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HAYDEELA BRUJA AGNÓSTICA V. JANSEN.

V-I. La tediosa etapa de registro de evidencias.

El humo negro se había disipado hacia cerca de una hora y los curiosos habían perdido el interés desde mucho tiempo antes sin embargo, el hombre en casaca marrón con solapas altas y puños vueltos hacia arriba no perdería su determinación solo porque esa, fuese una escena cotidiana en su vida. En realidad no le hacía falta seguir mas para saber la identidad de los responsables pues estaba ahí a la vista de quien tuviera elementos para verla.
Como en los anteriores casos cualquiera hubiese afirmado que la escena era la típica de un incendio pues las evidencias se reducían a cenizas y nada mas. Por supuesto para alguien poco familiarizado con rituales dimensionales, la inscripción en el piso imperceptible a simple vista y cubierta por la ceniza y los escombros podía significaba todo y al mismo tiempo absolutamente nada, lo cierto es que para aquel monje de 1.75 metros de estatura y 80 kg de estoica humanidad llamado Jansen, era la indiscutible señal para la siguiente fase de la operación.
Por un momento sintió el impulso de abandonar esa tediosa etapa de registro de evidencias y pasar directamente a la emisión de sanciones sin embargo, se contuvo pues ante todo un monje miliciano debía respetar las formas, mismas que le habían permitido dirigir la averiguación con toda soltura y sin interferencia alguna tanto de parte de las autoridades oficiales como de las organizaciones no gubernamentales.
En un momento marcó el número de la embajada y esperó en la línea para confirmar lo que todos ya sabían. El Staub se había instalado en México y estaba a un ritual mas de completar la pira funeraria. Tenían dos días antes de que todo se fuera al infierno a menos de que la gente en Tageslicht diera su autorización, no hacia falta nada mas ya que había triangulado sin ninguna dificultad el siguiente y ultimo punto, tenía tiempo de sobra pero y si la burocracia mexicana lo echaba todo a perder?.

V-II. Una escalera de concreto en media espiral.

En la ultima semana habían ocurrido dos grandes siniestros y media docena de incendios menores en las afueras de la ciudad, aunque eran fácilmente atribuibles a fogatas fuera de control ya que el invierno era el mas severo de la última década y según informaban los sistemas noticiosos, las bajas temperaturas habían cobrado ya mas de una decena de víctimas entre ancianos e indigentes, el patrón de los siniestros así como la paranoia del operador de misiones de Haydee indicaban que podía existir algo mas que simples descuidos. Ella sabía muy bien que los accidentes no existen, solo son planes que la gente hace pero no lo dice.
Aparentemente la proyección de su operador había sido la correcta pues La orden de Mainee previa autorización de Tageslicht había desplegado a un operativo que desde hacía dos noches investigaba el caso y con el cual se entrevistaría Haydee apenas encontrara el edificio sede de su embajada en México.
La orden, un selecto y encubierto grupo de monjes germano-milicianos con mas de 1600 años de antigüedad mantenía un singular acuerdo de extradición con Tageslicht y por el cual, podía desplegar operativos por lo general uno y nunca mas de 3 como dictaba la tradición, no para el traslado del enemigo de La orden sino mas bien para ejecutar las sanciones que consideraran pertinentes contra él.
“El” desde luego se refería al Staub, nombre con el que se autodenominaba la secta paramilitar de Herr Asche, dictador opositor jurado de La orden y de hecho la única razón de su existencia.
El acuerdo estipulaba que siempre bajo la inspección de un operativo Tageslicht, que en este caso era Haydee debían ejecutarse las sanciones. En el pasado, otros se habían encargado de dicha tarea sin embargo, debido a su origen extradimensional la bruja era la primera en la lista de obras vinculadas con asuntos fuera de este reino, no importaba mucho que supiera poco sino es que nada de La orden, del Staub o lo que fuera pues como siempre, su gente se encargaría de ponerla al tanto de lo que ellos juzgaban necesitaba y merecía saber, entre ello que hacía siglos, un absoluto don nadie y literalmente “perico de los palotes” llamado DMonX, había contactado con lo que en aquel entonces se conocía como “culto al dragón de Mainee”, una orden religiosa que profesaba una singular fe hacia unas míticas criaturas reptiloides que se decía, poseían dones mágicos.
Aquel individuo pronto sirvió a la orden y gracias a su conocimiento de la magia rápidamente escaló posiciones dentro de su jerarquía sin que fuesen claras sus verdaderas intenciones para con el culto. Fue hasta un ataque sorpresivo por parte de una armada extradimensional de criaturas de ceniza, acérrimos rivales de los dragones de Mainee, que se develó la traición de DMonX para con éste reino y sus intenciones de establecer una dictadura militar bajo el mando de Herr Asche, máximo dirigente del Staub.
El origen de los dragones así como su conflicto con el Staub era un secreto que aún La orden se negaba a revelar sin embargo, era claro que aún cuando los reptiloides se habían extinguido, las hordas de Asche aún codiciaban este reino y La orden, era el único actor efectivo contra su extensión.
Por supuesto, las incursiones de Herr Asche en la tierra habían sido lo suficientemente esporádicas como para mantenerlas en secreto para la gente normal sin embargo, en todas las generaciones se había mantenido una formación básica de tres soldados de Maine, que de ser necesario llamarían a la formación del ejercito completo bajo el santo y seña de “Astillas aladas de un dragón de Mainee, podrán llevar a las cenizas lo que cenizas es”.

V-III. El hermano Jansen la esperaba en el nivel numero 5.

Cuando finalmente encontró la embajada, un edificio de cinco pisos color ladrillo frente a un estacionamiento público de dos niveles lo reconoció como familiar, de hecho mas de una vez había pasado por ahí sin reparar lo que albergaba en su interior y no tenía una buena razón para ello pues como todos, los monjes de Mainee apreciaban mas que ninguna otra cosa su privacidad. Luego y sin gastar mas tiempo del necesario Haydee abandonó el auto en el estacionamiento y tras echar un vistazo rápidamente cruzó la calle.
“Edificio Madrid”, leyó en letras medianas y discretas en el directorio del inmueble, impecablemente tallado en piedra dándole un toque de elegancia que en nada concordaba con los supuestos giros manejados en el edificio, la mayoría despachos de abogados y contadores, todos falsos pues eran simples fachadas ya que la propiedad en su totalidad albergaba a la embajada que no obstante apenas operaba con 5 miembros, uno por piso siendo el último y mas reservado el destinado a los operativos de campo estrictamente eventuales.
No entendía muy bien por que pero le atraían esas construcciones coloniales, como si calladamente le gritaran historia en cada ladrillo y loseta del piso así que se permitió admirar el edificio por un par de minutos. Así recorrió lentamente el pasillo largo, sutilmente iluminado por una bóveda descomunal y conectado hasta un pequeño y confortable lobby en el que un solitario hombre leía un periódico. El vestíbulo quizás era demasiado oscuro y lúgubre para alguien convencional pero al menos a Haydee le iba muy bien. Una escalera de concreto en media espiral con barandal de caoba conducía al piso superior pero no se distinguía nada mas. Sin duda en Mainee tenían un pulcro sentido del estilo.
Salió por completo de sus divagaciones cuando el hombre que hasta esos momentos había permanecido sentado en uno de los cuatro aparentemente confortables sillones de piel roja, se incorporó y lacónicamente le informó que “el hermano Jansen” la esperaba en el nivel numero 5.
El susodicho hermano Jansen no parecía tener nada especial, era mas bien un tipo normal con algo de peso extra y cuya ropa no alcanzaba a disimular, por el contrario lo hacía ver un poco mas robusto de lo que en realidad era. Permaneció de pie frente a la ventana con la vista perdida en el vacío hasta que notó que ya no estaba solo en la habitación, parecía distraído y hasta ajeno a lo que sucedía pero cordialmente invitó a Haydee a ocupar un lugar en la espaciosa sala que dominaba casi la totalidad de la oficina.
-Tenemos tiempo?. Preguntó Haydee.
-Sin duda... Replicó llanamente el hombre. –No actuarremos hasta el atardecer.
El español del monje definitivamente no era muy bueno pero el alemán de Haydee si que era pésimo así que prefirió seguir la conversación en castellano.
-Ésta frase que se repite varias veces en el informe de la investigación...
-Ich komm wieder in zehn Tagen Heimlich werd ich auferstehen?...
-Si la misma, estaba oculta en todos los siniestros podrías traducirla? Mi alemán es escaso...
-“Regrresaré en diez días, elevándome secrretamente de la muerte”
-Y eso que significa?
-Que Staub está a unas horas de completarr un rrito Herr Asche.
-Eso es malo cierto?
-Tanto parra que tu y yo estemos aquí.
-Y entonces por que no solo vamos por ellos?
-Ubicado está el siguiente punto sin embarrgo Staub es discrreto, sus integrrantes perrmanecen disperrsos hasta el último momento del rritual así que debemos esperrar... sin sentido acecharrlos, el que conoce cuando combatirr y cuando no, serrá el vencedor.
-Mmmmh, mientras esperamos deberíamos pensar en algo en lo cual ocuparnos...
-Yah mein freund...

V-IV. Unas solapas especialmente anchas.

Jansen se deshizo de la casaca larga de piel marrón, con esas solapas especialmente anchas y los puños exageradamente gruesos y vueltos hacia arriba. Lentamente, el resto del uniforme del monje desapareció y Haydee se acercó hacia él hasta hacer que sus pechos aún dentro de la blusa rozaran con su piel desnuda. Se froto así durante unos minutos, estrujando sus tetas por su abdomen, sobandole discretamente con sus manos el miembro que ya empezaba a cobrar vida con una respetable longitud.
Uno de sus pezones escapó del escote durante el rozamiento y rápidamente hizo saltar sus tetas por fuera de la blusa dejando que el masaje delirante se prolongara unos instantes mas, luego y con lentitud fueron girando hasta que Jansen cayó al piso, su miembro apuntaba descaradamente hacia el techo y Haydee gateando sensualmente hacia él terminó por medirlo con sus manos, en definitiva no era muy largo mas bien promedio pero sobresalía y por mucho por su grosor con un muy respetable y amoratado glande que Haydee acarició suavemente con la punta de sus dedos antes de lamerlo en toda su longitud para finalmente ponerlo entre sus pechos.
Esa era una maniobra a la que Jansen estaba acostumbrado y que resultaba obvia dadas las enormes proporciones de Haydee que sin perder mas tiempo se prestó a masturbar con firmeza, comprimiendo sus pechos con ambas manos viendo la punta amoratada sobresalir y hundirse entre los confines de su turgente anatomía conforme al masaje se aceleraba.
En un momento dado decidió que el monje merecía tener una generosa vista de su cuerpo así que poniéndose de pie se arrancó de una buena vez la blusa dejando sus pechos bailar libremente, luego y sin que fuese del todo necesario, deslizó lentamente los ajustados pantalones hasta el piso inclinándose hacia el frente para que durante toda la operación sus pechos colgaran hacia el piso, bamboleándose de manera desquiciante como enormes péndulos de un lado al otro. Luego y para continuar con el juego, tomó entre sus dedos las bragas balanceando el elástico sensualmente un par de veces sobre sus caderas antes de inclinarse nuevamente hacia el frente para deslizarlas por sus muslos y piernas hasta patearlas lejos.
Momentos después Haydee estaba sobre Jansen deslizando sus manos por la cálida piel del monje hasta que poco a poco fue situándose sobre él. Frotó sus pechos contra su pecho y sintió el bulto del sexo palpitando bajo su vientre mientras se acomodaba sobre sus piernas. Sus muslos se deslizaron sobre los del monje y finalmente hicieron coincidir ambos sexos. Haydee se sentó sobre su vientre estudiando la mejor manera en que sus labios vaginales se apoyaran sobre el glande de él antes de que decidiera empujar las caderas hacia abajo. Al mismo tiempo en que Haydee divagaba sobre la mejor manera de empalarse, Jansen le tomó las nalgas con ambas manos para tras acariciarlas en toda su extensión, asirse a ellas con firmeza permitiendo que lentamente el peso de ella descansara sobre él.
Comenzaron a moverse con lentitud, ella subía y bajaba a discreción sobre él dejando que su cuerpo se adaptara al falo antes de dejarse caer con fuerza. Cuando sintió que había llegado hasta el fondo de su vagina y no quedaba fuera de ella mas que las bolas, suspiró y al momento tomó uno de sus pechos alzándolo hasta su boca. Sin que el monje perdiera detalle, Haydee comenzó a lamer suavemente su pezón, mordiéndolo de cuando en cuando y acariciándolo repetidamente con la lengua abarcando la aureola en todas sus dimensiones hasta que luego, con la mano que tenía libre apostó el otro pecho en la boca de Jansen, para que así mientras ella chupaba el pezón izquierdo el se ocupara de mamar el derecho.
El placer de ambos fue en aumento tan rápidamente que Haydee estallo tan de sorpresa y con tanta intensidad que se había olvidado por completo de sus senos, dejando que éste botara libre arriba y abajo al ritmo de la penetración, Jansen por su parte no se había desprendido de su tarea y mantenía asido entre sus dientes el otro pezón, lamiéndolo de vez en cuando.
Durante el par de segundos en que Haydee experimentó los estertores finales del orgasmo, se abrazó a Jansen enredando sus piernas alrededor de las caderas de él para intimar aún mas el contacto, regocijándose con la calidez de su piel y con su olor a tinta de impresión, al que se mezclaba su propio olor delirante.
V-V. No tenía prisa por matar a nadie.
El punto de reunión del Staub era una casona abandonada en las afueras de la ciudad, con nada mas que podredumbre social y marginación en los alrededores, el sitio perfecto para hacer cualquier cosa sin temor a ser descubierto por nadie. Cómo había descubierto aquel sitio era algo que el monje no iba a revelar y que Haydee no pretendía preguntar, era un observador de la sanción no confesor de sus maniobras.
Una vez dentro se dirigieron a lo profundo de la mansión de quinta, así distinguieron una especie de sótano que Jansen reconoció como un túnel hacia la pira funeraria subterránea. Le había dicho que vistiera ligero pero no la razón para ello, a medida que atravesaron el pasaje adentrándose en la pestilencia, el calor en principio discreto se incrementó peligrosamente tanto así que apenas avanzados unos metros la ropa comenzó a pegársele al cuerpo y cuando ya alcanzaba a ser visible el final luminoso, estaba por completo empapada pero no de la forma en que a ella le gustaba.
Por el contrario, el valle entre sus pechos era un auténtico río de sudor que alimentaba no sin sofocarla en el proceso la piscina en que se había convertido su ombligo y mucho mas debajo de éste... mas que asombrarla le enfadaba que Jansen a pesar de la casaca que vestía y que a primera vista lucía ostentosa y pesada apenas mostraba signos de fatiga y ciertamente asomaba en su frente un pequeño rocío de traspiración sin embargo de ningún modo se trataba de la sopa en la que ella estaba inmersa. Acaso sería su vestimenta la razón de su aparente confort? No lo sabía y con visible frustración exclamó:
-Carajo¡ el pantalón se me pega al culo...
-Silencio... La censuró al instante el monje –Segurramente hay guarrdias.
Mierda¡ maldijo Haydee para si misma pues era en momentos como ese cuando realmente lamentaba tener un cuerpo como el suyo pues citando a Inés Arredondo, encajaba perfecto con el tipo de mujeres que “por delante y por detrás se ven bien pesadas y dan la impresión de que casi se les caen y no queda otro remedio que meter la mano para ayudarlas”.
Por supuesto una desnutrida de 40 kg seguramente no estaría sudando como cerdo en las mismas circunstancias, como tampoco se le habría agotado el aliento tan pronto sin embargo, sobrepasar la barrera psicológica de los 65 kg tenía ganancias secundarias a las que aquellas, las esqueléticas victimas de los desordenes alimenticios solo podían aspirar mediante implantes cuando en ella, todo era natural. Anorexia, bulimia?... no, nunca, ella se gustaba justo como era aunque falseara su estatura con los tacones exageradamente grandes de sus botas, pero fuera de eso nada, tenía otros problemas en la cabeza tanto dentro como fuera por los cuales preocuparse y no ocuparse por ejemplo, que la recién inaugurada destiladora de alcohol en sus poros no delatara su posición prematuramente.
-Es aquí cierto?. Preguntó Haydee conociendo de antemano la respuesta por la peste que emanaba del subterráneo. Jansen se limitó a asentir con la cabeza antes de extender su mano en busca de la de ella.
-Cuando guarrdias Schafott nos ataquen porrque van a hacerrlo... me encarrgare de ellos perro no los toques ni te toquen pues te harrán una quemadurra química, son de ceniza pero no los disperrses con viento o agua, no los quierres quemándote los pulmones ni en una columna de humo, perro puedes usarr el fuego.
-Fuego? Inquirió Haydee. -Que diría el buen Sun Tsu al respecto?
-Si enemigo es prropenso a la cólerra lo mejorr es llenarrlo de irra y nada indigna mas a Schafott que atacarrlos con fuego perro cuidado, sólo esto puede matarrlos...
-Una astilla de Mainee... Dijo Haydee sorprendida tanto mas que excitada por lo que Jansen sostenía en una de sus manos y que ya empezaba a cobrar vida con su toque. –Y seguro no tienes otra verdad?.
-No y de cualquierr manerra no podrrías usarrla...
La bruja sonrió confirmando el supuesto y la espina alcanzó su máxima trasformación de minúscula vértebra arrancada de las alas de un dragón a una espada viviente y por completo receptiva a las ordenes del monje.
-Con los hombrres lo que te plazca perro los Schafott son míos. Espetó Jansen corriendo de un lado al otro el seguro de su levita.
-Al diablo¡... Injurió Haydee que desenvainaba su propia espada de titanio. -No tengo prisa por matar a nadie pero voy a cortar algunas cabezas...

V-VI. La actuación de un artista.

Como había anticipado Jansen dos gárgolas de ceniza montaban guardia en la entrada del recinto... su alzada era de apenas dos metros pero para los 1.60 m de estatura de Haydee parecían mas que descomunales, los brazos sin duda tenían un gran alcance y terminaban en garras de tres dedos afilados en los que no se distinguía nada mas, sus patas eran fuertes y diseñadas para dar grandes saltos con los que seguramente suplían la lentitud de su corpulencia. Era difícil distinguir sus facciones pero de cualquier manera la soez proyección de colmillos por la ausencia de labios impedía cualquier gesto próximo a la amabilidad. Aún a la distancia se percibía el intenso calor que manaba de sus cuerpos de ceniza y la ausencia de ojos los hacia ver despiadados.
-Dos Schafott...
Advirtió en voz baja el monje antes de saltar encarando a las gárgolas y de un tajo cercenó el brazo de una de ellas que en el suelo rápidamente se redujo a cenizas, mientras la otra repuesta del asalto sorpresa flexionaba las garras preparándose para atacar, midiendo la distancia entre su oponente. El monje hacia frente a los dos Schafott en tanto Haydee corría hacia el interior del recinto.
Toda la caverna era sostenida por pilares de algo parecido a concreto y que fácilmente podía entenderse habían estado ahí, como parte inherente de la tierra misma desde su creación. Hacia el centro había una impresionante pira decorada con cráneos y huesos al rojo vivo que aumentaba el ya insoportable calor y peste, un grupo apenas numeroso de hombres armados con báculos y tres gárgolas idénticas a las que combatía Jansen en el umbral aguardaban las maniobras del dirigente o al menos eso parecía ya que a una señal suya dos de los Schafott saltaron en dirección a la bruja que reconociendo que su convencional arma iba a ser poco menos que inútil extendió los brazos al tiempo que conjuraba:
-Ohm Dara ha na Harayan ha¡ Ohm Na Harayan¡
Una irascible espiral de fuego como no se había permitido reclamar antes surgió de sus manos y las dos gárgolas fueron tragadas por el remolino incandescente antes de ser lanzadas hasta el extremo opuesto de la pira. Haydee gritó sin saber exactamente si se trataba de excitación o miedo pues las gárgolas retorciéndose de furia arremetieron nuevamente contra ella mientras los poseedores de la pira la encaraban desde lejos protegiendo al dirigente que absorto por completo a su estratagema poca atención mostraba al cuadro.
De reojo la bruja percibió a Jansen rematando a la última gárgola antes de unírsele justo cuando una nueva invocación al Na Harayan daba de frente contra los tres encolerizados Schafott que nuevamente fueron arrojados tan lejos como antes.
-Ich zum Töten bereit, ich tu dir weh und du jammerst laut...
Maldijo al unísono el grupo de hombres cuando reconoció el uniforme de Jansen que sabiéndolo su odiado rival y olvidándose de la pira, inyectados con un odio que Haydee no fue capaz de descifrar se lanzaron contra el monje y la bruja blandiendo en el aire sus báculos. Al instante la caverna se tornó aún mas ardiente que antes y fue entonces que Haydee pudo admirar dentro de las posibilidades de la situación, la actuación de un artista que sin piedad y sin asomo de decoro se lanzaba a la mas brutal de las matanzas.
Un corte aqui, un tajo por allá... pronto los cuerpos cayeron uno a uno haciendo patente que ese Staub era el menos experimentado al que se había enfrentado Jansen. Era apenas novicios en el arte sin embargo, eso no impidió que el monje continuara su danza de muerte. La bruja se replegó como la “observadora“ que era no sin antes cortar un par de cabezas coadyuvando al ritual de exterminio y manteniendo a raya a las gargolas con invocaciones contantes al dios muerto del sol. No estaba convencida del todo pero la satisfacción que le brindaba el momento la atribuyó a la agitación, a la sobrecarga de adrenalina negándose a reconocer como siempre, que la pila de cuerpos aunque grotesca la satisfacía hasta la nausea.
-Der Herrgott nimmt der Herrgott gibt...
Espetó Jansen al dirigente de Staub que aterrado, ordenana una y otra vez a los torpes Schafott que lo atacaran. El monje sin asomo de dudas los encaró y cual perros rabiosos no fueron nada frente al corte de la espada del monje.
Momentos después toda la cámara se cubrió de silencio. El subterráneo era un campo de fuego y sangre, cuerpos y partes de ellos que era imposible reconocer yacían alrededor de la pira que al seguir encendida pero sin nadie que la atizara con propiedad, terminó por consumir todo a su alrededor. Jansen aún sostenía en sus manos la astilla bañada en sangre y restos humanos cuando finalmente habló:
-irrnos ahora... la cámarra se sepulta y es todo...
Así que eso era todo, pensó Haydee. “La emisión de sanciones” no era mas que una vil y sangrienta masacre que no obstante no lamentaba en lo absoluto. Después de todo el Staub no era mas que una colonia de entrometidos queriendo apropiarse de un reino que no les correspondía. Se preguntó por un momento si debería de sentir al menos algo de empatía por ellos ya que ella misma no pertenecía a esta tierra, ambos eran extraños en una tierra que se empeñaba por acoger a lo excepcional. La respuesta si es que formuló alguna quedó sepultada en aquella casona de quinta, en lo profundo de la tierra que no volvería a ver nunca mas.
Datos del Relato
  • Autor: nunlex
  • Código: 6138
  • Fecha: 31-12-2003
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 4.94
  • Votos: 34
  • Envios: 2
  • Lecturas: 5738
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