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GRAN MAMON

GRAN MAMON

 

Era un día de mucho calor cuando entro a la parte de la casa que era una especie de living que usaba siempre el abuelo para descansar en las siestas, no tenia costumbre de acostarse en la cama. Allí lo vio con un calzoncillo grande y mostrando un colgajo con algunos pelos ralos en su entrepierna, unos huevos no tan  pequeños y alargados, más bien pesados y también con algunos pelitos grises. Lo miro y su corazón y todo su cuerpo tembló, era un joven calentón, babeo porque nunca había visto tan de cerca la verga  de su abuelo. Se fue arrimando, despacio, se puso de rodillas para observar más de cerca. Su abuelo se rascaba una pierna sin abrir los ojos y respirando de manera profunda, mostrando que dormía plácidamente. Olfateó la herramienta que era larga, y venosa, con un grosor interesante. El aroma a macho lo trastorno un poco más, la pulsión, el deseo se fueron apoderando cada vez más al transcurrir del tiempo, no se escuchaba nada, nadie andaba cerca en aquella casa que siempre era muy ruidosa, salvo a la hora de la siesta que era sagrada.

Toco el pedazo, y este instintivamente se movió, los dedos finos del jovencito sediento, acariciaron la vena que lentamente entraba en acción. Acerco mucho mas su nariz, un leve olor a pis, le entro hasta el fondo de sus narices, pero eso no lo detuvo, su lengua asomo de la boca y la paso por la bella poronga cual si fuera un helado cremoso. La saliva prontamente lo mojo, paso otro poco de lengua extasiándose y esperando que de un momento a otro el abuelo se despertara, aunque tal vez pensara que estaba soñando, que una lengua le estaba despertando el deseo, el palo, que se iba levantando y poniéndose cada vez mas y mas duro. Una estaca creciente. La cabezota brillante, húmeda, entonces no tuvo más remedio que empezar a tragar aquel pedazo que le estaba dando el abuelo, sin saber, pensaba él. Se movía cada vez más, abriéndose de piernas, para que los dedos del chico jugaran con sus bolas. Pasó la lengua por allí, oliendo ese perfume a bolas de siesta, transpiradas, pis, respiro hondo, tomó el olor y descubrió que le gustaba, ese olor a macho, y su propia pija estaba como roca de la excitación. En eso escucho gemir al abuelo, suspirar muy profundo y atrapar su cabeza y empujarla hacia abajo, para que la boca tragara el sable ya duro del viejo. La verga del abuelo era poderosa y nunca pensó que a esa edad estaría y tan dispuesta y dura. Un garrote firme y creciente, palpitante. El viejo hombre abrió los ojos y notó que el que le daba semejantes caricias y mamadas era su nieto. Lo sospechaba hacia tiempo, pero al mismo tiempo igual se admiró de la boca curiosa y perversa del chico. Suspiro con morbo y eso potenció aun más su erección. Abrió del todo los ojos, despertándose del todo. Los ojos grises del viejo hombre, no podían creer, que la boca de su nieto tragaba su poronga caliente, bañándolo de saliva por completo. Con los dedos el chico sopesaba las bolas del abuelo, que gemía cada vez con más calentura. Eran huevos colgantes y llenos. La vara del viejo se tensaba con más ardor. Muy dura y la boca del jovencito se regodeaba con ella, tragando, besando, mordisqueando, pasando la lengua por todo el tronco venoso y grueso.

__Ahhh Talito…has salido a la luz, siii, has mostrado tu cara, te gustan las pijas, ahhh, y lo haces tan bien, sigue mamando…que gran mamon eres cariño, ohhh, siii tu boca es encantadora, ohhh así, así ohhh cómela toda, cómela__ la boca de Talito se esmeraba mucho más ante el pedido ardiente del abuelo, no dejaba de tragar el sable imponente, poderoso, rico de aquel viejo perverso. Las fauces del chico se regodeaban con el machete. Aquello se ponía más y mas duro, una roca, viril, y eso le encantaba al muchacho que se ahogaba con la carne golpeándole en la campanilla. El viejo gruñía desencajado y listo para largar sus jugos en la lengua y la boquita sedienta de su nieto. Se desesperaba, se movía para un lado y otro, apretando contra su humanidad la cara del chico. Los espasmos venían, se amontonaban, se apretujaban, y comenzó a largar los escupitajos de leche pegajosa, salada, abundante, blanquecina, trago lo mas que pudo, tratando de que nada escapara, pero era tanta la leche, que pronto salieron por la comisura de los labios tiernos y jóvenes, chorreando, mezclados con baba, haciendo una mezcla muy particular. La vara del viejo continuaba babeando, y los suspiros del hombre se escuchaban como los bombeos de su corazón sobresaltado y caliente. Talito trago todo lo que pudo. Quedando apoyado sobre los muslos del viejo, que buscaba aire, respirando hondo. Talito olía el olor a macho, estaba muy caliente, y de pronto al escuchar ruidos acomodaron sus ropas, y se levantaron. El chico desapareció de manera veloz por el pasillo de la casa, sin mirar a ciencia cierta quién era el que venía a romper esa mágica sensación erótica que acababa de vivir con el abuelo.

El abuelo había quedado muy asombrado con lo ocurrido y muy caliente. Empezó a observar a Talito, lo seguía lo más que podía, miraba cuando este se iba a su cuarto, cuarto que compartía con el hermano mayor. Cada vez que lo veía la poronga se le ponía tiesa como una estaca.

El chico también buscaba cuando podía volver a vivir una experiencia semejante con el abuelo. Se buscaban, se observaban, y de vez en cuando Talito salía por las nochecitas a buscar alguna pija del barrio para chupar. Le encantaban. No podía pasar muchos días sin tener una buena acabada en la boca.

Una siesta de esas el hermano mayor de Talito tuvo que salir temprano y no volvería hasta la noche. La abuela se fue a visitar a una amiga que vivía a unas cuadras de allí, y los demás estaban en trabajos y en  los quehaceres cotidianos de cada uno. Era el momento propicio. El abuelo se asomo en el cuarto de Talito, que ya lo esperaba ansioso, caliente, desnudo por completo con su pija alzada y babeante. El abuelo se acerco al chico y lo acaricio en todo el cuerpo, entre risitas y tocadas el chico fue agarrando con fuerza y decisión la poronga de hierro del viejo que empezó a suspirar de manera creciente, álgida y bestial. El abuelo enredado con el nieto gimiendo los dos. Talito se encontró con la poderosa verga del viejo en la boca, disfrutándola centímetro a centímetro. La barra de carne creciente. Cada vez más rígida y potente. Las bolas del hombre llenas, la lengua de Talito iba y venía sobre ellas, humedeciéndolas en cada lengüetazo. Haciendo vibrar de calentura al macho que era su abuelo. Luego de la lengua paso  a tragar las bolas con la boca glotona. Ese chico era un demonio chupador. Los gruñidos del abuelo se hacían cada vez más gigantes, no se ahogaban, daban rienda suelta a la calentura del viejo. Sabía que no había nadie en la casa y por eso no se cuidaba en nada de los gruñidos y gemidos de alto volumen que hacían, con los cuerpos sudorosos y ardientes. La boca de Talito se comía bocado a bocado la tensa poronga del viejo, el poderoso machete sucumbía a las tremendas chupadas del jovencito.

__Ahhh Talito eres un gran mamon, ohhh si cómetela, comete mi verga, asiiii ohhh que bien se siente, no sabes como ardía de ganas de que tu boca se comiera mi verga, ahhh__ las manos de Talito masajeaban las bolas y el tronco, pajeando al hombre viejo en llamas, la vara se ponía más gruesa y más dura, en tanto el viejo llevaba sus dedos a la colita de Talito, acariciaba las nalgas fibrosas y firmes, entrando en la zanja y empezando a acariciar también el anillo baboso del chico. Talito se retorcía de placer, el hombre hundía un dedo dentro de su ojete. Le daba más pasión para arremeter con la mamada a su abuelo.

Haciendo poco ruido entro en la casa, José Alberto que venía de la calle. Era el tío de Talito. Un hombre de unos cuarenta años que estaba recién separado y se había vuelto a la casa de los padres. Avanzo por el pasillo hacia su dormitorio y escucho unos ruidos extraños, entonces aguzo el oído. Atento y sin hacer escándalo camino por el pasillo. Así fue que llego al cuarto del sobrino, de Talito y empujo levemente la puerta. Entonces vio como el culo de su sobrino, estaba desnudo y unas manos lo acariciaban y los dedos lo penetraban. Escucho los gemidos del chico gozando. Y vio la cara de gozo de su padre, mientras la boca de su sobrino se comía el pedazo de carne de su progenitor. Automáticamente la verga se le puso dura como una roca. Encima hacía rato que no tenía un encuentro sexual con nadie. Los músculos se le tensaban a José Alberto. Los bigotes abundantes y la boca del hombre cuarentón se movían nerviosos y ansiosos, mientras veía y escuchaba como lo mamaban a su padre.

El abuelo de Talito metió otro dedo abriendo un poco más el orto del jovencito que movía sus caderas jadeando. Era una nenita gozando, se sentía muy sensual, muy entregado a su abuelo que gemía atronadoramente.  Babeaba sobre el pistón parado, la saliva lo bañaba y el viejo hombre se agitaba ahora dando un giro se había metido con su lengua en el culito del Talito que suspiraba y se hamacaba entregando su ojete y sintiendo como la lengua se abría paso, su pija largaba líquidos pre seminales, goteaba sin parar. La lengua del abuelo se movía como una serpiente, llenaba de saliva el agujerito del chico, que se dilataba más y más. Talito sabía que el viejo no aguantaría mucho tiempo de sus mamadas. Lo estaba llevando a un lugar que el viejo en cierta forma desconocía.

En tanto José Alberto se mordía los labios y acariciaba su tronco por sobre los pantalones, no podía creer lo que veía pero le gustaba mucho. Ver a su sobrino entregado a su padre le hacía descubrir un morbo que tenía muy dormido hacia años.

__Ohhh Talito me vas a hacer acabar, quieres que tu abuelito te de la lechita, quieres, ahhh__ decía el abuelo enroscado en su excitación salvaje

__Si abuelo dame tu lechita la quiero, si quiero que me des tu leche, la quiero toda para mi__ le contesto el chico sacando un momento de su boca tragadora el pedazo de carne. Luego volvió a comer, sabroso. Sus manos tocaban bolas y tronco y la boca no paraba de  succionar para que de una vez aquel hombre le entregue su néctar. Los gruñidos del abuelo metiendo más y más  la lengua en el ojete del chico que se retorcía. Ya Talito había tragado todo el líquido anterior del hombre que salía a borbotones. Pegajoso, caliente, urgente, los gritos del abuelo se hicieron intensos, la lengua escarbaba mucho más hondo. Los chorros salieron del caño abundantemente, con fuerza, golpeando la campanilla del chico que tragó, tragó todo, y además fue desbordado por la cantidad de semen que el abuelo largo de su interior. El viejo salió con su lengua del ojete del chico, se desplomo en la cama, mientras el chico, su nieto, seguía jugando con la verga que no caía, aun escupía algunos hilitos de leche blanquecina y  pegajosa.

José Alberto se quería morir al ver el gozo de los otros. Se fue del lugar ardiendo, confundido, pero ardiendo en deseos. Deseando la boca que había hecho feliz a su padre, además quería coger ese culito de su sobrino, tan paradito, tan hermoso, tan morboso.

__Escucha querido me pareció escuchar un ruido__ dijo el abuelo

__Si me pareció, tienes razón

__Me has dejado seco otra vez, eres un gran mamon, me encanta tu boca, pero un día de estos quiero probar tu cola…es hermosa…la deseo tanto__ se acercaron mutuamente y se prendieron en un beso largo, profundo, saboreándose en una interminable danza de lenguas. Luego el abuelo se puso sus calzoncillos y fue a ver si había entrado alguien a la casa. Cuando salió al pasillo noto la puerta de su hijo entreabierto y apenas se asomo vio que José Alberto estaba quitándose la ropa, así que volvió al cuarto de Talito. Le dio un último beso por aquella tarde y se marcho de allí.

José Alberto no podía sacar la imagen de su padre y el jovencito Talito. Los miraba a veces cuando se encontraban con toda la familia en la mesa y ellos actuaban como si nada. No había nada absolutamente que dijera que entre ellos había esta cosa sexual. Igualmente José Alberto no los condenaba ni juzgaba, al contrario él quería la oportunidad de estar con Talito, de que le mamara a él la verga como lo hacía con su padre.

La oportunidad no tardaría en llegar. Un atardecer en que su padre se había marchado hasta el bar donde se juntaba con los viejos amigos para beber algo y jugar cartas. La madre había marchado a hacer compras al súper cercano pero tardaría porque siempre se encontraba con alguna vecina y se ponía a charlar y el hermano de Talito estaba con amigos, en total que no quedo nadie en la casa. José Alberto no sabía si Talito estaba en conocimiento de que él estaba en casa. Pero apenas escucho el grifo de la ducha sonar, supo que el chico estaba en el baño. Con la verga semi parada, golpeo después de escuchar unos momentos, para asegurarse de que el chico estuviera desnudito y hubiese entrado a  la ducha.

__Perdón no sé quien está en la ducha, pero no puedo aguantar…__ tiro en modo desesperación el tío  José Alberto, sabiendo que el chico no podría resistir la tentación ya tenía la vergota en la mano semi dura y largando un chorro sonoro de orina. Talito se asomó por la cortina y abrió los ojos muy grandes al ver el pedazo que el tío sostenía entre sus manos.

__Tío, no sabía que estabas…

__Perdona sobrino no me podía aguantar, ahhh__ mostraba su enorme serpiente sabiendo que al chico se relamía y lo miraba absorto

__¿Qué?...¿te gusta lo que ves?___ ataco José Alberto sin dudar, Talito bajo los ojos, le subieron los colores, pero no pudo mentir y asintió con la cabeza.

__Pero mira que a mí me gusta mucho que te guste__ dijo el tío sacudiendo y dejando caer las últimas gotas de pis que saltaban de su punta, ya casi dura.

__¿Quieres verla de cerca?__ preguntó conociendo la respuesta

__Si claro tío me gustaría mucho

Talito salió semi mojado de la ducha, a lo que José Alberto le subió mucho más la temperatura corporal. El chico se acerco y con su mano traviesa toco la poderosa herramienta. La sintió ponerse totalmente dura. José Alberto trago saliva y suspiro fuertemente. Gimió y acaricio el cabello rubio de Talito, los ojos del chico marrones y grandes, se cerraron sintiendo el placer que le daba tener esa poronga en su manita. José Alberto observaba bien de cerca el lunar pequeño que tenía el chico en su cuello fino y miro babeando los labios casi femeninos del jovencito, no pudo resistirse y lo beso suavemente, luego metió la lengua dentro de la boca que prontamente lo haría feliz. Las manos grandes del tío se posaron en las nalgas firmes de Talito, las apretó, sintiendo esa carne y esa piel, no era grande, pero tampoco pequeño, estaba muy bien formado ese culito que también deseaba aquel macho furioso y caliente como brasa. A Talito le gustaban los bigotes del tío y con su lengua los mojaba sin dejar la tranca cada vez más dura y parada, parecía un hierro. El cuerpo humedecido del chico transmitía aun más energía y sensualidad. Talito sopeso las bolas del tío, estaban llenas, lo sabía, gordas, casi sin vellos, las palpó un buen rato, mientras el macho gruñía y le chupaba y mordía el cuello, y le  metía dos dedos en el culito dilatado del sobrino. Con la otra mano el tío sobaba la verga de Talito, los huevos, alternando uno y otro, aumentando las llamas de ese encuentro. En un momento José Alberto se quito la remera, mostrando el pecho fuerte, con los pezones gordos y bien paraditos, allí fue el chico a chupar sediento, hambriento.

__Ohhh Talito, nunca creí que te gustaran tanto los machos, ohhh si eres un verdadero mamon y me encanta__ el chico sediento chupaba sintiendo los pezones del tío arder de dureza y calentura. El pedazo de carne de José Alberto ya chorreaba abundante líquido pre seminal.

Talito fue bajando por el vientre del macho que suspiraba mordiendo sus labios. El chico besaba los lugares por donde recorría. Mojó los vellos púbicos que no eran muy abundantes ya que a José Alberto le gustaba tener pocos pelos ahí abajo. Olfateó la vibrante poronga. Todo el largo y el ancho. Finalmente se apodero sin piedad de la cabeza babeante de esa chota que ya le gustaba muchísimo. Hambriento la rodeo y fue tragando pacientemente. Haciendo sacudir y estremecer a aquel macho lujurioso. La boca de  Talito furiosa chupaba, chuc, chuc, el ruido de la mezcla con la saliva se entremezclaba con los suspiros del hombre que gemía gustosamente al recibir esa mamada. Las piernas le temblaban a José Alberto. Las chupadas del chico eran realmente maravillosas, eran golosas, fervientes, además hacía mucho tiempo que no lo mamaban así, ni siquiera su ex lo había hecho tan bien. Tan calientemente. Tan desenfrenado y con tanta pasión y gusto. Aquel mamon era grandioso, ahora entendía a su padre, gozando con este chico.

__Ohhh cariño eres un gran mamon querido, si, sigue así me encanta como la chupas, eres un experto…ahhh__ con las manitos Talito jugaba de cuando en cuando con las bolas gordas y llenas de miel, lo que hacían que el macho se volviera aun más loco de gozo. La saliva chorreaba por todo el pedazo que era largo y grueso, la boca de Talito se esmeraba y se abría de forma descomunal, sus mandíbulas eran fuertes y tenían práctica para tragar semejante pistón. Adoraba estar de rodillas frente a los machos. Nunca pensó que lo estaría con un abuelo y con un tío, pero para el eran hombres y los hombres necesitaban eso y él se los daba.

__Me vas a ordeñar, quieres sacarme todo…no sabes cuánto hace que no sucede esto ohhhh y tu boca me encanta cariño…ahhh…me vas a sacar toda la lechita que tengo acumulada…sigue…chúpame así…ohhhh que linda boquita desenfrenada tienes, ahhhh…ahhhh__ los gruñidos se hacían desordenados, rimbombantes, expresivos, Talito seguía y seguía buscando el néctar, el jugo que le daría ese macho con esa tremenda vergota, que necesitaba ser vaciada y aliviada. El tío se tomo fuertemente de los cabellos del chico y empezó a descargar una tremenda catarata de leche en la boca de su sobrino que tragaba y tragaba, desbordado, chorreando semen, pero satisfecho por el momento de haber hecho gozar a otro macho más en su vida y este era su tío, nada más y nada menos. José Alberto pensó que se moriría en aquella brutal acabada. El macho busco un poco de aire, mientras el jovencito terminaba de tragar y limpiar el sable portentoso que buscaba desfallecer, aunque no del todo, porque la lengua del chico seguía y seguía repasando ese poderoso machete. Al rato José Alberto se sentó en la tapa del inodoro, con la serpiente babeante a un lado, y sin dormir del todo.

__No creas que esto ha terminado cariño__ le dijo mirando a la cara de Talito que sonreía  aun en el piso, pero ahora sentado.

__Necesito tu culito, quiero cogerte__ poniéndose de pie estiro la mano para que Talito se levantara del piso. Una vez que lo hizo lo fue llevando por el pasillo hasta su cuarto. El cuarto de José Alberto, el tío de Talito. El maduro lo empujo contra la cama y Talito cayó sobre la cama culo para arriba, así se quedo ya que José Alberto se tiro sobre él y abriendo las nalgas busco desesperado el agujerito del chico y la lengua pronta y rapaz fue hundiéndose en ese anillo. Talito empezó a sentir fiebre en su cuerpo, a temblar sin control, el gusto y el placer que percibía era enorme. Esa lengua lo volvía loco, se retorcía de gusto en la cama del tío. Muy rápido la tranca de José Alberto se puso en pie del todo otra vez, estaba muy caliente, esperando ese momento hacía varios días. Así que la lengua bañaba el anillo bufoso del jovencito. Las manos de José Alberto amasaban las nalgas jugosas. Las apretaban. De forma desesperada, urgente. Notaba el hombre que el anillo se iba abriendo sin problemas, se agrandaba, dilatado y presto para recibir la poronga. Besaba el ojete del chico que bufaba de gusto y placer. Se hincaba mucho mas levantando el culo. Poniéndolo a disposición del macho voraz. La encabritada vergota de José Alberto cabeceaba tensa y ya goteaba líquido. A la vez el hombre repasaba con su lengua las bolas del chico que estaban gordas y llenas por la calentura ya que no había terminado ni una vez. El anillo estaba a punto de ser penetrado, el chico estaba dispuesto, esperando agitado por lo que sabía que haría su tío. Este se prendió de las caderas fuertes del joven. Paseo su pedazo por la carne trémula y ansiosa del chico.

__Te la voy a meter cariño, sabes, lo hare despacio, lento, tu ojete me va a comer, porque es lo que quieres ¿no?

__Si si tío es lo que quiero métemela ya…__ suspiro Talito emputecido por demás. En eso entró de la calle el abuelo de Talito y el padre de José Alberto que era la misma persona. Cuando entro en el pasillo escucho los gemidos, y casi que adivino lo que sucedía. Pensó de inmediato que Talito estaba cogiendo con alguien. Lo que no sabía era que ese alguien era su propio hijo. No iba a hacerlo pero la tentación fue mayor. Porque la sorpresa además fue que los ruidos y gemidos provenían del cuarto de José Alberto. Abrió muy despacio la puerta. Y allí confirmo que su hijo estaba cogiendo a su nieto. José Alberto iba y venía dentro del chico que se retorcía de placer como toda una putita y eso le encantó. En su leve mareo por las copas que había consumido en el bar, su cuerpo, se calentó de inmediato y su verga cobro vida, se acariciaba entonces por sobre su ropa.

__¿Te gusta cariño?__ susurraba en la oreja de su sobrino José Alberto

__Me encanta tío, sigue dándome tu pedazo, ohhh es tan grande, me gusta mucho, ahhh, me vas a hacer acabar, mi pija revienta, ohhh

__Tienes un culo hermoso y apretado ahhh…Yo  te voy a llenar de leche por primera vez, te voy a llenar este culito divino de puta que tienes, ahhh me vuelves loco…__ Los oídos y los ojos del viejo abuelo ardían en llamas a punto de prenderse fuego. El corazón le latía a punto de estallar. El macho entonces se aferró como nunca de las caderas de Talito que gruñía y gemía descontroladamente. Emputecido tiraba su culo hacia atrás. Bufando como caballo, José Alberto empezó a descargar chorros tremendos de leche, inundado a Talito que también largo sus jugos sobre las sábanas, de manera abundante, de manera casi brutal, largando sonidos guturales y lujuriosos. Sudando y con la vergota chorreando el tío salió del culito abierto y baboso del sobrino. Talito cayó de bruces sobre la cama. El abuelo se fue dejando el lugar. Con la verga dura y necesitando de una calma urgentemente.

__Precioso me tienes loco con ese culito y esa boquita tuya tan mamona…__ dijo José Alberto tirándose al costado del joven.

__Tiito y tú eres un machote fogoso, me has reventado bien el culito…pero me ha encantado…

__Esto se volverá a repetir…estoy por marcharme de esta casa a vivir solo y allí no habrá que cuidarse de nadie__ le confesó el tío y acercándose a los labios del chico se besaron profundamente, metiéndose sus lenguas sin reparos, con fuego en el cuerpo y en el alma.

Pasaron los días y en uno de ellos se encontraron en la vereda antes de entrar a la casa Talito con su abuelo. El viejo le dijo que este sábado a la tarde irían al campo, a la casa de uno de sus amigos. Que si quería ir. Que allí la pasarían bien. Le comento también que irían algunos amigos del bar, que si eso le molestaba a lo que Talito respondió que estaba todo bien, que a el no le importaba.

El día sábado Talito preparó su mochila con algunas prendas y cremas y cosas que siempre llevaba y necesitaba. Su cabellera rubia limpia y sedosa, brillante como sus ojos vivaces y pícaros encendidos. Sus largos brazos se mostraban con ínfimos y casi invisibles vellos rubios. Sus dedos delgados y finos manos bien cuidadas. Alguna que otra uña pintada, bien delicada. Sus piernas fuertes, fibrosas, largas, con un short bien cortito y sensual, casi metido en el culito. El abuelo por su lado olía a perfume, bien bañado, con un bolsito pequeño. Una camisa suelta, porque ya estaba haciendo calor. Pantaloncito corto, mostrando sus peludas piernas un poco finas y deformadas por la edad. Pero esa vestimenta marcaba el bulto pronunciado que ya tenía el abuelo antes de salir. Subieron al auto y enseguida se pusieron en marcha al sitio donde iban a pasar aquel sábado. Apenas tomaron la ruta el abuelo puso el radio y algo de música surgió enseguida.

__¿Te sientes bien cariño?__ preguntó el abuelo y acaricio el muslo del jovencito.

__Si abuelito estoy bien…

__Y dime, cuéntame ¿cuándo empezaste a fijarte en los hombres?__ cuestiono sin rodeos

__Uhhh fue hace mucho ya, creo que desde siempre…siempre mirando y deseando, y fue una tarde cuando en tu casa tuvimos un albañil trabajando unos días…

__El albañil si lo recuerdo… ¿él fue el primero?…

__Siii, tenía un machete muy sabroso y me hizo gemir como puta la primera vez, me dejo el culo bien agrandado y yo le deje la verga como un papel de las mamadas que le di casi todos los días que vino a la casa, allí aprendí el sabor de las vergas y supe que no podría dejarlas nunca más, es así, ohhh me encantan

__Ahhh sabes cómo me pones con ese cuento pequeño demonio

__¿Cómo?__ pregunto el diablillo de Talito

__Fíjate__ dijo el abuelo señalando con los ojos la entrepierna. Las manos del chico se dirigieron al lugar sin trabas. Era un dulce para el chico. Palpo el tremendo machete del viejo que estaba duro como una estaca. Una piedra. En un descanso del camino había un pequeño montecito, el abuelo se encamino con el auto hasta allí y se detuvo. Rápido y veloz se bajo los pantaloncitos y debajo no tenía nada, ninguna otra prenda, entonces el pedazo de carne salto hacia adelante, y las fauces de Talito no tardaron en prenderse a la mamadera, arrancando los primeros gemidos del viejo macho. El chico se comió la vergota del viejo sin dudar, disfrutando, caliente de aquel momento en medio de la ruta, mientras se oían de vez en cuando el paso de otros vehículos. Luego de un rato, el viejo macho se corrió al asiento en dónde estaba sentado su nieto y con la puerta abierta Talito fuera del vehículo se dedico a mamar tranquilo y seguro de lo que hacía.

__Ohhh amorcito eres un enorme mamon, como la chupas, eres un diablo encantador, sigue, me gusta así…ahhh sigue sigue quiero que me saques la leche de la semana, ohhh si si, sigue ahhh estoy tan caliente, mira esa boquita glotona, me encanta, ahhh, ahhh, ahhh me vengo, me vengo ahhh ahhh__ los escupitajos salieron del caño con furia golpeando la campanilla de Talito que trago el máximo que pudo y luego se dedico a limpiar el sable del viejo macho hasta dejarlo totalmente limpio.

__Ohh cariño me has sacado parte de la leche que te iba a dar en el día__ tomando la barbilla del chico busco sus labios y se entremezclaron las salivas y las lenguas de fuego, con ardor y calentura. Luego se acomodaron en los asientos para continuar el viaje. Ya estaban llegando a destino. El sol estaba alto y arreciaba el calor. Talito bebió un poco de jugo sobre todo para sacarse el sabor a la leche del abuelo.

__¿Y falta mucho para llegar abu?

__No cariño es en este camino, aquí es…__ el auto avanzo por un enorme arboleda. Se veían unos dos vehículos y estacionados cerca de una casa de lindo porte pintada de un color amarillo pálido, desgastado, pero aun se mostraba muy pintoresca. Descendieron del auto. Bajaron con su mochila y el bolsito. Bajo una galería estaban bebiendo unos tragos. Levantaron la vista y vieron al jovencito que se acercaba. Las sonrisas se les dibujaron en el rostro. Eran tres hombres maduros, casi de la edad del abuelo, apenas más jóvenes, o era lo que Talito percibió de entrada.

__Hola viejo__ saludó entusiasmado un hombrón de ancha espalda, sentado con las piernas cruzadas, gruesas y peludas, se veían porque su bermuda de color morado lo permitía. Tenía un rostro duro, pero simpático a la vez, de barba sin afeitar de días. Ojos claros. Brazos fuertes.

__¿Y quién es esta preciosura que viene contigo?__ preguntó aquel macho fornido, los otros dos escudriñaban en silencio aún.

__Es mi nieto Talito…Talito, el es el Vikingo__ Talito se acercó al hombre para saludar y el Vikingo no tuvo mejor idea que tomar la manito que le ofrecía el chico y tironearlo suave para sentarlo en sus piernas. Talito sorprendido se dejo llevar. Enseguida sintió la dureza en sus nalgas. Era de temer. Pero su sangre se revolucionó de manera eléctrica.

__Bueno, bueno Vikingo no abuses__ dijo el que estaba a la derecha del hombrón.

__No seas envidioso Turco__ el Turco bebió un sorbo de su trago oscuro. Sus ojos color aceituna y su nariz aguileña  de color moreno como toda su piel. Tenía una camisa a cuadros abierta, mostrando un pecho fuerte y con pelos ralos y grises. Su pantalón corto mostraba unas piernas flacuchas y muy peludas. El Vikingo pasaba su mejilla barbada por la mejilla y el cuello de Talito que ya echaba espuma por la boca. Olfateando al chico, tomando la temperatura de su piel.

__ Siempre haces lo mismo Vikingo, queres todo para vos, yo soy Rulo, encantado Talito__ dijo el que estaba a la izquierda. Por supuesto el pelo del hombre, y menos que antes, pero era enrulado con tintes grises. Este hombre tenía los ojos marrones. Labios carnosos. Manos y brazos fuertes. El Vikingo ya pasaba sus manotas por las nalgas del jovencito.

__¿Y tu viejo no vas a hacer nada con este avasallante tipo?__ pregunto el Turco

__¿Yo?...no ven como esta el chico, parece que le gusto la compañía__ dijo el abuelo de Talito sonriendo y juntando fuerzas y leche para mas tarde. Le gustaba ver a su nieto entre aquellos vejetes lujuriosos y pervertidos.

__No se pongan celosos que van a disfrutar todos__ dijo atrevido Talito mostrando sus dientes perfectos y muy blancos.

__Ahí lo tienen bastardos, el chico los hará felices a todos, ¿no es cierto nenita?¿puedo decirte así?

__Puedes decirme como quieres Viki…__ dijo el chico y le dio un piquito que hizo que el Vikingo gruñera un poco más de placer. Todos los presentes dieron risotadas y festejaron la ocurrencia, en tanto el Turco le acercó a Talito un vaso con la bebida que ellos estaban disfrutando. En tanto el Vikingo acariciaba la espalda del joven y desprendía el botón del shorcito.

__Porque no vamos adentro, igual entra sol y hay mucha claridad adentro __ propuso el Rulo poniéndose de pie. Y notándosele un pronunciado bulto entre las piernas. El Turco tomó su vaso y se dirigió a la parte interior de la casa. Era un amplio salón con pocos muebles, lo justo y necesario. Allí no vivía nadie. El Turco ya había contado que era de un pariente lejano de él y que de vez en cuando se lo prestaba, así que aquel verano que ya se venía en ciernes, tendrían un lugar para ir y relajarse y no tanto. Hasta tenía piscina que había que acomodar.

Vikingo dejo salir de las piernas a Talito, y lo acompañaba con los brazos en los hombros. Miraba contonear el culo del chico y su verga crecía y se endurecía a cada segundo. Había si, unos amplios sillones, muy cómodos, mullidos, casi eran camas. El Turco se tiro en uno de ellos y se quitó el pantalón corto de una vez, quedando con su morcilla al aire, bamboleando, semi rígida.

__Mira Belleza, ¿te gusta?__ dijo el Turco muy caliente hablándole a Talito. Obviamente el jovencito respiro sexo y sus hormonas que ya estaban alzadas, terminaron de hervir y entrar en estado de ebullición. Trago saliva.

__Claro que me gusta… ¿puedo?__ expreso acercándose al hombre. Mientras el Vikingo imitaba a su compañero. Sacando una tremenda serpiente, gruesa, venosa y sentándose al lado de el Turco. Talito vio semejante pedazo y ya su cuerpo no podía más. El abuelo miraba a sus amigos, estaban tan calientes con su nieto que el morbo comenzó a ganarle y empezó a sentir cosquillas en todo su cuerpo y en su entrepierna, a pesar de lo que había ocurrido antes de llegar. La pastilla por supuesto daba sus frutos. Rulo se paro detrás de Talito y acarició los hombros del chico, dándole suaves besos en el cuello. Quitó la remerita del chico. Apretó los pezones erguidos y duritos de Talito que gimió. Bajo el cierre del shorcito, lo fue bajando, mientras el jovencito movía cadenciosamente y sensualmente las caderas fuertes. La tanguita que había sugerido el viejo macho que llevara provoco el efecto esperado, porque las vergas se tensaron sobremanera, incluida la de Rulo que dejo caer su bermuda y acaricio con su poronga las nalgas frescas y fibrosas, suaves. Admiraban ese cuerpito sin pelitos, casi como una hembra. La mano de Talito la llevo instintivamente el pedazo de Rulo, duro, potente, babeante. Los suspiros de Rulo se levantaron y besó con más intensidad el cuello y la nuca de Talito. Que fue cayendo de rodillas delante de los machos que se masturbaban manteniendo erecciones de caballo. Talito acercó su nariz a los pedazos que le ofrecían. Las bolas eran grandes, mucho más las del Vikingo, que acariciaba los cabellos del jovencito, gimiendo, tan solo al sentir el aliento cálido que emanaba el chico. Rulo fue y se sentó formando una triada, le alcanzaron un almohadón a Talito para las rodillas. El Vikingo quedo en medio. La tranca de este era para no despreciar, y fue el primero en recibir la lengua de Talito, la probo, paso la lengua por toda la extensión, el viejo Vikingo gruñó. Las manitas del chico tomaron los mástiles de el Turco y Rulo que enseguida tiraron sus cabezas hacia atrás gozando de los movimientos que el chico aquel realizaba. La boca del chico tragó la cabezota del machete de Vikingo que dio un gran suspiro que retumbó en toda la casa. Succionó de manera brutal, el chico movía sus mandíbulas fagocitando y dando un enorme placer al hombre. El abuelo se fue encendiendo de manera urgente. Sintió los chispazos en su cuerpo. La vara nuevamente se puso muy dura, bajó sus pantalones y quitó su camisa quedando desnudo como el nieto. Los otros también se fueron quitando las prendas y quedaron mostrando sus panzas y sus vellos. Los pezones se erguían, y ellos se acariciaban los pechos. Las manos del chico daban enormes pajeadas a los machos que balbuceaban palabras y gemidos eléctricos. El abuelo vino y poniéndose detrás el nieto acarició las nalgas, las manoseo un buen rato, abriéndolas, sintiéndolas, gozándolas, y luego entró con su lengua en el agüero de Talito que sintió la fiebre apabullándolo sin miramientos. Una oleada de feroz calentura lo poseyó de inmediato. Su cola babosa se abrió, dilatándose, buscona, entregada, dispuesta. La boca comía con descaro. Tragaba el pedazo de Vikingo que se retorcía de placer. La lengua enfurecida se detuvo unos instantes en las pelotas, llenándolas de saliva joven, excitando aun más al macho orgulloso. Aceleraba las pajeadas a los otros y metía sus dedos sopesando los huevos llenos para él.

__Ahhh viejo este nieto tuyo es un gran mamón, me encanta, si, sigue en lo tuyo, ohhh que gusto…__gemía el macho que era mamado con gran potencia y delirio. Los lengüetazos se esparcían por la carne deliciosa. Luego paso al Turco, tragando la poderosa herramienta del aquel macho moreno. El Turco acariciaba los cabellos del chico mientras este lo tragaba y lo comía a placer. Comiéndole los huevos, y volviendo a la serpiente. Mamaba sin descanso, era tremendo. Los gemidos y bufidos se acrecentaban casi violentamente. El aroma a macho invadía todo el lugar.

El abuelo en tanto hundía dos dedos en el culito preparado de Talito, sin sacarle la tanga que llevaba puesta, corrió el hilo que cubría el ojete. Hasta que lentamente apoyo la cabeza de su miembro duro, preparado, listo y empujo resueltamente. El ojete comenzó a tragar el pedazo y Talito empezó a gemir, con su propia pija levantada y dura, casi pegándole en el vientre. Atragantado con la verga de el Turco y en el culito la poronga de su abuelo que se prendía de las caderas yendo y viniendo dentro de su nieto fogoso.

Rulo fue tomado por la boca de Talito, igual que a los demás lo mamó con precisión, justeza, calidad. Los machos no pudieron resistir por mucho tiempo a aquella boca voraz, caliente, salvaje y uno a uno fueron descargando su leche en aquella experimentada boca, mientras el abuelo llenaba su culito y el mismo dejaba su primer chorro de semen en el piso. Luego vinieron los besos, los abrazos, los calentamientos previos para un nuevo encuentro. Hasta le hicieron una lluvia dorada entre el Vikingo y el Turco. Se bañaron juntos. Comieron algo y siguieron desenfrenados hasta el amanecer.-
Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 68550
  • Fecha: 02-11-2024
  • Categoría: Gays
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