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Historias De Oficina -16-

Capítulo 16 (Preparativos)

—¿Segura que estas bien? No quiero dejarte sola

—¡Basta, déjenme todos tranquila!

Prácticamente salí corriendo del piso, tomé unos de los ascensores que llegaban cargados de empleados que vieron como de forma maleducada me metía empujones antes de que ellos siquiera terminaran de bajar, las puertas se cerraron justo antes de que Eva o Halle pudieran alcanzarme, bajé a la primera planta de la compañía encontrándome con la recepción, que me miraban extrañadas al ver que me marchaba.

—¡Srta. Márquez! ¿Qué le digo al Sr. Vask si pregunta por usted?

—Ya dejé mis explicaciones en su oficina – ni siquiera tuve la decencia de detenerme.

En las enormes puertas principales me encontré con el habitual problema con respecto a dejarme salir, pero ni me moleste en dar justificaciones simplemente lo aparte de mi camino con un empujón, como era de esperarse ni siquiera reacciono, mantuvo su posición simplemente mirando cómo me marchaba.

—Ey… Ey Mariza Espera por favor – Halle por fin me había alcanzado, se encontraba muy agitada cuando se detuvo a mi lado recuperando algo de aliento – dame un minuto por favor… ¿Dónde vas?

—No lo se necesitó pensar… ¡Sola!

—No me lo pones nada fácil, pero no dejare que andes por ahí sola.

Nuestras miradas y fuerzas de voluntad chocaron estrepitosamente, pero al fin tuve que ceder, Sara y sus hombres seguían dando vuelta todavía por ahí, caminamos por algún tiempo hasta que por fin abordamos un Ómnibus rumbo hacia el centro de la ciudad, era algo que me sentía segura ahí dentro ¿En qué momento el niño rico me buscaría dentro?

Hora pico en la ciudad, el ómnibus avanzaba colmado de gente, entraban, bajaban, peleaban, reían, esta era la vida normal, el teléfono de Hallé sonaba por segunda vez por supuesto que ya sabíamos quién era.

—Señor…si está conmigo, no puedo, no quiere ir, entiendo señ…si me dejara expl….

—Hola – Atendí finalmente luego de sacarle su celular.

—¿Se puede saber dónde mierda estas? – grito furioso – Yo te puedo explicar todo, Mariza por favor deja que te explique.

—Tarde… lo único que te pedí fue que no me lastimaras, no te pedí ni nada raro, nada de otro mundo, la verdad nada más… es tarde.

—Espera, esper

Corte la llamada antes de que dijera algo que esta vez si hiciera que mis clásicas y aburridas lagrimas estuvieran presentes, bajamos en una parada junto otras tantas personas, caminamos hasta llegar a un bar, pedimos algo para calmar nuestro apetito y ahí permanecimos durante horas simplemente hablando de cualquier cosa que no fuera Víctor Vask, era cerca del medio dio cuando finalmente ordene cerveza, Hallé por su parte solo se mantenía a mi lado fresca y expectante frente a cualquier cosa, aunque en ese momento el único problema que podría tener era yo misma, ignoro cuantas cervezas fueron necesarias para que estuviera ebria, pero recuerdo que uno de los televisores donde se sintonizaba un aburrido partido entre dos equipos que no conocía marcaba las tres de la tarde.

—Mariza, basta, basta ¿No escuchas? – Halle finalmente me saco el vaso volcando parte de mi bebida sobre mi ropa.

—Mir… ¡mira, lo que haces nena!

—Basta, no tomas más, fui suficientemente paciente con vos, nos vamos.

—¡No me voy nada, yo me quedo acá! – Grite empujándola.

Grave error, Lo único que recuerdo de ese momento fue que me inmovilizo poniendo mis manos en mi espalda mientras me apoyaba contra la barra, arroyo un par de billetes sobre el mostrador y me saco del lugar, era la situación más vergonzosa que había tenido hasta el momento ¿Estar ebria a plena luz del día? me dejé caer contra una de las paredes externas del bar, escuchaba como Hallé hablaba por celular, me estaba quedando dormida prácticamente, el tiempo paso hasta que vi como el auto de Lucas estacionaba cerca de nosotros. Desperté de repente con un dolor muy fuerte en la cabeza, me daba vueltas sin cesar, intente estirar mi cuerpo, pero al hacerlo me di cuenta de algo, no estaba sola en mi cama y al darme vuelta me quede congelada por algunos segundos, era una traidora… una inmunda y asquerosa traidora ¿Qué mierda hacia Lucas desnudo a mi lado?

Use las pocas fuerzas que tenía para echarlo casi a patadas de mi casa apenas se despertó, me juro una y mil veces que nos habíamos cuidado y que era algo que en realidad ambos queríamos, solo que era un pensamiento oculto en nuestro interior, una vez más me encontraba sola mi reloj marcaba cerca de las doce de la noche, empecé a limpiar hasta que encontré un charco de vomito que seguramente sería mío ya que no me pareció que Lucas mostrara ningún efecto del alcohol, mi mente solo pensaba en una cosa, mi querida Eva ¿Qué debía hacer? Tenía que tomar una decisión, contárselo de una vez para que Lucas no pudiera contarle una versión completamente distinta y poder esperar lo mejor u ocultarlo hasta que inevitablemente en algún momento saliera a la luz.

Las luces de aquel barrio residencial iluminaban ahora mi rostro, un velo de luz cálida cubría las calles, mire una vez más atrás, el taxi que me había llevado se encontraba muy lejos ya, no quedaba ya más remedio, con paso pesado pero firme entre a la torre de departamentos, era la primera vez que no me cruzaba a nadie en el camino, nadie para hablar, nadie para distraer la culpa que sentía en ese momento, lo único que podía escuchar era como el ascensor cumplía su trabajo, acercándome segundo a segundo al piso de mi amiga, el tiempo se había acabado ante mi ahora se encontraba la puerta de Eva, no sé cuantos minutos pasaron hasta que por fin me anime a golpear, los segundos pasaron y pasaron hasta que me decidí a intentar de nuevo – Aghh ya voy – pudo escucharse del otro lado, el momento había llegado.  

—Ey nena linda – su sonrisa apareció frente a mí de nuevo – pasa no te quedes ahí parada.

¿Sería en el mismo sofá donde todo comenzó donde terminaría nuestra amistad? Las palabras salían de su boca una y otra vez mientras me contaba algo a lo que no había prestado atención en ningún momento, intentaba encontrar una manera decir que era lo que me llevaba a visitarla a esa hora de la noche, pero cualquier excusa me parecía estúpida, jugaba con mis dedos mientras no podía levantar mi vista del suelo

—¿Me podes decir que pasa Mariza? No me estas escuchando ni una palabra.

—Me equivoque, ni siquiera sé cómo paso, pero paso, tome demasiado, me dormí, no me acuerdo que paso, pero sé que paso, perdón – Su cara mostro una expresión de total desconcierto mientras intentaba relacionar una frase totalmente rota.

—Para, Para… no entendí nada – sonrió con sus hermosos ojos sobre mí - ¿Qué paso?

—Me acosté con Lucas – Salió de mi boca luego de una larga bocanada de aire para darme valor – Se quedó unos segundos mirándome en silencio con una desconfiada mirada hasta que comenzó a reírse, una risa que se fue apagando poco a poco al ver que mi vista se basaba en cortas miradas a sus ojos para luego volver a mirar el suelo.

—¿Qué estás diciendo? – pregunto todavía risueña - ¡Que decís! – repitió esta vez mas enojada.

—Perdón… Yo, no sé…

—¡No sabes! ¿Qué es lo que no sabes? Decímelo a la cara ¿Te acostaste con Lucas o no?

—Si… – Fue La única respuesta que salió de mi boca antes que recibiera una fuerte cachetada, al levantar la vista recibí otra y otra después de esa, ni siquiera hice el intento por defenderme o tratar de evitarlas.

—¡Ándate de mi casa! – Grito esta vez, todo se resumió a que prácticamente me saco a la fuerza, con mi necesidad de intentar hablar con ella solo conseguí salir más lastimada - ¡Ándate! – exclamo esta vez levantando un puño cerrado, pero no se animó a golpearme de esa manera, solo señalo la puerta, la mirada que siempre caracterizo a Eva se había borrado totalmente, ahora era una mirada llena de ira y resentimiento la que me observaba 

Las cosas habían salido de la peor forma posible, mi mirada se mantenía firme ante ella mientras una lagrima comenzaba a resbalar por mi rostro, Eva por otro lado se mantenía totalmente agresiva, deje mi llave de su departamento en el suelo antes de llamar al ascensor al apretar el botón escuche el fuerte portazo, era la primera vez que bajaba del departamento de Eva totalmente devastada, camine sin rumbo durante unas cuantas cuadras hasta que decidí sentarme en uno de los blancos bancos de aquel solitario parque, sin más comencé a llorar amargas lágrimas salían ahora de mí.

—Debería ser contra la ley que alguien haga llorar a alguien tan hermosa como usted – dijo alguien alcanzándome un pañuelo sentándose a mi lado.

—¿De nuevo? Me había olvidado que estoy bajo vigilancia constante ¿Cuándo será el día que te alejes de mí?

—¿Quieres que me vaya? – Esta vez había algo totalmente ajeno en su mirada ¿Desde cuándo los sentimientos y Michael eran compatibles? – ¿Eso es lo que quieres?

—No… – dije después de negar con la cabeza – Ahora mismo lo que quiero es simplemente un abrazo.

—Estamos expuestos, hora de irse.

El auténtico Michael se hizo presente nuevamente, tendiéndome la mano para que me incorpore mi guio hasta un hermoso auto tan negro como la noche que esta estacionado a casi cien metros de donde nos encontramos. El Sector-2, como él siempre lo había llamado me daba nuevamente la bienvenida “por decirlo de alguna manera”, muchos soldados simplemente me saludaban supongo como respeto a las órdenes de Michael, aunque sin poder ocultar sus caras de asombro mientras que otros me sonreían con hipocresía mientras entraba a aquella peligrosa fortaleza, me escoltaban al sonar de un claro paso militar, hacía pocos minutos que me había separado de mi anfitrión y me sentía totalmente insegura, pero para mí tranquilidad reapareció a mi lado.

—¿Tienes hambre?

—Inapetente… – respondí simplemente –  Asiqué… ¿Me sigues todo el tiempo?

—Negativo – respondió sonriente – estaba vigilando el perímetro cuando vi que salías del edificio de tu amiga ¿Estas bien?

—Mejor de lo que merezco Michael, soy una basura.

—No hables así – sus labios besaron mi frente, algo tan estúpido que junto con su sonrisa terminaron de tranquilizarme – Acompáñame, hice que prepararan un cuarto para que descanses.

Me guio por los largos corredores de aquella construcción antiguamente abandonada, pero que ahora rebosaba de soldados fieles a él, asesinos, delincuentes… ¿Amigos? La frase sonaba totalmente disparatada, pero en cierto modo era verdad, mi habitación resulto ser más grande que el espacio que tenía en mi verdadero departamento, tenía una confortable cama, una pequeña mesa y dos sillas, me recordaba al lugar donde había permanecido cautiva, solo que esta vez podía irme en cualquier momento, sin tener que esperar que un mentiroso pagara absolutamente nada-

—¿Me acompañas con un trago?

—No, gracias…. Ya me trajo demasiados problemas.

—Como gustes – Dijo sirviéndose un vaso de la botella que se hallaba sobre la pequeña mesa de madera, tomo asiento sin sacar en ningún momento los ojos de mí, a lo que simplemente respondí sonriendo – ¿Vas a dormir ya?

—¿Qué me puedes ofrecer para disuadirme? – Sonrió por un pensamiento en su mente, comprendiéndolo deje escapar una segunda sonrisa – Eso no, un tema para hablar.

—Bueno…tal vez quieras contarme porque necesitabas de un abrazo cuando te encontré.

Era una larga historia que más daba, le conté como había sucedido todo con Lucas y como había tomado la estúpida decisión de contárselo a Eva como si se tratara de cualquier cosa, la conversación fue pasando de un lugar a otro, Eva, la empresa, Víctor, Edward, Sara… era momento de hablar de Michael.

—¡Puedo preguntarte algo?

—¿Me voy a arrepentir de decirte que sí?

—Afirmativo – Solo sonrió como era tan clásico en el – ¿Por favor?...

—Pregunta lo que quieras.

—Cuando nos encontramos en esa cafetería me dijiste que lo primero que se pierde en este negocio lo primero que se descarta es el corazón ¿Por qué eres así? No creo que sea de un día para otro ¿Qué oculta tu pasado? – Reacciono de forma totalmente inesperada se levantó de repente arrojando la silla a unos metros de distancia mientras revoleaba el vaso contra el suelo, su mirada volvía a ser fría y penetrante, pero esta vez no me asuste simplemente mantuve la mirada sobre la suya, Michael no me lastimaría “o por lo menos así lo sentía” – dijiste lo que quieras, responde mi pregunta.

Busco su silla y colocándola en su lugar volvió a sentarse manteniendo la mirada en un punto perdido, los minutos pasaron hasta que por fin hablo.

—Cuando tenía ocho años, unos hombres entraron a robar a mi casa, mataron a mis padres, pero antes de matar a mi hermana la violaron hasta cansarse ella tenía doce años, en cuanto a mí me golpearon brutalmente dejándome tirado en un rincón de la casa, cuando desperté y me encontré con todo eso… no pude soportarlo comencé a correr hasta que mi cuerpo no resistió más, no se el tiempo que pase llorando hasta que me di cuenta de una verdad, estaba solo, era estúpido seguir llorando, dormí una semana en un terreno baldío, revisaba las bolsas de basura en busca de algo para comer,   así pase el primer año en la calle, me había convertido en un ladrón de baja monta entraba a los negocios cercanos y robaba algo para comer, lo que sea tuviera alcance, al cumplir los diez años supe lo que era asesinar por primera vez, me había metido en una casa que estaba abandonada para refugiarme del frio y la lluvia, pero ya estaba ocupada, había un hombre muy ebrio que comenzó a golpearme, cuando me empujo contra una vieja mesa tome un oxidado cuchillo que se encontraba en el piso y sin saber cómo había ocurrido el cuchillo termino clavado en su pecho, permanecí con el cuerpo hasta que la lluvia ceso y pude salir, fueron innumerables la veces que llore mientras mi mente me comparaba con los hombre que mataron a mi familia. Eres la primera persona a la que se lo cuento…Boom ¿no? – dijo forzando una sonrisa.

Me levante de mi silla para abrazarlo, mis ojos se cerraron mientras con fuerza mientras su historia seguía repitiéndose en mi mente “Ohh pequeño Michael ¿en qué te convertiste?” nuestras miradas volvían a cruzarse, la misma pisca de tristeza había vuelto, su mirada era triste y vulnerable.

—¿Cómo fue que saliste de las calles? – note que mi pregunta lo incomodaba, no quería que volviera a cerrarse – Digo… si quieres contarme.

—me siento bien hablando con vos – tomo mis manos y tomo una larga bocanada de aire – el tiempo paso, en una ocasión salte un muro para poder entrar a una propiedad los dueños estaban almorzando al aire libre, carnes, ensaladas, pan, jugo, vino, todo a mi disposición, escuche un ruido tome una flauta de pan y salí corriendo a esconderme tras una planta sin saber si alguien me había visto o no, me escape como pude de la propiedad para devorar el delicioso pan que fue mi única comida de ese día, al mediodía siguiente volví, pero no había nada, maldije mi suerte mientras mi estómago pedía con insistencia algo para comer, cerca de donde estaba se encontraban unos tachos de basura. Revolví como si fuera un animal en busca de algo, escuché como una puerta se abría y al levantar la vista me encontré con una mujer que mi miraba con una mirada tranquila, salí corriendo lo más rápido que pude, pero al darme vuelta me di cuenta de algo... no me estaba persiguiendo, de hecho, no se había movido ni un solo paso solo me observaba dejo escapar una sonrisa, algo tan simple me hizo sentir mejor, dude muchísimo sobre si acercarme o no, pedí disculpas por entrar a su casa pero ella solo sonrió entregándome un trozo de pan. Pase toda la tarde con ella comiendo como si fuera mi último día. Yo la llamaba Sra. Sáenz.

—Lo que me cuentas es terrible Michael, que difícil tan chiquito.

—El tiempo paso, me quede con ella a partir de ese día, me saco de la calle dándome lugar en su casa, me obligo a seguir mis estudios, encaminándome un poco más y…

—¿Y…?

—Y… ahora si es hora de dormir, si te portas bien mañana te cuento el resto, una cosa más… todo lo que conté me hizo sentir un poco mal ¿Puedo quedarme acá?

 “¿En serio…?” me hizo sentir de nuevo como si fuera una niña y al mismo tiempo como si todo hubiera sido una trampa ¿Dormir juntos? “Bueno… obviamente esa no era su idea” Nos acostamos con nuestra ropa puesta y nos cubrimos con las cálidas frazadas, estaba descubriendo una parte de él que no conocía.

Mi sueño se tornaba más extraño segundo a segundo, tenía flashes de Víctor, con Eva, pequeños recuerdos que empezaban a llegar de lo que había ocurrido con Lucas, mi respiración se aceleraba, me desperté de repente, mi compañero de cama no se había quedado quieto, tenía mi camisa abierta con mis senos al aire, mi pantalón ahora yacía a un lado de la cama junto con mi ropa interior y su mano se hallaba entre mis piernas inspeccionando lo mojada que había logrado ponerme, mi mente se debatía entre alejarlo gritando con todas mis fuerzas o dejar que continúe. En un acto de altísima traición mi cuerpo cedió, deje escapar un suspiro asqueando mi espada mientras dos de sus dedos volvían a entrar en mí, sus dientes mordían y tironeaban de mis pezones excitándome todavía más, su estilo era salvaje tan placentero, deslizo su lengua por mi cuerpo mientras sus dedos no se detenían ni un solo segundo, al llegar a mi sexo se concentró solo en un solo punto volviéndome más loca de lo que ya me encontraba, mi respiración se aceleró de sobremanera cuando sus dedos comenzaron a alcanzar un ritmo frenético el cuan junto con su lengua lograron hacer que nuevamente cediera ante el placer, mi espalda se arqueaba mientras alcanzaba el clímax, su lengua no se detenía mientras limpiaba lamida a lamida lo mojada que había quedado. Me dio media vuelta mientras yo aún seguía intentando recuperarme del orgasmo que había alcanzado, una sonora nalgada castigo mi cola.

—Espera…. Para por favor, decime que te estas cuidando por favor Michael – rogué.

—Ya me adelanté a su idea Srta. Márquez – susurro en mi oído antes de darme otra nalgada, esta vez del otro lado.

Nunca esa forma en la que Michael me llamaba me había excitado tanto… hasta ahora “Si Víctor hace lo que quiere porque yo tenía que ser la tonta de la historia” – vamos Michael ¿Qué esperas? – le movía mi colita tratando de incitarlo todavía más. Su boca comenzó a besar mis nalgas sin pausa, tomándose su tiempo para acariciarlas, los besos comenzaron a formar un claro camino hasta que por fin llego a mi ano, su lengua imparable me llevaba de paseo por un mundo que nunca había explorado pero que estaba disfrutando de sobremanera, volvía a sentir sus dedos, pero esta vez en esa zona prohibida, uno de sus dedos intentaba entrar causándome dolor, trataba de voltearme, pero él me tranquilizaba con su mágica lengua, su dedo  hizo un segundo intento, esta vez intente quedarme quieta y poco a poco el dolor comenzó a ser reemplazado por placer, sin darme cuenta mi cuerpo acompañaba el movimiento de su dedo, me estaba gustando mucho lo hacía, hasta que de un momento para otro se detuvo, volví a mover mi cola impaciente hasta que su lengua comenzó de nuevo con su obra, esta vez acompañada por mis suspiros e impaciencia. Esta vez intento con un dedo un poco más grande, mi cuerpo se tensa al sentir cmo este nuevo invasor ejerce más resistencia que el anterior, pero poco a poco mi cuerpo cede y se acostumbra a él. Mi cuerpo se mueve al son de sus movimientos mientras poco a poco comienzo a dejar escapar un suspiro tras otro, luego son dos los invasores, la zona prohibida ahora es algo muy placentero, muy intenso, el momento que espero con paciencia y autocontrol por fin llega, coloca su miembro en mi ano y se detiene como si espera algo de mí, más que jadear y retorcerme de gusto.

—Vamos despacio ¿Si? Con cuidado y mucho mimo – digo moviendo mi cuerpo hacia el siendo la que empieza a ejercer presión sobre mi inexperta colita.

Comienza a ceder, su miembro poco a poco ingresaba por primera vez…por ahí, mi cuerpo expulsa todo el aire en mis pulmones, concentrándome solamente en eso, su miembro sale casi por completo y luego vuelve a entrar un poco más esta vez “Ahh…Si, por favor”. El movimiento se repite una vez, otra vez y otra vez. Todo mi cuerpo reacciona, un claro gemido escapa de mis labios, sus manos recorren mi cuerpo, sus besos caen en mi cuello, me agarro como puedo de el para que sus besos no se detengan, sus dedos ahora juegan con la humedad que se halla en el interior de mis piernas. No se detienen siguen implacables hasta invadir mi interior, es demasiada estimulación, todo a la vez coopera para llevarme más y más cerca de la locura – Mmm Michael, por favor… – mi  cuerpo comienza prácticamente a convulsionar ante tanto estimulo, siento que comenzamos a alcanzar el clímax casi al unísono, caigo rendida sobre la cama, gruesas gotas de traspiración recorren mi frente y espalda, estoy completamente empapada, Michael sale por fin mi interior recostándose a mi lado, me muestra  lo mojados que se encuentran sus dedos meterlos a su boca para limpiarlos.

—Eres un asqueroso – digo sonriendo, siento que me sonroso, pero no retiro mi mirada de él.

—¿Asqueroso? Tiene usted un sabor delicioso Srta. Márquez.

**********

Observaba los trozos de mi notebook esparcidos por el suelo, pero mi mente seguía pendiente de lo que sucedió, Hannah me había grabado ¿Era esta su forma de vengarse acaso?  Necesitaba hablar con ella, necesitaba explicarle mis estúpidas justificaciones, pero mi mente se empecinaba en darle la razón a Mariza e insultarme aún más, si es que eso todavía posible luego de leer la carta.

Necesitaba tomar una decisión de cómo debía actuar, tal vez si dejaba que as cosas se enfríen podría lograr que me escuchara, la puerta de mi despacho se abrió dándole paso a mi jefe de seguridad.

—John necesito que te encargues de dos cosas, punto uno necesito que reúnas a los mejores empleados de cada área: Tecnología, Desarrollo, Economía, Nanotecnología, etc. Punto dos, necesito que uses tus contactos y encuentres posibles compradores interesados en adquirir Industrias Vask.

—¿Señor…las industrias están en venta?

—Dije posibles, por favor actúa de la forma más discreta posible… ahora John.

—Señor – dijo antes de retirarse.

Al salir de mi oficina, vi como las puertas del ascensor se abrían, Eva había vuelto se la notaba en muy mal estado, me acerque para poder hablarle, pero me ignoro totalmente como si no estuviera ahí.

—Eva, escúchame ¿Dónde está Mariza? Por favor Eva – dije al momento que la tomaba del brazo.

—¡No, no lo sé, se fue y aunque supiera jamás le diría! Despídame si quiere, tengo que seguir trabajando – Estoy seguro que sus gritos podrían haberse oído en todo el piso.

Se había ido sin decirle ni siquiera a Eva… eso fue lo que más me asusto, prácticamente salí corriendo hacia el ascensor, llegué lo más rápido posible a la primera planta, fui hasta el estacionamiento para tomar mi auto para tratar de encontrarla, pero… ¿Donde?

—John necesito que rastrees un teléfono celular – dije usando el manos libres de mi auto luego de que la primera llamada a Halle no fuera respondida – En el primer cajón de mi escritorio hay un pequeño papel escrito con lápiz ese es el número de Halle Smith, averigua inmediatamente donde se encuentra ese celular.

—Al orden señor – dijo cortando la llamada.

—¡Aghh mierda contesta de una vez estúpida! – la segunda llamada cayo tras varios segundos al contestador, inmediatamente volví a llamar hasta que… – ¡Por fin! ¿Dónde mierda están? Eres una inútil te pago para que mantengas a Mariza a salvo no para que ignores mis llamados ¡Decime donde mierda están ahora! – prácticamente no la deje hablar.

—Hola – escuche que decía con vos fría.

—¿Se puede saber dónde mierda estas? Yo te puedo explicar todo, Mariza por favor deja que te explique. – mis palabras salieron en un tono más fuerte del que esperaba

—Tarde… lo único que te pedí fue que no me lastimaras, no te pedí nada raro, nada de otro mundo, la verdad nada más… es tarde.

—Espera, espera… ¿Hola? ¿Hola? – me había cortado – Vamos John necesito esa dirección – rogué en silencio, mientras esperaba que nada pasara mientras mariza se encontraba al alcance de Sara

Me estacione frente a unas oficinas a esperar el llamado de mi jefe de seguridad que debía estar rastreando el celular de Halle, mis ojos se concentraron en una familia que iba tomados de la mano, se los veía alegres y despreocupados totalmente metidos en su propio mundo, esa era la vida normal que Mariza esperaba que tuviéramos “Perdí esa idea de la vida hace añosr”. El estrepitoso sonido de mi celular se pudo escuchar, misión cumplida.

—Señor la localice, la señal proviene de algún lugar localizado en Av. Alvear y Montevideo ¿Necesita algo más Sr. Vask?

—No, Gracias

Ya tenía mi dirección tenía que darme prisa, acelere a fondo mientras daba una vuelta en U ignorando insultos y bocinazos, active el GPS de mi auto tratando evitar la absurda voz que producía tratando de guiarme, los segundos parecían, minutos, horas… mi ansiedad era mi enemiga, necesitaba saber que estaba bien, por fin llegaba al lugar “¿Dónde estás?” Departamentos de un lado, una casa de joyas del otro, estacioné mi auto para meditar durante algunos segundos, hasta que decidí bajarme…caminé por algunos metros hasta que encontré un pequeño bar, mi bella durmiente no era una persona que encontrarías en un bar y mucho menos a esa hora, pero no tenía nada que perder, el lugar era por lo menos decente se podía escuchar un gran tema de Rock de fondo permitiendo el dialogo era agradable, mi vista se concentró en una pelirroja bebiendo una taza de café en una de las mesas “Por fin”

—Hasta que te encuentro Hallé.

—Señor le debo una disculpa por no haber respondido sus llamados.

—Déjalo así, está bien – Dije tomando asiento frente a ella - ¿Dónde está Mariza ahora?

—Le pedí al novio de Eva que la llevé hasta su departamento, estaba en estado de ebriedad señor, muy alterada.

—Es evidente que no puedes hacerte cargo de ella Hallé – dije poniendo un sobre de papel sobre la mesa – ahí tienes tu pago, no quiero volver a verte.

—Señor si me permit

—Silencio, no quiero volver a verte, no quiero saber que estas cerca de Mariza sino te declare mi enemigo, fin de la discusión.

Salí del bar ignorando sus explicaciones, por lo menos mi bella durmiente estaba en un lugar que Sara no conocía, necesitaba volver a la compañía para poder ultimar los detalles de la junta. Una vez en la compañía me reuní con la gente que John había seleccionado y llevado a mi oficina.

—Bienvenidos se estarán preguntando porque fueron traídos acá ¿no es así?

—¿Señor, pasa algo? – pregunto uno de ellos

—Los mande a llamar para poder crear una junta.

—¿Una junta? – interrogo otro.

—En tiempos de mi padre la empresa contaba con una junta que lo aconsejaba y se encargaba de regular todo cuando él no se encontraba. Es momento que la compañía cuente con ella nuevamente, 

Las condiciones para la creación de la junta ya estaban dadas, serían los que se encargarían de las industrias hasta que pudiese encontrar un comprador para el legado de mi familia.

El día sin mi bella Mariza se volvió innecesariamente largo, Lucio paso a buscarme para llevarme a casa, se dio cuenta que obviamente algo me pasaba, pero no se animó a preguntarme nada, nadie en la casa lo hizo.

La mañana siguiente llego cargada de pesimismo, el día comenzaba sin que yo percibiera su perfume o sintiera su calor, era como si la vida de repente fuera blanca y negra. La jornada laboral comenzó preparando la agenda con la nueva junta, Eva ingreso a la sala de reuniones simplemente para dejar los horarios que debimos analizar, se la notaba muy cansada, sus ojos estaban hinchados como si hubiese estado llorando toda la noche.

—Eva espera por favor, te acompaño a tu escritorio – dije levantándome de mi silla dejando a la junta de lado.    

—Víctor por favor, no es el mejor momento – dijo ocultando su rostro tras sus manos.

—¿Le paso algo a Mariza acaso?

—No lo sé, la eche de mi casa y no sé a dónde se fue, ahora estoy preocupada porque no se comunicó.

—Tal vez tengamos que esperar que sea ella la que intente comunicarse, puede ser que necesite estar un poco sin que nadie la moleste.

Los días comenzaron a pasar hasta que finalmente paso una semana completa, una semana sin ninguna noticia de mi bella durmiente ¿Cómo puede ser que no necesite ni siquiera verme? Parecía que los días sean cada día más largos “¿Cuántos días más tienen que pasar?” habitación se hablaba en total silencio, me había acostado con el fin de poder dormir para tratar de ignorar un sinfín de pensamientos de que rondaban mi cabeza, todos y cada uno de ellos relacionados con Mariza.

—Señor Vask… lamento molestarlo señor, pero tiene una visita. – dijo irrumpiendo en mi habitación.

—¿Quién es?  No, la verdad que no me importa Lucio, no estoy para nadie.

—Es un hombre llamado Michael Sellers, pero señor…Viene acompañado de la Srta. Márquez.

Prácticamente salte de la cama, antes no podía ser que estuviese en casa, pero realmente no me importaba que hacia Mariza con ese hombre, baje lo más rápido posible encontrándome en la sala a ese hombre que sonreía al verme “tan tranquilo y confiado” no era ni el momento ni el lugar para mostrarme orgulloso, simplemente puse mis ojos en ella.

—Hasta que al fin nos conocemos, es un gusto Michael – dijo tendiéndome su mano.

—¿Podemos hablar por favor? – ignore totalmente a ese sujeto tan hipócrita, solo me concentre en ella, sus preciosos ojos me observaron largos segundos antes de volver a ignorarme – Mariza

—Víctor, vine a proponerte una alianza ya que tenemos un enemigo en común Sara, si nos unimos podríamos derrotarla.

—¿Podemos hablar por favor? – dije agarrándola del brazo, atravesamos la sala para entrar en mi despacho cerrando la puerta con seguro.

—Suéltame – Dijo dándome una fuerte bofetada –  tu noviecita intento matarme – soltó todavía más enojada.

—¿Noviecita? Ángela – logre decir antes de recibir otro cachetazo – escúchame por favor, yo sé que lo que hice fue terrible, pero quiero que sepas que no pasa un solo minuto sin que esté pensando en vos, en lo que sentimos, en lo que me pediste… cree una nueva junta, nuestra vida puede cambiar, podemos irnos no importa a donde nos vamos, esta semana separados me sirvió para entender que no puedo ser feliz ni un solo día si no estás ahí conmigo por favor…

Su mirada estaba llena de duda, un brillo especial en ella me hizo ver que su corazón ya me había perdonado tal vez desde mucho antes que me abriera ante ella. Un nuevo y fresco bofetón alcanzo a sorprenderme, pero no tanto como el dulce beso que siguió, algo lleno de deseo y pasión sucedió mientras nuestros labios se tocaban en una coreografía delicada y majestuosa. Mis brazos la rodearon levantándola para colocarla sobre el firme escritorio mientras era casi imposible soltarla.

—¿Todo lo que dijiste fue de verdad? – interrogo abrazándome

—SI, todo… Nos vamos, ya está todo en marcha – dije mientras comenzaba a morder su cuello y acariciaba su cuerpo.

—No…para, Víctor, no podemos irnos – Dijo mientras se separaba de mi – si nos vamos ahora Sara nos va a seguir, tenemos que terminar con esto para que después podamos seguir con nuestras vidas, pero para eso necesitamos a Michael, piénsalo bien no es nuestro enemigo – Rogo planteando nuevamente la alianza.

Tras pensarlo durante unos segundos y después de poder soltarme de ella y de sus besos me reuní con mi nuevo amigo, uno de los responsables del secuestro de Mariza

—Bien, hasta que por fin puedo tener una reunión con el todo poderoso Señor Vask – escupió sarcástico e hipócrita mientras se sentaba frente a mí en el despacho, sería una reunión que Mariza no presenciaría – Extraña alianza ¿No lo crees?

—¿Michael cierto? – solo sonrió asintiendo con la cabeza – ¿Quién se quedó con los cincuenta millones? No quiero que te equivoques, no me importa en lo más mínimo ese dinero mi punto es… ¿Cómo puedo confiar en vos?

—Mariza está a salvo, elimine a varias personas que intentaron lastimarla, es una hermosa y frágil mujer que debemos cuidar – añadió.

—Te equivocas, ella no es frágil es más fuerte de lo que todos creen ¿eliminaste personas que intentaron lastimarla? Y ahora imagino que piensas que eres una mejor persona ¿no?

—Déjame ver si entiendo… ¿crees que el malo de la película soy yo? Somos iguales Víctor ¿sabes cuál es la única diferencia entre nosotros? Eres una persona publica, todo el mundo sabes quién eres, saben dónde vives. Saben cuál es tu compañía. Por mi parte soy un fantasma, nadie sabe absolutamente nada de mí, nada.

La reunión terminaba de forma inesperada cuando su celular empezó a sonar, al parecer algo había ocurrido donde fuera que se escondiese, le ordeno a Mariza permanecer en la mansión y se marchó, por más que mi orgullo me impidiese decirlo nos necesitamos mutuamente, por más que no lo dijéramos, a pesar de todos nuestros esfuerzos no teníamos ni la menor idea donde podría encontrarse Sara, tal vez esta alianza sea la solución para finalizar la guerra que había comenzado hacía ya tiempo.

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