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Fusión en paralelo

~~Era
 el comienzo de la tarde y ella esperaba el mensaje de Pedro.
 Una
 extraña forma de esperar, porque era al mismo tiempo un deseo
 de huir de un encuentro que por algún motivo se le antojaba
 disparatado. Susana, no entendía la ansiedad que la invadía,
 simulaba mantenerse interesada en avanzar un trabajo que en realidad
 no era sino un inútil pretexto que le servia para ocultarse
 a si misma sus propias percepciones internas
 Los
 minutos pasaban y, ella impaciente escribía borradores de mensajes
 que resultaban ser los mensajes de una mujer apasionada que desea
 entregarse a un hombre. Aterrada los borraba. Pues se daba cuenta
 que no podía escribir de esa forma, que desnudaba ante ella
 misma, en forma impúdica, una conmoción desmesurada
 en una mujer madura e inteligente. Debía esperar pasivamente
 Cuando
 sonó el teléfono , la simplicidad del mensaje marcó
 aun con mayor nitidez la distancia sideral entre los deseos abrasadores
 de la mujer y la simplicidad de las circunstancias.
 La
 voz del muchacho sonó en el auricular casi impersonal.
 Sra.
 Susana, perdone Ud. pero el proceso era demasiado largo y complicado
 y recién he podido concluirlo todo, no se preocupe todo está
 bien, solo falta la firma de Toño Solo falta la firma de Toño
 .. repitió ella mentalmente sin soltar el aparato.
 Si
 el supiera todo lo que en realidad falta. .
 Si.
 Falta
 verte , y saber que eres real como te imagino, falta que te diga lo
 que siento por ti , falta que te demuestre la conmoción infinita
 que tu sola evocación me produce , falta que mi cuerpo te cuente
 como es una mujer de verdad, falta que crezcas entre mis piernas como
 solo mi sabiduría podrá hacerte crecer , falta que te
 quemes conmigo en esta hoguera infernal que desataste con tu solo
 llamado . falta . .
 ¿Aloooo
 ¿. sonó la voz del muchacho y solo entonces ella logro
 decir casi con la voz desfigurada
 Pedro:
 Muchas
 gracias por todo, ¿dónde puedo pasar a recoger los documentos?,
 entiendo que es urgente la firma de Toño.
 No
 se preocupe Ud. Sra. dijo el muchacho. en este mismo momento voy
 saliendo a llevárselo a su casa.
 Nada
 podría haber desatado mayor impacto en el cuerpo y la mente
 de esa mujer. Desde ese mismo momento el reloj de su deseo comenzó
 a desgranar un tiempo de gloria. Su anatomía completa comenzó
 a florecer como si hubiese rejuvenecido veinte años
 Ella
 estaba enardecida de deseo. Su ropa interior no podía ya contener
 las rápidas emanaciones que su cuerpo había exhalado,
 vibraba entera, el pecho casi le dolía por la presión
 del brassiere, corrió a retocarse el maquillaje, se miraba
 repetidas veces al espejo para convencerse que aquello estaba pasando
 en realidad y no era otro de esos sueños excitantes y tensos
 que la despertaban al amanecer, a menudo justo en el momento de ser
 penetrada por ese extraño que habitaba en sus sueños
 de mujer madura y sola.
 .
 Y de pronto la asaltaban las dudas acerca de lo que sucedería.
 Quizás el muchacho le entregaría los documentos y se
 marcharía en seguida y ella se derrumbaría muerta de
 desilusión tras la puerta cerrada.
 Pedro,
 en cambio, estaba mas sereno
 Su
 motocicleta parecía volar y el viento helado en la cara lo
 mantenía atento al traficó endiablado a esa hora del
 atardecer.
 Recordaba
 la primera vez que la había visto el día del cumpleaños
 de Toño.
 Mi
 tía Susana. . había dicho su amigo y se había
 marchado, mientras el se había quedado paralizado frente a
 esa mujer morena, sonriente, que parecía querer dispararle
 con sus pechos diabólicamente erectos y sus ojos encendidos
 de un brillo que no pudo olvidar. Fue en una fotografía justamente
 de ese cumpleaños donde el había logrado rescatar su
 imagen y luego la había procesado en su computador hasta lograr
 el tamaño adecuado para desatar sobre ella todas sus fantasías
 masturbatorias casi todas su noches.
 La
 motocicleta se detuvo a la entrada de jardín.
 El
 rítmico golpeteo del motor de un tiempo fue reemplazado ahora
 por los latidos en su pecho que aumentaban en intensidad a medida
 que se acercaba el momento de ese encuentro que tanto había
 soñado. Se sentía preparado para ello.
 Dentro
 de la casa, la mujer había terminado de perturbarse.
 Una
 extraña serenidad la había invadido cuando se dio la
 ultima mirada en la inmensa luna del espejo del vestíbulo y
 vio lo acertada que había sido la elección de esa bata
 roja tan simple en su corte, tan insinuante en la forma como le ceñía
 el cuerpo . Casi se sintió algo malvada por exponer de esa
 forma su belleza madura y guardada.
 Sonó
 el timbre pulsado por el muchacho y ella espero contando los latidos
 de su sexo uno tras otro hasta contar catorce y entonces abrió.
 El
 muchacho la vio.
 En
 ese mismo momento comenzó a apreciar la diferencia abismante
 que existe entre las fantasías y la realidad aplastante de
 una mujer concreta. Si sintió ridículo caminando con
 esos absurdos papeles en la mano.
 No podía separar la vista de ella y dejo de escuchar sus palabras
 que se suponía eran de saludo.
 La
 mujer avanzó por el vestíbulo y el la siguió.
 Fue
 un error, porque entonces vio a la mujer por detrás y su vista
 quedo clavada y oscilante en su trasero prodigioso que se movía
 al mismo cadencioso ritmo de sus caderas que parecían hablarle
 un lenguaje envolvente. Le dieron unos deseos atroces de ponerse de
 rodillas y abrazarla por la cintura , pero la rigidez de su miembro
 se lo habría impedido , le estaba doliendo esa erección
 descomunal.
 Entonces
 ella se detuvo
 Se
 dio cuenta que estaba vacía de ideas, y seca de palabras.
 Lo
 tenía allí, frente a ella , solos los dos, con eternas
 dos horas por delante en la tarde calurosa de diciembre.
 Había
 gastado todas sus fantasías , se le había borrado todos
 su plan de ataque, se le perdieron cada una de sus estrategias eróticas,
 porque estaba invadida de la presencia del macho joven e inexperto
 que llenaba la habitación y allí estaban el uno frente
 al otro y así se habrían quedado hasta la eternidad,
 si ella no se hubiese acordado del lazo. Si del bendito lazo del vestido
 rojo.
 Entonces le volvió la seguridad de hembra en celo y levanto
 cadenciosamente su mano , la llevo al cuello y tiro del lazo y el
 vestido cayó pesadamente al suelo quedando completamente desnuda
 frente al muchacho.
 El
 macho solo vaciló unos segundos y respondiendo al llamado de
 la selva la alzó en sus brazos y la extendió sobre la
 alfombra, Ambos cerraron los ojos y en medio de esa oscuridad el alarido
 de la hembra cortó la tarde del barrio para señalarle
 al mundo que la virginidad tardía de una hembra madura cantaba
 su destrucción.
 Unos
 papeles a medio escribir fueron los únicos y mudos testigos.

Datos del Relato
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