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Mi nombre es Evelyn y les contaré la ocasión en que mi jefa Rosalba y yo nos dimos amor en un vagón del metro de la ciudad de México.
Como saben en esta ciudad, viajar en el metro en las horas llamadas pico (es decir cuando todo mundo entra a trabajar o a la escuela) es un verdadero acto de heroísmo, se viaja apretado, te sacan del tren o simplemente no te dejan subir.
Ese día como me castigaron sin carro pues me vi forzada a utilizar el metro, cosa que después agradecería a mi suerte, salimos del trabajo y abordamos el metro en la terminal taxqueña, nuestro viaje será de toda la línea algo así como 40 minutos, y como es costumbre a esa hora no alcanzamos lugar Rosalba y yo, así que permaneceríamos de pie hasta llegar a la terminal de cuatro caminos.
No había avanzado el tren ni tres estaciones y ya era insoportable la cantidad de gente, nos apretaban hasta el fondo del vagón, cosa que después me agrado ya que Rosalba quedaba muy cerca de mí, ella vestía una minifalda amplia con vuelo y medias con liguero, es una mujer madura de 45 años, pero aún llama mucho la atención, ¡incluso la mía!
Yo tenía puesta una falda a cuadros y blusa, solo que yo no usaba ropa interior ese día, con nuestra cercanía, mis pechos rozaban los de ella y eso poco a poco me éxito y a ella también, Rosalba tiene unos pechos enormes, de verlos se me antoja agarrarlos siempre y ese día rozándolo no pude evitar excitarme.
R: ¡Hoy si hay mucha gente!
E: ¡Si…!
R: ¿Que vas hacer cuando llegues a casa?
E: ¡No lo sé!
Mientras hablábamos el roce de nuestros cuerpos era más, no sé si alguien se daba cuenta, pero estábamos muy pegadas.
Dejamos de platicar y solo nos mirábamos con ansias, con ganas de comernos ahí mismo, o de bajarnos y entrar al primer hotel que viéramos, pero ya era tarde y no podíamos perder tiempo así que me dispuse a aprovechar la situación.
Bajé mi mano hasta su falda y comencé a tocarle su cosita, ella al principio se sorprendió, pero me sonrió en muestra de agrado.
R: ¿Qué haces?
E: ¡Quería sentirte mejor!
Poco a poco mi mano fue más lejos, esta vez la metí bajo su panty y pude notar que ya estaba mojada, comencé a frotar su clítoris y ella se aguantaba las ganas de gritar, pasado algún tiempo, un señor se bajó y pudimos sentarnos, solo había un lugar así que me dijo que ella se sentaría y después yo lo hiciera en sus piernas, así paso, yo me senté en sus piernas, dándole la espalda al resto del vagón, ella puso su chamarra sobre mis piernas y las suyas y me comenzó a tocar, muy suave, casi sin moverse, aunque poco a poco fue subiendo su mano por mis muslos hasta llegar a mi vagina, cuando se dio cuenta que no traía ropa interior solo me dijo "eres una depravada cariño" así pudo tocar mi rasurado conejito y jugar como ella quería, cuando me di cuenta ya me había metido dos dedos y no paraba de moverlos dentro de mí.
R: ¿Eres una chica mala, ye gusta?
E: ¡Si!! Síguele!
Yo comencé a sobarle sus enormes tetas, no sé si nos veían, ¡pero por la posición podía darme el lujo de tocar eso pechos que tanto me gustaban!
E: ¡Están enormes, duros, que ricos!
R: ¡Que muchacha!, ¡son mi mejor atributo!
E: Toda tu eres un majar, síguele, uhm, ¡sigue metiéndome los dedos!
Cuando nos percatamos del tiempo, nos faltaban solo 3 estaciones para llegar a nuestro destino, algo así como 8 o 9 minutos y nuestra sorpresa fue que éramos las únicas en el vagón, yo al ver esto, en cuanto cerro las puertas el tren, me baje de sus piernas, se las abrí y le baje su panty, quería chupar esa preciosa vagina caliente y húmeda, ella me había hecho llegar a dos orgasmos así qué debía de corresponder la atención.
E: ¡Uhm que rica pucha!
R: ¡Cómetela, uhm!
Ya sin miradas indiscretas, pude abrir sus labios vaginales y mordisquear su clítoris y meterle dos dedos con un ritmo rápido y caliente, ella no soporto mucho y antes de llegar había tenido un orgasmo que mojo parte del asiento y de mi mano, nadie subió en esa estación así que ahora ella me quería chupar, nos cambiamos a los asientos dobles y sin más de nada, me abría las piernas, y saco de su bolsa un desodorante que hizo las veces de vibrador, era algo largo pero eso me encanto, después de todo estaba súper excitada!
E: ¡Uhm, bienes preparada!
R: ¡Me encanta tu calentura!
E: ¡Uf!! ¡Esta frio!
R: ¡Encargarte del resto mi vida!
Me lo metía y me lo sacaba al tiempo que abrió mi blusa y me chupaba mis pechos, yo sentía morirme de placer, ¡el placer que me daba mi gran amiga y jefa!
R: ¡Que rica chichis!
E: ¡Déjame chuparte las tuyas!
Tuvimos la suerte de que el metro se quedó parado 5 minutos antes de llegar, estábamos súper calientes dándonos placer, ¡yo estaba excitadísima y ella continuaba dándome un placer riquísimo!
E: ¡Me vengo!!!
R: ¡Si, que rico, yo también!!!
El orgasmo fue de lo mejor, mojamos los asientos y un poco nuestra ropa, cuando notamos que casi llegábamos, nos acomodamos rápidamente para bajar en la terminal, saliendo de ahí íbamos riéndonos de lo sucedido.
Salimos caminando, ella me acariciaba la espalda, antes de tomar un taxi, nos besamos y nos despedimos.
Le di su panatela ya que por la calentura y las prisas ni cuenta se dio que yo la tenía, sonrió y me beso la frente, a partir de ese mi jefa y yo nos metíamos al baño de la oficina a coger riquísimo, a mis 23 años disfrutaba de una madura de 45 siendo su putita consentida.
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