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Habla

La noche es el mejor momento para hablar. Cuando nadie molesta. En ese momento donde no estas ni despierto ni dormido. Cuando no importa hablar porque nadie responde ni acota, es casi como que nadie escucha. Entonces las palabras solo fluyen, sin mas. No es distinto a solo pensarlas.
Ella dice:
-Cuando escucho tu vos, aunque solo digas cosas triviales, por mas que lo único que menciones sea la mayor estupidez del mundo. Siempre, siempre me excita escucharte. Pienso en como se mueven tus labios al hablar, y como se sentiría eso contra mi piel. Como se sentiría tu aliento humedeciéndome. Como se sentiría el movimiento de tu lengua dentro de mi boca. No puedo evitarlo. - Y se rasca la cabeza, como queriendo sacar con la mano los pensamientos de su interior - Y no ayuda el silencio. Cuando no hablas solo basta tu respiración para erizarme la piel y me hace querer poner mi mano sobre tu boca para sentir el aire tibio. Hace que quiera recostarme sobre tu pecho y sentir así su movimiento. - Titubea, es de noche, pero no esta sola, ni dormida. El la escucha aunque no responde, su mirada no se aparta de ella y a ella eso mismo le hace imposible mirarlo. No sabe porque habla, no sabe porque le hace saber lo que siente con palabras en lugar de tirarse como una bestia sobre su cuerpo y devorar así cada centímetro de ese ser que se ha vuelto indispensable. Pero aun así no puede dejar de hablar. - Quiero - se sonroja - quiero ser la única que active esa parte tuya. Me da rabia saber que no soy la única con ese poder. Por eso me esfuerzo en no perderlo. - Se relame los labios. Al hablar se dibujan en su cabeza imágenes de ella saboreándolo con placer. Respira profundo y cierra los ojos cuando su propia lengua pasa por sus labios. Que no daría porque fuera la de él. - Quiero tus manos, quiero tu boca, quiero tu lengua, tu pecho, tu espalda. Quiero tu miembro. Quiero ver la expresión de tu rostro cuando abro el cierre de tu pantalón y mi boca lo toca, sentirlo endurecer dentro de mi boca y sentir como me llenas hasta la garganta - sus manos tiemblan. Es tan difícil para ella mantenerlas lejos de su entrepierna - No fallare - dice - Se lo que hace mi boca, se usarla. No necesito verte para saber el efecto de mis palabras - pero aun así levanta la mirada y lo mira directo a los ojos. Pone el dedo índice de su mano derecha sobre su labio inferior y continua hablando - Se que lo que me diferencia de todas las demás es mi boca y lo que hago con ella - sonríe - se que no seria tu chica si no fuera asi.

Y era extraño escucharla. Siempre había sido extraño. Esas dos facetas tan distintas en su personalidad aunque la hacen única, la hacían extremadamente complicada. Y eso mismo hacia tan difícil el estar con ella. Solo hizo falta que ella abriera la boca, solo necesito ver su lengua humedeciendo sus labios para saber que esa misma lengua estaria en poco tiempo dibujando extrañas figuras en su miembro. El sabia lo que ella buscaba, sabia que quería, sabia que lo conseguiría y no planeaba dificultárselo. Pero no era algo que él pudiera dar, era algo que ella tenía que tomar sola, así que solo se dedico a escucharla, a mirarla, a observar como lentamente la lujuria iba haciéndose dueña de esa extraña criatura que tanto quería y deseaba. Pacientemente esperaba a que ese brillo apareciera en sus ojos sabiendo que en ese exacto momento ella ya no esperaría, no hablaría, solo respiraría agitadamente haciéndolo gozar. Y ese momento llego.

Ella cerro los ojos pensando que clase de ataque sentimental había sufrido para dar semejante discurso. Se acomodo el pelo con la mano y sonrió. Quería comerlo, besarlo. Ya casi estaba sobre la mesa, ya casi lo tocaba.
- Y si solamente mi satisfago a mi misma? - pregunto sonriendo - Siempre estoy pendiente de tu placer. Me excita darte placer. Y se que disfrutas lo mismo que yo. - Estaba sentada sobre la mesa, frente a él. Separaba lentamente las piernas, doblo la rodilla izquierda dejando que el viera su ropa interior. - Y creo que no mereces que te bese, no mereces mi boca en tu miembro, mi mano en tus testículos. Mereces. Mereces desear que mi dedos sean los tuyos, querer tocar mi interior como lo hago yo, querer esto. - Sus dedos corrieron la ropa y se deslizaron fácilmente entre la piel de su vagina. El podía ver claramente como ella se masturbaba. Su boca temblaba. Verla tan expuesta. Deseaba poner su boca en el lugar de esos pálidos dedos y hacerla gritar de placer, pero seguiría las reglas del juego. Hoy ella mandaba y el sabía que si obedecía obtendría una buena recompensa. - Queres besarme? - pregunto ella. El solo asintió con la cabeza. - Je. Queres cogerme? Dejame adivinar. Queres mi clítoris entre tus dedos. O mejor aún, lo queres en tu boca, entre tus dientes. - No hacia falta preguntan como no hacia falta responder, los dos sabían demasiado bien que quería el otro - Sabes - dijo ella recostándose sobre la mesa - Mi boquita se siente tan sola. - El sonrió el verla cambiar de nuevo. Iba y venia, de tímida a osada sin ningún inconveniente. - Quiero. - el negó con la cabeza, y ella hizo una mueca de tristeza que en un segundo se transformo en una sonrisa. Saco la mano de entre sus piernas y la llevo a su boca. Se lamio los dedos con placer sin apartar la mirada de él. Deslizo su mano izquierda de su abdomen hacia su cuello corriendo así la ropa. Dejando expuestos sus pechos y cerro los ojos. - Crees que podrás. Crees que podrás aguantar esto? - puso una mano en sus pechos, apretándolos entre si - Crees que no seré capas de. - los apretaba tan fuerte que la piel se marcaba bajo sus dedos - Crees que no me daré un orgasmo yo solita? Que te necesito y terminare sobre vos? Ja. - Puso su otra mano nuevamente entre sus piernas. Empezó a masturbarse decidida a acabar, metiendo los dedos en su vagina, apretando su clítoris, frotándolo. Pronto comenzó a mover su cuerpo involuntariamente, su espalda se arqueaba. De su boca escavan suaves gemidos que se perdían en el ruido de su agitada respiración. - Yo - dijo casi sin voz - Yo. Puedo… sola. - Y su voz desapareció al llegar. Y abrió los ojos. Lo miro, el no se había perdido ni un detalle. Ella sonrió al ver el duro miembro intacto bajo el pantalón. - que buen niño - dijo sonriendo, noto como temblaban las manos de él sobre la mesa. Apoyo los labios sobre ellas y las beso. - Ahora. Creo que me quede con hambre. Podrías darme algo que comer? - El negó con la cabeza nuevamente - Bien - dijo ella fastidiada - no necesito tu permiso. Empujo la silla donde el estaba sentado alejándola de la mesa, bajo de esta y se arrodillo en el suelo acomodada entre las piernas de el. En un segundo se deshizo de la ropa que se interponía entre su boca y el duro miembro. Lo agarro con la mano, lo acaricio, lo masturbo mientras le lamia los testículos y jugaba a ver que tanto podía meterlos dentro de su boca. Chupaba de ellos, era una sensación extraña en la boca. El puso las manos en su cabello y ella supo que era hora del plato fuerte. Abrió la boca lo mas que pudo e introdujo todo aquel pedazo de carne dentro de su boca. El la guiaba, movía su cabeza metiendo y sacando el miembro. Resbala sobre su lengua y ella se moría de placer escuchando como se aceleraba la respiración de su amante. Y siguió en eso hasta que le lleno la boca de esa espesa leche que tanto le gustaba. Trago hasta la última gota. - Rico, - dijo - siempre, siempre, no importa que, siempre tu leche es lo mas rico - Y se lamio los dedos una vez mas.
Datos del Relato
  • Autor: Krass
  • Código: 22094
  • Fecha: 03-01-2010
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.44
  • Votos: 32
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1490
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