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Categoría: Aberraciones

HISTORIA PARA RECAPACITAR

He leído muchos cuentos y muchas historias donde las chicas somos las violadas, las abusadas y otra serie de cosas que por lo regular nos ponen en desventajas. Muchas veces he reflexionado sobre este tema y en una de las noches que no tenía planes para salir de casa y nos encontrábamos mirando la televisión, hice el comentario con mi prima Arney y de verdad que obtuve su atención sobre este tema y hasta la obligué a reflexionar al respecto. Sus criterios eran bastante similares a los míos y no tardaron en aparecer ejemplos de chicas que conocemos y por las situaciones que han tenido que pasar.
Casi como un juego comenzamos a imaginarnos historias donde nosotras éramos las protagonistas, pero haciendo todo a la inversa, en este caso las malvadas éramos nosotras, mucho nos reíamos con nuestras invenciones y las cosas tan fantasiosas que venían a nuestras mentes. Nos introdujimos tanto en los personajes creados que Arney me propuso llevarlas a cabo y comprobar que sucedería, imaginarse podrán la cara que puse y reafirmándole que lo que ella decía no podía ser en serio. Cambiando totalmente su cara me afirmó que si, que estaba hablando en serio, pidiéndome que participara con ella pues se había entusiasmado bastante con la idea.
Comprendí entonces que hablaba en serio y estaba dispuesta a hacerlo. Para quitar esa idea de su cabeza empecé a poner dificultades e inconvenientes para que desistiera, haciendo énfasis fundamental con la persona que escogeríamos para ello, que no era tan fácil como ella pensaba, además de ser un riesgo. De inmediato respondió que dejara eso de su parte, ella se encargaría de escogerlo y sería esa misma noche. Me entró cierto temor, pues me di de cuentas que hablaba en serio, pero la culpa era mía por haberle inducido mis ideas, que para mi eran solamente motivo de análisis y reflexión, nada más allá de eso.
Continué mirando la televisión en señal de no interesarme su idea y ella se paró junto a la ventana, pensé que estaría escogiendo a su víctima, pero al poco rato salió en dirección a su habitación. Permaneció en ella largo rato y al cabo del tiempo vino y se sentó nuevamente a mi lado, al verla y a juzgar por su vestimenta pensé había olvidado aquella loca idea. Se había colocado su bata de dormir, totalmente transparente y sin ninguna otra prenda debajo. La tranquilidad y la calma comenzaban a regresar a mi cuerpo, ella se mantuvo todo el tiempo en silencio viendo la televisión y sin hacer ningún comentario.
Me conminó a quitarme la ropa que llevaba puesta pues hacía un poco de calor y le acepté la idea, por lo que fui hasta mi habitación y me coloqué un vestuario más ligero, el que usualmente utilizo para dormir y regresé nuevamente.
Pasados unos 45 minutos llamaron a la puerta, miré con cierto asombro a Arney, pues no esperábamos a nadie esa noche, además ya casi eran las diez de la noche; sin mucho apuro Arney se levantó de su sitio y antes de abrir la puerta apagó la luz de la entrada y observó por el visor de la puerta. Cuando vi que se dispuso a abrirla pensé era alguna amiga de ella o alguna vecina en busca de algo como nos ocurre en reiteradas oportunidades. Se colocó detrás de la puerta y mando a pasar a la persona que estaba en la entrada.
Cual no sería mi sorpresa, principalmente por la forma en que ambas estábamos vestidas, al ver a la persona que entraba, un señor de unos 45 años con una caja en la mano, por la forma de la caja y el vestuario del hombre comprendí de inmediato que era el mensajero de la pizzería. Eso había sido ideado por ella y había puesto en marcha su plan; cerró la puerta detrás del hombre y colocó el seguro, el hombre se volvió asustado y al verla como estaba vestida poco faltó para que la caja que tenía en la mano fuera al piso, aquello inevitablemente hizo que me riera y él, todavía un poco traumatizado también esbozó una sonrisa dando las buenas noches. Mi prima le indicó la colocara sobre la mesa del comedor mientras buscaba el dinero. El pobre hombre no le quitaba la vista de encima, se veía que estaba como un tonto por lo que tenía ante su vista, una chica joven, totalmente desnuda; pienso que eso no era muy frecuente en sus entregas diarias. Mi prima exageraba sus movimientos al caminar y andaba con pasos bastante lentos, dando así mejor oportunidad para que el mensajero la observara bien.
Por curiosidad dirigí mi vista a sus entrepiernas y estaba empalmado, se le marcaba un buen bulto por debajo del pantalón, Arney había logrado excitarlo, eso al parecer formaba parte de su plan. Yo permanecía inmóvil frente al televisor y sentada de tal manera que él no pudiese observarme mucho, ya que tampoco yo tenía muchas ropas puestas.
Arney demoraba un poco en bajar con el dinero y le pedí al señor que se sentara mientras esperaba, el accedió gustoso. Pasaron unos instantes y por el reflejo del televisor pude distinguir cuando bajaba las escaleras, el hombre se encontraba bastante entusiasmado viendo la película y ni se percató de ello; de forma sigilosa mi prima se acercó al hombre por detrás y con movimientos rápidos y seguros le echó una cuerda que traía por encima y en breves segundos lo dejó atado a la silla, aquel pobre hombre luchaba frenéticamente por zafarse de las amarras, pero le resultaba verdaderamente imposible, las piernas, única parte de su cuerpo que había quedado en libertad de movimientos también fueron atadas a ambas patas de la silla. Ahora Arney haciendo una caracterización casi perfecta de mujer malvada a pesar de sus 22 años, daba vueltas alrededor de él, hasta donde su cuello se lo permitía, nervioso, trataba de seguirla, se encontraba en una situación bastante desfavorable y a merced de aquella loca que daba vueltas en torno suyo mirándolo y mirándolo de arriba abajo.
Finalmente dejó de seguirla con la vista y bajó la cabeza, por cansancio o por mareo de tantos giros constantes, Arney se detuvo ante él y sujetándolo por la barbilla lo obligaba a subir su mirada. Con cara angustiada aquel indefenso señor parecía que de un momento a otro le brotarían lágrimas de los ojos. La loca de mi prima comenzó entonces su plan de torturas e iba desabotonando su bata de dormir muy lentamente, cada vez que el hombre bajaba la cabeza ella se la alzaba y obligaba a que la mirase, aquella situación indiscutiblemente provocaba algún morbo en ella, pues sus pezones se habían endurecido y las aureolas alcanzaban un rosado cada vez más intenso, terminó de quitarse la bata y la pasaba una y otra vez por la cara del pobre mensajero que terminó por excitarse, ya se hacía visible un bulto entre sus piernas, la situación iba subiendo de tono y ahora aquellos firmes pechos con sus puntiagudos pezones se acercaban despacio a la cara del hombre colocándose a casi menos de un centímetro, ante tal oferta hizo un ademán de tomarlos con su boca, pero les fueron retirados rápidamente, estableciéndose una especie de juego entre ellos que hasta a mi me estaba excitado en poco.
Ya los ojos del hombre indicaban que su temor se iba desplazando y se convertía poco a poco en cómplice de aquel juego. Arney abrió sus piernas y pasaba su mano derecha una y otra vez por su concha, de cuando en vez se introducía un dedo en la vagina y acto seguido lo ponía en la nariz del desdichado. Su bulto había crecido aún más, sus mejillas y la punta de su nariz habían tomado una coloración rojiza, símbolo propio de la excitación. Ahora, abriéndose a horcajadas se sentó sobre él y con un movimiento circular de su cintura ponía su vagina en contacto con el hombre por encima del pantalón. Ahora me hacía señales con su mano para que me acercara a ellos, dudé en hacerlo, pero en resumidas cuentas la culpable de aquella idea era yo y me había excitado un poco, por lo que terminé acercándome a ellos. Pidió entonces que me desvistiera y la ayudara en su empeño, de momento solo me saqué la blusa que traía puesta, ya mis pezones también estaban muy erectos y se me ocurrió entonces pasárselos por el cuello y hacer que sintiera el vapor de mis tetas y mis pezones, el pobre hombre se estremecía y su piel llegó a ponerse erizada como la de un pollo.
Arney estiró sus brazos y sujetando mi cabeza me sorprendió con un beso en la boca a escasos centímetros de la cara del hombre, quién trato de hacer lo mismo aprovechando la situación, mi prima de un cachetazo lo obligó a retroceder en su intento hasta que terminamos de juntar y saborear nuestras lenguas, después comencé a pasar mi lengua por el cuello y las orejas del mensajero mientras mi prima se quita de encima de él y le tocaba el prominente bulto que se le marcaba. --¿Ya se te ha puesto bastante dura verdad?—, --¿debes tenerla lista como para lo que yo quiero hacer con ella?—, una leve sonrisa apareció por primera vez en aquel lánguido rostro. Arney comenzó a desabotonar la portañuela y en instantes brotó como impulsada por un resorte aquella cautiva verga, no era una cosa descomunal pero bastante aceptable que hasta me tentó a tenerla entre mis manos y acariciarla un poco, mientras esto sucedía mi prima había ido hasta la cocina, la sentí hurgando en la nevera y en instantes regresó, traía sus manos escondidas detrás como para no mostrar algo que tenía oculto en sus manos, apartó mis manos de aquella verga y trayendo al frente una de sus manos la sujetó por la punta y la estiraba hacia arriba lo más que podía. Súbitamente sacando la otra mano que aún mantenía oculta, mostraba un enorme cuchillo que blandía en el aire como si fuese un sable y lo acercaba una y otra vez a la verga del hombre, la cual en menos tiempo de lo que se dice perdió toda su erección convirtiéndose en una cosa flácida y débil, ahora sí dos lágrimas corrían por sus mejillas y le suplicaba que no lo hiciese, que haría lo que le pidiesen pero eso no, rogaba hasta por Dios y la virgen tuviesen compasión de él y solicitaba mi intervención en su ayuda. De verdad nunca pensé que aquella locura tomara esos matices y hasta me puse nerviosa. --¡¡Te vamos a violar y después te vamos a matar!!—, le gritaba Arney al pobre hombre mientras acercaba el cuchillo a su garganta y pasaba la afilada punta por su cara.
--¿Te gustó el juego verdad, te pusiste mas que cachondo disfrutando dos pobres chicas indefensas…ehhh?—, --¡Horita vas a pagar por tu atrevimiento de habernos visto desnudas y tratar de abusar de nosotras!—, balbuceante, nervioso, con el miedo reflejado en su rostro aquel hombre trataba de hacer comprender a mi prima que eso no era cierto, que el no tenía culpa alguna, pero su lengua se enredaba y casi no podía articular dos palabras continuas con coherencia. Lo que Arney estaba haciendo me resultaba inverosímil, no lograba comprender esa actitud de ella, ni tampoco que mis comentarios hubiesen podido provocar ese radical cambio en su comportamiento y forma de actuar.
Haciendo movimientos desordenados al aire con el cuchillo y acercándose a mi, hasta colocarlo cerca de mi estómago me dijo que tratara de ponerle dura la verga nuevamente o yo también tendría mi merecido, dicho esto en franca amenaza. No tuve otra opción que acceder a su petición observando la deprimida cara de aquel señor. Arrodillándome frente a él comencé a acariciar su flácida e inerte verga proporcionándole suaves masajes para que se reanimara, pero después de intentarlo por varios minutos aquel aparato sexual no daba muestras de vida. Decidí entonces recurrir a la boca para intentar otro método. Al parecer por el calor que mi boca le proporcionaba, la verga muy lentamente fue dando señales de vida, ya podía sostenerla con más facilidad y eso ayudaba en mi labor, su cabeza comenzaba a aflorar y mi lengua la recorría una y otra vez, en tanto mi prima recostaba sus pechos a la nuca del hombre propinándole un masaje con ellos, finalmente su aparato estaba listo de nuevo, aquello me excitó hasta tal punto que sin dar tiempo a que mi prima reaccionara me senté encima de ella y de un solo golpe la hice llegar a lo más profundo de mis entrañas. Arney trataba de quitarme de esa posición halándome por un brazo, pero lo único que lograba con ello en ese forcejeo era moverme de un lado a otro sobre la polla que terminé con un exquisito orgasmo, al levantarme observé como aquel miembro latía, pues de seguro lo había dejado casi a punto de estallar.
Arney se acercó al hombre nuevamente con el cuchillo en la mano y sin quitar su vista de la verga, por momentos le miraba fijamente a los ojos y volvía a bajar su vista, los vueltas alrededor de la silla ya me tenían impaciente, pero la dejaba hacer, pues estaba totalmente impredecible. Me ordenó desatara sus piernas de la silla y a como pudiera le atase bien las manos; me costó bastante trabajo pues las tenía atoradas con la cuerda que amarraba a su cuerpo, pero al fin lo logré. Cuando comprobó que estaban bien atadas sus manos desató la otra cuerda y le ordenó ponerse en pie. A duras penas pudo lograrlo, al parecer por la incómoda posición que había mantenido por tanto tiempo las tenía dormidas y le flaqueaban, después de dar unos pasos pudo estabilizarse. Mi prima sin soltar el cuchillo, con la otra mano desabotonaba el pantalón del hombre hasta que este cayó a sus pies, colocándose detrás de él y con el cuchillo apoyado en su nuca le bajó el calzoncillo hasta llegar también a sus pies, todavía mantenía su erección y Arney pegándose a él por detrás la tomó en su mano y la llevaba hacia delante y hacia atrás, él se quedó tranquilo ante la amenaza que representaba aquel cuchillo en su garganta, lo sobó con tal intensidad que su espeso líquido no demoró mucho en aparecer, ella se la apretaba para descargarla completa.
Cuando vio que de su miembro ya no salía nada le ordenó arrodillarse en el suelo y que pegara su cara al piso, quedando con sus nalgas empinadas, en esta posición Arney le propinó un puntapié en el trasero que quedó acostado a la larga en el piso. Una de las puntas de la cuerda que instantes atrás le había quitado, la amarro a uno de sus tobillos, le dio la vuelta por detrás de uno de los butacones y procedió a amarrar el otro tobillo, mientras más halaba la cuerda más separaba sus piernas, hasta que suplicó que no podía más por el dolor. Se dirigió a la cocina y trayendo en sus manos un pepino y una botella de aceite, no podía imaginar lo que estaba pensando, era una idea demasiado absurda y cruel. Pero tal y como lo había imaginado comenzó a derramar aceite en las nalgas del mensajero y agachándose a su lado se encargó de embadurnar bien el centro de su culo y a pasarle el pepino de arriba abajo, separó sus nalgas con una mano y cuando lo tenía justo en la entrada de su agujero comenzó a metérselo, aquel hombre daba unos gritos aterradores por el dolor que aquello le causaba, pero mi prima continuaba en su faena hasta metérselo completo, al sentir que ya no gritaba hasta llegué a pensar que se había acostumbrado y hasta tal vez le gustaba, pero al instante comprendí que había perdido el conocimiento, se había desmayado tal vez por el dolor provocado.
--¿Ves prima?—, me dijo Arney, --y después dicen que nosotras las mujeres somos débiles, ellos nunca piensan lo que eso nos duele a nosotras y siempre se empecinan en hacerlo y se ensañan, lo disfrutan, ahora somos nosotras las que disfrutamos viendo este espectáculo—. Ella disfrutaba con eso, nunca me había percatado de que tuviese esos instintos. Allí se encontraba tirado ese pobre hombre en el centro de la sala, desmayado y clavado hasta sus entrañas con un pepino, la escena era dantesca, pero de cierto modo, sin hacerme cómplice de su actuar, comprendí que algunas de las palabras que había dicho llevaban un poco de razón.
Con lástima me acerqué a él y poco a poco le fui retirando el pepino de su interior, mostraba rastros de sangre y de heces. Pregunté entonces que haríamos con él en ese estado y riéndose se dirigió nuevamente a la cocina, con un pomo de agua helada en sus manos comenzó a derramarla primero por la cabeza y después por el resto de su cuerpo, en instantes el hombre reaccionó, yo ya le había desatado las piernas y con mucho trabajo se puso en pie. No quieran escuchar ustedes la cantidad de improperios y palabrotas que brotaron de la boca de aquel hombre, que ya a esas alturas le daba lo mismo estar vivo que muerto. Arney al parecer se sintió asustada y tomó el cuchillo nuevamente, presentía que aquello no iba a terminar muy bien y me interpuse en su camino, sin querer hacerlo me produjo una pequeña herida en el muslo derecho, marca que hoy día todavía me trae aquellos recuerdos mientras me la veo.
Mi herida provocó que se pusiera nerviosa y comenzara a llorar pidiéndome perdón, momento en que aproveché para desatar las manos de aquel hombre y mientras le colocaba un brazo por encima la subí a su cuarto y la recosté en su cama, pasé por el cuarto de baño y después de curarme y ponerme una venda bajé a hablar con el mensajero y darle una explicación de todo lo que había sucedido, pero para sorpresa mía ya no estaba.
Durante varios días traté de localizarlo en su trabajo, pero no asistía al mismo, me informaban que estaba enfermo, finalmente me comentaron que había tenido un accidente noches atrás y un autobús lo había atropellado, estuvo varios días en el hospital, pero lamentablemente no salió de su estado de coma y falleció.
Es duro imaginar como todo lo que comenzó con el intercambio de simples ideas se haya complicado de tal forma hasta el punto de cobrar una vida inocente de esa forma. Arney desde que conoció de la noticia solo hace mencionar que ella fue la culpable y he tenido que llevarla al medico y al psiquiatra en varias oportunidades, después de eso no ha podido ser la misma, hasta tuvo que abandonar su carrera en la Universidad.
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 4674
  • Fecha: 04-10-2003
  • Categoría: Aberraciones
  • Media: 4.94
  • Votos: 84
  • Envios: 12
  • Lecturas: 3873
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Raven
invitado-Raven 20-07-2004 00:00:00

Esta es una respuesta a "Esteban"; pero porsupuesto que no te gusto lo del vegetal, ya no es divertido cuando les toca a ustedes no? jaja, en mi opinion un relato bastante bueno,crudo, la idea excelente, aunque me parecio el castigo un poco excesivo por tratarse de un pobre diablo sin deberla ni temerla, me encantaria aplicar esa clase de "tratamiento" a violadores que se sacian en el cuerpo de mujeres y niños...por mi parte digo que es una magnifica idea la que me han dado...Saludos!!!

Esteban Murcia
invitado-Esteban Murcia 20-02-2004 00:00:00

He tratado de conprender el cuento en su conjunto y no solo en sus detalles de morbo...me parecce que el cuento esta bien encaminado en cuanto a idea e intensidad hasta que le introducen el vegetal en el ano al hombre...en ese momento creo que por un afan de sensacionalismo se hecho a perder el cuento ya que antes tenia un aura de exitación que acompañaba al trio por igual y en ese momento se crea una victima lo cual, a mi en particular, no me gusto ya que se habria podido librar bastante bien el relato con un juego en que todos salieran satisfechos por igual. En cuanto al final...inaceptable.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 04-10-2003 00:00:00

En el vicio no hay barreras y lo que jugando se empieza, aunque tú no te lo esperas, puede acabar en torpeza. ("Historia para recapacitar", de Plastilina)

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