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Historias De Oficina -11-

Capítulo 11 (Desastre)

 

Sus labios comenzaron a dibujar líneas en mi piel, subiendo desde mi abdomen hasta mi cuello, continuando hasta llegar al lóbulo de mi oreja, que irremediablemente cayó presa de sus dientes.

—Te extraño, te necesito, te deseo…

Sus palabras eran susurradas en mi oído consiguiendo estremecer y alterar cada uno de mis sentidos exactamente igual al primer día, las suaves sabanas de seda de su habitación acariciaban mi cuerpo, nuestros cuerpos se necesitaban, el calor entre nosotros iba en aumento a medida que explorábamos cada centímetro de nuestra piel, me besaba con pasión, dándole rienda suelta a su lengua, que no escatimaba esfuerzos en enzarzarse en una fiera pelea con la mía, una de sus manos tomaron uno de mis senos, jugando con el excitándome más, arrancándome un fuerte gemido, como si hubiese sido una especie de incentivo, mi gemido causo una explosión en el ambiente, con un rápido movimiento cambiamos de lugares quede sobre el totalmente desnuda, su miembro ingreso despacio en mi para comenzar casi de inmediato un ritmo lento, lleno de pasión y amor, mis senos rebotaban al compás de sus envestidas  hasta ser agarrados por sus manos, su boca se acercó a ellos mordiéndolos, volviéndome loca…

Un fuerte sonido me arranco de mi sueño, no sabía lo que era, pero estaba despierta, tenía frio, me dolía el cuerpo, era la primera vez que dormía en el suelo, esa habitación era húmeda terriblemente húmeda, los rayos del sol que antes podían ingresar a través de la pequeña claraboya se habían esfumado, era de noche, desconocía cuantas horas llevaba cautiva, la puerta que se encontraba frente a mí era  una pieza antigua de madera hinchada por la humedad y carcomida por los insectos ¡Alguien la estaba abriendo! Una sombra se introducía lentamente en la habitación ¿Qué buscaba? Me escondí tras mis rodillas y comencé a llorar, era demasiado ¡No soy un animal!

—Shh tranquila Srta. Márquez – dijo pareciendo amigable.

No me animaba a mirarlo, no podía sentir nada más que no fuera miedo e impotencia, pero realmente me sorprendió cuando mi cuerpo fue envuelto por la suavidad y el calor de una gruesa manta.

—Te traje esto, la noche es muy fría y este cuarto es muy húmedo. – puede ver su sonrisa hipócrita.

—¿Qué ganas de todo esto? Estoy asustada – dije comenzando a llorar de nuevo.

—Tranquilízate, yo voy a cuidar de ti – repuso sonriente.

¿Es normal que alguien sea tan hipócrita? Quizá era solo un psicópata que se había convencido que estaba haciendo algo bueno por mí.

—Eres tan hermosa – dijo acariciando mi mejilla.

—Aléjate de mí – dije parándome de repente – no quiero que me toques, no quiero que te me acerques.

— ¿Qué opción tienes Mariza? – repuso sonriente – ¿Cuánto tiempo te parece que vas a estar encerrada en esta habitación? Te van a vender al mejor postor y vas a terminar tus días como esclava de algún magnate en quién sabe dónde.

—Por favor déjame ir, no tengo nada que les sirva por favor, por favor, por favor…déjame ir, se me olvido tu rostro, nunca te vi ni a vos ni a tu amigo, yo sigo con mi vida y listo…por favor.

—Descansa hermosa – dijo sonriendo mientras se ponía de pie – no quiero que te preocupes, todo va a estar bien.

Me acurruque en mi manta viendo como él se retiraba de mi habitación, Michael era un personaje muy extraño, mentiroso, manipulador, psicópata, victima ¿Cuál de todos era? Tal vez era una mezcla o tal vez era simplemente un maldito, nuevamente estaba llorando, estaba muy agotada.

La mesa estaba lista, la bebida, el aroma familiar, pollo al horno y flores de primavera.

—Mariza amor ¿Dónde está tu padre?

—Está trabajando en el auto todavía ¿quieres que vaya a buscarlo?

—Si por favor ya está lista la comida.

—Voy a buscarlo.

Todo se oscureció, la capucha de mi buzo cubrió mis ojos mientras mi padre me abrazaba, las risas de mis padres estaban cargadas de felicidad, pero al mismo tiempo de tristeza su nena se iba de viaje sin ellos, nos sentamos a comer entre risas, anécdotas y alguna que otra lagrima de mamá.

—¿Cuándo sale tu viaje hija? – pregunto mi madre

—No estoy convencido de ese loco viaje que quieres hacer Poobee. – dijo mi padre

—Papá por favor ya ultimamos todos los detalles, no me vengas con esto ahora por favor.

—No se hija…

—Salgo mañana temprano, prometo llamar todos los días y contarles como me está yendo. – dije mostrando mi mejor sonrisa

Las caras preocupadas dejaron entrever pequeñas sonrisas, aunque sus ojos dejaban apreciar la tristeza de sus corazones, era la primera vez que me iba tan lejos sin ellos, siempre fui sobreprotegida y ahora me embarcaba a un viaje en Europa con mis dos únicas amigas.

Desperté de repente, seguía envuelta en la gruesa manta que me había traído Michael ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Los rayos del sol podían colarse nuevamente por la pequeña claraboya, tenía mis ojos irritados de tanto llorar y mi boca seca, me estaba deshidratando, llevaba mucho tiempo sin comer ni ir al baño, me incorporé como pude y me acerqué a la antigua puerta que me confinaba, ahora con la claridad del sol me di cuenta que no tenía picaporte, una oxidada cadena la unía a la pared para que se mantuviera cerrada, pude entreabrirla un poco, escuchaba como mis captores hablan pero solo entendía parte de las frases.

 “lleva tres días con nosotros, no ha comido ni bebido nada”

“Sin ella no hay rescate”

“¿Qué droga le suministraste, Edward?”

“Tenemos que deshacernos de ella Michael, tirarla un rio o enterrarla en algún lugar donde no la encuentren”

Mi mente repetía sus palabras una y otra vez mientras me alejaba de la puerta, se estaban acercando, escuchaba sus pasos. La horrible cadena empezó a sonar cuando llegue a cubrirme con mi frazada “Edward” ¿Era el nombre del hombre que me golpeo? La puerta se abrió, Michael ingreso con una bandeja y un cubo de desperdicios, con tranquilidad y una sonrisa se acercó, dejo mi desayuno en el piso frente a mí y el cubo cerca de la puerta.

—Buenos días ¿Tienes hambre? – susurro con una sonrisa todavía más grande

El desayuno constaba de un vaso de agua, café cortado, varios trozos de pan y algo de mermelada, mis ojos lo observaban detenidamente, mientras que mis labios permanecían cerrados, solo me estremecí cuando se sentó a mi lado

—Tienes que comer algo – dijo con un tono más frio esta vez – ¿no vas a decir nada?

—Tengo que ir al baño – dije en un susurro practicante ahogado

—Para eso es el recipiente.

Me temía esa respuesta, tenía muchas ganas de llorar, pero realmente ya no podía, solo me quedo rogarle durante varios minutos, suplicándole misericordia hasta que por fin en una muestra de generosidad me ayudo a levantarme, sujeto mis manos a mi espalda con un pedazo de cable que se hallaba en el piso y me condujo fuera de la habitación, tras unos pocos pasos llegamos a otra, la puerta se abrió y un olor nauseabundo, asqueroso ingreso a mis fosas nasales, el lugar era una autentica mugre, fue ahí cuando comenzó otro ruego a Michael para que me suéltelas manos y espere afuera, jure cerca de siete veces por mi vida que no intentaría nada ¿Qué podría hacer en todo caso? Pasaron los minutos Michael golpeo la puerta apurándome, después de tanto rogar mi cuerpo no podía hacer, era todo tan frustrante, todas mis fuerzas se concentraron en tranquilizar a mi mente para poder hacer mis necesidades, la puerta sonó por segunda vez, me concentre en mi sueño, en la tranquilidad que me proporcionaba, me apure lo más posible, trate de tirar la cadena, pero el dorado liquido no iría a ningún sitio, no había agua, Michael golpeo por tercera vez entrando en esta ocasión, volvió a atar mis muñecas para el camino de regreso, comí y bebí prácticamente todo lo que me ofreció, no sé exactamente cuándo tiempo paso pero mientras yo devoraba todo de un modo para nada femenino, el por su parte en ningún momento levanto sus ojos de mí,  permanecimos en silencio por largo tiempo, hasta que pudimos oír como una puerta cercana se cerró de un portazo, inmediatamente me congele, mi vista se fijó en la puerta de esa húmeda habitación que se abrió de un golpe dando paso a Edward

—Vos… a la silla – dijo señalándome con el dedo mientras se acercaba amenazante.

 “¿Silla?... ¡Silla!”

Mi cuerpo se removía, clavaba en vano mis talones contra el suelo con tal de no seguir avanzando, pero mi peso parecía no ser un problema para él, ya que me arrastraba con total facilidad, me sentó en la silla y ajusto cada una de las correas a los distintos miembros de mi cuerpo.

—Bien Srta. Márquez me estoy cansando de este juego en el que no obtengo resultados.

—No tengo respuestas, ya no sé de qué manera decirlo.

—Parece que ya sé porque su novio llevo un grupo armado a Alemania, ahora si pudiera decirme cual era el próximo movimiento de Víctor Vask se lo agradecería.

Permanecí callada, tenía más información de la que yo disponía, miré hacia el suelo sin saber que decir cosa que me valió una bofetada, al menos ahora tenía lagrimas para derrochar.

—Al menos tengo una alternativa con Ud. Quiero mostrarle algo – dijo sacando de su bolsillo un Smartphone. Dígame… ¿Conoce a esta mujer? Si no tiene la información que estoy buscando tal vez tendría que ir a hacerle una pequeña visita y si no consigo nada de ella tampoco… bueno al menos podre divertirme durante un tiempo con ella.

Mi corazón se paralizo, mis ojos se abrieron y mis lágrimas comenzaron a recorrer la piel de mi rostro, sin lugar a dudas la mujer de la foto era hermosa, radiante ¡¡Eva!! Me soltaron mientras todavía estaba llorando, mis manos ocultaron mi rostro de ellos, cuando Edward fue a ponerme las manos encima me pare de repente dándole un fuerte golpe en los testículos, el grandote cayó al piso y casi logra agarrarme con uno de sus largos brazos, pero pude esquivarlos a él y a Michael para salir corriendo de la habitación hacia un largo pasillo de un lado se encontraba el baño maloliente al que había tenido el desagrado de conocer varias horas atrás, al otro lado el pasillo terminaba en una puerta de rejas, como si de una prisión se tratase, corrí lo más rápido que pude para después bajar unas escaleras, podía ver lo que parecía ser la salida pero al llegar me di cuenta que la puerta se encontraba cerrada con llave.

—¡No, no … mierda!! – dije llorando con el poco aliento que me quedaba mientras tiraba del picaporte

Me di vuelta rápidamente para buscar otra salida, pero al hacerlo me encontré con Edward quien me tomo del cuello apretándolo con fuerza, mis uñas se clavaban en sus manos en un intento desesperado de que me soltara, pero solo conseguí que se enoje más y me azotara tres veces contra la firme puerta principal, me faltaban las fuerzas mientras podía sentir como me desvanecía aun sujetada por ese sujeto tan macabro y carente de piedad.

**********

—Mi amor…mi amor espera no me cortes por favor… sé que estas enojada, pero sé que podemos solucionarlo si hablamos por favor amor – solté todas las palabras juntas.

—Lo siento…la Srta. Márquez esta algo…ocupada en este momento – dijo una voz masculina grave, poderosa.

—¿Quién eres? – pregunte temiéndome lo peor.

—El hombre que la tiene ahora.

Me quede en silencio unos minutos, tratando de entender que era exactamente lo que ocurría ¿Había alguien más en el corazón de Mariza? La simple idea me horrorizaba, no podía perderla, no a ella, era lo único que me quedaba.

—Dígame una cosa señor Vask…. ¿Cuál es el valor exacto de su novia? – dijo devolviéndome a la realidad.

—¿Que? – exclame tratando de entender que sucedía – no entiendo la pregunta.

—¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por ella para recuperarla? Es una mujer muy hermosa eso no se puede negar, tal vez mis hombres estarían dispuestos a divertirla mientras se quede con nosotros. – soltó de repente

—¡¡Maldito, no te animes a tocarla porque te aseguro que hare que te arrepientas toda tu vida!!

Un disparo seguido del grito de Mariza se pudo escuchar y con el llego el silencio, un silencio que helo mi sangre, mi corazón y detuvo el mundo en un momento, parecía que llevaba años con el teléfono en mi oído hasta que por fin escuche algo ¡Mariza estaba llorando!

—Resulta increíble los cientos de pensamientos que nuestra mente puede formular en pocos segundos, no lo cree así Sr. Vask, déjeme decirle algo esta será la última vez que Ud. Perderá los estribos conmigo ¿Queda claro?

—Si… queda claro, por favor no toque a Mariza, por favor ¿Cuánto dinero quiere? Le doy lo que quiera, pero por favor no la toque.

—Será un placer hacer negocios con Ud. No llame a la policía, no intente rastrearme, espere indicaciones, dentro de unos días me volveré a comunicar con Ud.

—No, no, no, no…espere, déjeme hablar con ella, por favor.

Se produjo un silencio sepulcral, mi mente trabajaba a mil revoluciones por minuto “¿La dejaron sola acaso los custodios que yo le había puesto? Si hubiera confiado más en mí no estaría pasando por nada de esto, es culpa de ella, no, no, mi dulce Mariza es ingenua y confianzuda con la gente, si todos fuéramos como ella el mundo sería un mejor lugar, libre de armas y violencia, libre de mafias y malditos, libres de hijos de puta…como yo”

—Tengo miedo – se escuchó decir del otro lado

—Lo se lo sé, no te preocupes, lo voy a solucionar – dije para tranquilizarla, su llanto rompía mi corazón en mil pedazos.

—Explícales que no se nada…por favor…no se nada, nada

Su voz además de escucharse apagada se escuchaba distante, alejada, le habían sacado el teléfono nuevamente.

—Dígame una cosa Sr. Vask ¿Le gustaban los rompecabezas cuando era un niño?

—Si – respondí sin entender qué demonios tenía que ver.

—Si intenta engañarme o tratarme de estúpido le regalare uno muy especial. Primero una mano, luego una oreja luego tal vez un riñón ¿Queda claro? Lo llamaremos nuevamente.

—No, no…por favor espere….

La línea se cortó, la llamada había finalizado ¿Qué se suponía que debía hacer? rodee la delicada mesa de roble que en la que tan solo hacía unos minutos había devorado mi desayuno, camine unos cuantos pasos hasta el gran ventanal que se extendía frente a mi ¿Qué se suponía debía hacer?  Esa pregunta se repetía en mi mente una y otra y otra vez.

—Disculpe Sr. Vask, el auto está listo, podemos salir para la compañía cuando Ud. Lo desee

—Gracias Lucio, andando.

Nos dirigimos hacia la compañía totalmente en silencio, Lucio mantenía su vista en el camino, aunque en un intervalo de tiempo cada vez menor se daba vuelta para mirarme. Había sido contratado por mi padre hace muchos años conocía bien mis reacciones además de ser mi confidente lo cual llevo a que con el tiempo nos convirtiéramos en buenos amigos.

—¿Qué pasa Víctor? El auto se siente pesado, puedes contarme lo que quieras ya lo sabes.

—No quiero perderla.

—¿A quién?

—A Mariza… nunca debí dejar que se fuera.

—No entiendo ¿Acaso paso algo?

No respondí mas solo, cubrí mi rostro con mis manos ocultándome del mundo, no pregunto nada más, solo siguió conduciendo, el auto ingreso en el predio de la compañía sin siquiera detenerse en el control de seguridad, las medidas por las cual Lorena se quejó en su momento seguían vigentes, debería retirarlas ahora que Aigner estaba muerto no había necesidad de que tanto mi casa como la compañía estén tan defendidas, nos detuvimos frente a la gran entrada de la compañía donde un gran número de empleados estaba protestando, los guardias de seguridad habían formado un cordón de seguridad contra los que chocaban los manifestantes ¿Qué sucedía?

dijeron algunos comenzando a tirar huevos y piedras contra el auto, lucio emprendió de inmediato la retirada.

—Lucio detén el auto ahora.

—Víctor no es recomendable que nos detengamos, esos manifestantes están fuera de control.

—Dije ahora – el auto se detuvo mientras era golpeado por las manos de los furiosos empleados.

Abrí la puerta decidido y los enfrente cara a cara para entender de una vez que era lo que estaba pasando, inmediatamente fui rodeado y acribillado con cientos de preguntas, aunque no entendía ninguna.

—ESPEREN, ESPEREN, UN MINUTO POR FAVOR NO ENTIENDO NADA – grite agitando los brazos, los empleados comenzaron a hacer silencio y me miraron expectantes – Gracias, nunca tuvieron problema para hablar conmigo o quien sea que quedaba a cargo ¿ y ahora me reciben de están manera?

—Las decisiones que tomaron recientemente las industrias Vask nos obligaron a tomar el predio. -Expuso uno

comenzaron a gritar todos de nuevo.

—POR FAVOR, ESPEREN, NO ENTIENDO NADA, DE A UNO HABLEN.

—Nos despidieron a todos, cerraron nuestros proyectos, es el tercer día de acampe.

—¡¡¿QUE?!! ESO NO PUEDE SER ¿Quién dio esa orden?

—Su hermano, el Sr. Alex

—¡¡¿QUE?!! – grité furioso, me abrí paso hacia la puerta principal – las ordenes que recibieron no son válidas, dejen pasar a los empleados de inmediato.

El jefe de seguridad rápidamente ordeno a sus hombres que permitan en el ingreso a las instalaciones a todos los empleados que comenzaban a clamar mi nombre acompañado de gritos, silbidos y aplausos.

—Sr. Vask… no sabíamos nada, nos informaron que las decisiones eran tomadas por Ud. Solo seguíamos las ordenes – susurro en mi oído el jefe de seguridad.

—TODO EL MUNDO REGRESE A SU PUESTO DE TRABAJO YA, YA, YA, LOS PROYECTOS CONTINUAN ACTIVOS, VAMOS TODO EL MUNDO A TRABARJAR – grite a los empleados que inmediatamente ingresaron en la compañía – Uds. Acompáñenme – dije señalando a la seguridad privada de la compañía.

Avance a través de la recepción seguido por los agentes de seguridad y por la mirada de los pocos empleados que se encontraban en las instalaciones de la compañía – Uds. vigilen la recepción, Uds. custodien las escaleras, el resto conmigo – dije dando órdenes precisas mientras me dirigía a los ascensores principales con el resto de efectivos de seguridad, el número de pisos en el indicador subía rápidamente “¿Qué mierda pasaba por la mente de Alex para intentar dar esas directivas?” las puertas se abrieron de par en par el piso se encontraba totalmente vacío, los teléfonos sonaban incansablemente aunque no había quien los contestara, al fondo de aquel desolado salón se encontraba Eva con varias pilas de papeles en su escritorio y otro en el de Mariza mientras respondía como podía dos teléfonos a la vez.

—Sr.Vask… - Exclamo con un evidente alivio en su voz, mientras cortaba la comunicación con ambos teléfonos que inmediatamente empezaron a sonar de nuevo – Gracias al cielo que llego, no puedo más señor, no doy abasto, despidieron a todos los empleados, mariza no me responde el teléfono aunque me mandó un mensaje en donde me dijo que estaba llegando al país, llamaron de parte del gobierno Inglés, Holandés y finlandés, esta situación me supera… no duermo hace casi dos días y…y

—Basta Eva, ya volví, los empleados están recontratados y unos minutos se reanudará todo a la normalidad, mariza está ocupada tal vez en unos días vuelva, me dijo que necesitaba tiempo para pensar ¿Dónde está Alex?

—Está en su despacho señor, ni bien Ud. se fue llego para ponerse al mando de todas las operaciones, nadie pudo detenerlo.

Agradecí la información que me había brindado Eva y con una seña a los guardias seguimos camino hasta mi oficina “Me dijo que necesitaba tiempo para pensar” no podía decirle a Eva la verdad en ese momento, estaba agotada por la situación y la realidad era que yo tampoco tenía la fuerza para enfrentarla a ella o a sus preguntas.

Se escuchaba música… ¿Música en mi oficina? Abrí las puertas de par en par, Alex estaba animando a una hermosa mujer que bailaba sobre mi escritorio al son de la sensual música, repartidos en distintos lugares de la oficina había hombres y mujeres en un evidente estado de ebriedad, alguno de ellos inconscientes.

—Guardias acompáñenlos a todos a la salida más cercana – dije entrando en la oficina.

Podía escucharse un paso redoblado acercándose rápidamente, más guardias, en ese momento estaba contento de haber triplicado la seguridad de la empresa, pero el sentimiento que estaba dominándome en este momento era la ira, la furia, mi mano se cerró en un puño mientras mis ojos se fijaban en Alex, la oficina comenzó a quedar vacía cuando un fuerte golpe impacto en su mandíbula, golpee nuevamente su rostro cuando sus ojos encontraron los míos, entre quejidos de dolor y balbuceos de ebrio Alex arremetió contra mi aunque solo consiguió ser golpeado por tercera ocasión, en su segundo intento por golpearme lo tome de su ropaje y lo avente por sobre mi escritorio ¿a qué se debía la furia? Estaba claro que lo que había hecho era terrible pero también estaba claro que era la impotencia de lo que ocurría con Mariza lo que me impedía tranquilizarme. Eche a Alex de la empresa y me dispuse a atender el desastre en el que se había convertido prácticamente tuve que rogarle a Eva para que se quede al menos unas cuantas horas más luego partió dejándome completamente solo.

Los días transcurrían y yo seguía sin noticias de Mariza, era ya el cuarto día de su captura y el teléfono seguía mudo, había comentado el tema con Flix, quien me dijo que era algo totalmente normal en esos círculos, dejaban pasar el tiempo para que perdiera mis esperanzas y pagara lo que sea con tal de recuperarla, Eva se había convertido en una gran ayuda en la compañía y en el día a día, decirle lo de Mariza fue muy difícil comenzó a llorar y a vociferar maldiciones y sentencias de muerte para los que habían capturado a su amiga, solo podía contenerla. Luego de restablecer la mayoría de las estúpidas medidas tomadas por mi hermano me reuní con el encargado de la seguridad de la compañía quien me mostro un video captado por las cámaras y micrófonos de la recepción frente a mi oficina, en él se veía como Eva se acercaba a Alex para advertirle que las decisiones que estaba tomando eran erróneas y que causarían el seguro quiebre de la compañía a lo cual la respuesta de mi hermano fue una bofetada y una serie de insultos tratándola de puta y otra bajezas mientas le mencionaba a un taxista, Eva solo lloraba y le pedía que se tranquilizara mientras cubría su rostro de nuevos golpes ¿Cómo Alex podría comportarse así? Hasta donde yo sabía estaban profundamente enamorados, prohibí la entrada de mi hermano en la empresa y le brindé a Eva todo el apoyo legal que necesitara, el dinero nunca había sido un problema para un hombre como yo, me retire como siempre al único refugio que me quedaba, mi hogar, ahí en compañía de un viejo whisky medite el problema.

—Sr. Vask aquí guardia de la puerta norte, llego la Srta. Ángela. – sonó un handies sobre mi pierna.

—Que pase – conteste simplemente.

Había contestado a mi llamado prácticamente de inmediato, se presentó frente a mí de una forma muy casual, llevaba una blusa roja de seda junto con un pantalón de vestir negro que acariciaban perfectamente sus curvas, continuamos bebiendo y primero whisky luego licores más tarde vinos, mis sentidos estaban alterados, necesitaba sentirme querido, fue un solo beso el que desencadeno todo, rápidamente se colocó sobre mí con una pierna de cada lado mientras sus labios eran mordidos por mis dientes, totalmente impulsivo desgarre su blusa por la mitad, libere sus senos quedando solamente la fina tela de su sostén como ultima defensa, los masajee y apreté sobre la tela de este logrando hacer que gima, ella se retorcía sobre mí, sabía que podía sentir mi erección, sabía muy bien a que había venido a mi casa a esta hora, nos dimos vuelta sobre el mullido sofá, solté el botón de su pantalón y lo baje junto con su ropa interior en un mismo movimiento, mi lengua se perdió en su humedad, mientras ella comenzaba a gemir, su cuerpo se retorcía mientras sus manos apisonaban mi cabeza impidiendo que me separe de ella, aunque realmente cada vez que levantaba la cabeza era Mariza la persona que se encontraba gimiendo frene a mí, mi miembro se abrió camino de forma agresiva en su interior.

—Ayy… con cuidado Sr. Vask

No me interesaba lo que pensara ella, no me interesaba escuchar lo que tenía que decir, solo me interesaba escucharla gemir, escuchar gemir a mi visión de mi amada, sus manos rodearon mi cuello mientras mis penetraciones iban progresistamente en aumento, volví a besarla de forma pasional, posesiva, mordía sus labios, escuchaba como su respiración llegaba placenteramente a mis oídos “Quiero escucharte amor”, mis manos recorrían su cuerpo, lo exploraban ansiosos por descubrir todo lo que ocultaba, nuestros cuerpos se revolvió nuevamente sobre el fino sofá, sus senos se movían al ritmo de mis penetraciones, sus jadeos nublaba mi mente, su cuerpo me exigía más, nuestras bocas se unían mientras mi miembro llega hasta las profundidades de su interior, podía escuchar sus gemidos en mi oído, me llenaba de placer, de excitación aunque no fuera su imagen la que lo causara, tome sus manos y las sujete a tu espalda su cuerpo presionaba contra el mío sintiendo al ritmo de mis movimientos, una sola mano era suficiente para mantenerla quieta, fui acariciando sus muslos, mis dedos recorrieron centímetro a centímetro, hasta comenzar a jugar con su ano, su cuerpo dio un respingo al sentir mis toqueteos, una hermosa sonrisa apareció en su rostro mientras sus gemidos iban en aumento, su cuerpo se retorcía sobre mí alcanzando el clímax con  mientras susurraba mi nombre entre gemidos y deseos, los minutos pasaban mientras dejaba que se recupere sintiendo cada latido de su corazón en contacto con el mío, mi lengua volvió a recorrer su cuello sintiendo como su piel se estremecía con el contacto repentino, los besos no se hicieron esperar, me había obsesionado con morder su labios, sentir su sabor, escuchar sus quejidos, mis besos eran desesperados, necesitados de amor y afecto, su cuerpo abrazo a mí, cediendo a mis caricias, recostó su cabeza en mi pecho mientras comenzaba a relajar su cuerpo, sentía como su respiración se calmaba, se había dormido pocos minutos después, me levante sediento necesitaba algo, recorrí los pasillos de mi casa, hasta llegar a la vitrina de whisky de papá abrí suavemente una de sus puertas y saque un viejo Jack Daniels, tome un vaso de la repisa junto con un par de hielos “El preferido de papá” pensé durante un segundo.

***

—Esto es lo mejor, toma un trago – dijo sonriendo – momentos de padre e hijo.

—Momentos para recordar – dije dando un trago – Aggh… no me gusta

—Dímelo en unos años – dijo riendo – algún día te acompañara en los momentos difíciles.

***

Recordé durante unos minutos la primera vez que lo había compartido con papá, eleve el vaso al aire soltando un brindis en su honor, tantos años pasarían hasta que sus palabras un día se cumplieran, camine perezoso por la casa hasta detenerme en un gran ventanal, la noche era iluminada por un sinfín de estrellas, me apoye contra el marco de el ventanal con la botella en la mano y el vaso en la otra, las horas pasarían conmigo ahí, bebiendo, emborrachándome, tratando de dejar atrás mi angustia.

***

—Niño, me entere que vas a ir a un programa esta noche ¿Estás preparado? – comenzó Lorena.

—No sé si deba ir… me siento distraído, no sé qué me pasa.

—Mariza te pasa… ¿Por qué no la invitas a cenar esta noche? Cancela el programa, tienes que ser feliz niño tal vez sea eso lo que logra, me agrada mucho es una chica hermosa, con estudios, con valores morales y siempre sincera ¿Qué más puedes pedir?

***

 “Tal vez podría pedir no ser una basura tan asquerosa” respondiendo así la pregunta que Lorena había formulado en mis recuerdos, seguramente si estuviera conmigo me hubiera asesinado con sus propias manos si se entérese que traicione a Mariza mientras está desaparecida “te necesito Lorena, necesito que me digas que tengo que hacer” fue el pensamiento que recorrió mi mente una y otra vez  mientras mis lágrimas comenzaban a recorrer mi rostro, el asqueroso sonido de mi celular comenzó a escucharse, no estaba para nadie, pero la persona al otro lado de la línea no se conformaría con un solo intento, comenzó asi a sonar por segunda vez.

—¡¿QUE?! – solté en una mezcla de ebriedad y desinterés al número privado del otro lado.

—Víctor mi amor – susurraron del otro lado

Mi mente se aclaró de repente, poniéndose todos mis sentidos en alerta, era ella, realmente era ella.

—¡MARIZA!

Datos del Relato
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