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Categoría: Incestos

Gloria y su abuelo

Gloria era una joven de una aldea muy remota a donde aún no había llegado la luz. Estaba entrada en carnes, sin llegar a ser obesa. Medía 1.56 cm. de estatura, era morocha, de ojos negros, el cabello lo tenía largo, recogido en dos coletas. La joven andaba semanas con la misma ropa y por eso la apodaban La Cerda. Vivía con Jaime, su abuelo, un hombre de 64 años, alto, al que apodaban El Seco, por ser muy delgado. Vivían de los productos que cultivaban en el campo y de sus animales, como todos los vecinos de Tronada, una aldea de menos de treinta habitantes, donde Gloria era la única joven, ya que los mozos y las mozas se había ido a la ciudad, unas a servir y otros a trabajar en la construcción.



Un día, poniendo patatas en una huerta, Jaime, se cayó y rompió una cadera. Era un hombre rudo, pero en el camino al hospital, que quedaba a más de setenta quilómetros, el viejo, encima del carro de vacas que lo llevaba, lloraba como un niño con el dolor que sentía. Gloria se tuvo que quedar, ya que alguien tenía que dar de comer a los animales.



Un mes más tarde volvía Jaime en una ambulancia con una cadera nueva. Lo metieron en casa en una camilla.



Uno de los camilleros, de unos 25 años, guapo y fuerte, en la puerta de la casa, y antes de irse, le dijo a Gloria.



-A tu abuelo hay que moverlo de posición y lavarlo todos los días, de lo contrario cogerá llagas en el culo. ¿Estás tú sola en casa?



-Mayormente.



-¿Qué significa eso de mayormente?



-Que a veces también está el perro.



-El perro no va a lavar a tu abuelo.



-No, pero si lame una herida, la herida sana, tan cierto como que si no cagas te mueres.



-Muy fina se ve no eres



-No, Fina, es Fina y yo soy yo.



-Fina es educada.



-¡¿Fina?! ¡Si la oyeras jurar! Se caga en lo que no hay. El otro día fue a cagar al monte, en el medio de los fentos le iba una ortiga y bajó todos los santos del cielo.



-No me has entendido, te quise decir que fina quiere decir educada, pero..



-¿Y tú de qué conoces a Fina?



-Olvídalo. Sólo por curiosidad. ¿Cómo se curó las ampollas de las ortigas?



-¿Curar? Ahora se frota el monte de los pelos con ortigas.



-Estás de broma.



-¡Que va! Llevaba 40 años sin picarle



-¡Cómo tendrá ese sexo!



-¿El sexo es el coño?



-Sí.



-Y como lo va a tener a los noventa años, como un bebedero de patos.



El camillero mayor, le dijo al joven.



-Vete al grano que nos van a dar aquí las uvas.



Por las uvas, Gloria, se acordó de lo que le decía su abuelo: "Cuando llega una visita a casa no se debe marchar sin tomar un vaso de vino. Hay que ser hospitalarios".



-Esperad aquí que vengo ahora.



-No podemos...



Era excusado, Gloria ya se había ido. Al momento volvió con dos tazas grandes de barro llenas de vino tinto.



-Tomad, que no se diga que en esta casa no tratamos bien a los hospitalarios.



Los camilleros le echaron un trago. Dijo el camillero joven:



-¡Está buenísimo!



Al camillero mayor también le gustaba.



-Deja un sabor a fresa, delicioso.



Gloria, sonriendo les dijo:



-Y mete unas borracheras de cojones.



-Bueno, vayamos al grano.



El grano allí era el cereal, Gloria pensó que quería algo de comer.



-¿Qué quieres de picar?



-Nada. Lo que quiero es hablar de tu abuelo.



-¿Es muy grande el grano?



-Era una manera de hablar. A tu abuelo tienes que lavarlo con agua y jabón perfumado.



Gloria puso cara de, ¿qué dices?



-¿Perfu, qué?



El camillero más joven, le dijo al mayor:



-Dale un par de pastillas de jabón del nuestro.



El camillero fue a la ambulancia. Gloria le dijo al camillero joven:



-¿Al lavarlo todos los días no encogerá? A lo largo no importa, pero a lo ancho, ya no es nada...



Gloria tenía la ropa y la cara manchada. El joven aguantó la risa, y le preguntó:



-¿Cuánto tiempo hace que no te lavas?



Gloria se puso en plan coqueta:



-¿Me estás tirando los tejos?



-¡No!



-¿Entonces para qué quieres que me lave?



-Te pregunté cuanto tiempo hace que no te lavas, no si te querías acostar conmigo.



-Así se empieza, así se empieza.



Volvió el camillero. Le dio el jabón. Gloria lo olió, y le dijo:



-Esto huele mejor que mi coño.



El camillero joven, dijo:



-Houston, tenemos un problema.



Gloria miró para el camillero mayor, y le dijo:



-No le hagas caso, Houston, el problema lo tiene él. Quería que me lavara y todo.



-Y debes lavarte. ¿No pensarás lavar a tu abuelo con las manos llenas de tierra?



-¡¿Todos los días?!



-Todos, y con jabón perfumado. Y cambia esa ropa.



-¡Otro! En la ciudad andáis salidos.



-Me has mal entendido, pero una cosa te voy a decir, creo que bajo toda es roña hay una joven bonita.



-No me decían eso desde... desde nunca. Debe ser el vino el que te hace hablar así. ¿Quieres otra taza?



El camillero, sonriendo, le respondió:



-No, gracias. Dentro de un mes volveremos para llevar a tu abuelo al hospital.



Los camilleros le dieron las tazas vacías y se marcharon. Gloria entró en casa y se puso a hacer la comida. Iba a asar un pollo.



Al llegar la noche, Gloria, se fue al río con el jabón perfumado y ropa limpia. Se bañó, se cambió de ropa y volvió a casa. Con una palangana mediada de agua, un trapo y jabón se fue a la habitación de su abuelo.



-Vamos a quitar la mierda, abuelo.



Jaime se incorporó un poquito y Gloria le quitó la camiseta.



-El can famélico del Desaborido tiene más carne que tú. Como me encojas vamos a tener un disgusto.



-No encojo, mujer, no encojo.



Le lavó el pecho, los sobacos y la espalda. Le quitó el calzoncillo y la vio.



-¡Pedazo de bicho! No sabía que los carallos de los hombres eran tan grandes.



Le tocó con un dedo para ver si estaba viva.



-¡Menos mal que está muerto!



Al lavarla y lavarle los huevos, la tralla empezó a engordar. Gloria hablaba sola.



-Con el agua engorda. Houston, tenemos un problema.



El abuelo le preguntó.



-¿Quién es Houston?



-Uno de los ambulancieros. No me dijo que hacer en este caso, y me jode.



-¿Por qué?



-Porque se me está mojando el coño y lo acabo de lavar. Ponte de lado para lavarte el culo.



Gloría le lavó el culo y Jaime ya se moría por follar a su nieta.



-Acabarás por empalmarme, Gloria.



-Pues te la pelas, abuelo.



-¿Me dejas que te la lama yo?



-¡Ni borracha! Después vas a querer que te la chupe yo, abuelo.



-¡Es que hoy hueles tan bien y estás tan limpita!



-Siempre pasa igual. Una se lava y todo dios la quiere llenar de mierda.



El viejo hablaba con voz dulce.



-Estás muy guapa.



Gloria, bruta como era, le metió un dedo en el culo a su abuelo, y al quitarlo, le dijo:



¡A ver si así te callas, coooño!



El viejo se dio la vuelta y Gloria vio que la polla estaba casi empalmada. Se quedó mirando para ella como hipnotizada. Dejó de mirar cuando sintió que se le caía la baba. Se limpió la boca, y dijo:



-¡Condenado bicho! Al verlo mi coño se abre y se cierra.



-¿Te gustaría tenerlo entre tus piernas?



-No, me gustaría tenerlo dentro de mi coño, pero no te quiero romper.



Jaime, agarró la polla y comenzó a menearla. Gloria vio que empezaba a echar flujo preseminal, y le dijo a su abuelo:



-Tu, correr, te correrás, con ese bicho de un ojo solo, pero quedas así hasta mañana, yo no te vuelvo a lavar.



Gloria, cogió la palangana y se fue. A Jaime, al irse su nieta, se le fue bajando la polla.



La siguiente noche, después de lavarle al viejo el pecho, la espalda y las axilas, cuando le iba a quitar el calzoncillo, vio un gran bulto. Le preguntó.



-¿Estás empalmado, abuelo?



El viejo sonrió con picardía



-Es para que la cojas mejor.



-¿No será para ponerme cachonda?



Jaime conocía a su nieta. Basta que le dijeran que hiciera algo para no hacerlo, y viceversa.



-No, dame el paño que me lavo yo mis partes.



-¡Y una mierda! Te lavas por partes, te sale pus en el culo y tengo que cuidarte meses y meses.



Le quitó el calzoncillo y vio la polla, una polla que ya estaba fumable... Lavándolo y lavando los huevos, le dijo a su abuelo:



-Este bicho me sigue metiendo miedo y al mismo tiempo al tocarlo se me moja el coño.



-Métela un poco, si quieres.



-¿Y si te rompo?



-Con cuidado no pasaría nada.



-Mejor, no, si no te rompo te mato a polvos y ni por las vueltas que hay que dar para hacer un entierro.



-¡Exagerada! ¿Ya te chupaste las tetas?



-Si me dieran un céntimo por cada vez que me las chupé ya era rica?



-Yo sí que las como rico.



-Ya sabía yo que me querías calentar.



Gloria ya no le lavaba la polla a su viejo, se la estaba meneando. Notó que se le puso dura. Jaime seguía machacando.



-¡Y no veas cómo como el coño! No hubo mujer que se lo comiera que no se corriera en mi boca.



Gloria, viendo la polla de su abuelo soltar aguadilla y sintiendo como le picaba el coño, le dijo:



-¡A tomar por culo! Si rompes, rompiste, y si mueres, te entierro.



Gloria quitó el vestido. No llevaba bragas ni sujetador. Sus tetas eran inmensas, sus areolas oscuras, grandes y sus pezones pequeñitos, como granos de arroz. Su coño tenía una gran mata de pelo negro que hacía juego con el de sus axilas. La bruta tenía un polvazo criminal. Subió encima de su abuelo, cogió la polla y la metió suavemente, pero de una culada. Con su coño lleno con la tremenda verga, le dijo a su abuelo:



-Estate quieto que la que jodo soy yo. Y sin besos que eso es pecado.



Jaime se quedó quieto. Lo que no esperaba Gloria era que su abuelo tuviese tanto aguante. A los veinte minutos, más o menos, se corría, diciendo:



- Me voy a correr. No te corras dentro de mí que te estrangulo. No te, no te. ¡Me corro!



Gloria se derrumbó sobre su viejo, temblando con el placer de aquel grandioso orgasmo.



Descansó unos segundos con la cabeza en el pecho de su abuelo, y después volvió a follarlo.



Unos minutos más tarde, le decía:



-¿Me lames el culo?



-Date la vuelta.



Gloria se dio la vuelta, Jaime, con la lengua, le lamió y le folló el culo y el coño. Ella le chupó la polla, hasta que exclamó:



-¡Te voy a sulfatar!



Dicho y hecho. Se corrió soltando un squirt que dejó perdida la cara de su abuelo. No contenta con esto, le frotó el coño por toda la cara durante el tiempo que la recorrió el placer.



Al acabar de correrse le lamió toda la cara y la limpió de jugo. Después le preguntó:



-¿Estás cansado?



-¿Estás tú?



-No, pero ahora mismo me bebería una jarra de vino tinto. Estoy seca.



-Trae otra para mí.



En pelotas, Gloria, fue a la bodega con una jarra que había cogido en la cocina. Abrió la billa de un barril, medio la jarra y la bebió. El vino tinto le cayó por las tetas y le bañó los pelos del coño antes de caer al piso de la bodega. Limpiando la boca con la mano, dijo:



-¡Esto es vida, carallo!



Después volvió a llenar la jarra y fue junto a su abuelo.



-Ya estoy aquí, abuelo.



-Trae esa jarra para acá.



El viejo bebió la mitad del vino de la jarra y la puso sobre la mesita. La polla la tenía a media asta.



-Vas a tener que chuparla para que se ponga dura.



Camila, que ya estaba contenta, le dijo:



-Vale, pero no te corras en mi boca que mezclar me hace daño.



Quien se volvió a correr en la boca de su abuelo fue Gloria, en su boca y en su polla.



Una hora y pico más tarde, mientras el viejo le daba por culo. Gloria sintió que iba a tener su primer orgasmo anal, y le dijo:



-¡¡¡Córrete conmigo, abuelo!!!



El viejo se corrió en el culo de su nieta, quien sintiendo como su coño se abría y se cerraba, exclamó:



-¡Vuelo, vuelo, vuelo!



Se agradecen los comentarios buenos y malos.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 9
  • Votos: 2
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