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Gachí

___" Mire vuestra merced-respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento"

El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes Saavedra

Aquella damisela de cabello dorado, ojos esmeraldas, piel de nieve, sonrisa de bruja, mirada de gata en celos, me bebió con sus labios, me tomó prisionero y por un instante perdí el contacto con la realidad. Se detuvo el tiempo y fui preso de un mar de fantasías e ilusiones, mi alma, mi espíritu, todo mi ser deseó aquella fruta que estaba en la mesa de la esquina.

¡Oh don Quijote de la Mancha!, allí comprendí tu locura por Dulcinea y tus palabras se entaponaron en mi mente como finos alfileres:

" Si tu fermura me desprecia, si tu valor no es en ´mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte es duradera,¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!Del modo que por tu causa quedo: si gustare de acorrerme, tuyo soy: y si no, haz lo que te viniere en gusto; que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo"

Allí estaba, sola, pensativa, coqueta, suspirando. Sus labios rebosantes de deseos. Había comenzado a saborear un pedazo de pan que el mozo le sirvió. Ella me miraba y mis ojos temerosos de ser sorprendidos daban vueltas sin control.

Por vigésima vez la disfruté desde sus preciosas piernas hasta aquel pequeño lunar que brillaba como lucero en el centro de su mejilla izquierda. Era un pecado imperdonable que una obra de arte como aquella hubiera sido profanada con aquella marca inmunda.

Mi corazón latía como si presintiera que algo trágico sucedería.

Escuché la vocesita del intruso que con mucha amabilidad y una sonrisa sarcástica colocaba sobre mi mesa un platillo de ensalada. ¡Pobre infeliz!, creía que iba a desperdiciar mi tiempo comiendo aquellas hierbas mientras frente a mí estaba aquel manjar.

Comencé a sentir celos por aquellos buítres que disimuladamente la observaban. Esos sádicos, enfermos que sólo piensan en devorar; sólo piensan en el sexo, en poseer a todas las mujeres hermosas que ven, sólo creen que la mujer es un objeto, no son tan inteligentes para apreciar una obra de arte clásica como aquélla.

Me sentía incómodo, con gesto de guerrero herido; de animal salvaje que piensa que le quitarán la presa, dirigí mi vista a ellos; entonces dejaron de observarla.

Allí estaba de nuevo, llevaba su tenedor a su linda boca con tanta delicadeza que casi me desmayaba, suspiraba como bestia que ha sido sacudida por un flechazo de Cupido. Era tan bella, tan deliciosa, tan gentil que por un instante deseé diluirme en su vaso de agua para que me hiciera suyo por un momento.¡Ay Julia de Burgos!

De nuevo el tonto del mesero con aquellos movimientos de loca callejera. No soportaba su sonrisa maliciosa, sus guiñadas, sus miradas. Por mi mente pasó la idea de coger el pedazo de carne que me había servido y darle en la cara con todas mis fuerzas. Aquella amabilida, sus choques disimulados con mis manos me endemoniaban. Su forma de pararse y de mirarme me tenían con los pelos de punta.
___¿Desea algo más, caballero?¡una taza de café!,¡algún postrecito!,¡un vasito de agua...
¡Si me necesitas me llamas...amor!¡Qué tipo tan imprudente! Llegué a pensar que era marica en busca de placer.

¡Qué fastidio! ahora había otro intruso al lado de mi princesa. Lo sorprendí mirándola fijamente y a ella sonriéndole.¡Traidora!No sintió ningún respeto por mí. Me sentí tan poca cosa, ignorado y perdí toda esperanza. No tenía deseos de permanecer un minuto más en aquel lugar.¿Cómo salir de aquella situación tan ridícula?, ¿Cómo podía volver a cautivar la atención de mi reina?,¿Cómo podría concentrarme en aquella flor que me hacía suspirar de emoción?

Volvió el mozo impertinente.

___ ¿Me llamó caballero?¡Ay, qué calor tengo!¡Creo que estoy muy enfermo!¡Dios mío tengo un deseo de salir volando!...

___¿Volando?- le pregunté irónicamente-

___ ¡Ay sí!, volando como una hermosa garza blanca, un chango prieto o un pato de lago.

Era tan miserable que tomó un palillo de dientes y comenzó a limpiarse las uñas.

___¡Están perdidas, No soporto este trabajo.

Aquella sonrisa de lujuria me incomodó. Lo miré con rabia. El mozo cambió de semblante cuando le anuncíé que si no se apartaba de mi mesa le clavaría el cuchillo en sus testículos.

___Ay, no es para tanto, no sea tan agresivo...

Estaba tan molesto que cuando volví mi mirada a la rubia se había convertido en una arpía, en un ser espantoso que reía como una loca. La cabeza me quería estallar. Un torbellino de ideas luchaba en mi cerebro. Cerré con fuerzas mis ojos y allí estaba ella. Era resplandeciente, flor de flores, reina de mi jardín. La música me trajo a la realidad. Su mirada volvió a chocar con la mía.

Ella me miró, la miré. Me guiñó un ojo y sutilmente, colocándose una servilleta en sus labios, me lanzó un beso destructor. Estaba que no cabía en mis pantalones. Sentí que algo entre mis piernas bailaba y se levantaba como un huracán, como un cañón de guerra, como lanza de indio en plena batalla.

Sentí la lava del volcán que arropaba todo cuanto se le presentaba en su camino. ¡Ángeles del Cielo!¡Qué sensación tan divina! Disfruté. Sentí que mi sangre fluía como la corriente del río La Plata sobre el suelo borinqueño. Hice como " el toro que no muge"...resoplé... tomé un vaso de agua y sentí que el fuego que me consumía se iba apagando. Coloqué el vaso sobre mis labios mientras la miraba, le guiñé un ojo y le devolví el beso.

En un segundo fue mía, mía y nada más que mía; caminé junto a ella por las más hermosas playas, soñé con ella, soñé que rodaba por un prado verde cubierto de rosas, soñé con calles de oro y mar de cristal... Estaba como agua para chocolate, como caldo de gallina para mujer preñada, como la caña en febrero, lista para ser cortada...

Volvió el mensajero del infierno.

___ Aquí tiene su cuenta.

Lo miré de arriba a bajo y el bandido se apretó los labios y de nuevo me hizo una mueca lujuriosa. Perdí la noción del tiempo; me sentí miserable. Mi paciencia se agotó.

Tomé el cuchillo en mi mano derecha y cuando me disponía a clavárselo en el mismo centro de su corazón escuché la voz de la rubia...

___ ¡Mozo, mozo, por favor, mi cuenta!

Aquella voz ronca, torcida, rara... me lanzó al más profundo abismo. ¡No podía ser cierto!¡Era imposible! Sin embargo, mis dudas se confirmaron cuando el mozo contestó:

___¡Qué mucho jode esta loca!¡No la soporto!¡Es imposible!...
y colocando su mano sobre mi brazo levantado, que todavía sostenía el cuchillo, exclamó:

___ Ya regreso...¡Ay Dios mío!, ¡Qué bello eres!
¡Muñeco!


Fin

___
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.61
  • Votos: 71
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