber aceptado el trato de Hannah, no tendría que pasar por tantas mierdas de haber aceptado.
La televisión seguía trasmitiendo en vivo desde el lugar del hecho, sentí como la ira crecía dentro de mí, escuchando como los periodistas inventaban y creaban suposiciones de porque había sido llevado el ataque, tome la elegante lámpara que se hallaba sobre mi escritorio revoleándola contra el enorme plasma, luego tome otra cosa y otra y otra poco a poco mi despacho fue destruyéndose mientras liberaba mi ira a base de gritos y maldiciones.
Las horas pasaron mientras vi como la botella de whisky quedaba vacía frente a mí, llené el vaso hasta el tope bebiéndola de una sola vez.
—Que realidad tan lamentable –pudo oírse frente a mí, el detestable amigo de Mariza acaba de entrar en la habitación.
—¿Cómo mierda llegaste hasta acá? –Logre decir en el cuarto intento– ¿Qué haces acá?
Se acercó mirándome con mala cara, mientras negaba a una pregunta que nadie había hecho.
—Qué imagen tan patética estas mostrando –continuo
—¿Qué te importa a vos? –contrataque.
—El poderoso Víctor Vask… solo es un triste ebrio que se tira a si mismo a la basura cuando la situación se pone difícil.
Como pude me levante tirando un golpe que esquivo apenas moviendo su cuello, sonrió de esa manera tan arrogante y estúpida que volví a intentar golpearlo, pero tropecé con algo cayendo fuertemente contra el suelo. Su risa se escuchó, me levante todavía más enojado desenfundado mi arma.
—¿Cómo mierda entraste? –grite apuntándolo
—Me dejaron entrar, saben que soy amigo de mariza.
—¡Te voy a volar la cabeza!
Sonrió por segunda vez, me esforzaba en mantener mi puntería. Ni siquiera se en que momento fue, pero golpeo mi brazo haciendo que tire el arma, me abalance nuevamente contra el solo que esta vez me tomo brazo retorciéndolo y poniéndolo en mi espalda. Grite mientras me sacaba de la habitación, mis guardias se presentaron viendo como Michael me obligaba a subir las escaleras.
—El señor Vask bebió más de la cuenta –comenzó diciendo a penas nos vimos rodeados de mi gente– creo que le gustaría que al volver de su baño su despacho volviera a estar ordenado.
Mi gente llamo al servicio doméstico dirigiéndose a mi despacho mientras yo subía como podía las imponentes escaleras principales. Se escuchó como el fuerte chorro de agua llenaba la bañera, rápidamente Michael me había desvestido ayudándome a entrar. Mi cuerpo se convulsiono devolviendo tanto parte del desayuno como del whisky que había consumido, aunque pude moverme lo suficientemente rápido para vomitar fuera de la tina.
—La bebida no se te da mi amigo –dijo mientras un chorro de agua caía sobre mi cabeza.
Me sentía mucho mejor luego del baño, Michael me había traído una taza grande de café negro. Por más que tuviera mis dudas sobre el desquiciado amigo de mi bella durmiente no podía negar que me había ayudado en una situación que él con toda la razón posible había descripto como patética.
—¿Siempre eres así? –Pregunto sin dejar de mirarme– ¿Siempre te emborrachas de esta manera?
—No –respondí sin mirarlo– Siempre que me paso Mariza no estaba a mi lado para contenerme. Todo lo que le pasa es mi culpa –comente cabizbajo
—Si, es verdad. Debemos eliminar a Sara y terminar con todo esto.
Nuestras miradas ahora si se cruzaban de verdad, me levante de mi asiento encarándolo parecía como si estuviéramos midiendo nuestras fuerzas.
—¿Qué hacemos? Por un lado, podemos hablar con Agostina. Por el otro podríamos movilizar a todos nuestros hombres y hacerlos mierda sin tener que informar nada ¿Qué sugerís?
—Vamos a hacerlos mierda… y después se lo informamos
Nos dimos un fuerte apretón de manos sellando nuestro acuerdo, decidimos que primero debíamos ir a visitar a Eva al hospital y averiguar que era lo que ella pudiera saber.
Al llegar nos encontramos con una fuerte custodia proveniente de las industrias Vask, era el mismo lugar donde yo había estado a cuando sufrir el primer atentado por lo que conocía el director lo que me dio la idea de hablar con él directamente.
—Víctor ya te expliqué… solo familiares directos pueden ver a Eva Simmons ya sabes cómo es esto.
—Doctor por favor –replique.
—Eva es mi prometida –agrego Michael.
El doctor se queda totalmente en silencio como si no tuviera nada que decir.
—No tengo información que sustente eso –dijo al fin.
—Es verdad, por seguridad se nos aconsejó no difundir absolutamente nada sobre esta relación –Agregue defendiendo la propuesta de Michael.
—¿Seguridad? Ni siquiera sé que estás diciendo.
—Eva se convirtió en la nueva CEO de la compañía y… llego el primer atentado en su contra –contraataque– si nosotros hubiéramos hecho publica esta información antes puede ser que hayamos puesto en peligro a ambos. Piensa en los medios en este momento, están desesperados por la más mínima información que pudiesen conseguir.
—Claro, lo imagino –dijo aceptando mis palabras– pondrían fotos de ambos y darían información personal.
—¡Claro! Debemos permanecer en silencio, pero Eva es más débil de lo que parece. Seguramente ahora está esperándome. Le pido por favor que no nos separe –agrego Michael cubriendo su rostro con una de sus manos mostrándose muy compungido. El doctor puso una mano coloco una mano sobre su hombro diciendo algunas palabras para consolarlo.
Me había sorprendido la velocidad con la que ambos reaccionamos complementándonos de una manera perfecta. Al llegar a la habitación nos encontramos con dos agentes de policía en la puerta, al parecer no éramos los únicos que queríamos hablar con ella. Ingresamos acompañados por el doctor que tal vez quería confirmar nuestra historia.
La pequeña habitación quedo repleta apenas llegamos Eva estaba de pie acompañada de dos agentes de policía que intentaban sacarle información detallada de los incidentes.
—Por lo que no conoce a los hombres que se llevaron a su amiga…
—Ya les dije que no como cuatro veces, llegaron, subieron, nos encontraron, me lastimaron y se llevaron a Mariza.
—Entiendo –agrego uno de ellos mientras el otro anotaba cada palabra –no deje de llamarnos si logra recordar algo más– dijo dándole una tarjeta
—Claro –respondió tomando la tarjeta y arrojándola sobre su pequeña mesa de luz.
El oficial se quedó mirándola durante unos segundos antes de dar media vuelta para encontrarse con nosotros.
—Disculpen caballeros, pero la Srta. Simmons tiene visitas personales –anuncio el doctor.
Michael se adelantó sin darle tiempo a nadie, con un simple –Hola hermosa –sujeto el rostro de Eva entre sus manos dándole un beso a la vista de todos. La besaba mordiendo sus labios e incluso llego a manosear una de sus nalgas convenciendo a todos en la habitación que de inmediato comenzaron a retirarse. Por un momento me sentí como el único idiota que no conocía la verdad de esta relación, pero todo se vino abajo en el momento que Eva noto que habíamos quedado solos se separó mostrándose sonriente antes de dar un fuerte rodillazo en la entrepierna de mi atrevido socio, aunque Michael apenas pareció notarlo, Eva movió la cabeza de lado esperando unos pocos segundos antes de ir a su baño privado.
—¡Ahhgg! –Exclamo mientras caída de rodillas– ¡Que hija de puta!
—Menos mal –dije sonriendo– ya comenzaba a pensar que eras una especie de súper hombre inmune a cualquier dolor.
—Me alegro de poder calmar tus preocupaciones –respondió– Ahh… realmente no era así como lo imagine.
—Supuse que tu entrenamiento te había preparado para resistir cualquier dolor.
—Así fue… pero no me esperaba esto, no tuve ni siquiera tiempo para prepararme…solo la miraba sonreírme
—La puerta… ahí viene.
Michael se levantó de inmediato sonriendo como siempre. Eva lo observaba mordiendo ambos labios ocultando su sonrisa.
—¿Estás bien? –Pregunto al fin la amiga de mi bella durmiente– creo que me excedí en mi castigo.
—Estoy perfecto, no te preocupes –respondió mostrándose altanero y desafiante.
—Me alegro mucho, si vuelves a hacer algo como eso te hare castrar con un cuchillo oxidado –amenazo con su ceño fruncido.
—Podría valer la pena –contrataco él
Los dos se observaron un momento manteniendo cada uno su mirada firme en el otro. Por un lado, la mirada de furia de Eva y del otro la mirada totalmente tranquila de mi nuevo amigo.
—Eva no tenemos tiempo –comencé diciendo– ni de explicarte quien es él ni de perder el tiempo.
—Yo sé quién es él… eres Michael ¿verdad? –Ambos nos quedamos cayados ninguno de los dos esperaba esa respuesta.
—Si –respondió él rompiendo el silencio que dominaba la habitación– ¿Cómo lo sabes?
—De actitud arrogante, confianzudo, buen mozo, sonrisa hipócrita y provocativa. Mariza te describe como una mezcla entre un demente muy peligroso y un inocente atormentado por el peso de sus recuerdos ¿Cual eres realmente?
—Supongo que un poco de ambos –respondió luego de pensarlo
Eva sonrió mordiendo una vez más ambos labios.
—Sea lo que sea que hayan venido a buscar es inútil, ya se lo dije todo a la policía. Entraron muy rápido, me golpearon contra una dura puerta… cuando desperté estaba internada en este hospital.
—¿No hay nada más que recuerdes? –Interrogo nuevamente mi compañero– Algún acento en particular, tatuajes, cicatrices, heridas… ¿algo?
—No, lo siento. Ya le expliqué a la policía, hombres grandes, corte militar, entrenados… nada más –respondió con tristeza.
—¿El edificio no tiene cámaras de seguridad? –pregunte
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