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Categoría: Fantasías

Geisha

Greta se mira fijamente al espejo mientras que, con un dominadísimo pulso, delinea su ojo izquierdo. Dibuja una línea negra sobre el borde de su párpado y con un ligero movimiento de muñeca, termina el trazo en una sugestiva inclinación hacia arriba. Eso produce un efecto oriental en su mirada, achina sus rasgos y completa el personaje que cada noche monta para salir a trabajar.

Hacía varios años que estaba en el oficio y de él había aprendido fetichismos, juegos, rarezas y demás variedades de la sexualidad. Miles de hombres y, porque no, también mujeres habían pasado por su cuerpo, pero sin duda, en cada uno de ellos Greta había dejado un delicioso recuerdo. Era sensual, conquistadora y sobretodo dócil, capaz de permitirse hacer realidad cualquier fantasía, tanto propias como ajenas.

Esta noche es una geisha, una conocedora del arte de amar japonés. Se viste con un kimono de colores vivos: fucsia y amarillo, y sale a escena mientras empieza a sonar una embriagadora melodía oriental. Greta camina lentamente por la tarima y con dulces movimientos sigue el compás de la música, mueve una mano hacia el costado, después la otra. Parpadea y mira sensualmente por el rabillo del ojo, hace que sus ojos color miel se asomen entre sus largas pestañas. Con sus dedos delgados toma la faja que le ciñe la cintura y con sumo cuidado, sin perder la suavidad de sus movimientos, comienza a quitársela. El público se queda atónito ante el despliegue de Greta, parecen hipnotizados.

Se escucha una voz cantar en japonés y ella parece entender lo que dice y obedecerle con sumisión.

Una vez quitada la faja, los pliegues del kimono ceden con gracia exponiendo el bello cuerpo de la geisha. Sus senos pequeños y redondos están coronados por dos pezones tan delicados que se asemejan al pétalo de una rosa. Sus caderas... ¡ah! Sus caderas tienen curvas sinuosas y envuelven su suave pubis, el que se ubica justo en el centro. Los movimientos sensuales continúan ante la mirada estupefacta de los hombres. Greta se deleita con ello, el ser adorada, el poder dominar con tanta habilidad el deseo de quien la admira. Tiene una inconmensurable belleza acompañada del don de la gracia y lo sabe. Explota sus cualidades con destreza, sabe como brindar en la dosis justa todo lo que es su sensualidad.

Cae por fin el kimono al suelo, y su cuerpo tan blanco como la leche se ofrece como una flor de loto abriendo su capullo con la primera luz de la mañana. Y hay un hombre, alguien que la ha mirado con atención desde el principio, es él a quien Greta elige para convidarle un poco de aquel divino placer que ella bien sabe dar.

Baja de la tarima y sin pudor de su completa desnudez se dirige a él, quien la espera y le dice todo lo que la desea sólo con la mirada. Varias noches había asistido sólo para verla a ella, sólo para sentarse y dejarse derretir por su baile. Greta lo toma de la mano y lo guía a su santuario.

Una habitación pequeña, pero cálida. La luz tenue y levemente rojiza se funde con las sedas anaranjadas que se disponen sobre una cama amplia que ofrece comodidad. Greta invita a su hombre a relajarse sobre ella y comienza a desabrochar su camisa hasta que finalmente él esta tan desnudo como ella. Su cabello negro todavía sigue recogido delicadamente formando un rodete que la corona.

Ella lo besa con ardor pero con premura, siente como su corazón se acelera, pero ello no le impide continuar con su calmo ritual. Lo acaricia y él vibra bajo sus dedos. Quisiera saltar hacia ella y hacerla suya deprisa, pero algo lo detiene, es esa mágica energía que irradia Greta. En un bálsamo de perfumes y respiraciones pausadas, sólo permite que ella lo guíe, la obedece y se somete a su mirada penetrante.

La geisha continúa con disciplina, su rostro permanece pálido y su boca roja y pequeña como una muñeca de porcelana. El sólo puede mirarla y estremecerse con el calor de sus ojos color miel, sin entender la permanente apacibilidad de su rostro.

Sus dedos de porcelana trazan un camino desde el cuello hasta el torso erizándolo y causándole escalofríos, hasta que finalmente llega a las caderas y se detiene. Juega con su ansiedad, lo enciende y lo deja expectante.

Ella toma con firmeza su sexo y lo acaricia mientras él comienza a sudar y a jadear. Ya no puede más que dejarse vencer. En el arrebato intenta besarla para sentir como arden sus labios, pero ella se aleja, no es el momento... todavía no.

Se intensifican las caricias y se acercan hacia un punto de no retorno, donde lo único que podrá calmar su sed es poseerla, tener su cuerpo que se entrega a él con dulzura y lentitud. Se encuentran ya en el umbral del deseo absoluto y ella por fin se sienta sobre las caderas desbordantes de pasión que la esperan y se deja penetrar profundamente sintiendo con cada fibra de su ser el placer que ello le provoca. Se mueve y suspira mientras penetra con su mirada a los ojos del hombre que hoy se hinca a sus pies deseoso de amor. Apoyándose con uno de sus brazos sobre el pecho de él, con el otro se suelta el pelo. Su rodete se esfuma y sus negros cabellos caen como una cascada sobre sus hombros y su espalda. Sus pezones pequeños y rosados se erizan y piden a gritos caricias y besos. Él extiende los brazos para acariciar a su muñeca de porcelana, la toma con suavidad, la recorre milímetro a milímetro mientras ella continúa el vaivén sobre sus caderas. Toca su espalda, sus muslos firmes y su pubis.

Ella siente que es el momento, hace un último movimiento rápido y profundo y finalmente explota dentro de ellos el éxtasis, el orgasmo se abre como una flor en sus cuerpos, jadean, gritan totalmente desbordados.

Ahora si, se inclina hacia él muy despacio inundándose de la extraña paz que sobreviene a la locura y entreabriendo su boca deja un beso sobre los labios de él, tatuándole en su alma el recuerdo de esta noche.

Él se incorpora y mientras se viste sólo piensa en esos minutos que acaban de quedar atrás. La mira de reojo viendo como ella permanece recostada entre las sedas, exhausta y casi dormida, y se va cerrando la puerta a sus espaldas.

Greta ya no es Geisha, es Greta y una lágrima transparente cae y rueda sobre su blanca mejilla...
Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 5.57
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
LAURO RAMIREZ
invitado-LAURO RAMIREZ 25-05-2004 00:00:00

Que bueno que existen escritoras como tú, que saben tratar este tema con fineza y elegancia. te voy a añadir a mis favoritos. Felicidades.

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