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La primera vez que encontré a mi hija Karina culiando con su novio en la sala de la casa, y como hice yo para que esa rica y hermosa verga fuera mía. Esto sucedió en el verano de 1999.
Un día salí hacia Liberia a hacer unas diligencias y de paso pasar culiando en la oficina de un amigo, tuve que esperar porque estaba ocupado con su secretaria, cuando pude pasar a la oficina le dije que lo andaba buscando para que me metiera su hermosa verga y me dijo que no podía porque ya se había culiado dos veces a la secretaria y no daba más, estaba cansado, tuve que regresarme a mi casa con todas las ganas de sentir una verga dentro de mi vagina, mi marido tenía dos semanas de no cogerme, me regresé dos horas antes de lo previsto. Lo que vi en mi casa me puso más caliente y con mi vagina bien mojada.
La excitación sexual había llevado a Karina y a su novio situaciones insospechadas y por demás riesgosas. Aquel día aprovecharon que ella estaba sola en la casa para darse por fin
un atracón de carne, ya en la sala con las bocas pegadas las manos buscaban ansiosas lo que ambos deseaban, ella le frotaba la verga con tal furia que parecía querer arrancarla, mientras que sus manos le habían bajado ya las pantaletas y hurgaban en el sexo ardiente y pegajoso de la chiquilla que a sus 17 años ya le andaba por estrenar su pepita, que se tragaba dos y tres dedos cuando se fajaban en el corredor de la casa en las noches de visitas.
A los pocos minutos la calentura los condujo a lo inevitable.
Ahí mismo, empinada sobre un sillón le sepultó, desde atrás, la verga en la verija antreabierta, nunca supe si ella era virgen hasta entonces, pero cuando me di cuenta todo el tronco resbalaba una y otra vez en ese pasadizo ardiente de su pepa, ella gemía, el
arremetía con furia, ella se vino entre gritos, el aceleró la cogida, bien agarrado a sus nalgas perfectas, que brincaban con cada arrempujón y en el justo momento en que su leche estaba por salir de su refugio, un grito de espanto los volvió a la realidad:
--"Qué están haciendo, Karina, por dios, y usted?!, qué hace, quién es y qué hace en mi casa!, Karina por qué estás casi en cueros y usted, malvado, hombre del mal, que hizo?, que le hizo a mi hija", y más y más gritos y improperios. Mientras él apurado trataba de subirse los pantalones y esconder la tremenda erección de su verga y Karina no sabía si ponerse los calzones o meter las tetas dentro del brasiere que andaba ya por su cintura.
Entre gritos y amenazas Karina hizo lo que tenía que hacer, ponerse a llorar, el sin saber que hacer, pedía disculpas al tiempo que procuraba mantenerse lejos de mi que seguía con mi regañada.
--"Qué imprudencia acaba de cometer!, seducir a mi hija!, y en mi propia casa!, ahora verá cuando llegué mi esposo Gerardo, tendrá usted que responder por lo que ha hecho, por lo pronto salga inmediatamente de mi casa, ya arreglaremos cuentas con usted, se lo aseguro!".
Así las cosas raudo salió de la casa, sintiendo que el cielo se le había caído encima de un solo golpe. Esa noche y las siguientes se le dificultó dormir y las veces que intentaba hablar
por teléfono con Karina siempre se la negué, ella dejó de ir a la escuela. En su casa él desesperado esperaba el desenlace fatal, que lo casara con mi chiquilla, que le armaran un tremendo alboroto y que su familia tuviera que responder por sus imprudencias.
Pasaron los días sin novedad, hasta que una llamada lo puso alerta, era yo, Haydée, la madre de Karina: "oiga señor, no crea que ya la libró, ni lo piense, pero Karina está enferma, no se que le pasa, no quiere ir a la escuela, he tratado de llevarla al médico pero no quiere, nomás está encerrada en su cuarto y llora mucho, no me hace caso y ya no se que hacer, por eso le pido, más bien le exijo que me explique que le hizo a mi hija, tiene que decirme, para ver si le pasó algo malo y tenemos que llevarla al médico a fuerzas, si es necesario".
El no sabía que contestarme, de forma entrecortada trató de explicarme que no había hecho gran cosa, pero fue inútil: Le dije "no le creo, mire tiene que venir mañana temprano, Karina va a ir con unos familiares, lo espero a las diez, tiene que decirme claramente que le hizo a mi hija".
Sin más remedio aceptó venir.
Al día siguiente tembloroso llegó a la cita. Abrí la puerta, yo, la madre de Karina, cosa rara me porté amable, lo llevé hasta la cocina y hasta le ofrecí café, que rechazó, y empezó el discurso perorata:
--"Ustedes los jóvenes de ahora son unos imprudentes, en mis tiempos los novios no llegaban a tanto, las chicas éramos recatadas, nos dábamos a respetar, y los jóvenes aceptaban nuestras condiciones, sin llegar más lejos, pero ustedes, Karina y usted jovencito hicieron algo indebido, sumamente grave!, no se si esté consciente de lo que hizo".
El asintió mirando al piso.
--"A ver, quiero que me expliqué, le hizo el amor a mi hija, ¿verdad?, la penetró, ¿verdad?, si, eso supuse, además recuerde, cuando yo entré estaba usted con los pantalones bajados y esa cosa horrible, ay por todos los cielos, me acuerdo y me dan ganas de acabar con usted a golpes. La penetró, ¿verdad?, ¿toda?, ¿verdad?, mi hija era virgen jovencito, y ahora gracias a usted ha perdido la virtud y la decencia. Además, ay no se como decirle!, pero acuérdese que lo vi desnudo con eso, terrible, tan grande, pobre de mi hija, ¡cómo debió haber sufrido!, teniendo todo eso dentro, malvado, es usted un chamaco malvado!".
Entre balbuceos el trataba una y otra vez de disculparse, pero yo haciéndome la terca: "es que usted no entiende, a lo mejor lastimó o le provocó algún daño físico a mi pobre hija al desvirgarla, a la imprudente, a la que usted sedujo, mal hombre!, no está en condiciones de negarse a que yo sepa perfectamente qué le pasó a mi hija, ¿entiende?".
El asintió. Le dije "Mire joven, tiene que mostrarme lo que destruyó nuestra honra, tengo que ver con mis propios ojos esa cosa horrible que rompió el virgo de mi chiquita, no se puede negar, ya sabe, todavía mi esposo no sabe nada, pero si mi hijita resulto dañada por eso, tendré que decirle, él se va a enterar, así que proceda, muchacho imprudente, ande quiero ver eso que penetró a Karina..."
Por un momento se quedó paralizado, confundido, avergonzado. Pero su mente empezó a girar a mil por hora, tratando de encontrar una explicación a aquella extraña petición, el pensó "a lo mejor la mujerona quería echarse un taco de ojo con el pretexto de que le mostrara lo que la pepa de Karina se había tragado", eso hizo que involuntariamente se le viera un estremecimiento en su verga, todavía permaneció quieto de una pieza, "es que señora, lo que usted me pide me avergüenza, no se para que quiere usted que haga eso, ¿cómo quiere que le enseñe el miembro?, ya le expliqué que casi no hicimos nada, si la penetré, pero no toda". --"¿Cómo que no toda?, si cuando entré, usted la tenía bien agarrada y su cosa esa, entraba y salía del sexo de Karina, no señor, la tenía bien prendida, yo lo ví, acuérdese. Ande, ya de una buena vez, muéstrese".
Así las cosas, ya con la idea clara de que la mujer quería algo más, él con lentitud se desabrochó el pantalón y ante mis ojos expectantes puso al descubierto su miembro, que pese a mis regaños mostraba una erección de tres cuartos, en otras palabras, casi estaba bien parado. Cuando lo vi exclamé: "por todos los cielos, con razón ha llorado tanto mi hija, si usted la destrozó con esa cosa, ¡tan tremenda!, ahora me explico que ella no quiera salir, debe estar muy lastimada de su cosita al haber soportado tamaña cosa, usted debió detenerse al notar que la estaba lastimando...".
--"Es que..., no la lastimé señora...".
--"Guarde silencio, usted que sabe, si lo estoy viendo con mis propios ojos..., nunca supuse que un hombre pudiera tener el miembro de ese tamaño, ni siquiera mi..., digo, no me cabe en la mente que no la haya lastimado, mi pobre Karina, que va a ser de ella, voy a tener que revisarla y ya determinaré si la llevó al médico, cuyos gastos usted tendrá que pagar jovencito", y el ahí, con el pito de fuera.
Sin despegar mi vista de aquello que me atraía, dije "y oiga..., no le causa problemas tener la cosa así de grande, de solo verla me entran nervios, no acabo de concebir que usted sea
normal, si llega a casarse, no se si con Karina, pero con la mujer que lo haga, seguro en lugar de darle placer, la hará sufrir, tiene que hacerse revisar con un especialista, a lo mejor eso que tiene no es normal, dígame ¿no le duele?, ¿no le molesta?".
--"Ay seño..., la verdad cuando se me para bien..."
--"¿Cómo?, ¿se le pone más grande que ahora?...
--"Pues si, un poco más, y cuando no hago seguido el amor..., me duelen las bolitas...
--"Válgame el cielo, seguro que cuando te vienes..., digo, ¿eyaculas mucho?"
--"Pues lo normal...
--"No me hago a la idea de que eso pueda entrar todo en el sexo de una mujer, me parece increíble, ande ya guarde esa cosa tan horrible".
Con la seguridad de que ahora era el quien tenía el control se acomodó la ropa, yo seguí hablando: "mire joven, no se que hacer con usted, por lo pronto le prohíbo acercarse a mi hija, ya veré en que estado se encuentra su sexo, veremos que procede, no intente acercarse a ella y menos tratar de hacerle el amor, yo le avisaré, pero tenga por seguro que nos veremos para tomar la determinación más adecuada, procuraré hablar bien con Karina para
tranquilizarla, en cuanto a mi esposo, por lo pronto no le diremos nada, pero tendrá noticias mías jovencito imprudente".
Cuando caminaba él por la calle rumbo a su casa, lleno de contento por haber salido de la bronca y seguro de que la mujer aquella buscaría la forma de comprobar en carne propia que una verga de su calibre si cabía en mi panocha, también pensaba en Karina, a la
que no había terminado de cogerse, pero por lo pronto estaba a salvo. (me lo contó él en una de las cogidas que me dio después)
De regreso a la escuela Karina procuraba mantenerse alejada de el, la tenía bien amenazada, se saludaban de lejos y eso era todo.
Dos semanas después recibió una llamada de mí, la madre de Karina, tenia una ganas locas de comerme esa verga:
"hola cómo haz estado, habla la mamá de Karina, ya la veo más tranquila, ya no se ven ¿verdad?, eso es lo mejor para los dos, espero que cumplas tu palabra, en cuanto a mi no creas que se me ha quitado el coraje contigo, pero te entiendo, eres joven y tienes tus necesidades, además con esa cosa que te cargas..., te entiendo, a propósito, ¿ya tienes otra novia?, ¿haz hecho el amor últimamente?, ¿no?, ay pobre de ti, bueno ya no te incomodo, pero para que veas que no hay rencor, cuando quieras puedes pasar por la casa, podemos platicar y te invito un café, puedes mañana temprano?". Por supuesto que aceptó.
Al día siguiente ahí estaba el, dispuesto a aventarse a la suegra, yo lo esperaba con vestido y tenía puesta una tanga hilo dental que se perdía en mis nalgas dejándolas al aire para que el me las acariciara.
Platicamos de pendejadas, le hablé de mi matrimonio: "mi marido ha sido el único hombre en mi vida, a él le di mi honra y me casé", pero como toda mujer con años de casada añoraba los primeros encuentros amorosos, "ultimamente ya casi no me coge.., ¿me entiendes?, él trabaja mucho y llega cansado, a mi eso ya casi se me olvidó, pero no creas a veces..., bueno una es mujer..., y tú tienes ya mucha experiencia con eso, ¿verdad?".
--"No se crea seño, si he tenido experiencias, pero no muchas, a veces si, pero no siempre".
--"Lo que no acabo de entender, es cómo puedes meter todo eso dentro de una mujer, se me hace increíble..."
--"Pues viera que no he tenido problemas, con quien lo he hecho..., bueno, ¿me entiende?, nunca se quejaron, por el contrario...".
--"¿A poco?, no te creo..., oye, no se, pero se me ocurre, podríamos hacer una prueba..., ay no, qué vas a pensar de mi, pero digo, sólo como prueba, que tu, digamos, la pusieras ahí, en mi cosa, ¿nomás como prueba eh?, en cuanto yo te diga, te detienes, ¿si?, a lo mejor ni siquiera aguanto la punta, ¿si?".
Ni siquiera me contestó, solita yo me paré de la silla y apoyándome de espaldas en la mesa de la cocina le ofrecí mi nalgatorio. Sus manos acariciaron la carne abundante de mis nalgas levantándome al mismo tiempo el holgado vestido, ya con el vestido enrollado en la cintura me bajó la tanga hilo dental , me sentí temblar de placer anticipado, paré más el culo, casi pegando la cara sobre la mesa. Su verga parada se deslizó lentamente entre la raja de mis nalgas buscando la entrada de mi vagina por atrás.
Sus dedos exploraron mi peluda vagina y los gordos labios de la vulva embarraron sus dedos de jugos vaginales, ahí colocó la punta, yo la sentí: "huy, ya, ya espera, la siento, tienes la cabeza de la verga muy grande, espera, déjala ahí, así, aprieta, ya, ya, ay me duele, ya entró, la siento, me abres mucho, más que mi marido, otro poquito, hummm, si, ya, ya, espera, ¿falta mucho?, humm, más, un poco más, hummm, me llenas toda, me abres, hummm, más, más, un poco más papito, ¡que vergota!, más, más, huy, ¡toda!, si toda, la quiero toda...".
Para entonces ya me la había metido toda, sus gloriosos 20 centímetros y medio me removían la vagina, me empezó a coger, metiendo y sacando todo el tronco, haciéndome suspirar, "ya, ya sácala, sólo quería hacer la prueba, hummm, que rico te mueves,
así, toda, huy, me cabe toda, toda la vergota, muchachito imprudente, ya, ya, no..., ya no..., la saques chiquito lindo".
Sus arremetidas se acrecentaron, ya su verga chapaleaba en un mar de jugos viscosos, el chaz, chaz, de los cuerpos al chocar, la verga pringosa de líquidos y aquella ardiente caverna distendida emanando el penetrante tufo del amor, al poco tiempo yo gritaba de placer, mi orgasmo me hacía gemir y mis jugos escurrían ya por mis piernas mofletudas, entonces me la dejó ir toda, me atenazó con furia de mis nalgas y sus chorros de mocos inundaron mi abierta vagina, sentí como todo su semen me la inundaba ricamente y pegué varios gritos de placer al sentir esa hermosa y rica verga atravezándome. Terminamos exhaustos, sudando a chorros, apestando ambos a sexo, la rica verga del novio de mi hija a mi también me había echo disfrutar, me dí cuenta que yo podía disfrutar de una buena verga a pesar de mis 40 años. Me sacó la verga y mis piernas se llenaron de ese líquido que lo pone a suspirar cuando te inundan toda la vagina, Me bajé y me puse a mamarle la verga, a pesar de que ya había perdido erección sentía que me llenaba toda mi boca, le mamé la punta de su verga y esta se paró nuevamente, traté de introducirmela lo más que pude y no me alcanzó toda, comencé a lamerla de arriba abajo, me coloqué de espaldas a él y me saqué el vestido, no traía brassier y mis tetas que son hermosas quedaron al aire bamboleantes, me inclino en la mesa y el se coloca por detrás y poco a poco me va metiendo toda su verga, en esta posición si siento que me la mete toda, el comienza con su vaiven de mete y saca despacio, conforme su verga se va lubricando de mis jugos vaginales esta se resbala ricamente y el apura el paso logrando que mi vagina se adapte perfectamente al tamaño de su verga. Yo jadeo "sigue papi, que me destrozas toda, soy toda tuya" ahhhh que rico culeas" "no me dejes con ganas que tienes una buena y rica verga" "ahhh, me vengo, metemela más rápido" "dame toda tu leche que ya no aguanto". El otra vez me está disparando dentro de mi vagina todo su semen que me hace estremecerme de sentir donde me va recorriendo mis entrañas. Que buena culiada nos dimos, la mejor de toda mi vida.
Minutos después, mientras se limpiaba la verga con el borde de mi vestido, yo recuperada de la buena culiada le decía: "ya comprobé que no lastimaste a mi pobre Karina..., pero ni creas que te voy a permitir que la vuelvas a ver, ni lo pienses, mejor cuando tengas muchas ganas..., yo te puedo ayudar con esa cosota, ¿quieres?, me llamas y vienes cuando no esté mi marido, culiamos como hoy, siempre estaré esperando esa vergota que me hace disfrutar mucho...".
--"Si cómo no!", pensó el. Ya encontraría la forma de volver a amarrarse a Karina, para terminar lo que dejaron inconcluso, y por que no..., removerme las tripas a la madre, a mi, de vez en cuando, me dijo ya de camino a su hogar.
Haydée.
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