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Fui infiel en mis vacaciones en el Litoral. Parte 8. EPÍLOGO

Como anticipé en el Capítulo 1, dado lo extenso que resultó este relato voy a resumir aquí el resto de nuestra estadía en el hotel y circunstancias que en consecuencia he vivido luego, hasta el día de hoy.

La obra de reconstrucción del puente se terminó y habilitó el día 10 de nuestra estadía, un martes.

Mis actividades rentadas en los 5 últimos días las fui regulando, le dije a Susy que ya estaba un tanto agotada y le pedí que me programara para eventos de no más de 5 o 6 tipos por día. Ella me decía que intentara hacer un esfuerzo para poder reunir el dinero que necesitábamos para pagar la reparación del Corolla, pero yo le dije que con esos servicios más el trabajo de Toto juntaríamos lo necesario.

Sin embargo, sobre el penúltimo día no pude zafar del festejo del cumpleaños de Matheu. Fue una tarde-noche en una habitación. Nos habían pedido que fuéramos todas las chicas, pero solo pudimos participar Susy, Julia y yo.

Cuando ingresamos a la habitación, una de las más grandes del hotel, nos estaban esperando todos los voluntarios del programa. Solo faltaron los 4 gay.

Tuvimos sexo duro durante más de dos horas. Primero me cojieron a mí en una especie de banqueta alargada, uno por uno y en todas las posiciones imaginables, mientras Susy y Julia les chupaban las pijas en la fila a los que esperaban pasar luego por mí. Después me sentaron en una silla y a las chicas las acostaron una a la par de la otra en la cama, donde las cojían como a dos perras. A medida que los tipos iban alcanzando su punto final se acercaban donde yo estaba pasando sus vergas hinchadas por mi boca haciendo que se las mamara de a dos o tres por vez, hasta que iniciaban sus eyaculaciones descargando sus espermas en mi rostro y boca, haciéndome un bukkake. Mi rostro, pelo y torso quedaron tan embadurnados con el espeso líquido lechoso que no se me veían los ojos. Yo había visto eso en películas porno pero estos animales me lo hicieron vivir en carne propia. En realidad fue una experiencia increíble. Susy y Julia se reían de mí cobertura facial, ellas salieron limpitas.

Fuera de este evento y de los programados por Susy, los restantes “compromisos” que asumí por mi propia voluntad y a mi entera satisfacción no eran con fines de lucro sino por puro placer.

Uno de ellos fue Lou, quien si bien me pagaba los 200 dólares por vez, él me enloquecía con una sobredosis diaria de placer fuera de programa. Yo sabía que el gigantesco miembro de ese negro, que me hacía acabar con solo mirarlo, era un trofeo que no volvería a tener en mi vida, cosa que hasta hoy no ha sucedido.

El otro fue mi tierno amiguito José a quien atendía en su búnker de herramientas. Él me brindaba momentos de extrema pasión, haciendo que mis mañanas comenzaran con una buena cuota de sexo. Luego me enteré por Susy que a los 2 años se separó de Vivi y que en la actualidad trabaja de actor porno en Brasil, con lo que gana mucho más dinero que de jardinero. Esto me apenó un poco por sus dos pequeños y porque me había encariñado con él a pesar de ser mucho más joven que yo.

También tuve muy buenos momentos con Guillermo el profe de tenis, con quién teníamos nuestros encuentros sexuales por las tardes. El reservaba para mí su último turno y nos metíamos en un pequeño albergue donde guardaba su moto, sus prendas y pertenencias. Desde entonces Guillermo ha viajado 4 veces a Mendoza con sus amigos motoqueros. En esas ocasiones hemos podido estar juntos en una casa donde se reúnen en grupo con sus amigas y hacemos intercambios de parejas. Posiblemente este sea uno de mis próximos relatos que suba a la página.

De Susy puedo decir y escribir tanto. Que mujer tan especial, dejó una fuerte impronta en mi corazón que marcó un hito en esa parte de mi vida. Creo que nos buscábamos ambas y cada día encontrábamos un espacio y un tiempo para disfrutar nuestra ferviente atracción sexual, amándonos con locura. La primera vez que lo hicimos, me comentó que Juan estaba muy interesado en mí y como él le había dado a Susy la libertad para que prestara sus servicios a los del grupo, le insistía para que organizara un encuentro conmigo y con Toto. No me costó mucho convencerlo a mi esposo, cuando le dije que se trataba de Susy, ya que ella lo subyugaba con su simpatía y auténtica frescura, además de tener un buen cuerpo y por ser 10 años menor que él. Además no le molestaba que yo estuviera con Juan, bastante mayor que él. Estuvimos juntos los 4 en dos oportunidades aunque Toto se desencantó al ver que Susy se dedicaba de lleno a mí, besándome y acariciándome mientras yo cogía con Juan. Luego de la primera vez, le dije a Susy que en el próximo encuentro lo atendiera más a mi Torito pero ella me decía que no le apetecía ni le daba el goce que tenía conmigo. Yo la entendía porque el pene de Toto no daba para motivar a una hembra como ella.

Con Susy nos hemos seguido comunicando por wathsapp. Con la recaudación de los eventos que tuvo con los del grupo, pudieron saldar la gran deuda que tenían. Ella siempre me dice que me extraña y me pide que vaya a visitarla. El año pasado se enfermó Juan y a los 3 meses falleció. Ahora Susy administra el hotel y me cuenta que ha mejorado los servicios y que le va muy bien con su clientela en los intercambios de parejas.

Con respecto al Corolla, aún lo tenemos y está impecable. Beto se esforzó para reparar la chapería sin escatimar en detalles. Yo cumplí con el pago de la segunda cuota que me había pedido su socio Carlos, pero me aseguré de llevar el dinero en el horario que él no estuviera. Ese día tuvimos muy buen sexo con Beto, él es un tipo extraordinario y me hace sentir mujer plena.

Aquí ocurrió una de esas cosas que son obra de la divinidad, como yo siempre digo. Resulta que el Corolla lo retiramos al irnos del hotel, pedimos un remise que nos dejó en el taller. Toto le pagó a Beto el saldo de la reparación con el dinero que había cobrado en la obra y el resto con dólares míos. Beto cumplió con el descuento prometido y nos dio el domicilio del taller que su hermano gemelo José Luis tenía en Mendoza.

Ni bien llegamos a nuestro hogar, Toto reinició sus actividades laborales y me pidió que me encargara de llevar el Corolla al taller del hermano de Beto que nos cotizara la pintura. Fue una tarde febrero cuando fui al taller de José Luis o Pepe, casi a la hora de cierre. Hacía mucho calor y en verano suelo usar minifalda muy pequeña y remera ajustada. Los empleados del taller dejaron de golpear y de pintar para espiarme desde entre los autos. Uno de ellos se acercó a recibirme y me hizo pasar a la oficina. Casi me caigo cuando lo vi, era idéntico a Beto, la misma voz, los mismos ojos, pelo, estatura, sonrisa, etc. No podía creerlo. Estuvimos mirando el Corolla mientras los empleados se retiraban a las 19:00, por supuesto sin dejar de quemarme el culo con sus miradas. Pepe cerró el portón del taller y nos quedamos junto al Corolla. Como Beto le había adelantado lo de la pintura del auto, ya tenía esbozado un presupuesto en borrador. Creo que Beto no solo lo puso al tanto de la pintura sino también respecto de mi forma de retribuirle el descuento de la reparación de chapería, ya que Pepe también me hizo una bonificación importante. Yo seguía hablando como si estuviera con Beto, pero ahora era su hermano gemelo quien me brindaba plena confianza con la conversación que poco a poco fue haciéndose más punzante. En un momento se me cayeron las llaves del auto y me agaché a recogerlas, tratando de cubrir mi culo con mi pequeña falda. Cuando me levanté él me tomó por la cintura apoyando mis nalgas en el capot del Corolla y nos comenzamos a besar con pasión. Yo sentía que estaba con Beto. Pepe no me dio tiempo de quitarme la falda, me bajó la tanga,levantó mis piernas sobre su torso y me penetró. Nunca había cogido sobre la trompa de un automóvil pero me resultó sumamente apasionado y maravilloso. Luego de varios orgasmos me di la vuelta apoyando mi pecho en el capot, Pepe me levantó y me hizo arrodillar sobre la chapa con las piernas muy abiertas. Yo me abrí bien los cachetes y le pedí que me la diera por el culo. Fue tan delirante y tan violentos los movimientos que luego Pepe tuvo que eliminar las abolladuras que había sufrido la chapa del capot.

Esto de mis amantes gemelos es algo muy emocionante. A Pepe, desde aquel entonces lo visito una vez al mes sobre el final del día. Mientras sus empleados me enceran el Corolla, él le da brillo a mis agujeros con abundante lechita. Nos quedamos cojiendo a veces en la oficina, otras cuando se van los empleados, sobre los autos en reparación o en sus butacas, lo cual eleva mi libido al tope. Los gemelos son muy unidos a tal punto que se visitan bastante seguido. Beto viene 2 veces al año y Pepe viaja otras 2 veces al litoral. Cuando Beto está en Mendoza, viene al taller a la hora de cierre y nos quedamos los tres, haciendo de las nuestras en los sillones de la oficina. Son dos tipos estupendos y muy potentes.  

Para el final he dejado a Benson. Su nombre de pila es Antony aunque todos sus amigos lo nombran por el apellido, por lo cual yo lo apodé Ben. Él había enviudado 3 años antes de conocerlo en el hotel y desde entonces solo había tenido compañeras circunstanciales. Su sangre anglosajona le da esa característica de caballerosidad y gentileza, pero a la vez de hombre muy estructurado y algo frio. En esos días en el hotel estuvimos 2 veces más con los dos matrimonios swinger, haciendo intercambios y otras tantas veces a solas él y yo. Yo me había integrado muy bien al grupo de elite e hicimos buena amistad con la cubana Emely, quizás nos entendíamos mejor por hablar el mismo idioma. A Toto le dije que ella era la mujer de Benson para que no desconfiara  de mí a la hora de verme con Ben. Como yo no quería ser descubierta en esa relación, especialmente por Susy que tenía cierto olfato, opté por visitarlo en un par de veces en horas avanzadas de la noche, luego que hacíamos el amor con Toto y éste se quedaba profundamente dormido. Me quedaba con Ben hasta alrededor de las 4 o 5 de la madrugada y volvía a mi cama sigilosamente a dormir.

Ben me dijo que sentía algo muy especial por mí, pues yo lo divertía mucho y la pasábamos muy bien. En la última noche me confesó que sentía que estaba enamorándose de mí y me pidió que me fuera con él a EEUU. Dijo que tendría una vida de reina en su casa de New York, prometiéndome que no me faltaría nada. La verdad que con su declaración me dejó helada. Debo confesar que yo también me había encariñado con él a pesar de la diferencia de edad. Sin embargo pensé que su carácter autoritario y controlador significaría para mí un reinado de sacrificio al no poder disfrutar esa libertad absoluta que tengo con Toto y que hace que disfrute la vida con tanta felicidad. Por ello y aunque con cierta carga de un posterior arrepentimiento opté por rechazar la propuesta diciéndole a Ben que no estaba preparada. Igual recibí los segundos 5.000 de obsequio que me había prometido para la reparación del Corolla, todo un caballero cumpliendo su palabra.

Benson no renunció ante mi negativa y desde entonces viaja a la Argentina 2 veces al año, según él por razones de negocio en Buenos Aires, pero yo sé que él desea estar conmigo y a mí eso me hace feliz.

Si bien hemos estado dos veces en el hotel Intercontinental y otra vez en el Hyatt porque le encanta jugar a la ruleta y gastar mucho dinero, a Ben le fascina la montaña mendocina. Por tal razón, las demás veces que ha venido nos hemos instalado 2 días con sus noches en Potrerillos, en una hermosa cabaña que me presta una amiga. Yo le digo a Toto que se trata de escapadas de amigas y como lo hacemos entre semana en días laborables, él ni siquiera intenta acompañarme impedido por su trabajo. Soy muy buena cocinera pero en casa con Toto no almorzamos juntos y a la noche generalmente cocina él o compramos comida preparada. Pero Ben activa mis dotes culinarios (además de los culiadiarios, jaja) y en la cabaña le preparo sus comidas preferidas. También salimos a caminar por los cerros o a cabalgar, pero sin dudas que nuestra mayor dedicación horaria es para el sexo ya que él, a pesar de su edad, es un tipo sumamente activo y muy potente por los tratamientos que ha hecho. Ben colma mis necesidades extremas en todo sentido y yo le brindo pasionalmente mis atributos de mujer hipersexual recibiendo sus coitos y semen en todo mi cuerpo, con inmenso placer. Además siempre me hace importantes regalos, como anillos, colgantes, carteras y calzados de primeras marcas, resultándome un tanto difícil explicar a Toto su procedencia, para lo cual yo menosprecio la calidad de esos obsequios diciéndole que son imitaciones que vende una de mis amigas.

En cada viaje Ben me deja un sobre con un cheque de 10 mil dólares, sin abandonar su empeño por convencerme para que me vaya a vivir con él. También me regala importantes cantidades de dos clases de comprimidos para Toto.

En Julio del año pasado, para su cumpleaños número 75, me pagó una estadía de 10 días en New York. A Toto le dije que era Emely, esposa de Benson, quien nos invitaba por la gran amistad que yo había hecho con ella durante nuestra estadía en el hotel de Susy. Como mi esposo debe programar con anticipación sus vacaciones Benson envió dos pasajes, uno para Toto y otro para mí con solo una semana de antelación. Ante la imposibilidad de acompañarme, Toto me alentó e insistió para que yo no desaprovechara el viaje.

Esos días viví realmente una experiencia con perfil aristocrático. Ben posee una imponente mansión de estilo francés con un parque magnífico en las afueras de la ciudad. Él se tomó licencia durante mi estancia y se dedicó de lleno a mí. Hicimos paseos por grandes ciudades de los alrededores, me hizo conocer museos, fuimos a teatros y en todos los encuentros con sus amistades de alto nivel social me presentaba como su más especial compañera. En esos días viví a pleno mi euforia sexual que Ben alimentaba sin condicionamientos. Los empleados de la mansión, salvo 2 mujeres de la cocina y 2 de limpieza, eran varones. Ellos nos atendían permanentemente con total discreción lo que facilitaba nuestras prácticas de nudismo en el jardín y pileta, donde hacíamos el amor sin reparar en ellos. En dos oportunidades Ben invitó a matrimonios y parejas amigas que disfrutaron también estos espacios al aire libre con nosotros y con los que realizamos intercambios tríos, cuartetos y grupales sin límites. También fuimos en otras dos ocasiones a un campo nudista porque Ben entendía mi temperamento y sabía de mis placeres.

El día de su cumpleaños hizo una gran fiesta para 300 invitados en los jardines y salones de su mansión, que se extendió desde las cinco de la tarde hasta la una de la madrugada. Realmente me sentí como cenicienta en ese ambiente tan refinado. Ben me presentó a casi todos ellos y ellas, algunos pocos eran familiares, sus socios y varios integrantes de su compañía. El resto personas de la ciencia y medicina, arte, músicos, cantantes, muchos del mundo de la farándula, incluso había una pareja de periodistas a los que Ben les brindó notas relativas a sus investigaciones y emprendimientos comerciales. Al retirarse el grueso de los invitados, se quedaron 7 parejas con las que Ben organizó el juego de las llaves de las habitaciones en el jarrón. A mí me tocó en suerte un saxofonista de jazz negro, de unos 50 años. Como todo hombre de origen afro tenía un pene importante, aunque me costó bastante ponérselo en su máxima erección. El morocho dedicó más de media hora a hacerme sexo oral y sus labios gruesos me hicieron temblar y acabar más de 6 veces. Luego estuvo cojiéndome durante más de dos horas y yo disfrutando de nuevos orgasmos. Él no logró eyacular en mi vagina ni en mi ano. Sólo pudo hacerlo luego de más de 20 minutos de besos y chupadas y con su propia masturbación, finalmente me entregó la leche en la boca. Al día siguiente Ben golpeó la puerta, eran las 12 de la mañana y estaba sola durmiendo. Sus amigos ya habían desayunado y se habían retirado.

Mi exposición en la fiesta fue extrema y peligrosa en especial ante los medios de comunicación que publicaron notas en diarios, revistas y en la tele, lo cual hasta hoy sigue preocupándome pensando que alguno de mis familiares pueda enterarse. Por las dudas a mi regreso le conté a Toto todos los detalles de la espectacular la fiesta de cumpleaños de Mr. Benson y de los diversos lugares que él y su esposa Emely me habían hecho conocer durante esos días.

Debo confesar que me costó horrores despedirme de Ben, esta vez, cuando me lo volvió a proponer, estuve a punto de aceptarlo y quedarme a vivir con él. Fue mágico lo que viví esos 10 días y hasta llegué a pensar que Ben era más liberal y comprensivo conmigo que mi esposo. Sin embargo los 24 años que me lleva me hacen pensar que esa gran vida puede terminar pronto y al final podría quedarme sin el pan y sin las tortas.

De todos modos fue una experiencia maravillosa como lo es todo lo que me brinda la vida, yo me siento plenamente feliz por poder disfrutar tantas cosas bellas que me pasan y agradezco al cielo todo eso.

Adrián mi sexólogo, con quien mantengo relaciones íntimas desde que lo conocí hace más de 18 años, está al tanto de todas mis experiencias y admira mi capacidad de sociabilizar con distintas personas, incorporando siempre a mi vida algún nuevo amante que se suma a los anteriores.

En lo que a Toto respecta, él ha mejorado mucho su potencia y hasta diría yo, ha aumentado algo el tamaño de su miembro, aunque él insiste en que le ha crecido más de 3 cm. Benson me ha dicho que el tratamiento se complementa con inyecciones que deben administrarse bajo control de sus médicos y realizar otros tratamientos rigurosos que Toto no ha recibido, por lo cual la efectividad no será ciento por ciento.

Bueno, espero que hayan disfrutado esta historia que como dije es real, tan real como son los videos de mis eventos en el hotel de Susy, que Ben en contra de su voluntad accedió a obsequiarme estando en New York, los cuales me posibilitaron recordar muchos detalles que tenía olvidados.

Hasta la próxima¡¡¡ espero opiniones y comentarios.

 

Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 10
  • Votos: 1
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