Una lluvia de rayos candente caía sobre la avenida que huía despavorida y se escondía debajo de la columna interminable de automóviles que se habían detenido y que apenas se movía.
El ruido de las bocinas, los gritos, las palabras vulgares, los rostros enojados creaban un panoroma apocaliptico. El embotellamiento era monumental, increíble. Allá, sobre el puente, se levantaba todavía el humo y los paramédicos hacían todo lo posible por estabilizar a los heridos del fatal accidente que había ocurrido en pleno mediodía.
La carretera había quedado bloqueada, era imposible que los automóviles se movieran, había que esperar que sacaran los autos involucrados en el accidente.
Resignados y sofocados, por el intenso calor, muchos automovilistas salieron de sus autos y buscaron la protección bajo la sombra de los árboles que corrían por toda la avenida, otros quedaban de pie, incrédulos observando el espectáculo, algunos aprovechaban que estaban con sus parejas y vivían aquel momento románticamente... otros, más locos, escuchaban música y programas de radio...
Teresa, sudando como nunca bajó de su auto, se movió a una sombra y se sentó sobre una enorme roca. Miró fijamente, pensaba en su Principe Azul, en el hombre que la había hecho mujer, en el hombre que la amaba, que le enseñó lo qué era la pasión, en el hombre con el cual había soñado toda la vida... cual equivocada estaba pensan que todos los machos eran iguales, infieles, abusadores, crueles... su madre se había equivocado... su flamante esposo era algo muy especial y por eso era que estaba en medio del horrible tapón.
Levantó su vista... no podía ser, no era verdad, no podía ser, no, no, no era verdad. Se levantó rápidamente de la roca y se dirigió al auto que estaba a cuatro pasos de ella...
____¡Dios,, mio, si eres- exclamó-
____¡Qué sorpresa!- exclamó María-
Y ambas, como si hubieran nacido siamesas se abrazaron, las lágrimas corrían por sus mejillas, los besos, las caricias... en fin era preciso verlas juntas para poder apreciar la alegría de aquel encuentro casual.
___¡Muchacha casi no te conozco, estás preciosa- decía emocionada Teresa al tiempo que le acariciaba la cabeza y le daba un beso en la frente.¿Qué te habías hecho?¿Por qué no me llamabas, ni me escribías aunque fuera una letra?
- murmuraba con un protesta dulce-
___ Tú no sabes las cosas que me han sucedido- decía María mientras todavía se le podía observar una lágrima brillante y un pequeño arcoiris adornando su mejilla-
En ese momento comenzaron a moverse los autos, se escuchaban los gritos...
__¡Muévete!, ¡Están clavadas!, ¡Mira cabrón muévete, que tengo prisa- gritaban al unísono- Era un infierno, el sol cortaba la piel, el sudor formaba chorros de agua que se movían por todo el cuerpo de los presentes...
¡Te invito a tomar una taza de café en el centro comercial!- invitó María-
___¡Tengo que comprar un ramito de flores!' respondió-Tere.
Nos vemos allá. El tiempo empezó a caminar de nuevo. La policía todavía permanecía en el puente y se notaban los vidrios de los autos y algunas manchas de sangre... sólo sufrieron heridas leves los accidentados... Anfeto, un amigo policía estaba contento, no podía soportar tantas tragedias, saludó a Teresa y le ordenó que siguiera la marcha, era gentil y una sonrisa se dibujó en su rostro...
Una vez en el aparcamiento del centro las dos hermosas chicas, cogidas de manos y como dos niñas coquetas caminaron entonando una canción que siempre cantaban cuando niñas, en el tiempo de sus primeros días de escuela.
Detuvieron la marcha. Quedaron quietas, se miraron... volvieron abrazarse... y Tereza exclamó:
___¡No!, este día es muy especial para mí!, vámonos en mi auto a otro lugar, vamos a cenar, todavía tengo mucho tiempo disponible... ¡Quiero que este encuentro jamás se nos olvide!
María la observó, le pasó su mano por la cabeza y aceptó la invitación... ella tenía tiempo suficiente, sólo tenía una cita a las cuatro con su galán... Aquel hombre que cambió su existencia, la hizo comprender la hermosura de la vida cuando uno es amado, de sólo pensar en él se derretía por dentro, sentía un fuego por sus partes íntimas y un volcán de lava arropaba todo a su alrededor, jamás había experimentado una sensación igual...
Ya en el restaurante las chicas conversaban sin detenerse, parecía como si fuera su último encuentro...
Teresa, blanca, con ojos azules, cabello rubio era una preciosidad de mujer. Su mirada pícara, sensual, coqueta invitaba a la cama. Era dulce y gentil, inteligente, con un sentido de libertad increíble, vestía a la moda. Aquel pantaloncito blanco, colgado de su ombligo, y su cuerpo de guitarra inspiraba a pecar... Sus dos senos sobresalían un poco, aquello era un espéctáculo maravilloso... Les juro, que yo hasta me emociono, hablando de ella...
María en cambió era difrente, su cuerpo escultural, trigueña, color chocolate, su cabello negro, rizado, sus ojos grandes y negros, sus labios pronunciados, carnosos, sensuales, sus pechos, dos hermosa palomas, lindos, bien formados, ni pequeños ni grandes, en su punto... eran una tentación...
Aquella dos chicas robaron las miradas de los presentes. Allí estaban, como lobos lujuriosos mirándolas, deseándolas, haciendo el amor con ellas en sus mentes... no respetaban, algunos que estaban con sus parejas... estaban embobados.
Y yo mientras escribo estas letras se me mete una llama por la sangre y las disfruto y las deseo con todas las fuerzas del alma.
___¿Y qué Tere, te casaste por fín?- preguntó María ignorando las miradas de los presentes-
___¡Sí!, soy la mujer más feliz del mundo. Dios me ha regalado un esposo maravilloso. Fuerte, grande, saludable, encantador, detallista... No lo puedo creer, no tenía fe en los hombres, pero Osvaldo me ha devuelto la confianza. Es tan bueno que cuando llego de la universidad ya tiene todo listo. Luego él se va a estudiar, quiere terminar su carrera de abogado...
___¡Tienes suerte!, te mereces ser feliz, eres muy buena con todo el mundo!- decía María tomando su mano y apretándosela-
___¿Sabes?, precisamente voy a darle una sorpresa, está realizando una investigación y luego, en la tarde, iría a la biblioteca de la universidad,...¡Me imagino cuando me vea!¡Cuando le diga que vamos a tener un bebé!
¡Dios mío!- exclamó María, se levantó de su silla y apretó a Tere con tanta fuerza que por poco la afixia!... la abrazó, le dio un beso, puso su oído en el vientre de Tere tratando de escuchar los latidos del niño y pasaba su mano suavemente sobre el viente...
___Cuéntame de ti,¿Te has casado, tienes novio?
___ Bueno ni lo uno ni lo otro... convivo con Ricardo hace varios meses. Es un chico humilde, apenas habla... es muy reservado, tiene buenos sentimiento, muy apegado a su madre... Lo conocí en una discoteca y desde aquella noche quedé ciegamente enamorada de él... durante varias semanas compartíamos, a veces, un rato, estaba muy ocupado atendiendo a su madre que está muy enfermita, pero hemos decidido casarnos pronto... hoy me espera para comprar la sortija de compromiso- decía María con su rotro de felicidad-
__¡Mira, Tere, te pido un favor muy especial?
Quieres que Ricardo y yo seamos los padrinos de tu bebé!-casí le imploró María-
__¡Pues claro, sería un bonito regalo para nuestro hijo que sus padrinos fueran ustedes dos!...
Hablaron de todo, de sus planes, de sus tristezas, de sus alegrías, pagaron la cuenta y volvieron al estacionamiento. Allí, con lágrimas se despidieron. Se montaron en sus automóviles y siguieron hacia su destino final...
Allá, sentado tranquilamente, estaba él, esperando a su amada, a la mujer que lo enloquecía en la cama, que le enseñó el arte de la caricia, el arte del placer, el arte para dsifrutar un buen rato en la alcoba. Fumaba tranquilamente mientras arrancaba los pétalos de una flor, soñaba con ella, tenía nuevas fantasías, nuevas formas de hacer el amor...
El día masticaba los minutos, el sol se cansó de despedir rayos mortíferos y las palomas inundaron el lugar... Por la derecha avanzaba Teresa hacia la biblioteca, por la izquierda de la otra acera caminaba rápido María hacia la plaza al encuentro con su amor...
Teresa decidió acortar el camino, cruzó la calle, llegó a la plaza... caminaba en forma diagonal... María caminaba en forma recta... Tere enderezó... Allá estaba él... miró a su derecha... vió a María que se acercaba con una sonrisa... Tere, apenas veía con su ramo de flores,...tropezó... las flores fueron a caer en los pies de...
Y aquel gritó...¡Osvaldo!
Fin