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Gloria

Su cabello era de un rubio tan claro que producía un radiante destello a su alrededor, y el fulgor de sus ojos azules inspiraban poemas apenas decibles con la riqueza de nuestro idioma castellano.



Con peinado de primera dama, zapatos de charol y aquel vestido tan costoso de fina tela negra con elegantes lentejuelas brillantes que tan perfectamente describía sus formas, defendía bravamente el merecido honor de llevar orgullosa su nombre, Gloria, por derecho propio. Exquisita piel suave y blanca se ocultaba insinuante bajo su escote generoso en su espalda hasta poco antes de donde acariciaba sus traseros encantos, y más reservadamente en su frente, donde cubría inocentemente sugestivos sus vastos senos como inmensas dunas de arena exótica.



Herida su inocencia en el engaño, subía al coche como princesa en camino a palacio, Omar charló durante el viaje, con calma, seduciendo con modales refinados y palabras halagadoras. Llevaba meses urdiendo su plan, ésta era su noche, de un modo u otro llegaría a la gloria, poseería a su mujer, y saldaría la cuenta que los meses de ansiedad habían acumulado, Gloria era recatada en demasía, cumplía esporádicamente con su rol de mujer con un dejo de desprecio, su frigidez permitía que Omar la tomara sólo en ocasiones, semivestida, fastidiada por el acoso, sus sesiones sexuales terminaban en minutos, cuando la lujuria de Omar lo hacía acabar precozmente, él retiraba su profiláctico fuera de su vista y ella inmediatamente corría a tomar una ducha.



Esta vez será diferente mi amor, decía Omar en silencio, con sus labios tornados en una inmutable sonrisa. Tus padres de viaje por Europa no te ayudaran, pensaba, y no aceptare disculpas, ni suplicas, ni ruegos.



Gloria no entendió por qué seguían ese camino, aun así no pregunto, ella no hablaba con sus chóferes. Tampoco entendió por qué tomaron aquella curva en un barrio suburbano, sólo interrogó con su mirada a Omar, cuando éste le tendió la mano y la asistió en la puerta de entrada de aquel viejo edificio, pero se asustó un poco al ver a Omar cerrar la puerta con llave a sus espaldas -¿cómo Omar tenía llave de un edificio en un barrio como este?- y la encaminó casi con brusquedad hacia una escalera llena de papeles de diario amontonados en el suelo.



-¿Qué es esto Omar?!- Exclamó indignada con su tono de alcurnia.



-Este es el lugar indicado para mi propósito- Dijo Omar a secas.



Gloria manteniendo rígidamente la calma, calló, una leve curiosidad la ayudó a dar los siguientes pasos escalera arriba y luego por el sucio pasillo hasta una de las tantas puertas arruinadas por el paso del tiempo y la humedad, en la que Omar usó otra llave. La habitación era una pocilga, había un baño pequeño sin puerta alguna en el que se veía un sucio lavabo y un botiquín con su puerta abierta que mostraba la oscuridad del cuarto contiguo, una vieja cama de metal con un colchón de resortes tal vez, una mesa y una silla de madera completaban la escena. Aparte de la luz diurna que se filtraba por las rendijas de la ventana que -adivinó- daba al bacón de la calle del frente y la pequeña lamparita del pasillo, ninguna otra fuente de luz la iluminaba. El ruido de la puerta al cerrarse la sobresaltó.



-¡Omar, exijo que me digas que esta pasando!- Exclamó con su mejor y más ensayada voz de niña histérica, al perder de vista a su marido oculto en la oscuridad repentina.



-Omar, estás asustándome, ¿dónde estás?- Dijo esta vez con voz más asustada.



-Estoy aquí Gloria...- Dijo desconcertante la voz que provenía desde otro sector de la habitación.



-¿Por qué me trajiste a este lugar?- Insistió ensayando su voz de niña rica.



-Quiero mostrarte algunas cosas.- Dijo esta vez, con la voz atemorizantemente cambiada.



-¿Por qué me trajiste a este lugar?- Repitió ella.



-Es el lugar perfecto para lo que vamos a hacer.



-Y ¿qué es lo que vamos a hacer aquí?



-Voy a enseñarte algunas cosas. Acerca de vos Gloria, acerca de cómo sos, relájate.- Dijo Omar.



-No soy un hombre feliz ¿sabes? y tampoco lo sos vos... crees que eres muy buena, muy santa, tranquilizando tu conciencia, negándome el sexo...



-¿De eso se trata?- Exclamo Gloria indignada.- ¿Para eso me traes a esta pocilga?- Interrumpiendo.



-¡Cállate! ¡Es la ultima vez que me hablas de ese modo!- Gritó furioso Omar.- ¿Crees que vamos a pasar por esa parodia como siempre? ¿Crees que harás que me ponga un estúpido forro para coger con mi propia mujer? ¿Crees que me ofrecerás tu concha igual que si lo hicieras con un ginecólogo? ¡No querida! Esos tiempos terminaron, y para eso estamos aquí, y ¡no vuelvas a interrumpirme!



-Omar por favor...- Exclamó Gloria.



-Sos como yo, sólo que no lo sabes.- Exclamó Omar más calmado ignorando a su mujer. -Te voy a demostrar que puedes ser una puta, una perfecta puta como todas.



Omar desde su posición apoyado en la mesa oyó unos gemidos, podía ver la figura de su mujer en penumbras, su cabello, su rostro desdibujado, y el contorno de su cuerpo contrastando en la oscuridad por el brillo de su vestido.



Desnúdate.- Ordenó, provocando al instante un llantito breve. -¿Qué sucede? ¿Querés calentarte un poco primero?- Preguntó lascivo.



-Omar, vos sabés que yo...- Empezó su mujer.



-Pon tus manos sobre tus tetas.- Ordenó desoyéndola.



-Omar, yo...- Siguió Gloria.



-¡Pon tus manos sobre tus tetas!- Gritó amedrentándola.



Más llantitos de su mujer precedieron la obediencia. Ella ahora tomaba suavemente una de sus tetas sin poder abarcarla con su mano y se enjugaba las lagrimas con la otra.



-Las dos manos, y frótalas.- Dijo Omar.



Ella con un suspiro lo hizo y comenzó a amasar con suavidad sus enormes pechos por encima de la áspera tela del vestido.



-Bien, eso es amor... Ahora quiero que comiences a pensar en una pija, en una pija muy gorda. Nunca viste una pija ¿no es así? Cuatro meses de noviazgo, nueve de matrimonio y nunca me la viste, nunca la tocaste, nunca la chupaste. Puta estúpida. Vas a aprender...- Dijo sacando su enorme verga por la bragueta.- Mira lo que tenés, lo que siempre tuviste y nunca aprovechaste.- Dijo.



Gloria faltaba a la verdad con su silencio, en varias ocasiones había visto la gran pija de su marido erecta y saliendo de su ropa interior mientras dormía y en un par de ocasiones se había excitado un poco observándola, llegando una vez a acariciarla levemente como una niña curiosa intentando no despertarlo, temerosa del pudor que le habría causado la situación. Ahora la veía apenas, erguida como un mástil contrastando con su sombra los rayos que dibujaban apenas a su marido e inconscientemente frotaba con mas ansias sus gigantescas glándulas mamarias...



-Te gusta verla, ¿no es así? Te excita mirar una pija mientras frotas tus tetas...- Omar la sorprendió con sus palabras sacándola de sus pensamientos. Acaríciate esas hermosas tetas que tenés, pensando en una pija, en una pija gorda y venosa como la mía. Pensa en una pija gorda, muy gorda y caliente. ¿Te gustaría tocarla?



Ella no cesaba de frotar sus senos y comenzaba a inquietarse por la forma en la que su marido la trataba, la preocupaba que realmente pensaba en esa pija.



-¿Te gusta la pija? ¿Te gustaría sentirla en tus labios?



Gloria se sintió escandalizada, pero comenzaba a sentir que necesitaba a su marido. -Omar, abrázame.- Pidió con voz apenas audible.



-No te engañes.- Dijo este. -Estas calentándote y querés pija, frota tus preciosas tetas y no dejes de pensar en una pija, en una pija gorda y venosa como esta. Imagínala en tus labios. ¿Te gustaría ponerla en tu boca? ¿Te gustaría sentir esta carne dura y caliente entre tus labios?- Preguntaba Omar, que había comenzado un muy lento movimiento masturbatorio a lo largo de su enorme verga erecta.



Ella aún resistiéndose a las sensaciones, aún combatiendo la tentación pero impedida de poner freno al movimiento circular de sus manos alrededor de los globos de sus pechos y sintiendo la tela rozar ásperamente sus ya turgentes pezones. Exclamo: -Omar, ¿qué me haces?



-Sigue frotándote, ¿sentís el calor debajo de tu vestido? ¿Desearías ponerte esta pija dura y caliente en tu boca? ¿La querés? ¿Empezás a pensar seriamente en albergar mi verga entre tus labios y lamerla con suavidad? ¿Deseas sentirla entrando palpitante en tu boca? Ábrela, abre grande tu boca y saca la lengua. Imagina que entra y sentís la tibieza de mi verga gorda en tus labios.



Gloria hizo caso sumisamente.



-¿Podés recibir esta verga en tu boca? -Preguntó él.



-Sí.- Respondió una suave voz susurrante en la oscuridad.



-Mostrame cómo la saborearías...



Omar veía como su perseverancia comenzaba a dar frutos. Su mujer movía su lengua alrededor de sus labios con ambos ojos cerrados como deseando recibir semen, como en espera de un largo orgasmo tanto tiempo deseado por ambos, según ahora descubría...



-Bien... Ahora apoya tu culo en la pared y seguí frotando tus tetas pensando en mi verga dura. Mostrame cómo la deseas. Así... Así... Comienza a tocarte adelante sobre tu hermoso vestido. Así... Así...



Gloria era ahora una sumisa esclava, obedecía las ordenes al instante, no perdía de vista un instante la palpitante verga de su marido mientras se masturbaba muy pausadamente y Omar se excitaba cada vez más, el encuentro superaba ampliamente sus expectativas...



-¿Sentís el frió de la pared en tus nalgas por sobre tu vestido? ¿Sentís tu culo caliente contra la pared? Ahora date vuelta, aprieta tus tetas contra la pared y mostrame cómo acaricias tu caliente culo.



La voluptuosa rubia le daba ahora la espalda y ofrecía a Omar la vista de su redondo culo aun cubierto por el vestido. Obedeció al instante sus palabras, se volteó, apoyó sus tetas contra el muro, y se detuvo inmóvil en espera de lo que la situación le deparara.



-Mostrame cómo acaricias tu hermoso culo, tu hermoso y caliente culo mientras tus pezones se ponen duros con el frió de la pared.- Pidió Omar aun meneándose la verga, aunque Gloria ya no disfrutaba de su vista. -¿Tenés el culo caliente, no?- Inquiría Omar. -Tu culo es muy caliente, ¿no?



-Sí...- Alentó ella tímidamente ante un prolongado e incómodo silencio de Omar.



-Sabes que tu culo gusta mucho a los hombres, ¿no? Eso te calienta, ¿no? Te calienta saber que los hombres desean tu culo, ¿no?



-Omar, por qué me haces...



-¡Cállate, puta! Así es como te sentís, ¿no? Te haces mucho la puritana, pero en el fondo sos muy puta, ¿no?- Gloria se estremecía ante cada palabra de su marido y movía en círculos su bello trasero mientras frotaba sus nalgas con ambas manos. -Te gusta sentirte deseada, ¿no? Te calienta saber que tu culo es deseado, ¿no?



-Sí.



-Piensas en una pija, ¿no? Piensas en una gorda pija, ¿no?



-Sí.



-Y ¿qué harías con ella? ¿eh? ¿Qué harías con una pija gorda? ¿eh?



-La pondría en mi boca.- Dijo Gloria volteando levemente y mirando a Omar con sus enormes ojos azules llenos de deseo mórbido, muy ocultos tras un velo de inocente temor y vergüenza. -Y ¿qué haríamos luego con esa pija? ¿Te gustaría ponértela en el culo?



¡No! Nunca.



-¡No me mientas! Tenes el culo muy caliente y te gusta que los hombres lo deseen, ¿imaginas una gran pija muy gorda palpitando entre tus nalgas? Primero la saborearías, la pondrías entre tus labios para mojarla ¿bien? ¿no? Y luego dejarías que esa pija juegue con tu culo, no?-



-Omar, yo nunca...-



-Eso no importa, es el pasado, y ahora ya no eres la misma...- Sentencio Omar. -Ahora decime, que harías con esa gorda y caliente pija en la que estas pensando?



-La chuparía.- Admitió ella.



-¿La chuparías bien para mojarla?



-Sí.



-Y ¿dónde la pondríamos después?



-En mi culo.



-Bien...- Festejó Omar -Muy bien, ¿la pondríamos en tu culo, tu grande y precioso culo?



-Sí.



-Es muy hermoso tu culo gordo ¿No?



-Sí.



-Y ¿qué más?



-Caliente.



-Tenés un culo muy grande y caliente, ¿no?



-Muy gordo y ardiente.



-Bien, vení.



Gloria se acercó tímidamente a Omar, este se encontraba completamente desnudo, sentado al borde de la mesa. Mirando alternadamente a Omar con sus enormes ojos temerosos y sin poder evitarlo también a su erecto pene, se arrodillo sin decir palabra y dedico su atención al falo de su marido. Este agradeció el gesto con leves caricias en sus mejillas, corriendo delicadamente sus cabellos mientras su hermosa esposa abría su boca para albergar su verga en medio de sus labios, sintió el calor de su garganta abrasando su carne, disfrutando la increíble sensación que le producían las caricias de sus manos en sus testículos. Veía a su hembra tragar su pene con devoción, engullir su prominente mástil hasta su garganta lentamente, amándolo, con deleite.



-Disfrutas la pija, ¿no? Muéstrame tu belleza... Déjame ver tu culo gordo y caliente mientras me la chupas...



Ella levantó apenas su vestido y el amplio tajo de en medio hizo el resto... Su gran culo asomó entre el bello vestido apenas cubierto por una tanguita haciendo juego.



-Tus tetas también están calientes, ¿no? Tus pezones están duros, ¿no? ¿Te gusta mi pija? Hace que sientas caliente tu hermoso culo, ¿no?- Omar sentía un placer sublime, el nivel de erotismo era inalcanzable, físicamente Gloria lo hacía sentir en las nubes, su calentura la hacía adorar su pija a límites insospechables, y esto provocaba que Omar sintiera el placer casi intelectual de la dominación, el poder...



Gloria respondía moviendo su cuerpo sin retirar la pija de su boca, gimiendo apasionada. Omar disfrutó largamente mientras Gloria hacía malabares impensados con su boca y manos, ansiosa de dar placer a su hombre. Y después sin poder contenerse un solo instante, soltó gravemente su orgasmo sobre ella, cuando el desenfreno la hizo aumentar su ritmo, excitada al ver la expresión de placer de su marido, alternando frenética su boca, sus manos, y sus pechos, buscando enloquecidamente el clímax, y logró su máxima expresión provocando en Omar una violenta corrida a la que Gloria dio provecho, presa de la fiebre del deseo, con sus labios, su cuello y senos, su cuerpo absorbiendo cada uno de los borbotones de esperma que brotaban inacabablemente del pene de su macho y la azotaban pesadamente ante sus desesperados intentos de beberlo, untándoselo en los pezones, y aun minutos después, sin poder casi recuperar el aliento, sintiendo el cosquilleo incesante de los orgasmos que aun recorrían su cuerpo, sosteniendo en sus manos victoriosas el pene y los testículos que tantas veces había deseado besar.


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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