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~Soy una mujer de mediana edad, que no cree en el amor para siempre y la fidelidad, gracias a lo que me había enseñado la vida.
De hecho, me case para toda la vida, pero por desgracia no fue así, las cosas no siempre salen como uno espera, desde ese momento me dedique a vivir dentro de lo posible, lo mejor que pude e intentar disfrutar del sexo. Pero siempre con precaución y mirando con quien me acostaba. Me acosté con compañeros, amigos, etc. Pero ninguno me llenaba lo suficiente, eran buenos, unos mejores que otros, pero nada que me hiciera suspirar, llegue a acostarme hasta con un jefe mío.
Estaba harta de todo eso. Me puse a trabajar de camarera en un bar por las noches para ganar un dinero extra. Una de esas noches, apareció un chico de ojos verdes en la barra preguntándome si mis pechos eran operados. Consiguiendo así, por la reprimenda que le eche, que acabara fijándome en él, su cara nunca se me olvidaría, comenzó a parar mucho por allí. Una de esas noches cuando iba hacia el almacén, un chico se metió conmigo en el callejón. Cuando la situación se torno peligrosa, de la nada salió el. Desde ese momento empezó a caerme mejor. Me di cuenta mientras esperábamos a la policía que había sido un mal entendido lo del primer día.
Cuando paso todo, me había puesto súper cachonda con toda aquella situación de peligro. De la que volvíamos al bar antes de salir del callejón, le dije lo cachonda que estaba, el me miro diciéndome que tenia fácil solución. Lo empuje contra la pared y comencé a besarle. El me cogía del culo apretándome contra su polla que era totalmente notable a través del pantalón. Yo desabroche su camisa, baje sus pantalones para coger en mis manos y meter en mi boca su dura y rosada polla. El metió sus manos debajo de mi vestido aparto mi tanga metiéndola dentro de mi hasta el fondo. Yo gemía de placer, no dejaba de meter sus labios en mi escote para lamer mis pezones. No tardamos en corrernos, luego colocarnos la ropa para yo entrar a trabajar.
Se quedo hasta que acabe mi turno. Desde ese momento eran miradas de complicidad. Me miraba y resoplaba diciéndome lo buena que estaba. Cuando me pedía una copa, aprovechaba cuando me acercaba para decirme que estaba cachondo de nuevo o besar mi cuello de la que me hablaba al oído, debido al volumen de la música tienen que hablar al oído, momento que el aprovechaba. Acabe mi turno, por lo que él me pidió que lo acompañara a su casa.
Así fue, yo también quería irme con él, llegamos a su casa como dos amigos, me puso una copa y se fue para preparar un baño. Cuando volvió comenzamos a besarnos, pero sin prisa, teníamos toda la noche. Era muy especial, me besaba con suavidad y pasión al mismo tiempo. Despojándonos poco a poco de la ropa con cada beso. Una vez desnudos me llevo al baño. Era increíble como lo había preparado, con velas, champan, dos copas y la bañera llena de espuma y pétalos de rosa por encima. Me invito a entrar con él en la bañera. Cogió una esponja y comenzó a pasármela dejando caer la espuma por todo mi cuerpo, yo hacia lo mismo con él, era muy erótico y excitante ver caer la espuma por nuestros cuerpos entre besos, no paso nada más que eso, besos, abrazos, una copa de champan sentado uno entre las piernas del otro, luego nos secamos y salimos hacia una cama de 2×2 que tenía en su habitación.
Ahí comenzó a pasarme sus manos por todo el cuerpo con un aceite de almendras que olía genial, me relajaba y excitaba mucho al mismo tiempo, nuestra excitación aumentaba cada vez mas, por lo que decidí dejar tanto juego y baje besando todo su torso hasta llegar a su polla dura como una piedra, comencé a chupársela como nunca antes se la había chupado a nadie, la metía en mi boca hasta el fondo para luego entretenerme pasando mi lengua por la punta y la parte de atrás para volver a subir y meterla entera en mi boca. El no dejaba de gemir diciéndome lo que le gustaba, luego me tumbo él y comenzó a besar todo mi cuerpo hasta llegar a mi sexo, lo lamia de una manera espectacular, moviendo sus dedos y su lengua de un lado a otro sin descanso.
Estábamos como locos y muy excitados, por lo que le pedí que me follara. El se quedo un poco sorprendido, sonrió y me dijo que iba a saber lo que era bueno. Me puso a cuatro patas en la cama para penetrarme desde atrás. El se movía de delante atrás, pero yo sacudía mis caderas de un lado a otro, en círculos, abría y cerraba mis piernas para bajar y subir de altura. El estaba como loco por lo que comenzó a darme azotes en las nalgas diciéndome, ¿te gusta así? yo le decía que si, que no dejara de follarme. El se excitaba más y más por lo que aumentábamos el ritmo y las palabras.
Para parar un poco y no corrernos aun cambiamos de postura sentándome encima de su dura polla con mi torso erguido para que tocara mis pechos mientras yo no dejaba de saltar sobre ella y mover mis caderas buscando darle todo el placer que podía darle y recibir yo. Entonces el comenzó a coger mis pechos, pidiéndome que me inclinara hacia adelante para lamer mis pechos. Eso me volvió loca, no podía dejar de moverme como una loca. Cuanto más me excitaba más y mejor me movía, por lo que los dos estábamos a punto de caramelo. El agarraba fuerte mis caderas, lamia mis pechos diciéndome que me iba a follar toda la noche como nunca nadie lo había hecho antes. Yo le pedía que sí, que me follara.
Mi orgasmo no tardo en llegar, al tiempo que le oía decir que quería que me corriera sobre su polla quería sentirlo chorrear hasta sus huevos. Eso me excitaba aun mas, el estaba muy a punto, por lo que nada mas correrme la saco rápidamente de dentro de mí y se la meneo rápidamente para correrse sobre mis pechos dándome todo su semen caliente. Al poco nos levantamos para ducharnos, luego nos despedimos, me tenía que ir a casa. No quedamos mas, pero no pude dejar de pensar en el.
Cuando llego el fin de semana apareció por mi trabajo y volvimos a quedar. Hace ya unos años de esto, y a día de hoy estamos casados. El me volvió a hacer creer en la fidelidad y la felicidad.
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