Haydee Ballhaus, la bruja agnóstica. Aurora Craft 2.
V. Cuatro gemas de las que no había rastro físico.
-el 5T?. Preguntó Haydee al hombre en la puerta.
-el “cincote” está doblando aquí en la esquina, es el tercer edificio luego de la curva pero ya es muy tarde a quien viene a ver?.
-Cynthia Aide en el Dpto. tres.
-Mmmm... ‘ches viejas no dejan una pa’ comadre.
Terció el hombre entre dientes mientras abría la reja dándole el paso a la bruja a la vez que se regocijaba, primero con el par de tetas rebotando con su andar y luego cuando hubo mas distancia, con el culo gordo dibujado en la cazadora de piel hasta que éste se perdió con el resto de la humanidad de la gorda sexy en la curva de aquella unidad de departamentos de interés social a medio iluminar de la colonia ejercito de oriente.
Para cuando Haydee ubicó el edifico 5T miró por encima de él y no encontró rastros de nubes de tormenta, si acaso y apenas algunas nubes iluminadas por la luz de la luna, por su parte el frío era mas que voraz y eso aunado al hecho de no encontrar excusas dignas de llamarse como tales que le permitieran aplazar mas tiempo su entrevista con el cliente tocó la puerta.
Mientras esperaba esbozó una sonrisa al recordar la expresión de franca desaprobación del hombre al saber a quien visitaría en la unidad, seguramente aquella situación con las inquilinas del 3 en el “cincote” había sido un chollo de primera mano pero luego, un chiste que dejaba de ser humorista tras ser contado demasiadas veces. Para alguien como Haydee que acostumbraba ir por ambos lados de la acera y las mas de las veces por el lado contrario al que se suponía debía ir dada su condición de mujer, aquella actitud hacia las lesbianas le causaba si no molestia si mucha gracia. Sin duda aquellas eran una fantasía recurrente en el sentir del hombre sin embargo cuando eran reales, cuando saltaban del DVD a la cotidianeidad se transmutaban de fantasía calienta braguetas a una molestia insufrible y la razón era mas que obvia, el hombre como a cualquiera le disgustaba la idea de ser prescindible mucho mas si había sexo de por medio.
-Haydee Ballhaus?
-a tus canijas ordenes, puedo pasar ya?, aquí entre nos no se en que estaba pensando al ponerme falda con este pinche frío.
-claro pasa y siéntate por ahí, quieres un café?
-por lo general no tomo café pero está vez te acepto uno sin nada de azúcar, sirve que me cuentas todo, no te molesta que fume verdad?, ya lo había dejado pero recientemente he sentido la necesidad...
Así y metida de canto en una historia totalmente nueva y que como era habitual en tales casos primero fascinante, luego absurda y finalmente aburrida y con demasiados huecos como para quererla soportar sin tener de frente un buen vaso de whisky, Haydee optó por la velocidad antes de que el bostezo la secuestrara maliciosamente.
-ok, veamos lo que tienes para mi, que es eso que tanto friqueo a nuestra amiga Renata.
Entonces la chica llamada Cynthia Aide de convicciones kitch, extrajo de cierto cajón de alacena el artificio. En ese momento la bruja pensó que de todas las alternativas posibles, el desahogo de pruebas en una mesa de cocina era sin duda el escenario mas original del que había sido testigo en los últimos seis meses. El artificio era una pequeña caja de roble con refuerzos y cerraduras forjadas en hierro con inscripciones desconocidas y que por ende no le dejaron adivinar su interior. Haydee notó miedo en Cynthia Aide y por un momento dudó en su apreciación inicial, lo que fuese que contuviera aquella caja no parecía ser un ardid, era eso o estaba frente a una actriz muy convincente. Deslizando los cerrojos abrió la tapa y entonces una sensación de extrañeza se apoderó de ella.
-ay cabrón que es esto¡.
Dijo al mismo tiempo que brincaba hacia atrás como queriendo poner distancia de por medio pues en aquella caja vacía había poder crudo, poder extraño y antiguo que había dejado una impresión de aparcado mucho mas grande de la que había visto en mucho tiempo, que habían encerrado en la caja como para hacerle recordar lo que era la verdadera magia a una bruja agnóstica?.
Cerrando de golpe la caja miró al cliente y tragando saliva buscó las palabras, buscó en lo mas profundo de su incredulidad la forma en que iba a manejar ese asunto porque aquel caso no era una añagaza, Renata apenas se había cercado con su descripción de gordo, serio y muy real... aquello era muy grande, sin duda violento y en definitiva mortal.
-donde sacaste esto?, tienes que decirme todo lo que sepas de esta caja, que contenía y si tu la abriste o...
-es de Aurora y que yo sepa siempre la ha tenido pero nunca me quiso hablar de ella, a no ser que era de su madre o algo parecido no se nada mas. Hace dos semanas la encontré ya abierta sobre su cama, fue cuando Aurora desapareció creo que fue ella quien lo abrió no lo se, quiero saber si ella está bien, tengo mucho miedo Haydee y no se por que, solo quiero que ella vuelva.
Haydee abrió nuevamente la caja examinando su interior, en el vacío acojinado en terciopelo púrpura se notaba el espacio para el montaje de cuatro gemas de las que no había rastro físico, solo la impresión de poder frenético que habían dejado como una marca radiactiva.
VI. Con tamaño ejemplar delate de si.
Haydee descendió del transporte y la brisa marina que a ella se le antojaba de una peste insoportable le inundó el olfato, hacía apenas tres horas que había llegado y no esperaba el momento de largarse. El sol, la brisa, la gente, todo parecía estar en su contra y no podía entender como es que alguien cuerdo elegiría Cancún como blanco vacacional ya no digamos lugar de residencia permanente.
Enfiló hacia el centro comercial franqueado por un imponente pebetero de concreto a medio terminar y una vez a bordo de las interminables escaleras eléctricas se solazó con el par de gringas en bikini a unos cuantos eslabones delante de ella. Ambas portaban sendos tatuajes en sus bajas espaldas, ciertos caracteres de diseño bizarro e ininteligible que a Haydee le parecían la marca al hierro del ganado y no es que lucieran mal, de hecho se veían geniales lo mismo que las apetitosas nalgas de las vacacionistas, era tan solo la forma en que dejaba ir el resentimiento por su historial personal en cuanto a las filigranas permanentes, máxime cuando desde su arribo tatuajes en el culo era lo único que había visto y eso, a tres horas de abandonar el aeropuerto le tenía hastiada.
El par de gringas doblaron a la derecha mientras ella tomó la izquierda hacia el lugar de comida rápida, eligió un “sprite” mediano y “un cuarto de libra con queso” no sin algo de culpa antes de mirar hacia el mar. La plenitud del caribe mexicano le hizo recordar lastimeramente que hacia años que no usaba un traje de baño, un bikini hacía mas tiempo y de una tanga en público mejor no hacía cuentas. Entonces se preguntó si a sus 34 años sería el momento oportuno para comenzar a hacer ejercicio o podía darse el lujo de un año mas de pedas interminables y atasques de comida atiborrada de triglicéridos y cancerígenos.
Sin una respuesta digna en la cabeza mas que la idea de embutirse en dos bocados la grasienta hamburguesa salió hacia la terraza por la puerta giratoria de cristal. En el umbral pensó que de no ser porque su estancia ahí era absolutamente amistosa el contexto apuntaba para una escena realmente sangrienta y feroz. La terraza tenía si acaso dos metros de ancho por unos ocho de largo, un solo acceso, el que ella había franqueado y además del barandal de seguridad nada la separaba del vacío de mas de quince metros en línea directa hacia las rocas de la playa. La vista sin embargo, era de una belleza que hasta una neurótica que odiara el mar podía reconocer. El caribe con sus tres tonalidades de azul se extendía majestuoso por el horizonte hasta tocar impertérrito un cielo sin nubes.
De vuelta la realidad el hombre con tatuajes en el dorso de ambas manos señaló el lugar vacío junto a él y Haydee ocupó el sitio sin mediar palabra alguna. De reojo y mientras consumía la cuarto de libra observó que aquel había adquirido un peinado de trencitas típico de playa, ese que la gente local le ofrece al turista como si con ello luciese bien cuando no existe sobre la tierra forma de lucir mas ridículo a los ojos de dios, en particular cuando se es un bastardo despiadado cuyo oficio es matar a golpes a cambio de dinero.
-apenas puedo creer que fuera a encontrarte en un lugar como éste, yo creía que ustedes vacacionaban en Tailandia o un sitio de esos con maestros de artes marciales y cosas.
-es temporada baja.
-Mierda, recuérdame no venir en el springbreak a mi gusto está hasta la madre de gente bueno al grano, necesito de tu asistencia profesional.
-a quien hay que madrear?
-a nadie, digamos que necesito encontrar a alguien pero ese alguien puede no ser amable, sabes que para mi eso no es problema pero... Y en ese momento Haydee hizo una prolongada pausa –ella tiene cosas que la hacen muy peligrosa y la verdad no quisiera que se malinterpretara nada, no quiero desmadres, no quiero muertitos que cargar y menos si uno de esos puedo ser yo, nada mas ver si está conciente de lo que tiene en las manos y como lo está manejando, fuera de eso nada.
-y yo que pedo?
-échale una miradita casualmente traigo una foto aquí conmigo si acaso hay que agregarle unas ojeras así de grandes –y haciendo un gran espacio con los dedos índice y pulgar Haydee dio cuenta al hombre del tamaño de las sombras bajo los ojos de la mujer- y un collar de perro pero fuera de eso es la misma.
Mientras el hombre de tatuajes en las manos observaba una foto de estudio antigua según pudo adivinar, Haydee continuó tras consumir un prolongado sorbo del refrescante sprite.
-hasta donde he podido averiguar resulta que a nuestra amiga le gustan las cosas fuertes, raras... ya sabes performance con mucha sangre, los animales y eso, sobre todo las peleas clandestinas sabes?... necesito acercármele como cualquiera de preferencia sin mucho ruido ahí es donde entras tu.
-tsshhh así que volviste a la nómina, quiere decir que después de todo sobrevivieron los hijos de la luz?, habrá chamba para mi tu sabes que si hay madrazos le entro a lo que sea.
-trabajo por mi cuenta ahora pero antes de que te emociones aún no he hablado de dinero con el cliente, así que esto sería algo así como un favor vale?.
En ese momento el hombre con tatuajes pensó que se no existir dinero de por medio era porque había en la mira cierta ganancia secundaria, con toda seguridad una con falda pues con tamaño ejemplar delate de si era difícil concebir que de ser hombre el cliente no se la hubiese cogido de antemano, aún si éste tenía dentro de su marco de referencia abstracto aquella voz referida simplemente como “fidelidad”. Sin mover un solo músculo el hombre sonrió para si mismo al pensar en la remota posibilidad de que bien podía existir otra cosa, una que se le escapaba entre el cinismo y el prejuicio... los árboles ya le comenzaban a impedir ver el bosque?.
-te caigo en cinco días.
Contestó tras el rápido trazo de su agenda pero sin despegar un solo momento la mirada del océano, no deseaba que la imagen mental de la bruja embebida en un obsceno intercurso sexual con otra mujer lo distrajera. No necesitaba esa clase de iconografía enferma en su cabeza.
-que sean tres y veme en esta dirección cuando tengas algo sólido.
-ok.
Aunque a su parecer tres días era muy poco tiempo aceptó pues cualquier cosa era nada con tal de no tenerla mas tiempo cerca, cualquier cosa con tal de abandonar la idea de que aquella mujer sudorosa y de carnes desbordabas comenzaba atraerle mas de lo que nunca ninguna otra mujer le había atraído jamás, le había costado bastante aceptar el hecho como para ahora salir con un domingo siete, él era gay y punto.
Haydee abandonó la terraza dándole un ultimo vistazo al azul del caribe, las olas eran bajas pero la espuma era consistente con lo que se esperaba de ella, característica que sin duda también poseía el hombre de tatuajes en las manos. Así, los restos de una hamburguesa pringosa y un sprite a medio beber fueron las únicas evidencias de la estancia de una bruja en el caribe mexicano, por su parte la pequeña tarjeta con cierta dirección garabateada fue a dar directo a la cartera del hombre con tatuajes que permaneció seis horas mas de frente al océano como si esa fuese la última vez que lo pudiese contemplar.
VII. Tres cigarros con un mismo fósforo.
Habían pasado cerca de dos semanas desde que se encontraran en el caribe y hasta ese momento la oportunidad se negaba a presentarse, hasta esa noche. Eran las 2357 horas cuando el hombre de tatuajes en las manos llegó, Haydee observaba hacia la calle por el ventanal de la habitación y ahora la estampa que le ofrecía era la que ella reconocía como familiar, pantalones de mezclilla a la cadera, cadena de oro al cuello de la que pendía un cristo, tenis de marca rimbombante e impecables, la camiseta sin magnas superajustada evidenciando su afición por el doom-metal. Actitud relajada y hasta amable, guardando siempre las manos debajo de las axilas sin saber bien si era para ocultar los tatuajes en las manos o para lucir mejor los brazotes de oso de los que era orgulloso portador y usuario. El era Mario, “El Mariote” o “Mario a secas” según quien preguntara, peleador chaparrito y estrella de los combates ilegales del DF y zona conurbada, invicto en las artes de madrear, de romper dedos y clavículas extrañamente sin ninguna condena, con algunos muertos y sin un solo arresto. En sus propias palabras: “para que te digo que no, lo hago porque me gusta partir madres”.
Tras conducir por espacio de hora cuarenta y cinco minutos en los que dejaron que fuese Robbie Williams quien llevara todo el peso de la conversación, Haydee identificó la impresionante transformación facial del hombrea de tatuajes en las manos a medida que –asumía- estaban cerca de su destino. Su mirada antes relax ahora era absolutamente agresiva, expectante, siempre alerta ante una eventual y fatal agresión que considerando la zona podía presentarse en cualquier momento y en todas direcciones. No era para menos, la cita era en unas bodegas de Santa Cruz Meyehualco, tierra de todos los santos y no había razón cierta para esperar que fuesen bien recibidos, por lo general nadie asistía a un evento sin invitación, el acceso era restringido hasta para las novias de los peleadores y ella no podía usar magia para engañar a la gente de seguridad no si Aurora estaba o iba a estar presente, todo lo que podía hacer era esperar que la suerte y el nombre del “Mariote” hicieran la magia.
Cerca de las 0200 horas los autos comenzaron a llegar, uno a uno y sin grandes aglomeraciones a la bodega, apostados detrás de unas columnas y tras las que podían tener una buena vista no del ring improvisado con los faros de los autos sino de la entrada y corredores a los lados, la bruja y el peleador aguardaron.
Para cuando el segundo combate comenzó la bruja tenía cada vez menos paciencia, en el centro de la arena –por llamar de alguna manera al semicírculo compuesto por los autos- sonaban sin mayor pudor la palabrería propia de los gladiadores de colonia popular:
-‘Ora si cabrón, te va a cargar la verga¡¡¡¡.
-te voy a poner un madriza que hasta a tu madre le va a doler culero¡¡¡¡.
El hombre de los tatuajes en las manos observaba las evoluciones del combate, sin perder detalle y midiendo desde su posición el encuentro como si fuese él quien estuviese peleando, moviéndose para esquivar los golpes que nunca serían capaz de dañarlo pero que le motivaban a bailar al ritmo. Por su parte la bruja ignoraba el combate para en su defecto, prestar toda su atención en el golpeteo furioso con el que castigaba contra la uña del pulgar y en repetidas ocasiones un cigarrillo antes de encenderlo. Que culpa tenía el cigarro de su pinche vicio como para maltratarlo de esa manera?, acaso golpeaba las botellas de whisky antes de empinárselas, entonces por que la saña contra el pitillo, por lo mierda que sabía?, por la forma en que le hacía apestar el aliento, la ropa y el cabello?, aquellas eran preguntas para las que buscaría respuesta en otra ocasión, de momento le interesaba mas dilucidar la mítica presencia de Aurora.
-donde está la chica?, te aseguraron que vendría?
-la del collar de perro?
-no pendejo tu chingada madre en camisón¡
-tu aguanta no puede faltar, “el güero” me dijo que nunca falta a un combate del Halcón de Meave y él pelea hoy... es duro el ojete, de menos alguien sale con fractura o sin un ojo, tu dame chance y voy a checar con los que corren las apuestas cómo está el asunto y si la han visto.
-ya era hora que movieras las nalgas.
Rumió Haydee al mismo tiempo que le palmeaba el trasero al hombre de los tatuajes en las manos que presto se confundió con el resto de la finísima concurrencia. Cuando perdió de vista al chaparrito buscó de nueva cuenta sus light-mentolados y encendió uno, en realidad el tercero de la noche.
-nunca se prenden tres cigarros con un mismo fósforo es de mala suerte.
Escuchó la bruja a su espalda y sin darle mayor atención dio una honda bocanada de humo antes de contestar.
-no aplica cuando es un encendedor.
-entonces como explicas el hecho de que este a punto de cargarte la chingada?
VIII. Lo que podía ser el último orgasmo de su vida.
Hasta donde podía recordar Haydee no la había visto llegar, es mas ni siquiera había intuido su presencia o algún indicio de peligro a su espalda. Todo lo que sabía es que de pronto la tenían sujeta del cuello con una garra de piedra de textura de granito, inmovilizada a riesgo de fracturarse el cuello si hacía algo estúpido y como regalo rodeada de la cintura o cuando menos donde debía estar la cintura con un brazo fuerte y también de traza pétrea.
-Aurora supongo...
Balbuceó Haydee mientras era arrastrada hacia el fondo de la bodega con la docilidad propia del que se sabe está en una mala posición, por supuesto no esperaba confirmación acerca de la identidad de su atacante, era obvio que tras aquellas manos de piedra incrustadas con gemas había una estudiante de medicina adicta a la adrenalina.
-el problema contigo no es la belleza es la descortesía, -chilló excitada Aurora –me sigues, me buscas, tu sabes de mi pero yo no te conozco ni tantito y eso me molesta querida, me molesta al grado de creer hacer algo al respecto antes de romperte el maldito cuello, te molestaría si echo un vistazo por ahí?
Aún con la garra asida fuertemente del cuello Haydee sintió la lengua de Aurora acariciarle el lóbulo de la oreja y su mano izquierda los senos, un frío de mierda le recorrió la espalda conforme los pezones se le endurecían. En un momento el cuerpo de la extraña rozaba completamente contra el suyo por la espalda y su mano fue de las tetas a la parte interna de los muslos muy suavemente. Entonces con una agilidad que la bruja no creía posible considerando lo difícil que debía ser maniobrar con una mano de piedra, la bruja percibió como el botón de su pantalón se abría y el zipper se desentendía de cubrir una tanga de algodón notoriamente húmeda. Pronto descubrió que la pericia de aquella mano era debida a que aún cuando conservaba incrustadas sobre ella dos gemas del tamaño de una nuez, la piel era del todo humana y sobretodo suave y tibia, nada que ver con la gélida manaza que le asfixiaba desde hacía buen rato.
Los dedos de la extraña viajaron de arriba a abajo por dentro del pantalón y la braga, moviendo los dedos en círculos sobre el exaltado coño de Haydee mitad excitada-mitad muerta. Aurora le presionaba el clítoris con suaves masajes sobre el, mientras su lengua le hacía milagros dentro de la oreja, labios iban de adentro hacia fuera y sobre el cuello sin parar de masturbarla con la mano. La bruja permaneció inmóvil y a mitad de una decisión: dejarse hacer y disfrutar de lo que quizás podía ser el ultimo orgasmo de su vida o librarse del abrazo y en el proceso terminar con el cuello rebanado, ambas alternativas no eran tales, el resultado no le favorecía en ningún escenario.
-tu novia está preocupada.
Abogó Haydee asida de la garra en el cuello buscando la mejor dicción que una traquea a punto de necrosis le permitía, entonces y antes de lo que hubiese previsto la extraña a su espalda saco su mano de entre sus piernas y la garra dejó de exprimirle el cuello pero sin liberarla del todo. Era el momento para presionar un poco mas.
-Cynthia fue quien me buscó, cree que pudo pasarte algo tiene mucho miedo por ti.
-ella no es mi novia solo...
-crees que si no le importaras yo estaría aquí?, no es solo sexo para ella, he visto sus ojos y está enamorada, una bruja sabe de esas cosas.
-No... si El Martillo, si perdiera el control y algo le pasa no podría con eso.
-entonces déjalo ir, eres un heraldo no un esclavo... puedes soltar el Martillo y que alguien mas se encargue de él.
-perra¡ lo quieres para ti verdad?
Entonces la garra se asió nuevamente del cuello y la mano antes suave se hizo pétrea y filosa, cuatro hilillos de sangre comenzaron a fluir del seno derecho de la bruja mientras era estrujado sin piedad por la extraña. La presión había funcionado y virado en su contra demasiado rápido ahora si estaba jodida.
IX. Si no hubiese amor de por medio.
Frente al espejo Haydee examinó detenidamente sus heridas, tenía amoratado el cuello y el pecho derecho le ardía intensamente donde las uñas de Aurora habían hecho mella. Cuatro surcos horizontales y uno mas en 45º le cruzaban toda la teta, milagrosamente el pezón había resultado por completo ileso, fuera de eso ya podía sumar cuatro jodidas cicatrices a los trece agujeros de bala que simulando pecas le adornaban las tetas y el abdomen. Tenía una leve idea de quien era el responsable de que estuviese coleccionando cicatrices pero prefería cerrar la boca, después de todo podía lucir con desparpajo una abundante cabellera negra prescindiendo de paliacates, gorritas y demás mugre, quizás un par de rasponazos eran la forma en la que “alguien” se cobraba el favor o podía ser solo mala suerte?
Se envolvió en una bata de baño de felpa y salió del cuarto de baño hacia el hombre de los tatuajes en las manos que esperaba en la sala haciendo las veces de guardián de dos tragos, un whisky doble en las rocas y una coca cola con medio jugo de limón. Sobre la mesa y a un lado de los vasos una pesada caja con refuerzos de hierro y filigranas ambiguas servía las veces de pisapapeles e implemento decorativo.
-y entonces que, vas a contarme como terminó todo?
-puedes creer que el amor ya no digamos salve al mundo, que de verdad pueda salvar un alma?, pues yo no lo creo –dijo Haydee y bebió de un sorbo el contenido de su vaso dejando huérfanos los irregulares trozos de hielo –no lo creo pero carajo todavía no se como se puede renunciar de la forma en la que Aurora lo hizo si no hubiese amor de por medio.
-te refieres a la chica del collar de perro... entonces lo que hay en la caja es lo que dices tenía metido en las manos?.
Haydee asintió con la cabeza mientras permitía que los hielos se solazaran nuevamente con la compañía de un buen tanto de alcohol.
-‘tamadre... y que vas a hacer te los vas a poner?
-ni madres, de aquí a la chingada solo te digo que el día que los polos se descongelen el agua no es lo único que se va a tragar las ciudades mano ni idea tienes de las porquerías que están enterradas en el hielo, pero sabes?, eso no me preocupa de momento, lo que me castra es que no la vi venir y de pronto zaz¡ la tenía sobre el cuello, eso es lo que mas me purga viejo estaré perdiendo mi toque?.
La bruja suspiró hondo y descansando sobre el sillón dejó que la bata de felpa se abriera por descuido y casi en su totalidad, develando su cuerpo desnudo de la misma manera en que lo haría de tratarse de la escena de una revista para caballeros. El hombre de los tatuajes en las manos frente a ella tosió y nerviosamente tomó el vaso de coca con limón.
-ya me voy ahí la vemos luego.
-perate guey si todavía no te he contado nada que no quieres saber como... ay cabrón para ser gay me resultaste muy tímido o que te doy asco?
Dijo Haydee reparando en que la bata se había abierto y lo que ofrecía a la vista eran todo tetas y coño depilado.
-nada nada... mucha carrilla ya me voy.
-que se me hace que te estoy antojando verdad?, pinche Mario.
- u know what everybody say about voluptuous chicks...
-ahora me cumples desgraciado¡.
Apuntó de manera sarcástica la bruja al deshacerse definitivamente de la bata dejando en claro que salvo las excoriaciones lo que procuraba no era para despreciarse en lo absoluto, entonces de un empellón mandó de vuelta al fornido hombre al sillón siendo ella quien le desorganizó los pantalones, quien mandó las botas hacia el otro extremo del cuarto y derramó el vaso de whisky sobre la alfombra en el proceso. Fue también ella quien le tomó el miembro a medio endurecer con la mano y se lo llevo a la boca endureciéndoselo por completo, quien le chupó las bolas y le metió un dedo por el culo para hacerle un masaje prostático al mismo tiempo que le masturbaba con una mano y se atendía a así misma con la otra, quien colectó dentro de su boca la generosa corrida del hombre de los tatuajes en las manos para luego, compartirla con él en un beso de boca a boca y en el cual las lenguas hicieron maravillas con la fértil mucosidad del paleador gay a mitad de una placentera experiencia heterosexual que lo hacía dudar de momento, si prefería hundir su hombría en un culo peludo o un coño afeitado.
Aquel era el mundo de Haydee, un mundo de dudas, de contrastes, de absurdos... un mundo extraño a todas luces y en el que a ella no le importaba coadyuvar para mantenerlo de esa forma.