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Historias De Oficina -17-

Capítulo 17 (El Inicio del fin)

Poco a poco mi cuerpo despertaba, estiraba mis extremidades y me volvía a tapar con las cálidas frazadas. Michael estaba haciendo algo sobre la mesa que se encontraba a unos metros de mi pero no podía verlo.

—Buenos días Michael – dije desperezándome – ¿Qué estás haciendo?

—Buenos días. Ven quiero mostrarte algo.

Dude unos segundos antes de salir de la cama “¿pudor frente a Michael? Es ilógico” me acerque despacio al ver que estaba jugando con un arma sobre la mesa.

—¿Qué estás haciendo? – dije sentándome a su lado.

—Este es una pistola SIG-Sauer P226 9 Mm o simplemente P226. A partir de ahora quiero que la lleves contigo en todo momento, no sabemos que esté planeando Sara, pero no debe tomarte desprevenida.  

—No se cómo usarla Michael – intentando no tomarla cuando me la ofreció, aunque termine siguiendo el curso de lo que hacía.

—Bien. ¿Ves el pequeño botón junto a tu dedo? Presiónalo – al hacerlo una parte se desprende del arma, aunque logro sujetarla antes que se caiga – sujeta el cargador y ponlo sobre la mesa, ahora tira desde esta parte luego te explicare sus nombres, tira de él ten cuidado de no disparar – una bala sale disparada hacia arriba causándome más asombro que susto, con agudos reflejos mi maestro la captura en el aire antes que caiga sobre la mesa – muy bien Srta. Márquez es una excelente alumna.

—Gracias, es usted mi mercenario preferido. ¿Qué sigue?

—Me alegro ser el único. Toma esta bala, tranquila lo estás haciendo bien. Ahora sujeta el cargador, ejerce presión con ella sobre las demás hasta que ceda y baje, muy bien ahora empújalo hacia atrás, bien. ¿Lista?

—¿Lista para qué?

—Toma de nuevo el cargador, ponlo en su lugar, presiona hasta que escuches un click, muy bien, ahora vuelve a tirar de esa parte, listo ya está cargada, pero no dispararemos acá. Te espero abajo, puedes cambiarte y desayunaremos.

—Está bien – logre decir sonriendo antes de recibir un beso fugaz.

Era como si una especie de Michael bueno hubiera aparecido nuevamente frente a mi “Si es que una idea así tuviera sentido.” Busqué mi ropa interior, sonrojeándome por todo lo que había pasado la noche anterior, me vestí parada frente a un espejo. Acomódeme mi cabello lo mejor que pude, aunque no había caso, no quedaría bien. Me di vuelta para ver como quedaba mi cabello por atrás, mejor acomodado no podría estar, admire mi cola viendo como mi fino y delicado pantalón se encargaba de resaltar cada línea de mi cuerpo, me di una pequeña nalgada sonriendo “Si que eres una nena linda”. El pensamiento me angustio ¿Qué estaría haciendo Eva? Antes de salir de mi habitación tome mi arma y la coloque en mi cintura bajo mi espalda.

Recorrí un largo pasillo cruzándome con algunos soldados quienes me saludaban respetuosamente haciendo la venia militar ¿Me veían acaso como una figura de autoridad o solo era temor a Michael? Decidí ponerlo a prueba justo ahí, necesitaba estar segura cual era mi posición.

—Soldado alto – ordene con la mirada más firme que tenía en ese momento, como esperaba el soldado acato de inmediato.

—Si Srta. Márquez.

—Escólteme a donde Michael se encuentra.

—De inmediato Srta. Márquez. Sígame por favor.

 “Esto es espectacular, me siento poderosa, capitana Mariza Márquez…suena bien” trate lo mejor posible de imitar la actitud que siempre tomaba Michael, mientras recorríamos sector tras sector rodeado en todo momento por fieles soldados, llegamos hasta un improvisado comedor donde mi anfitrión se encontraba con una notebook y a su lado una taza de café.

—Siéntese por favor señorita. ¿Desea algo más? – pregunto el soldado luego de alejar una silla de la mesa para permitir que me siente.

—Solo un café negro con dos cucharaditas de azúcar, gracias – mi mejor sonrisa se hizo presente ante el simpático soldado que sonrió a su vez, mi arma me molestaba al sentarme por lo que la puse sobre la mesa sentándome nuevamente – Es muy amable.

—No coquetees con mi personal -  dijo tomando fuertemente una de mis manos, aunque sin llegar a causarme dolor.

—Suéltame – dije liberando mi mano inmediatamente – somos amigos Michael, eso es todo.

—¿Cómo dormiste? – se limitó a contestar.

—Muy bien, estaba pensando en volver a la ciudad para tratar de arreglar las cosas con Eva.

—Con respecto a eso, tal vez lo mejor sea que dejes que las cosas se calmen solas, dale tiempo.

—Puedes que tengas razón, me siento mal por causarle todo esto a Eva, esa basura de Lucas aprovecho mi peor momento para divertirse conmigo, te juro que si vuelvo a verlo yo… no sé qué haría – dije golpeando la mesa.

—Tranquila, no volverás a verlo – dijo tomando un sorbo de su café, volviendo a mirar la pantalla de su notebook.

Un frio recorrió mi espalda, una terrible idea cruzo mi mente entendiendo perfectamente para donde iba con ella.

— ¡No, no quiero que te le acerques! ¿Queda claro? – solamente sonrió sin apartar los ojos de la pantalla – ¿Qué tanto estas mirando?

—Tengo cámaras y vigilancia en puntos estratégicos de la ciudad, también me están notificando sobre que están hablando en la frecuencia de la policía.

—No sé si eso debe hacerme sentir más segura o más paranoica Michael.

Aunque tomaba todo lo que yo decía como si fuese una especie de chiste o algo así, sabía que me estaba analizando de forma constante ¿Hacia yo lo mismo? Desde que lo había conocido mi poder “por llamarlo de alguna manera” era cada vez más grande, a través de él podía dar órdenes a sus soldados, acceder a sus datos, revisar sus sistemas de vigilancia ¿Quién en el Sector-Dos se atrevería a ponerme un freno a mi sin sentir miedo por las consecuencias? Aunque había algo que nunca me respondido y desde que lo dijo no podía sacarlo de mi mente.

—¿Puedo preguntar algo? – sonreí de la misma forma hipócrita que el mismo hacía.

—Debo admitir que tus preguntas me ponen nervioso – dijo para permanecer callado unos segundos con su vista clavada en la mía – pregunta de una vez Mariza.

—Una vez me dijiste que no me pegarías más porque ya sabias que hacia Víctor en Alemania y porque entendías que yo desconocía todo– su mirada cambio, ahora si volvía a darme miedo – ¿Qué hacía Víctor en Alemania? Necesito que me lo digas por favor… necesito saber qué era eso tan importante que exigía la mayor seguridad y presiono a Sara a ordenarte junto con Edward a secuestrar a Lorena para tratar de impedirlo.

Permaneció con sus ojos puestos en la pantalla de la notebook. Mientras los minutos pasaban me iba poniendo más impaciente ¿Qué era eso que no quería contarme? Me sentía como si fuese la chica tonta que nunca se enteraba de nada, me estaba cansando que todo fuera siempre así.

—¡Michael decímelo! Necesito que lo hagas por favor.

—El último atentado que Edward intento contra la vida de Víctor fue poner una bomba en su auto mientras se encontraba en un bar. El atentado fallo, pero termino con la muerte de una mujer que hasta ese momento desconocíamos – oh claro, la muerte de Lorena – luego nos enteramos que esa mujer era la persona que necesitábamos, pero para ese momento ya te encontrabas encadenada en esa húmeda habitación. Nuestro encuentro no fue para nada casual, soborne al inútil guardia de seguridad que te escolto hasta el aeropuerto de Berlín – ¡Luke, fue el quien me vendió! – y asesine a la persona que había comprado ese boleto junto a ti. Creo que fue en ese momento que comencé a observarte, observé cada gesto que produjo tu rostro hasta el momento en el que despertaste.

—Nada de eso que relataste contesta mi pregunta Michael.

—Ya lo sé, te estaba explicando todo el contexto. Los interrogatorios a los que fuiste sometida no daban ningún resultado, lo que llamo poderosamente mi atención y después de investigar descubrí que ocupabas el puesto desde hacía muy poco tiempo, fue entonces cuando una noticia del gobierno alemán se filtró. Un poderoso grupo armado identificados como posibles terroristas había atacado la residencia personal de uno de los generales más condecorados e influyentes del país – ¿Ese hombre era Aigner acaso? – mientras nosotros te manteníamos recluida tu novio dirigía una operación terrorista para secuestrar al Gral. Randolf Aigner, su grupo cons

—¿Que? ¡No, Basta! No quiero saber más – mis manos cubrieron mi rostro tratando de digerir todo lo que estaba contando Michael.

—Lo lamento, no llores… no quiero verte derramar más lagrimas – dijo acariciando mi rostro – podemos irnos, solo nosotros dos. Tengo contactos en Italia, podríamos ver pasar los años desde una playa bañadas por las aguas mediterráneas ¿Le gusta la idea Srta. Márquez?

Me empecé a reír sin poder contenerme, sus suaves dedos todavía recorrían mi rostro juntando los vestigios restantes de aquellas pequeñas y ahora olvidadas lágrimas. Se acercó con sumo cuidado a mí y antes de poder objetar cualquier palabra simplemente me beso.

Ignoro de qué manera Michael pudo haberlo sentido, pero para mi parecer ese beso estaba cargado de respeto, de empatía y amistad. Alguien carraspeo nos separamos como si nada hubiera pasado para mirar al joven soldado que llegaba con mi taza de café.

—Lamento la demora Srta. Márquez – dijo poniendo la humeante taza de café a mi lado.

La expresión de mi anfitrión era bastante obvia ¿me gustaban los celos que causaba en Michael que alguien me hablase? su mirada era asesina, colérica. llame su atención tomando una de sus manos, era mi turno de ser el cable a tierra de este inesperado y tan incoherente dúo.  Agradecí sonriente al soldado pidiéndole que por favor nos dejara solos, saludo respetuosamente a cada uno y obedeció. Poco a poco entre prácticas de tiro, clases de lucha y soldados armados paso mi semana.

Una explosión tras otra se produjo, viajando a más de trecientos cincuenta metros por segundo los pequeños trozos de plomo salen de mi nueve milímetros y recorren la distancia hasta los blancos situados a varios metros de mí.

—Excelente puntería mi querida Srta. Márquez, es usted un peligro potencial para la sociedad.

—Muchas gracias. Usted es un peligroso psicópata para la seguridad mundial, señor Michael -  respondí sonriente, imitándolo su tono irónico a la perfección, mantuve el silencio mientras recargaba mi arma y la volvía a guardar en mi cintura – ¿puedo pedirte un favor?  Es algo que necesito hacer.

—¿quieres ir a hablar con Eva? – no respondí solo asentí ilusionada – está bien… le diré a alguno de mis hombres que te llevé hasta la ciudad. Por favor cuídate y obedece cada indicación que te den, lleva tu arma y algo más, estaba pensando dártelo después que almorzáramos, pero bueno – se alejó de mí y revolvió en una mochila que descansaba sobre una de las mesas colocadas en el patio central del Sector-Dos.

—¿Qué tienes para mí? Viniendo de tu parte seguramente es un cargador, una granada o algo así.

—No realmente – dijo dándome un nuevo celular – para que puedas comunicarte, es una línea segura. Por el momento el único contacto que tiene es mío, úsalo solo en casos de emergencia, imagino que tendrán vigilada las industrias vask y a tu amiga, no lo uses para comunicarte con ellos.

—Michael… gracias – Lo abracé colgándome de su cuello, sus brazos inmediatamente me sostuvieron, cuando quise darme ya estaba acariciando mi cola y besando mi cuello – te tomas demasiadas atribuciones mi psicópata amigo. Voy a decirle a alguno que me lleve hasta la ciudad y nos veremos a la noche ¿te parece?

—Aunque no me lo parezca lo harás de todas maneras. Nos vemos a la noche.

Me despedí afectuosa mientras me dirigía al encuentro de unos guardias, solo hizo falta unas cuantas órdenes para que prepararan uno de los autos disponibles y me alcanzaran a la ciudad. En el camino usando mi más reciente chiche llame a la presidencia de las Industrias Vask, espere unos segundos hasta que su hermosa voz lleno mis oídos.

—Hola, Industrias Vask. Muy buenos días soy Eva ¿En qué puedo ayudarlo?

—Hola Eva – imaginaba que había reconocido mi voz ya que la comunicación se cortó abruptamente, debía ser más insistente.

—Hola, Industrias Vask. Muy buenos días soy Eva ¿En qué puedo ayudarlo?

—¿Podrías escucharme al menos Eva? Tengo todo el tiempo del mundo. Puedo seguir llamando hasta que termine tu turno, tarde o temprano vas a tener que escucharme – nuevamente con un fuerte golpe al teléfono la conversación se cortaba.

—¡¡¿qué mierda queres!! – respondió en cambio en el tercer intento.

—¿Podemos hablar como gente adulta por favor? Cerca de la compañía hay un bar llamado Kfz-ito viste por donde queda la casa de comidas ahí a l…

—¡Ya sé dónde queda ese estúpido bar! Nos vemos ahí en media hora, no malgastes mi tiempo de almuerzo.

El auto negro que me trasportaba avanzaba con elegancia a través de las ahora transitadas calles de la ciudad, la espera estaba devorándome poco a poco, encontrarnos de nuevo lograría relajarme. La entrada del pequeño bar se hallaba junto a mí, los hombres de Michael me observaban desde el otro lado de la ancha calle que nos dividía, al entrar el bullicio, la gran cantidad de gente correspondiente de la hora pico se encargaron de sobrecargar mi vista y mis oídos. Mi bella amiga esperaba sentada en una mesa totalmente sola, su expresión era una rara mezcla, odio, tristeza, nostalgia, felicidad ¿Cuál de todos ellos dominaba?

—Hola… ¿puedo sentarme? – susurre con un profundo miedo a que sus ojos volvieran a mirarme de aquella manera tan cruel, pero justa.

—Supongo, no tendría sentido habernos reunido si no te permitiera sentarte – su mirada se mostraba fría, pero a la vez muy triste - ¿Dónde has estado?

—En un lugar seguro ¿Cómo has estado? Lamento si tuviste que tolerar el estado colérico de Víctor – simplemente asintió, sus ojos se centraban en los míos. Me estaba lastimando, mi corazón se encogió en un segundo haciendo que las ganas de llorar volvieran a mi luego de tanto tiempo – Perdón… por todo.

—Perdona que te haya levantado la mano, yo… no sé qué me paso – susurro – estoy cansada de odiarte.

—No me odies… por favor, lamento muchísimo todo lo que paso – tome una de sus manos entre las mías mientras mis ojos se fijaban en los suyos – estoy siendo totalmente sincera con esto. Mira Eva, estaba muy lastimada ni siquiera me acuerdo que fue lo que paso… ni se si paso algo. Fue un error estaba muy alcoholizada, me desperté y estaba ahí no, no sé qué queres que diga. Perdón, fue culpa de Lucas.

—¿Sabes qué pasa? Ni siquiera sé si eso es verdad o no. No podés responsabilizarlo a él de todo, no sos una nena tenes que hacerte cargo de las cosas que haces. No lo defiendo, se aprovechó de vos estando ebria y eso demuestra que es una mierda de tipo, pero vos no sos inocente. No te importo lo preocupada que estaba en ese momento y en toda esta semana que desapareciste – solto mis manos de mala gana mostrándome la misma mirada que en aquel entonces - Ahora venís acá y esperas que te diga que todo sigue como antes. Lo siento no puedo, las cosas no funcionan así.

La observe durante algunos segundos para ver qué era lo que su mirada podría llegar a confesar, pero me encontré con algo infranqueable, la Eva dulce que yo tanto quería no estaba presente.

—¿Has hablado con Lucas?

—No, nunca se presentó a explicar su parte de la historia. Lo llame no sé cuántas veces y no atiende, me comunique con sus amigos, pero no saben nada – cubrió su rostro con sus manos por algunos segundos para tomar aire, solo cuando bajo sus manos me di cuenta de lo cansada que mi amiga se veía – me comunique con Hospitales, comisarias, morgues…nadie sabe nada de él, es como si se lo hubiera tragado la tierra. Hace unas noches me llego un mail de él pidiéndome perdón, pero diciéndome que había decidido tomarse un tiempo de todos, que cuando tuviera las fuerzas para volver a mirarme a la cara volvería.

Mientras comentaba todas las cosas que le habían pasado desde que me había ido mi mente no dudo en relacionar la desaparición de Lucas con la mente perversa y enferma de Michael, cerré los ojos y observando hacia los cielos rogué que por favor no se relacionara.

—Tal vez solo tengas que esperar para volver a verlo – dije tras unos segundos – ¿te conto si tiene familiares en el extranjero o algo?

—No a nadie, es por eso que me resulta tan raro, fui hasta la casa y no se llevó nada. No duermo hace días. Mi mente me dice que ya no lo busque, que tal vez ya dejo este mundo, pero mi corazón se niega a rendirse, tengo que encontrarlo.

—Me encantaría poder ayudart…

—Claro que no puedes ¿No? estas ocupada borrándote de la vida de la gente. ¿Alguna vez te importo alguien acaso? Cuando te conocí me caíste bien en un instante, eras una mujer distinta a todas las que había conocido, te di toda la confianza, eras dueña de mi casa prácticamente pero ahora me doy cuenta que tanto cariño no era reciproco.

—No, no es…Eva desde el primer día que me fui quiero venir a verte, pero tenía tanta vergüenza de lo que pudieras decirme que… si me importas.

—Como sea, nos vemos en otro momento – se levantó de mala gana tomando su fina campera del respaldo de la silla.

—Pero ni siquiera ordenaste algo.

—No tengo hambre – dio media vuelta y simplemente se fue sin darme tiempo para nada.

Deje que mi rostro descanse sobre mis manos durante unos segundos mientras por primera vez en no sabía cuánto tiempo, me ponía a orar. La religión nunca había sido algo en lo que nunca había creído, pero como dice un dicho: cuando el avión se está cayendo todos somos creyentes.

Rogaba con todas mis fuerzas que Michael en ningún momento hubiera tocado a Lucas, que hubiera respetado mis palabras. Lo que Eva había contado seguían dando vuelta en mi mente ¿Cómo era posible que Lucas se borre de tal manera?

—¿Se encuentra bien señorita? – una de las arregladas camareras, apoyo su mano en mi hombro –  No puede evitar acercarme ¿quiere que le traiga un vaso de agua o una taza de Té?  La política de nuestra compañía es que nuestros clientes siempre salgan con una bella sonrisa – sonrió ampliamente mostrándome una larga hilera de dientes perfectos.

—Gracias… eso creo. Acepto el té, negro con dos cucharaditas de azúcar.

Pasaron menos de cinco minutos hasta que la chica volvió con mi pedido, cada sorbo ayudaba a relajarme, la angustia comenzaba a acallarse, no había ninguna prueba de nada, Lucas sencillamente podría haberse ido sin decirle nada a nadie justamente para que Eva se desespere y consiguiera con más facilidad su perdón o podría haberse ido con alguna otra mujer. Eran cientos los finales que podría tener esa historia ¿Por tendría que estar muerto? Deje un billete de cien pesos sobre la mesa para pagar tanto lo que había consumido como para recompensar la actitud de la chica que suponía que tenía mi edad. Su suave interrupción había sido por una preocupación sincera, sin que un magnate tuviera que pagarle o un mercenario que tuviera que obligarla.

En mi mente todavía rondaba la idea de salir acompañada de aquel pequeño bar, pero la realidad era completamente diferente, me iba tan sola como había llegado o incluso más ya que el auto que me había llevado no estaba por ningún lado, camine un par de pasos mirando en todas las direcciones tratando de encontrarnos. Hasta que por fin divise el auto que se acercaba, se detuvo a mi lado permitiendo que uno de los elegantes ocupantes descendiese exclusivamente para abrirme la puerta. 

—Lamentamos el retraso, no la vimos salir, Srta. Márquez.

—Está bien chicos, no se preocupen – dije simplemente subiendo al vehículo, el cual arranco inmediatamente incorporándose al tránsito.

—¿Pudo verse con su amiga?

—Si, pude verla, aunque ella no quería verme a mí – no recordaba haberles dicho que me encontraría con nadie, solo había pedido que me llevaran a la ciudad. No le di mayor importancia ya que podría ser mi carismático y psicópata anfitrión hubiese dado órdenes y además parte de la información.

—No se preocupe, tal vez solo necesita darle tiempo.

—Si, tendré que esperar…un…poco – solo en ese momento me di cuenta que el auto se dirigía hacia el centro de la ciudad - ¿Dónde vamos? El sector-Dos es en dirección contraria

—Órdenes del Sr. Michael, por su seguridad debemos escoltarla a un lugar seguro. Tranquilícese todo está bien, solo son medidas preventivas.

Mantuve el silencio mientras el auto avanzaba por las transitadas calles de la ciudad, me acurruque contra una de las puertas como si me dispusiera a dormirme y saque el nuevo celular que Michael me había regalado, como ya me había anticipado solo se encontraba un contacto bajo el seudónimo desconocido. Lo seleccioné y envié un mensaje intentando en todo momento no ser descubierta.

***

User: ¿problemas en el Sector-Dos? Tu gente no quiere decirme a donde me llevan – pasarían solo unos pocos segundos antes que mi atento anfitrión respondiera.

Desconocido: ¿Estas armada? Baja de ese auto como sea

***

Mi corazón se detuvo al leer la respuesta, mi respiración se aceleró, el miedo me jugaría una mala pasada si no me controlaba. Mire por la ventana tratando de encontrar una excusa cualquier cosa ¡la que fuera!

—Una estación de servicio, detente por favor.

—Tenemos ordenes de llevarla a un lugar seguro, no nos detendremos – repuso el chofer

—Serán solo cinco segundos, de verdad de verdad necesito ir al baño.

—En tanto cuidemos el perímetro no tendría que haber mayores inconvenientes – repuso su compañero

Con cierta disconformidad de parte del chofer el auto se detuvo frente a uno de los surtidores de combustible mientras yo me bajaba para entrar al baño. Me seguía atento su compañero quien se quedó en la puerta del otro lado de la inmunda puerta que anunciaba Damas con letras despintadas y corroídas por el paso del tiempo. Los blancos azulejos ahora llenaban mi vista una mujer regordeta se pintaba frente al gran espejo mientras su amiga desde uno de los cubículos le comentaba algo de un hombre con el que había salido la noche anterior.

Recorrí con la mirada el lugar ignorando como continuaba la conversación, maldije mi suerte al ver que había una pequeña ventana demasiado chica para que pudiese salir por allí y demasiado alta como para no llamar la atención.

—Señorita ¿Esta todo en orden? – gritaron del otro lado

—Un minuto, ya voy a salir – agregue forzando lo más posible una pequeña risa.

La mirada de la mujer regordeta se fijó en mi por lo que ingrese al único cubículo libre junto a donde estaba su amiga. la vieja puerta de vaivén todavía conservaba su clásico seguro con pasador, luego de ponerlo saque mi celular y llame a desconocido, cada tono parecía que durara largos minutos hasta que finalmente la conexión se logró.

—¿Qué está pasando? Tengo miedo – susurre lo más bajo posible - ¿Qué hago?

—En primer lugar, cálmate, necesito que sigas en línea estamos triangulando tu posición ¿Dónde están los guardias?

El clásico chirrido que hizo la puerta del cubículo pegado al mío me asusto, permanecí callada dos segundos hasta que las amigas empezaron a charlar nuevamente.

—¡Afuera del baño! Ayúdame, no sé qué hacer.

—Sácale el seguro al arma, atenta a cualquier sonido. No tengas miedo.

—¿Cómo mierda se supone que no tenga miedo? – había elevado el tono de voz, intentaba calmarme, pero era como si el baño de repente se hubiera quedado en silencio – necesito que me ayudes.

El sonido de unos pasos firmes hizo que mi respiración se cortara, Michael lo había notado, me preguntaba cosas que no llegaban a mis oídos, guarde mi teléfono en uno de mis bolsillos sin cortar la comunicación y me senté sobre el inodoro.

—Policía Federal – anuncio calmada una voz femenina muy conocida, las amigas se callaron. tome mi arma, le saque el seguro y aguarde – Señoritas retírense antes que las detenga por obstruir una investigación Federal.

Rápidos pasos me hicieron saber que estaba sola, habían salido corriendo, junte todo el valor que tenía y espere paciente. Ahora los pasos caminaban de forma delicada en dirección a mi cubículo que permanecía cerrado.

—Toc toc Srta. Márquez – la maldita estaba disfrutando cada momento – vamos, hora de salir Mariza, tengo una amiga que muere por conocerla – trague con fuerza mientras cerraba los ojos y me aferraba a mi P226 – Ok, voy a contar hasta tres y si no sales… bueno solo digamos que un ataúd abierto no ser lo más recomendable para ti. Está bien así será, Uno…Dos…Tre – retire el seguro de la puerta, era ya hora – muy bien así se ha…

Con toda la adrenalina que corría en mis venas y usando toda la fuerza de mis piernas di una fuerte patada contra la vieja puerta que golpeo de forma certera contra su rostro, aproveche para intentar huir, pero tuvo el suficiente tiempo de manotear mi brazo. Me di vuelta apuntando hacia ella, pero fue más rápida que yo, comenzó un forcejeo entre nosotras por ver quien se quedaría con el arma. La empuje contra una de las paredes y al impactar entre la confusión dos balas fueron disparadas, una de ellas hirió su brazo derecho.

—¡Ahh Hija de puta!

Me atrajo más hacia ella dándome un fuerte rodillazo que impacto en mi estómago y otro después de ese, solté el arma. Mi cuerpo totalmente indefenso fue arrojado contra una de las paredes, aunque evite castigar contra ella, no podía ganar esa pelea, las pocas fuerzas que tenía las use para salir corriendo, logrando salir del baño antes que pudiera alcanzarme. Evité uno de los manotazos del guardia al salir al exterior y corrí lo más rápido que pude hacia la calle más cercana a mí, saque mi teléfono del bolsillo rogando que la llamada no se hubiera cortado, escuche claramente cuando a los dos hombres antes leales a Michael ahora se les ordenaba subir al vehículo para perseguirme.

—Hola…Hola Michael…. ¿Estás ahí?

—Si, discúlpame. Tengo tu ubicación, acabo de enviar gente a buscarte

—Me están siguiendo, no sé qué hacer… ¿Dónde voy?

—Aproximadamente a cuatro cuadras de donde estas sobre la calle Pinzón tienes una comisaria, ve ahí hasta que mi gente llegue.

—¿Pinzón? No sé dónde queda la estúpida calle.

—Solo continúa corriendo…

Me di cuenta que mi estado físico era un desastre apenas si podía mantener un ritmo decente, imaginaba que estar tan asustada también estaba complicando mi respiración. Era inútil ya me había alcanzado el auto negro se hallaba tras de mí, aunque mantenía una cierta distancia ¡Me sentía acechada!  Escuche como el auto aceleraba para frenar algunos metros más adelante, las puertas se abrieron, forzando a cambiar el plan, ingrese al primer local que tuve oportunidad, en este caso una pizzería.

—Cambio de planes, no te preocupes llegare a la comisaria

—Mucho cuidado Srta. Márquez

—Lo tendré – dije cortando la llamada.

El lugar se veía muy familiar, dos hileras de mesas con un horrible mantel anaranjado se hallaban frente a mí, la gente tranquila disfrutaba de la comida y el ambiente animado, rogaba que, aunque sea por discreción no se animaran a entrar. Tome asiento en una de las mesas y aguarde tratando de recobrar el oxígeno, me dolía mucho el estómago, los fuertes golpes que había recibido me habían lastimado.

—Buenos días ¿quiere que le traiga la carta? – la joven que debía tener menos de veinte años me saludo con toda la educación que podría esperarse mientras me mostraba una radiante sonrisa.

—¿Podría traerme un vaso de agua? No me siento muy bien – dije agarrándome el estómago.

—Por supuesto, ahora mismo se lo traigo.

Mi mente daba vueltas ¿que se suponía que debía hacer? Me trajeron un vaso de agua y me permitieron quedarme el tiempo que fuera necesario para sentirme mejor, veía como entraba y salía gente del establecimiento, el auto en el que venía Ángela todavía esperaba afuera, no me dejarían.  La solución apareció vestida de blanco y negro con letras al revés, el patrullero frena en la puerta con las sirenas encendidas. Por un momento mi esperanza era que Michael siguiera rastreando mi señal e informara a las autoridades para que me ayuden, pero todo se desmorono cuando los oficiales que entraron n hicieron más que acercarse a la barra para hacerles un pedido, uno de ellos coqueteaba con la joven que me había atendido, era necesario aplicar algo que no me enorgullecía, pero no podía dejar que esos hombres se fueran sin mí. Me había percatado que las ordenes las repartía casi en su totalidad una sola chica por lo que estaba en constante movimiento, tome mi celular esperando a que estuviera lo suficientemente cerca de mi parándome de repente y envistiéndola sutilmente.

—¡Pero por favor que mujer más inútil eres!

—Lo lamento muchísimo señorita – respondía apenada la chica, no pude evitar compararla conmigo misma viendo cómo se angustiaba por lo que era mi culpa, la orden había quedado en el piso.

El escandalo causado siguió con mi reclamo de un gerente o alguna figura de autoridad del lugar gritando enojada, como esperaba los agentes de policía se acercaron para tranquilizarme siendo ese el momento que elegí para mostrarme frágil y atribuir mi estado de humor a un intento de robo, su interés se en mi despertó por lo que seguí el juego hasta que llego la oferta que tanto esperaba.

—Si quiere podemos acercarla hasta la comisaría más cercana, está a unas pocas cuadras – ofreció el agente que había estado coqueteando con la chica que me había atendido.

—No creo que sirva de algo hacer la denuncia, pero en fin supongo que tendré que acompañarlos. Muchas gracias – sonreí amablemente a los oficiales y luego pedi disculpas a la pobre mujer que había agredido

Salí sonriente y acompañada de los dos agentes cargando las pizzas que debía llevar a la comisaria. Luego de una denuncia falsa sobre un supuesto intento de homicidio y haber escapado de los hombres de los hombres de Ángela fui llevada nuevamente al Sector-Dos, el lugar estaba energizado, todos corrían de acá para allá sin responder mi obvia pregunta “¿Qué mierda pasa acá?” tras unas pocas horas se prepararon dos autos, la misión era simple, llevarnos a Michael y a mí de regreso a la Mansión Vask.

**********

—¿paso algo? – interrogue a Mariza.

—Problemas… ¿No es obvio acaso? – su respuesta fue dura y directa. La Mariza enojada había vuelto – tengo un poco de sed.

—Claro, déjame ir a buscarte algo – según mi memoria esa fue la primera vez que obedecía una orden tan directa, aunque la verdad no podía negar que estaba contento que ella estuviera esperando en mi sala

No dijo nada, simplemente se limitó a beber con tranquilidad sin sacarme los ojos en ningún momento de encima, ahí estaba nuevamente su mirada, esa que me desarmaba y me hipnotizaba. Nuevamente estaba preparado para caer en sus redes.

—Te extrañé mucho – dije acercándome a ella. Mis manos intentaron tomarla de la cintura, pero las aparto.

—No me toques – se alejó de mi sentándose en uno de los sillones - ¿Qué información tienen tus hombres con respecto a Sara?

—¿Quieres hablar de eso? No es algo que me gustaría tratar contigo Mariza.

—¿prefieres hablar de cómo te cogías a Ángela en este sillón mientras a mí me abofeteaban estando encadenada? Imagino que es un tema más interesante para ti ¿o era ese sillón? La verdad no puedo reconocerlo bien, me costaba trabajo prestar atención a los detalles con los ojos llenos de lágrimas.

—Eso fue un error, estaba devastado – sonrió negando con la cabeza, sin entender mis palabras – Es la verdad, me volvía loco… me vuelvo loco sino estas.

—¿Es culpa mía entonces?

—No… no sé cómo explicártelo. Ahora estas acá nuevamente, te propongo que dejemos el pasado atrás, empecemos de nuevo – permaneció mirándome fijamente con sus hermosos y cristalinos ojos que me cautivaron desde la primera vez que los vi.

—Dejemos el pasado atrás, de ahora en más sin mentiras, sin secretos…

—Sin mentiras ni secretos.

Nuestras Manos volvieron a entrelazarse y cerrando nuestros ojos volvimos a experimentar el sabor de nuestros labios, volver a probar su boca, acariciar sus cabellos, sentir su calor, la alegría llenaba nuevamente mi cuerpo y muy a mi pesar la solté. Deje que se sintiera cómoda, intente no molestarla durante el día para evitar otro enfrentamiento. Ahora con Mariza en casa estaba más motivado para seguir adelante con mis planes, llame a John y confirma sobre la urgente reunión para esa noche, todo estaba en marcha. Tras un rápido baño me cambie y le pedí a Lucio que tenga listo mi auto para salir de inmediato hacia las industrias Vask,

—¿Vas a salir? – pregunto mi bella mariza al entrar en la habitación - ¿Dónde vas?

—Tengo asuntos que atender en la compañía

—Dijimos que no íbamos a ocultarnos nada mas

—No te oculto nada, tengo que encontrarme con un empresario extranjero.

—¿Tiene que ver con la nueva junta?

—Algo así, por favor estoy llegando tarde

Lo había dicho, mi cerebro ordenaba que me moviera, pero mi cuerpo no obedecía, mis ojos se fijaron en sus labios, recorrieron su rostro, nuevamente me perdía. Me abalance sobre ella mordiendo sus labios, sintiendo su sabor, arrancando un pequeño grito de sorpresa cuando la tire sobre la cama, sus manos tampoco se quedaron quietas en pocos segundos habían abierto mi camisa, estaba contento que al menos no la hubiera destrozado como tanto le gustaba hacer. Fue el momento que mi estúpido celular eligió para comenzar a sonar, maldiciendo a todo el mundo mientras una de mis manos la soltaba para buscar en mi bolsillo.

—¿Ángela? – Susurra con mala cara

—John ¿Qué pasa? – anuncie apenas atendí – voy para allá

Tras un corto beso dejé la habitación antes que la tentación me impidiera abandonarla, me fui acomodando mientras bajaba las escaleras. La poderosa empresa que en un momento había sido mi prioridad uno ahora se hallaba frente a mí, sus enormes portones me daban la bienvenida. El edificio estaba prácticamente vacío, solo estaban las numerosas fuerzas de seguridad, subí directamente hasta mi oficina y revisé una vez más mi agenda que ahora estaba armada de forma distinta, eran muchas las responsabilidades con las que ya no contaba en ella. La nueva junta ya estaba tomando más protagonismo en el futuro inmediato de la compañía ¿Seria que alguno de ellos imaginaba que se acercaba el fin de las industrias Vask? Si fuera así o no realmente no me importaba las operaciones debían seguir adelante sin dudar en absolutamente nada.

La puerta de mi despacho se abrió, mi jefe de seguridad se hizo presente, en estos momentos era el único que tenía permitido audiencia directa conmigo, todo lo demás recaía en La Junta.

—Señor, se hace tarde debemos irnos.

—Tienes razón John – dije asombrado de cómo habían pasado las horas sentado frente a mi nueva notebook - No debemos hacer esperar a la señora Hudson ¿Te aseguraste de arreglar todos los preparativos que ordené?

—Sí señor, seguí cada capricho que esa mujer tuvo, todo está dispuesto.

—En marcha entonces.

El auto salió de la compañía rumbo hacia el centro de la ciudad para por fin detenernos en Xerox – el restorán por excelencia de la ciudad – solo y sin compañía ingrese en aquel lugar, sonrientes meseros me llevaron hacia la mesa donde Rachel Hudson, una importante y prestigiosa fabricante de armas estadounidense me esperaba. Una mujer que con mano de hierro dirigía el mercado de armas a nivel mundial, durante años había hecho negocios con mi padre y ahora se encontraba frente a mi lista para comprar la única competencia real quedaba.

—Señora Hudson, un enorme placer contar con su presencia. – dije tendiéndole la mano para después tomar asiento, no dijo nada solo se limitó a observarme – ¿La hice esperar mucho tiempo?

—Como doce segundos ¿Consideraste mi oferta?

— Dejemos los negocios para después de cenar.

La cena trascurrió llena de tonterías, risas y elogios mutuos. Ninguno de los dos dejábamos ver nuestras verdaderas ideas, todo estaba cubierto por una fina capa de hipocresía y falsedad ¿Seria ella la mejor opción para el legado de mi padre? Realmente era algo que ya no importaba, era ya tiempo de que dejara el pasado atrás y me concentrara en el futuro. Mi futuro.

—Todo estuvo exquisito ¿Verdad?  – dije tomando nuevamente mi copa para dar un pequeño sorbo de vino.

—Totalmente de acuerdo – respondió limpiando sus labios con delicadeza – ¿Cuándo terminara la función Víctor?

—No comprendo.

—Víctor… – comenzó diciendo sonriente – Te muestras humilde y atento, pero ambos sabemos que todo esto es una puesta en escena ¿Por qué vender Industrias Vask ahora? Desde que te hiciste cargo de la compañía sus acciones no han hecho más que subir, eres la única competencia real que tengo.

—Solo digamos que ahora tengo otros intereses.

—Es aceptable, aunque eso no hace más que despertar más dudas. Mis hombres me hablan de una seguridad exagerada, persecución de empleados, despidos masivos…

—Gajes del oficio Sra. Hudson... Enemigos que la familia no sabía que tenía, quiero vivir en paz y alejarme de toda esta mierda.

—¿Por Mariza? – la mire sin comprender como era que sabía su nombre – No me mires así, es información de conocimiento público Víctor, eso sin mencionar el escándalo en televisión nacional que causo tu foto con ella. Sabes… conocí a tu padre, hicimos algunos negocios juntos, era un buen hombre.

—Gracias – dije cortando el tema – esta información no debe salir a la luz no hasta que la venta sea efectiva, mañana informare a La Junta y trataras directamente con ella.

—Convenido.

Con un suave choque de copas comenzaron las negociaciones, los debates, las propuestas. Mi idea era que la Sra. Hudson no hiciera ningún despido ni alterara la estructura de la compañía en un plazo de por lo menos un año. Quería que le diera la oportunidad a toda mi gente de demostrar porque éramos los lideres al menos dentro de nuestra región.

Era ya de madrugada cuando volví a casa, subí las escaleras principales de mi propiedad en dirección a mi cuarto, mi bella mariza ya estaba durmiendo, me quedé observándola durante unos segundos, me acosté junto a ella abrazándola y con el suave perfume que despedía quedé profundamente dormido.

Mi sueño fue interrumpido, abrí los ojos agotado para encontrarme con el rostro angustiado de Mariza, estaba dormida, pero aun así pude notar con claridad como lloraba, la llame varias veces, sacudí su cuerpo hasta que por fin sus ojos se abrieron tan cristalizados y angustiados como imaginé que estarían. Se abrazó a mí con fuerza mientras sus lágrimas mojaban mi hombro.

—¿Qué sucede? No te entiendo y no te das una idea como me lastima verte así.

—Necesito que me ayudes, necesito que me digas que no soy una basura, necesito que me digas que me amas – dijo a medida que se abrazaba con más fuerza.

—¿Esto es por tu sueño? –   Alcance a preguntar mientras sus rápidas manos arrancaban una vez más todos los botones de la camisa que llevaba puesta – No necesitas que lo diga, lo sabes. Eres lo mejor que me ha pasado.

—No, es porque necesito sentirme amada.

Nuestras bocas se encontraron, la pasión se mostró a medida que nuestros cuerpos quedaban expuestos a los tenues rayos de la luna, cada beso solo iba acompañado del toque más placentero, nuestras lenguas danzaban armoniosamente mientras nos perdíamos más y más ante nuestros deseos. Mi boca fue la primera en alejarse, decencia por su fino rostro en dirección a su pecho recorriendo su hermoso cuelo, un camino de pequeños besos conducía a uno de sus pechos. Mi boca se turnaba de uno a otro en una sincronía casi perfecta con mis manos, sus pequeños suspiros comenzaban a llenar la habitación algo que realmente me encantaba escuchar.

Sus manos muy lejos de quedarse quietas buscaron dentro de mi bóxer y comenzaron a masajear mi miembro, nos besamos segados por el deseo, sin apartar sus ojos de los míos se incorporó obligándome a que me acostara sobre mis codos, lentamente se deshizo de mi bóxer con una sonrisa pícara y jocosa. Su mano bajo sobre mi miembro al mismo tiempo que mi cabeza se dejaba caer abrí mi boca para dar una larga bocanada de aire y levanté mi cabeza para mirarla nuevamente.

—Ya extrañaba esto – dijo al momento que posaba un beso la punta, una corriente eléctrica me recorrió.

El comentario me causo gracia, una débil sonrisa apareció en mi rostro hasta que vi cómo se metía parte de mi miembro a la boca, lo cubría con su lengua bajaba más y chupaba con fuerza. Coloco mis manos con suavidad sobre su cabeza a repetirlo, su lengua gira alrededor de la punta y chupa con ahínco una vez más, mi cuerpo se revuelve bajo ella, no podía terminar así. El sujeto de los brazos obligándola a que se coloque encima de mí. Se sienta a cuclillas sobre la erección que ella misma ha causado sin dejar de moverse, su cadera se mueve de manera incontrolable, arriba y debajo de un lado al otro, traza círculos, puedo sentir el calor y la humedad bajo ella, todo está acompañado por esos penetrantes ojos azules. 

Su cuerpo se elevaba sobre mí, toma mi miembro con sus manos y es ella misma quien lo coloca en su lugar, baja despacio dejándome entrar poco a poco en su cuerpo, agitada toma aire por su boca mientras poco a poco voy hundiéndome en ella, acaricio sus piernas hasta llegar a su cadera y de una vez por todas termino de penetrarla. Su boca se abre tomando una gran bocanada de aire y deja escapar una sonrisa a medida que es ella misma quien comienza a subir y bajar sobre mí. Sus pechos rebotan sobre totalmente embriagadores, tomo uno de ellos apretándolo con fuerza, ella toma mi mano y suspira delicadamente.

—Quiero sentirte, necesito sentirte.

—Hermosa. No te das cuenta lo embriagadoramente hermosa que te ves en este mismo momento –

—Oh amor… mi amor ¿lo sientes? – pregunta de repente – ¿Sientes acaso mi amor?

Sus movimientos aumentan, siento como su cuerpo arde de deseo y placer, se recuesta sobre mi pecho sin poder dejar de gemir y pronunciar mi nombre de una forma tan deliciosa que me enloquece, acaricio su espalda y acompaño sus movimientos violentos con mi cadera. Se incorpora para besarme mientras se deja ir, alcanza el clímax poco antes que yo, me besa demostrándome ese amor que nos conectó desde el primer día.

Puedo sentir como se calma sobre mí, los fuertes golpeteos que antes daba su corazón ahora son mucho más calmados al igual que su respiración. Ahora mucho más relajada, dormía plácidamente, las lágrimas fueron olvidadas del mismo modo que los recuerdos de aquel sueño que tanto la había lastimado. 

Los rayos del sol se hicieron presentes a través de mi ventana, mi mente no había dejado de pensar en cómo habían cambiado las cosas en tan poco tiempo, estaba a punto de vender las industrias Vask, el legado de mi padre, todo mi trabajo, el proyecto al que Lorena le había dedicado toda su vida. Todo era por el bien de Mariza ¿Valía la pena? Una y otra vez mi mente me daba la respuesta ¡Claro que sí! ¿lo habría hecho por alguna otra persona? Definitivamente no. Desde que ella estaba en mi vida todo había cambiado, ya ni siquiera me interesaba estar con alguna otra mujer, mi mundo giraba casi enteramente en torno a ella era mi tiempo de ser feliz.

Desde que me había hecho cargo de la compañía, en todo momento que me sentía inseguro o temeroso por algo trabajar me ayudaba mucho, esa fue la razón de la ampliación de mi casa para la creación de un despacho que se adaptara a mis necesidades. Un lugar seguro, pero sobre todo relajante donde sentirme cómodo.

Acababa de tener una video llamada con La Junta, todos y cada uno de ellos habían quedado estupefactos, realmente no me esperaba otra cosa, les pasé algunos datos que pudieran necesitar y les pedí por favor no anunciar nada a los empleados hasta que el trato estuviera debidamente cerrado.  La puerta de mi despacho se abrió de repente, John entro agitado y sin dar ninguna explicación prendió el enorme televisor que se hallaba frente a mi escritorio.

—Lamento la interrupción señor, pero debe ver esto.

**

—Un gran revuelo se produjo esta mañana cuando las autoridades alemanas anunciaron que luego de tanto tiempo admitían que un grupo terrorista había dado un golpe contra uno de sus generales – comenzó diciendo la conductora, de un momento a otro se tocó la oreja derecha intentando escuchar mejor las instrucciones que por allí recibía – me están informando que nuestro corresponsal en Alemania avisa que la conferencia de prensa esta por empezar. Buenas días Hugo, estamos con vos. Podemos ver mucha seguridad atrás tuyo ¿nos podes ampliar algo?

—Buenos días Verónica, si efectivamente hay un revuelo ya que el mismísimo Canciller es quien convoco la reunión para poder dar a conocer todos los detalles que tienen hasta el momento. Recién ahora luego de largas horas de espera se nos permitió acércanos – los reporteros de repente se alborotan mientras el canciller acompañado del presidente ingresan rodeados por numerosos guardias que solo con su presencia crean una brecha entre el océano de micrófonos y cámaras de todo el mundo – está por empezar traduciré en vivo para todos Uds. y para nuestra amada audiencia.

    

Con la misma eficiencia que había ingresado, los cancilleres seguidos por el presidente se retiran de la sala rodeados por seguridad sin responder ninguna de las numerosas preguntas de la prensa.

—Luego de tanta espera ese fue el breve discurso que dio el canciller de Alemania frente a las cámaras de todo el mundo y dejándonos con mas dudas que respuestas. Para InfoMundo soy Hugo Gauck, volvemos a estu…

**

—Esto si no me lo esperaba – comente apagando el enorme televisor en mi despacho.

—¿Qué sugiere que hagamos señor?

— No lo sé John. Por el momento tenemos que esperar y confiar en que todo saldrá bien.  Una vez que entreguemos a Sara, será INTERPOL quien se encargue de todo.

— Si señor – respondió retirándose.

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