XII-I. Tenía prisa por matarse.
Por lapso de una hora Ahiphi estudió el edificio de cinco pisos de la esquina antes de aproximarse, por alguna razón sentía curiosidad y era extraño en ella pero así era. No podía cumplir el contrato antes de saber un poco mas de esa mujer y había quedado claro que su contratante no estaba dispuesto a informarle absolutamente nada así que iba a husmear un poco por su cuenta.
Lo había percibido desde su posición sin embargo, al cruzar la avenida el nauseabundo olor a basura rancia y cañería se hizo mas fuerte, que clase de perdedor podía vivir en una pocilga como esa? pensó, luego y recordando que el cliente era una bruja se dijo a si misma que podía esperar cualquier cosa.
Sin problemas se deshizo de la puerta con un par de ganzúas y subió las escaleras. Tenía prácticamente todo el día para investigar pues la chica se encontraba en esos momentos en un bar a unas cuadras de ahí y tras un par de días de seguirla le había quedado claro que no regresaría hasta muy tarde, por la manera en como la había visto beber daba la impresión de que tenía prisa por matarse.
XII-II. Caja de chistes.
En El Galeón Español, un atribulado cadaqués limpiaba la espuma de cerveza derramada en la barra, él tenía una estricta política para con sus clientes, particularmente cuando éstos se veían deprimidos pero en esa ocasión iba a hacer una excepción. No tenía mucho tiempo de conocerla, podía contar dos años, tres a lo sumo pero había algo especial en ella y no se trataba de esa manera suya de apoyar las tetas en la barra o de maldecir con esa convicción de mula, era otra cosa.
Quizás le recordaba como era él mismo hacía un par de décadas, cuando la mayoría de su gente aún existía, cuando era alguien importante y su grupo hacía la diferencia aún cuando nadie lo notara solo porque ellos así lo habían decidido. Ahora era solo un cantinero gordo en un bar de locos sin mayor pretensión que vivir en paz. Saliendo de sus pensamientos atisbó por encima del escote de Haydee y sonrió, aquélla tía no solo era muy buen cliente también gozaba de unas tetas geniales.
-Que vais a tomar Tía?. Preguntó Bearking de manera un tanto casual al mismo tiempo que servía un tarro de cerveza.
-Ya sabes lo que bebo siempre...
-Es decir, cuando te acabes las reservas mundiales de whisky...
-Muy chistoso... tu solo sírvete una conmigo y cállate ok no estoy de humor.
-Vale tía, solo quería ser amable.
-Lo eres coño, de veras... eres poca madre solo que te sobran demasiadas “P”s... bueno nada mas tres...
-Sobrarme que coños?.
-“Pes”... las tres “P”s del hombre: panza, pelos y paquete... jajajjajajajjajaja.
-Pues no sabía que te molara mi barba... ni que fueras gay.
-No soy lesbiana... es un chiste... nunca te hablé de mi caja de chistes?...
-Eras comediante?.
-Ojalá... hasta diciendo chistes apesto... Por que te enamoras de imposibles?.
-Es la naturaleza humana supongo, anhelar algo que no se puede alcanzar.
-Si... la madre que la parió...
-La?...
-Tarja¡.
-Es otro chiste?.
-No, así se llama ella... es nórdica.
-Mmmmmm, pensé que habías dicho que no eras gay.
-El mundo es extraño.
-Vale mantengámoslo así.
XII-III. Nada realmente enfermo.
Eras casi las 7 PM y Ahiphi daba un último vistazo a la pila de libros, que alguna vez y hacía mucho tiempo habían tenido acomodo en los estantes de piso a techo de la habitación sin ventanas. En realidad los libros polvorientos y con peste a viejo poco movían su curiosidad, de cualquier manera quería saber que clase de “bruja” era esa chica y por lo que podía ver hasta ese momento una no muy ortodoxa.
O que clase de bruja que ostentara con orgullo su grado, colocaría tomos de genuflexión mística en latín y arameo justo a pilas de revistas porno?. Seguramente una no muy buena pero que sin duda sabía como divertirse.
Ya había tenido suficiente de conjuros, maldiciones y demás basura de la que no entendía gran cosa así que se dedicó a revisar minuciosamente la pornografía, de la que por el contrario sabía largo rato. Ahiphi estaba convencida que podía conocerse mucho de las personas por la clase de material porno que consumen.
Así, la primera impresión que tuvo con la extensa colección de revistas stacked&packed fue que la chica en verdad estaba a gusto con su cuerpo... muchos títulos gay, porno mainstream, hardcore... incluso un par de videos caseros por los que sintió un fuerte impulso cleptómano pero que finalmente dejó en su lugar. No había nada realmente enfermo y se estaba haciendo tarde, ya había visto todo lo que tenía que ver y debía preparar la operación para esa noche y aún no tenía nada preestablecido.
Al salir del edificio se topó con un niño de no mas de 10 años que por las perennes marcas de aguja en su brazo, era evidente que las calles lo había hecho a su imagen y semejanza.
-Quieres ganarte una lana carnal?. Dijo al mismo tiempo que le extendía un billete de elevada denominación. -Necesito que toques un timbre.
XII-IV. Nadie quien preguntara.
-Pinche clima de mierda...
Maldijo Haydee al salir del bar pues aún cuando estaba lo suficientemente ebria como para no poder contar cuantos dedos tenía en la mano derecha, y mucho menos encontrar el camino correcto a su edificio, podía sentir hervir el asfalto bajo sus botas y los 28ºC ambientales tan pegajosos como si no hubiese tocado la ducha en dos semanas.
Luego de unas cuantas cuadras atestadas de blasfemias y refunfuños se las arregló para llegar a su edificio. Ni siquiera se preocupó de encender la luz ya que aún cuando pocas veces hacía limpieza y por ende encontraba en su camino uno y mil materiales esparcidos por el piso, siempre hallaba la manera de caminar entre tanta porquería sin caerse. Aquel edificio era un pequeño microcosmos de desorden en el que se sentía cómoda y por completo libre de convencionalismos en el que nada era seguro.
Haydee era una irrestricta contradicción, siempre lo había sido y parecía que estaba destinada a serlo hasta el día de su muerte, una bruja agnóstica sin fe ni confianza, una incondicional perdedora que no obstante adoraba los baños de tina.
Recientemente había conseguido una bañera de buena calidad y aunque no tenía en el piso la tubería adecuada como para instalarla apropiadamente, iba a probarla esa noche de cualquier manera. Ya había dispuesto grandes cantidades de agua y en esos momentos examinaba su temperatura con la punta del pie, introduciendo apenas un poco mas allá de los dedos. Segura de que tenía al alcance una botella de whisky con la cual seguir la fiesta, una toalla y que no necesitaba nada mas, se deshizo de la ropa que llevaba puesta y entró en la bañera dando un suspiro de alivio.
Sería acaso la deliciosa sensación de libertad? Esa infinita dicha mientras se sumergía placidamente en el agua dejando que ésta hiciera todo el trabajo, mientras ella se libraba por unos minutos de la carga que significaban sus pesadas tetas, abandonándolas así a la simple flotación grácil dentro del agua?. No lo sabía y además tenía poca relevancia le preguntárselo pues de manera análoga al piso y edificio, su vida estaba vacía. Haydee existía para el presente pues no había nada delante y en contraposición tenía demasiada porquería en su pasado en la cual no deseaba pensar.
Alcanzó la botella de escocés en el piso y dio un sorbo, luego y tras estudiarla por unos instantes la lanzó por los aires hasta la pared de enfrente. Pensó que no recogería los pedazos de vidrio al día siguiente y se dijo así misma que solo por esas veinticuatro horas iba a vivir en paz, sin magia, sin alcohol, sin Tageslicht, sin Tarja¡, si tan solo pudiera creer en ello... No tenía dos minutos de empezar a disfrutar del baño cuando llamaron a la puerta.
XII-V. Un pésimo día para dejar de beber.
-Me cago en la leche¡ por que coños llaman cuando estoy en la tina, carajo...
Saltó fuera de la bañera y tras vestir una bata de felpa y envolverse el cabello en una toalla salió descalza rumbo a la puerta aún maldiciendo y pensando que si en verdad no se trataba de algo realmente importante iban a rodar un par de cabezas ahí mismo. Apenas había alcanzado la puerta de la habitación cuando el cristal de la ventana estalló en cuarenta mil astillas afiladas, mientras una figura apenas distinguible disparaba un arma automática a la sombra que dibujaba Haydee sobre la puerta.
La bruja giró sobre si misma y entonces reconoció una figura vagamente familiar: era la mujer en cuero negro que había visto aquella vez en la estación de servicio, la misma del trasero prominente y nariz rota (Haydee IX El aquelarre) que diantres querría con ella y por que le disparaba?. La respuesta llegó en una nueva ráfaga de la automática dando justo en el blanco.
Haydee siempre había tenido curiosidad si en una experiencia de muerte el interfecto en verdad experimentaba esa famosa visión con pasajes de su vida antes de la gran luz blanca al final del túnel... de momento la habitación seguía igual de oscura que antes pero la patética retrospectiva de su vida, aquella que había desperdiciado en alcohol, sexo promiscuo y conjuros improbables estaba justo frente a sus ojos verde dólar mientras caía pesadamente al piso.
Con trece agujeros de bala en el cuerpo y su sangre brotando como una fuerte de todos y cada uno de ellos pensó que había escogido un pésimo día para dejar de beber...
“The only certainty in our line of work is that people like us never die of anything nice like breast cancer or an egg-sized brain tumor.”
Jenny Sparks, the secret history of The Authority.