HAYDEE LA BRUJA AGNÓSTICA XI. SICARIO FREE LANCE.
XI-I. Una reputación como sicario free lance.
El sujeto en traje de diseñador estaba asustado y ciertamente cualquiera en su posición lo estaría, seis de sus hombres de seguridad se desangraban en el piso la mayoría sin el brazo derecho. El problema de perder un miembro es que debido al shock el trabajo pasa a segundo término, en orden de prioridades “el jefe” sin duda es el último y todo se reduce al brazo faltante, donde está y si lo van a poder pegar en su lugar... la lealtad difícilmente se compra. Ella estaba convencida que el mayor problema de los jefes criminales de hoy en día era su incapacidad para elegir a su equipo, ciertamente por un par de dólares cualquier idiota se creía con la capacidad para manejar un arma y para muestra tenía a los seis cuerpos esparcidos por todo el piso de aquel edificio corporativo.
Aunque a primera vista el cuadro podía parecer muy desagradable, los malos elementos siempre le daban la oportunidad de explorar su vena artística, la misma que afloraban de vez en cuando y casi siempre con excelentes resultados, no es que se sintiera muy orgullosa por ello o que llevara un historial interno de sus performance con kodachi pero mas de una vez habían aparecido sus “trabajos” en los diarios. Consideraba que esas pequeñas muestras de arte contemporáneo, eran además de un regalo para el mundo del arte, la feliz oportunidad de ofrecer redención a las vidas inútiles de la gente que estaba de mas en el mundo.
Como fuese, pensó que ya había sido suficiente y se acercó al cliente mientras aquel insistía sobre el dinero, ella negó con la cabeza al mismo tiempo que torcía la boca en señal de desaprobación. Nunca había entendido por qué les era tan difícil aceptar que gente como ella no cambiaba de opinión aún si triplicaban su contrato. El sujeto iba a morir y de ninguna de todas las maneras posibles podía alterarse ese hecho, entonces hizo lo peor que podía haber pensado un cabeza hueca como él; balbuceando sobre las mujeres del piso superior afirmaba que eran suyas para lo que quisiera hacer con ellas si lo dejaba ir, acaso creía que era una especie de psicópata que gustaba de mutilar personas? Eso era trabajo.
Minutos después abandonó el edificio tan sutilmente como había entrado en él, no hacía falta que revisara su cuenta pues sabía que el pago estaba ahí, una de las ventajas de hacerse de una reputación como sicario free lance era que se pagaba por adelantado, desde luego, si su cuenta no era 7 dígitos mas grande que la noche precedente la empresa que había solicitado sus servicios iba a tener una muy desagradable visita de su parte, pero eso claro no iba a ocurrir pues nadie “que supiera” quería problemas con ella.
XI-II. New Age sonaba en el reproductor de MP3 .
Mientras conducía llamó su atención un lugar con luz de neón y buen ambiente, no era del tipo que ella acostumbraba pero quería distraerse un poco y quizás salir con algo bueno esa noche, no lo sabía pero con seguridad lo decidiría en el momento.
Como suponía se trataba de un bar de yuppies, tal vez corredores de bolsa, analistas financieros o algo así, todos demasiado jóvenes, atractivos y la mayoría inmoderadamente gay para su gusto pero ninguno del tipo que hiciera tratos con ella o al menos que pudieran hacerlo todavía así que podía estar tranquila un momento, algunos le llamaban “relajarse” ella no lo llamaba de ninguna forma, prefería disfrutar el momento pues en su trabajo nunca se sabía cuando iba a ser la última vez.
Se acercó a la barra y pidió lo de costumbre, aquella mezcla extraña con similitud a un destapador de cañerías. El barman la miro desconfiado, definitivamente no era el tipo de gente que acostumbra atender pero como tampoco lucía como una puta y ya que todos parecían ocuparse de sus asuntos le sirvió. El bar era lo que suponía y lo comprobó tan pronto como un tipo se le acercó. De su conversación concluyó que solo le importaba el dinero y como conseguirlo, para poder hablar de cómo tener mas dinero. No se preocupó en fingir interés en su elevada conversación financiera, prefirió concentrarse en su atractiva superficialidad.
Sin duda aquel sujeto no llegaría a los treinta y tenía buen gusto, era evidente que la membresía del gimnasio no se desperdiciaba en lo absoluto ya que aquel cuello era fuerte, lo suficiente para aplicar un empeño adicional si intentaba romperlo pero de momento, no le interesaba hacer nada de eso, tal vez mas tarde si es que no le gusta lo que veía, entonces se preguntó si lo que estaba bajo el traje de dos piezas de casimir inglés luciría tan bien como el cuello. Un par de minutos después sugirió ir a su departamento.
Quince minutos mas tarde ya estaban en un decimocuarto piso, el decorador de interiores tenía una marcada influencia italiana, lo sabía porque el tipo no paraba de hablar sobre él y mas de una vez había insistido en que podía presentárselo, estaba muy ocupado en estos días pero con toda seguridad alabaría su trabajo en la habitación... Ciertamente los tonos ámbar de la iluminación iban con su cabello rubio, le acentuaban graciosamente esas luces es las puntas, sin duda el decorador sabía lo que hacía.
Por otro lado “David” también, usualmente no le interesaba saber el nombre de la gente con la que trataba mucho menos que supieran el suyo, pero como estaba de buen humor se dio la oportunidad de inventar uno para que se sintiera en confianza, después de todo, muy solícitamente le había ofrecido de beber y había colgado su cazadora en un gancho para estar mas cómodos, empezaba a parecerle mas que agradable cuando dejó su saco y pudo confirmar que el ejercicio rendía sus frutos, ahí estaba justo lo que le gustaba: brazos fuertes y músculos marcados bajo la camisa, un par de pectorales abultados y de ahí, un abdomen que era imposible distinguir con la luz baja pero que se adivinaba perfecto.
Súbitamente dejaron la charla para después, estaba ansiosa y debía reconocer que él parecía estarlo también, la camisa había quedado fuera al igual que el pantalón, el resto les haría compañía en los próximos segundos, New Age sonaba en el reproductor de MP3 y cuando finalmente estuvieron desnudos no tuvo dudas sobre la elección de esa noche, definitivamente había sido una magnífica decisión el haberle contado la cabeza al tipo y dejarla sobre la pila de cuerpos, había sido un buen detalle que sin duda se comentaría con horror en aquel edificio corporativo.
XI-III. Creativas depravaciones.
Un suspiro entrecortado fue el preludio al baile que David comenzó a dibujar con las manos sobre el cuello de la mujer y de ahí hacia el sur hasta sujetarle delicadamente los pechos con las manos haciendo una copa con ellas. A David no parecían molestarle demasiado los tatuajes y cicatrices, sin duda no eran lo peor que había visto en sus amantes, ella sabía por experiencia propia que el dinero iba acompañado las mas de las veces de creativas depravaciones... así, dejó que sus manos recorrieran sus hombros y la espalda encontrando cada fisura, cada puntada, eso la hizo sonreír... sus contratantes creían que nada podía tocarla, que gente como ella era tan buena como para salir ilesa de cualquier situación, la cicatriz de fractura expuesta en la pierna derecha certificaba que no todas las historias eran ciertas y recientemente le habían roto la nariz, a ella no le iba el sado pero reconocía que el dolor a veces le recordaba que estaba viva...
Dejó que el tipo siguiera su mórbida exploración de cicatrices y se concentro en los brazos, en los hombros y en esos deliciosos pectorales lampiños, se acerco a ellos en busca de sus pezones teniendo cuidado con la lengua de dar sólo un par de lamidas sintiendo su miembro pulsar contra su pierna. Divertida tomó al tipo por miembro y lo atrajo de un tirón hacia la cama, luego y mientras él buscaba un sitio sobre la cama para apoyarse, la boca de ella se ciñó sobre el glande y por un momento dejó de percibir la música, se olvidó del ruido en el elevador, de la televisión en el departamento contiguo, del elegante vendedor de estupefacientes en el lobby y se concentró en la operación de sus labios, en chupar delicadamente... engullendo centímetro a centímetro toda la barra palpitante y caliente.
-Haven’t you ever had your balls sucked before?.
-No. Contestó David extrañado por la bilingüe intervención de la mujer acostumbrada a hablar en su lengua materna durante el sexo, sin tener mejor razón para ello que el gusto de hacerlo.
-Too bad, you’ve got beautiful balls.
Y acto seguido la mujer se olvidó momentáneamente del instrumento del tipo para dedicarle toda la atención de su lengua a sus colgantes, pero en su opinión hermosos apéndices. Así antes de meterselos íntegramente en la boca y chuparlos ruidosamente, se prestó a lamer uno y otro, a masajeándolos con los labios suavemente dejando la marca de su labial en el proceso. Atendido con tan gentil caricia David no tardó en correrse y tras recuperarse parcialmente, dirigió su atención al imponente trasero de la chica, hacia aquel par de rotundas nalgas perfectamente esféricas y sólidas demasiado grandes y tentadoras como para no abstraerse con ellas.
Por unos instantes se dedicó a acariciarlas, justo el tiempo necesario para hacer menos obvias sus intenciones develadas finalmente cuando hizo girar a la mujer sobre la cama hasta quedar de espaldas hacia él. La vista era devastadoramente sensual y ella la hizo aún mas exasperante al separarse las nalgas con las manos hasta descubrir la magnificencia de un botón apretado justo en el medio de ellas.
El hombre dudando de ir mas allá quizás adivinando un atisbo de incongruente resistencia por parte de la mujer, comenzó a besar el interior de los muslos mientras con la punta de un dedo acariciaba suavemente el ano... luego y tras descubrir que la mujer no pondría objeción alguna y que por el contrario parecía estar deseándolo con frenesí comenzó a lamer, a chupar con particular insistencia aquella área tan sensitiva y oculta entre tanta carne palpitante, ella comenzó a temblar con cada viaje de su lengua en su trasero y entonces agregó una petición a la avenencia de gemidos con que hartaba la habitación:
-I want to feel your fingers all the way inside my ass... jam your fingers deeper¡.
Sin demora alguna David hizo penetrar un par de dedos en el culo de la mujer al mismo tiempo que hacia otro tanto dentro de su coño, así casi de inmediato comenzó a venirse, a correrse con una rapidez impresionante al mismo tiempo que se desvivía por hacer inteligibles sus jadeos finales.
XI-IV. Una oferta que no podía rehusar.
De vuelta en la suburban eran casi las 2AM estaba agotada y solo quería darse un baño y recostarse, había estado trabajando mucho últimamente y pensó que quizás unas semanas en las montañas no le vendrían mal. Hacía mucho que había dejado atrás la naturaleza, casi el mismo tiempo desde que había decidido probar suerte en el vecino país del sur, lejos del vicio, la corrupción y la violencia de los casinos propiedad de su familia nativoamericana de las Vegas o al menos, eso les había hecho creer porque lo cierto es que se entendía y bastante bien con la violencia.
Distinguió a lo lejos el anuncio en rojo de un hotel de paso y estudió el retrovisor para asegurarse que nadie la seguía. Convencida de que el camino estaba libre entró y pago una habitación. Convenientemente dejó el resto de su equipo en el auto y solo cargó una bolsa ligera, el estacionamiento estaba parcialmente libre y no se topó con nadie rumbo a su habitación, es por ello que a nadie extrañó que fuera la propietaria de la suburban negra polvorienta. Por que y para que conducía un auto de ese tipo?, no era demasiado espacio para una chica solitaria como ella?.
Aunque podía serlo en mas de un sentido ella necesitaba espacio. Sus herramientas de trabajo no eran fáciles de conseguir y por lo tanto tenía que cargar con una buena provisión cuando se trasladaba a una gran distancia. En su bolsa de cuero llevaba solo un rifle Sniper SIG SG-550, media docena de cartuchos útiles y con ella tres armas cortas; una GLOCK 17, 9mm y dos TANGFOLIO P-19 edición limitada también de calibre 9mm. Ese era “equipaje ligero” por simple precaución, el equipo “pesado” podía quedarse en el auto.
Luego de ducharse se observó en el espejo por un par de minutos mientras dejaba que el cabello se secara al aire, no le dedicaba mucho tiempo a eso así que decidió darse unos minutos a la inútil contemplación de su anatomía. Se centro en los ojos inexpresivamente negros y fríos, en su nariz característica de su raza y con esa molesta cicatriz cortesía de un maldito bastardo; se percató que la boca gruesa apenas mostraba diferencia entre el labio superior e inferior, un detalle no registrado anteriormente no obstante de casi nunca prescindir de labial.
En las orejas distinguió múltiples perforaciones que ya no utilizaba pero que habían dejado su marca, por los hombros macizos se deslizaban fuertes brazos terminados en manos paradójicamente delicadas dada su actividad, las runas en el dorso de sus manos hacia juego con los tatuajes que corrían por todo el antebrazo, los senos firmes siempre en constante ansia por ser acariciados la hicieron suspirar.
Observó sus pezones achocolatados antes de girarlos entre sus dedos índice y pulgar para luego seguir en el espejo la línea del vientre hasta su obligo, las caderas anchas sostenían un par de piernas musculosas, no podía permitirse menos además le gustaba usarlas a menudo y quiso seguir absorta en su contemplación pero tomar su arma, cualquier arma era mas que imperante... por el espejo distinguió la inquisidora mirada de un hombre calvo con barba de candado inspeccionándola.
-La puta que te parió Union¡, tienes que hacer eso todo el tiempo?, por si no te has dado cuenta estoy desnuda y me gusta la intimidad¡.
-Si Ahiphi, se nota que te gusta la “intimidad”. Dijo sarcásticamente -Pero no estoy aquí por tus placeres onanistas, te tengo una oferta de trabajo que no podrás rehusar...
-No es un vampiro otra vez cierto? Estoy harta de limpiar esas cosas.
-Es algo aún mejor, casualmente tengo una foto aquí por algún lado.
La mujer llamada Ahiphi tomó el impreso que solícitamente le extendía el calvo y aunque no era común en ella se sorprendió, el “cliente” era alguien que conocía: una mujer de aproximadamente treinta años, ojos verde dólar, cabello negro bajo una boina color vino, dos melones donde debía estar el pecho... estaba segura que la había visto recientemente pero no tenía idea de quien se trataba.
-Como siempre hallarás todo lo necesario al reverso, no es necesario que hablemos del dinero cierto?.
-Ya sabes que no, Mmmmmm.... no acostumbro preguntar pero... Union?... son of a bitch¡.
El calvo con barba de candado ya no estaba en la habitación, simplemente había desaparecido de la misma anónima forma en que había llegado. Esa era la peor parte de tener a esa gente como contratante, nunca se sabía que mierda podía estar pasando por la mente mal-viajada de un Daydream pero si algo era cierto, era que esa era una oferta que no podía rehusar, quien sabe que extrañas consecuencias traería matar a una bruja.