Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Infidelidad

Ganar por una vez

No tuve la culpa de ser como soy, yo no pedí venir al mundo.



Cuanta la historia que la convivencia entre mamá y mi papá fue terrible, siempre habla de él como el error de su vida, un gordo ebrio y vago que no hacía nada, solo discutir, un tipo que solía andar de putas y volvía a cualquier hora, y mamá era la que trabajaba para llevar la familia adelante.



No alcancé a conocer a mi padre, cuando tenía apenas un año discutió en una cantina, pasado de copas y fue acuchillado en una pelea de todos contra todos.



Tiempo después mamá conoció al que fue mi padrastro hasta mi adolescencia, un tipo fino, culto, rubio de ojos claros, de corte inglés, quien nos sacó de la pobreza y nos dio los lujos que nunca habíamos tenido.



Producto de esa relación llegó mi media hermana, Angelina, cinco años menor y con la que no me llevo nada bien.



Pero ni ella ni yo tuvimos la culpa…



Aunque mi padrastro nos abandonó en plena adolescencia, mamá siguió tan enamorada de él que cargó con todas las culpas de la ruptura, jamás pudo asumir que el bastardo la había abandonado por una chica mucho más joven…



Mi hermana y yo siempre fuimos muy diferentes, tener distintos padres fue muy notorio en lo físico, ella es alta, rubia de largos y finos cabellos, de ojos azules como el mar, de pechos turgentes y cola respingona, paradita y provocativa, con una cinturita de envidia y un caminar elegante y llamativo, esas chicas que todos se dan vuelta al verla pasar.



Y que hay de mi… morena de cabellos enrulados, ojos café, la naturaleza no fue buena conmigo, casi no tengo pechos, de exageradas caderas, desproporcionadas y con bastante celulitis a cuesta, era el patito feo de la historia siempre viviendo a sombra de mi bonita hermana.



Pero ese era apenas una parte del problema, porque en verdad el problema era la tortura psicológica que ejercía mi madre, Angelina era siempre la perfecta en todo, el espejo en el que yo debía reflejarme, ‘Angelina esto’ ‘Angelina lo otro’ Angelina, siempre Angelina…



Imaginan que lindo era escucharla llenarse la boca con sus amigas sobre lo genial que era su hija, si… su hija, como si yo no existiera, porque cuando se trataba de adular y mostrar las joyas de la familia, Angelina siempre estaba en su boca…



Yo siempre parecía ser la culpable de todo, dueña de todos los fracasos, mientras que ella, era dueña de todas las virtudes…



Imaginen la situación cuando con veinticinco aún estaba soltera y bajo sus polleras, apenas con un título secundario mientras mi hermana avanzaba en su carrera universitaria.



La frase ‘viste… aprendé de tu hermana’ la escuché tantas veces que creo que ya la tengo tatuada en la frente…



Frente a casa, calle de por medio había un gran local que siempre se alquilaba y habían pasado varios rubros en muchos años, fue cuando apareció en el barrio Adrián y sus amigos, en un abrir y cerrar de ojos montaron un local de ventas de motocicletas. En pocos días me hice amiga de los chicos que tenían mi edad, yo no sabía nada de motos, pero cualquier excusa era buena para regalarles una sonrisa, y en especial a ese chico.



Adrián era tenía un rostro de quijada cuadrada, tipo americano, de cabellos lacios que el dejaba crecer a media espalda, ojos marrones y unos labios que me enloquecían, una sonrisa peligrosa, solía estar en jean y alguna que otra musculosa por la que yo observaba con disimulo y sonrojo sus torneados bíceps tatuados y su ancho y varonil pecho.



Pero lo que más me enloquecía era su espíritu de locura y libertad, sentir el escape de su moto gritar al viento una y otra vez, verlo desaparecer en su corcel a gran velocidad molestando a las viejas chusmas del barrio, cada día, todos los días…



Por dos años jugué a la adivinanzas con él, por dos años tuve fantasías con él, por dos años me masturbé una y otra vez pensando en él, por dos años esperé en vano a ser más que una amiga para él…



Pero no estaba preparada para escuchar lo que escuche esa mañana, cuando el solo dijo:



—Sabes… creo que seremos parientes! ¿Estoy saliendo con tu hermana, no te lo dijo?



Fue la estocada final para terminar de derrumbarme, para terminar de humillarme, tantos hombres que había en el mundo y justo Adrián, justo el…



Angelina podía tener cualquier hombre que quisiera tener, era solo proponérselo, todos estaban a sus pies en un chasquear de dedos, pero yo… yo tenía que trabajar y trabajar, no era justo…



Lloré todas las lágrimas, hasta las que no tenía, y una vez más me vi marginada a ser la número dos…



Viví todo su perfecto noviazgo día a día y cuando llegaba a los treinta asistimos a la majestuosa boda, mi hermana ya era doctora en Ciencias Económicas y yo seguía malgastando mis días…



Mamá y yo quedamos solas en esa enorme casa, y a pesar que yo era su única compañía ella solo tenía palabras para endulzar a Angelina, su hija perfecta.



Adrián seguía con el tema de las motos, negocio que le iba muy bien, y como hobby gustaba desarmarlas y arreglarlas, y hacía un tiempo había tomado un galponcito que teníamos al fondo de la casa, ese era su templo, el lugar donde cada tanto liberaba tensiones.



Fue cuando tuve la idea, fue cuando tracé mi plan y me decidí a cambiar la historia, a hacer las cosas a mi manera.



Todas las mañanas mamá iba a tomar él te con sus amigas, como si aún estuviera conviviendo con mi padrastro, envuelta en una vida de mentiras, y luego iba a sus clases de yoga, y en esas ocasiones, cada tanto podía encontrar a mi cuñado con sus motos en ese cuarto del fondo, solo el, solo yo.



Hacía calor, busqué entre mis cosas, me puse un sostén de esos que aumentan un poco el busto y una remera un tanto holgada para disimular mi pancita, un culot para contener un poco mis glúteos y un short de licra que me hacía ver muy sugerente, demasiado, esos que usaba solo para estar de entre casa ya que era pequeño y parte de mis nalgas quedaban desnudas…



Agregué medias y zapatillas y estaba lista para jugar mis cartas…



Fui al patio, asegurándome que él pudiera verme, y empecé a hacer ejercicios bajo el sol y si bien no me consideraba bonita sabía a la perfección varios trucos para obtener de él toda su atención.



Transpiré casi de inmediato, mis axilas mi pecho, mis piernas, mi rostro, en minutos mi ropa empezaba a pegarse en mi cuerpo, y yo seguía en mi mundo simulando que ignoraba al hombre de mi hermana.



Adrián tenía que ser muy gay o estar muy enamorado para no comerme, fui a ese cuarto mugriento, mezcla de herramientas, lubricantes y restos de motos, el me miró sin decir palabra, me saqué la remera quedándome solo en sostén y dije:



—Uf! Que calor…



Mirándolo con cara de puta le dije:



—Adrián… hace años que quiero coger contigo… siempre quise hacerlo…



El tiró una herramienta que tenía en su mano y vino sobre mi como un lobo hambriento, me acorraló con violencia a un costado y empezó a besarme con locura, una de sus manos apretó uno de mis pechos, acaricié sus bíceps, esos que tanto me gustaban y sentí la rudeza de su pecho, me sentí mojar, mis pezones se despertaron de inmediato, que bien se sentía…



Su lengua se movía en mi boca, tomé su mano libre y la llevé a mis nalgas.



—Apretame el culo… me gusta que me aprietes el culo…



El me hizo caso y empezó a darme rudos masajes en mis nalgas, estiró el sostén hacia abajo con rudeza hasta sentir crujir los elásticos que imploraban perdón, mi teta derecha estaba desnuda y el empezó a chuparla, trataba de meterla toda en su boca y yo lo dejaba hacer, acaricié su cabellera y empujé su cabeza contra mis tetas, ahora el paseaba de una a otra y había llevado su mano sobre mi concha, por encima de la tanga y del short, refregando y refregando, pensé que me acabaría ahí mismo, mi sexo era mezcla de transpiración y jugos de excitación.



Volvió a besarme y fue mi turno de romper su musculosa, tiré con fuerza rasgando la tela, sus pectorales brillaron a media luz, eso me excitó demasiado, lo besé, acaricié la perfección de su figura masculina, pasé mi lengua por sus tetillas, sentía latir mi clítoris con fuerza y juro que me acababa en ese instante, apreté su verga por sobre el jean, estaba tan dura como la deseaba…



Pero Adrián era hombre y tenía más fuerza que yo, me llevó sobre su banco de trabajo, donde reparaba sus motos, había un coctel de partes grasientas, las corrió a un lado, y me sentó a la fuerza, la meza estaba impregnada en grasas, nafta y solventes, o algo por el estilo, sentí esos productos viscosos sobre mis nalgas y mis muslos, se me hizo tan erótico…



Estaba incómoda con mi espalda contra la rugosa pared de ladrillos desnudos, los vapores de los solventes se colaban en mis fosas nasales, me sentí embriagar, mi hombre tomó su banco de trabajo, un viejo taburete de chapa y se sentó entre mis piernas, me había dejado en posición ginecológica y había desnudado mi sexo, entonces me dijo con una sonrisa cómplice:



—Voy a revisar este motor a ver cómo responde…



El llevó su boca a mi concha, empezó a lamerla sosteniendo mis piernas bien abiertas, quería que me cogiera, moría en deseo, pero él estaba pegado a mi clítoris, pasando su lengua en círculos, o lamiéndolo lentamente de arriba abajo, incluso tomaba su tiempo para pasar por mi esfínter, por mi hueco húmedo, por mis labios, era imposible evitarlo…



Solo me faltaba algo, tomé sus manos grasientas y las llevé sobre mis tetas, para que jugara en mis pezones y ya no los liberara entonces sí, el combo estaba completo… respiré profundo y solo me dejé llevar, hermosa chupada de concha, me encanta cuando un hombre me come todo el sexo hasta el final… y así fue, me contraje y exploté entre gemidos incontenibles de placer…



Adrián se incorporó y fui con premura a desabrochar la hebilla de su cinturón para bajar sus pantalones, al fin tome su pija entre mis dedos, hermosa y dura como piedra, solo la masturbé un poco para darme el gusto y la conduje a mi concha, él arremetió con fuerza y me la metió hasta el fondo, que rica se sintió, aspiré por la boca hasta llenar mis pulmones, con los ojos cerrados, sintiendo una y otra vez como acariciaba el interior de mi sexo llenándome de placer, regalándome continuos y prolongados orgasmos



—¿Te gusta? te gusta puta?



Preguntaba mi cuñado, y como no iba a gustarme, años de privaciones, años de vivir humillada por mi madre y a la sombra de mi hermana, al fin tenía lo que quería, al fin ese hombre era mío, quería retenerlo en mi interior y nunca más soltarlo, las imágenes de mamá y de Angelina abordaban mis pensamientos al tiempo que gozaba esa verga llenándome por completo, con un placer perfecto, mi más hermosa, dulce y cruel venganza.



De pronto el volvió a cambiar, me llevó sobre el taburete sobre el que él estaba sentado, me costó acomodarme puesto que era demasiado alto y no llegaba con los pies al piso y tuve que reposar en los apoya pies, hizo que sacara culo bien hacia atrás, mi trasero celulítico sobraba por todos lados, entonces me dijo



—Espero no seas tan frígida como tu hermana…



Y dicho esto escupió en su mano y la pasó un par de veces por mi esfínter, era obvio que me la iba a dar por el culo y lo hubiera impedido en una primera cita, pero obviamente ‘no iba a ser tan frígida como mi hermana’.



Lo dejé hacer, como no iba a dejarlo, apoyó su verga en mi culito y empujó, entró un poco y apreté mis labios con fuerza para soportar el primer dolor, volvió a mojar y en el segundo intento entro toda! mmm! que rico! cuanto placer! Poco a poco le dio ritmo y ese dolor inicial se transformó en algo tan erótico y tan sucio que se me hace imposible de explicar, Adrián me arrancaba suspiros, gemidos y ronroneos, me la metía una y otra vez toda completa y así le dejaba claro que no era frígida como mi hermana, el largó unas palabras que endulzaron mis oídos



—Qué hermoso culo tenés! Siempre quise comerte este culo!



Yo sabía que había falsedad en sus palabras, porque mi culo no se comparaba con el de Angelina, pero qué diablos, al fin y al cabo yo solo quería tener un encuentro perfecto.



La culeada que me daba en ese momento era terrible, pero si seguía me hubiera acabado en el culo y eso no era lo que yo quería, así que esta vez fue mi turno de apartarlo y fue su turno de apoyarse contra la mesada.



Refregué todo mi trasero por su pija dura, lo apunté en mi concha y reculé hasta sentir mis nalgas contra su cuerpo, bien adentro, toda a dentro.



Me moví con mesura, lentamente, entrando y saliendo, muy lentamente, ahora yo llevaba el ritmo, Adrián me dijo



—Nena, si sigues haciendo eso me voy a acabar…



Y lo sentí venir, sin cambiar el ritmo en cada movimiento su verga parecía endurecerse más y más dentro mío, si! si! mmm! perfecto, el apretó mis cachetes con rudeza, empuje bien adentro y ahí me quedé inmóvil, su pija parecía latir en mi interior y en cada latido me llenaba de leche, fue perfecto….



Luego me agache, para chupársela un rato mientras sentía el semen caliente chorrear de mi concha repleta…



Terminamos cómplices, sucios mezcla de transpiración, grasas y pecados, reímos, ese sería nuestro secreto…



Durante los siguientes cinco meses seguimos cogiendo en ese cuarto a escondidas, en escapadas cuando mi madre no estaba, tomé cada oportunidad que tuve y siempre disfruté que me llenara la concha de leche.



Cinco meses, cinco largos meses hasta que conseguí lo que había buscado desde un principio, mi frío plan daba sus frutos, una semilla empezaba a germinar en mi interior, en lo más profundo de mi ser, Adrián era un tanto inocente y un tanto crédulo, siempre dejó en mis manos la terea de cuidarme con pastillas, jamás sospechó que yo solo quería un hijo suyo, porque él siempre había sido mío, aunque mi hermana me lo arrebatara, yo lo había visto primero, y yo lo amaba como nadie…



Y nada me importó, nada, solo una puta vez en la vida hacer las cosas a mi manera, solo una vez ser el centro del mundo y hoy en día estoy a punto de ser madre, y estoy verdaderamente feliz, por primera vez Angelina quedó a mi sombra y es su turno de ser el payaso del circo, pobre cornuda de su hermana la fea, la tonta, por primera vez me pude reír ante las charlatanerías de mi madre y de su nena perfecta, pude disfrutar con su dolor, con el dolor de explicarle a sus amigas de ‘alta sociedad’ cosas que simplemente no tienen explicación, logré separar a Adrián de mi hermana, ese hombre que siempre amé en silencio, al menos, si no sería mío tampoco sería de ella…


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1807
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.224.44.207

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.525
»Autores Activos: 2.283
»Total Comentarios: 11.907
»Total Votos: 512.106
»Total Envios 21.927
»Total Lecturas 106.079.833
Últimas Búsquedas