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Cuando ingresé al parque por el camino que conduce al hotel, estaba José podando unas plantas.
Ni bien me vio me hizo señas para que me detuviera.
-Hola José, como te va?
-Masomenos señora Hilda, la he estado buscando toda la mañana, no sabía que había salido- Le pregunté que necesitaba. –Mire señora Hilda, no lo tome a mal pero como Ud. y yo nos hemos hecho tan buenos amigos y me dijo que contara con Ud. cuando necesitara su colaboración, bueno ahora la estoy necesitando. Resulta que tengo que recolectar mi…. bueno mi líquido para entregarlo antes de las 14.
-Ay mi vida, yo vengo con un hambre que ni te cuento- Mirando la hora en mi celular, eran casi las 13:00.
-Porque no te masturbás para juntar tu lechita cariño, después más tarde lo podemos intentar de nuevo, más tranquilos.
-Imposible señora Hilda, no puedo acabar si no es haciendo el amor con una mujer, aunque quisiera me cuesta mucho hacerlo solo. Hágame el favor, señora Hilda, yo tengo preservativos y todo.
-Pero si entramos a mi habitación a esta hora alguien nos puede ver, José.
-Si claro, yo no dije de ir a su habitación. Por la parte de atrás del hotel está mi pieza de herramientas, yo la espero ahí.- Salió al trotecito, su cuerpo atlético y su frescura invitaban al juego.
Dejé la scooter tras una empalizada y entré al cuarto del taller de José de unos 6 por 4 metros, él estaba esperándome junto a sus máquinas de cortar el pasto y otras máquinas y herramientas. Cuando me acerqué el apoyó levemente sus manos en mi cintura, entonces levanté sus brazos sobre mis hombros, cruzando los míos por su cintura. José era demasiado hermoso para no disfrutarlo y yo tenía la gracia de poder hacerlo. Con mi boca muy cerca de la suya, le dije que solo hacía esto por la amistad que teníamos y en colaboración con su tratamiento. Luego nos besamos un buen rato, yo estaba excitadísima pero él me iba quitando ceremoniosamente primero mi remera, luego la calza. Yo me saqué la tanga y me arrodillé sobre una colchoneta que había en el piso. Le desabroché el jardinero y le bajé el calzoncillo. Qué bello ejemplar, pensé. Cuando se la tomé entre mis manos y comencé a acariciarla, comenzó a endurecerse rápidamente, haciéndome levantar temperatura al instante. Se la chupé durante más de 10 minutos. Después, mientras se colocaba el condón, me acosté de espaldas en la colchoneta y abrí bien mis piernas, ofreciéndole mi rosa mojada.
-Vení amorcito, aquí está tu amiga lista para satisfacer tus necesidades.
Él se montó encima de mí y se la tomé para apoyar la rica cabezota en mi concha. Cuando me la metió me tuve que tapar la boca para apagar mis gemidos de placer, de nuevo fue algo estrepitoso, violento. Nuestros cuerpos bailaban como hojas en torbellino, la colchoneta por momentos se liberaba de nuestros cuerpos que se revolcaban en el piso, nos turnábamos la montura de él sobre mí y yo sobre él, mis orgasmos eran brutales, quizá estuvimos así media hora o más. Luego me levantó, me montó en el asiento del tractorcito de cortar césped, me tomé del volante y levanté mi cola ofreciéndole mi tierno agujerito negro. Cuando me la apoyó, me abrí bien las nalgas para recibirla.
-Ahhh…..ajjjjj…..así mi vida, aahhh, rompeme el culo, ajjjj….ajjjj…..así dámela todaaaa José- Entró poco a poco pero sin detenerse….entró toda, toda.
Que maravilloso orgasmo, no podía dejar de brincar, mientras sentía los jadeos de José que llegaba a su punto final, entonces me tomó de los hombros y me la metió en violentos bombeos golpeando hasta el tope.
Cuando se retiró se quitó el condón, con una carga de semen tan cuantiosa que me hubiera gustado recibirla en mi recto. Lo anudó y se lo guardó con sumo cuidado.
Me dio mil veces gracias por el favor que le había hecho pero la agradecida era yo por su maravilloso polvo.
Me duché muy rápido, a las 14:30 estaba en el comedor, aún estaban almorzando más de la mitad de los huéspedes. También estaba Benson que desde su mesa me hizo un guiño sonriente.
-Hola princesa, buena hora para llegar- Me dijo risueñamente Susy sentándose en mi mesa. –Te he estado esperando para que almorcemos juntas.
Mientras Vivi nos servía la bebida, ordenamos comida liviana, yo croquetas de espinaca y Susy zucchinis.
-Me contaron que ayer estuviste haciendo natación, antes que llegáramos Matilde y yo?
-Si, cuando andaba caminando por ahí, dos de esos tipos se me interpusieron y me llevaron con los otros. No quise decirte nada porque no quiero que les hagas problema. Después de todo, pude hacerme de unos buenos verdes.- Susy me dijo que ella y Matilde habían sido citadas para unos test de sexo al aire libre con ellos, pero que no había problema por haberlos atendido yo primero, todo estaba bien.
-Una de las médicas me entregó el programa de trabajo de hoy para que organice a las chicas y las distribuya en cada actividad. Eso no impide que aquella que lo desee pueda además tener encuentros adicionales fuera de programa para hacerse de unos dólares más. Mientras te dé el físico hacé lo que más puedas cariño.
-Claro Susy, no olvides el tremendo gasto que tenemos con el auto, todavía no he podido recaudar ni la mitad de lo que necesito. No sé si voy a lograrlo amiga, pero lo voy a intentar.
-Bueno querida ya le he asignado los eventos de hoy a las chicas, que no es mucho lo que aportan, imaginate. Vivi solo en las mañanas mientras José está trabajando en el jardín, pero con su embarazo no se banca más de dos o a lo sumo tres. Julia, la ayudante de cocina ha resultado ser la más guapita, ayer atendió a siete y esta tarde otro tanto. Doña María no se puede más de uno o dos por día.
Imaginate, estos tipos necesitan tener sexo por lo menos 2 veces por día así que con este plantel no cubrimos ni el 30 % de sus necesidades. Benson está preocupado porque están dejando de hacer ciertos estudios que tenían previsto y me ha pedido que aumentemos la dedicación. Me dijo que tiene la suerte que las dos médicas con sus esposos son matrimonios swingers y ellas están colaborando con las pruebas en la medida de sus tiempos. Además cuatro de los voluntarios son bisexuales y ellos también contribuyen como receptores para algunos test.
-Ahh, o sea que es un grupo bien completito, jaja.- Le dije a Susy sin hacerle ningún comentario sobre mi encuentro con Benson. –Y Decime, para vos y para mí que actividades hay para hoy, si se puede saber-.
-Yo no tengo problema cariño, sabes que es mi oficio. Esta tarde-noche atiendo a 13 en distintas formatos y horarios. En cuanto a vos, esta tarde a las 5 tenés que ir al domo, donde hay una cancha para usos múltiples. Allí van a jugar al básquet, 10 tipos. Antes del partido vas a atender a los 5 de un equipo y al finalizar el partido, los otros 5. Los médicos tienen que evaluar la potencia antes y después de practicar deportes.
-O sea que voy a estar como 2 horas entretenida, jaja, está bueno, cual es el domo?
-Está detrás de los árboles que hay en el sector de pileta. Vas a ver una gran lona plástica blanca que cubre la cancha.- Luego de tomarnos un té digestivo me despedí de Susy y de Vivi y me fui a mi habitación.
Tenía como dos horas libres así que aproveché para hacerme una enema de 2 litros, que repetí con 1 y medio más. Esto sería práctica de todos los días pues no quería volver a tener sorpresitas desagradables. Luego me duché y hasta tuve tiempo de dormir 45 minutos. Qué excelente descanso, pensé al despertar, estaba nueva.
Me peiné con flequillo y colita, usé maquillaje suave, sostén y tanga blancos, remera rosada, un mini short muy ceñido, zapatillas tipo tenis, gorra roja con visera y partí para el domo.
Al atravesar una abertura lateral con dos lonas a modo de puerta, en el interior parecía una carpa de circo, blanca con estructura metálica. Una gran superficie de piso, pintada azul, en una mitad dos aros de básquet enfrentados y en la otra dos arcos de futbol de salón. En un costado dos juegos de living enormes tapizados con símil cuero verde agua, alineados en dos grupos para los jugadores, separados por dos pequeñas mesas con computadoras y otros equipos electrónicos. En el sofá y sillones de la izquierda estaban sentados 5 jugadores con pantalón y camiseta blancos con sus pectorales, brazos y piernas encintados sujetando pequeñas tabletitas electrónicas, mientras que los 5 del otro equipo rojo, practicaban en el aro, igualmente llenos de aparatos en sus cuerpos. Uno del equipo blanco se puso de pie y vino hacia mí, era Jaime el jamaiquino con el que debuté la primera noche cuando estuve con Susy. Me causó alegría verlo y de inmediato comencé a conversar con él mientras miraba a sus compañeros para ver si reconocía a alguien más. Solo identifiqué en el otro equipo de los rojos a Jim, el que me había cojido en el jacuzzi.
Faltaban 5 para las 17:00 cuando entraron una mujer y dos hombres vestidos con ropa liviana y se sentaron en la mesa de instrumentos. Uno de ellos se acercó y me saludó amablemente en español, ya conocía mi nombre. Me dijo que la mujer era médica, cosa que yo imaginaba y que el otro y él eran técnicos. Fue bastante breve ya que a continuación me pidió que fuera con los muchachos del equipo blanco, diciendo que me despreocupara de ellos que estarían trabajando con sus instrumentos.
En los dos sillones y el sofá aguardaban sentados mis cinco bebés, cuatro negros incluyendo a Jaime y un blanco, todos enormes, lucían muy jóvenes aunque la gente de raza negra aparenta mucho menos edad que la que realmente tiene, como me pasó con Jaime la primera vez que lo vi.
El jamaiquino, tan atento se puso de pie y me cedió su lugar en el sofá, en medio de un negro y el rubio que era bastante buen mozo. Yo comencé por él, le pregunté su nombre, Jaime respondió diciendo Michel y señalando al negro, Tommy. Ambos comenzaron a darme unos besos suaves en las mejillas y el cuello. Yo miraba de reojo la mesa de instrumentos porque no me sentía muy cómoda con la supervisión, pero vi que estaban muy entretenidos con sus aparatos. Entonces liberé mis sentimientos, comencé a besar a Michel enjugando su lengua con la mía, mientras Tommy me desabrochaba el short, continúe besando al negro y Jaime de pie frente a mí me sacó el short y luego la tanga. Yo ya estaba a mil con las manos de Tommy y Michel en mi entrepierna metiéndome sus dedos en la vagina. Les bajé el pantalón y salieron a relucir sus enormes penes, primero uno después el otro los fui lamiendo, besando, masturbando, chupando, sintiendo como rápidamente cobraban brutal tamaño y rigidez. Al igual que yo, Jaime tenía solo sus zapatillas, se arrodilló entre mis piernas, me las levantó sobre sus hombros y comenzó a mamarme la vagina y el ano. Hice esfuerzos por evitar un orgasmo prematuro, pero mi temperamento ninfo me dominó como siempre y un cosquilleo orgásmico sacudió mi cuerpo como muñeca de trapo. Michel me tomó por la cintura y me montó de frente a él con mis rodillas apoyadas en el asiento a cada lado de su cintura. Los otros dos negros de los sillones laterales estaban de pie detrás del respaldo del sofá y sujetando sus vergas algo flácidas aún, me las ofrecieron para que se las mamara mientras me acomodaba sobre el botón de la blanca pija de Michel, que me jaló haciéndome descender hasta la mitad de su grandiosa envergadura. Mis gemidos se transformaron en aullidos de goce, mi desesperada cabalgata me hacía brincar descargando mis orgasmos presurosos sintiendo como Michel taladraba con múltiples pistoleos el fondo de mi concha. Los de la mesa de instrumentos ya no eran mi preocupación, es más, me había olvidado que estaban ahí. Jaime me tomó de la cintura levantándome levemente, haciéndome saber que iba a entrarme por el ano. Levanté mi preciada colita conteniendo mi respiración, pude sentir de inmediato la cabeza violácea que hizo un par de embestidas guiadas por sus manos hasta que logró introducírmela.
-Aaaaaaayyyyyy - La penetración fue maravillosamente cruel, despiadada, sublime.
Michel, reinició sus bombeos ahora más suaves y Jaime me la fue enterrando con pequeños enviones. Yo apretaba, chupaba, mordía las otras 3 vergas que tenía en mi rostro y a gritos pedía que me cojieran así.
Los movimientos eran firmes, sin pausa, una hacia adentro y la otra saliendo sucesivamente.
-Masss, maaaassss, asííiii….assssiii por favor cójanme assiiii, ahhh….aaaaaajjj.- De nuevo entré en ese trance donde mis orgasmos no cesan de suceder, sintiendo como esos dos enormes penes se rozaban en el interior de mi vientre. Me fueron rotando, Tommy me destrabó de Michel, se sentó y me colocó de espaldas a él tomándose la pija con una mano, para meterme su negro bastón en el culo, mi esfínter totalmente dilatado no interpuso demasiada resistencia. Uno de los negros de atrás se puso frente a mí arrodillado y me la metió por la vagina, que placer divino. Jaime que me la había tenido guardada en el recto, se paró sobre el sofá y me la metió en la boca para que se la chupara, igual que Michel. El otro negro de atrás se puso también en el frente. No sé como lo hizo pero se arrodilló junto a las piernas de Tommy y comenzó a presionar con la cabeza de su verga en el borde de mi concha ocupada con la pija del otro negro. Luego de varios intentos me la hizo entrar apretada junto a la otra, mientras Tommy continuaba moviéndome la suya en el recto. Yo sentía que mi coñito se desgarraba, contuve el dolor e intenté acomodarme para recibir sin dañarme los tres penes. Fue algo glorioso, a los minutos estaba exhalando suspiros de dolor y placer y éste superó el dolor. Que belleza de hombres superdotados, enormes, me estaban destrozando y a la vez haciéndome gozar como una perra. No alcancé ningún orgasmo en esa pose pero sentí que Tommy llenaba mi recto con su leche caliente. Uno de los morochos me la sacó de la concha y el otro continúo unos minutos hasta que comenzó a acabar, el semen brotaba por el borde de su verga y el ruido del chapoteo me llenaba de goce. Los otros tres fueron entregándome sus cuantiosos líquidos seminales en el rostro y en la boca, que forma de tragar tanta leche.
Finalizado este primer round, la doctora me dijo que si deseaba podía salir a pasear al parque pero que en una hora regresara para completar el evento con el equipo rojo, al final del partido.
Me duché en el camarín, mi vagina latía con algo de ardor por la brutal doble penetración a que me habían prodigado esos dos negros. Me vestí y salí a caminar con un poco de molestia, eran como las 6 de la tarde.
De pronto sentí un chistido y al voltearme vi que era el churrazo de Gustavo que venía por otro sendero.
-Hoolaaaa¡¡¡ qué bueno verte, no me digas que vas a jugar tenis.- Su sonrisa rebosaba simpatía y su pulcra vestimenta invitaba a mirar su figura.
-Hola Gustavo, solo salí a caminar un rato.- le dije devolviéndole una sonrisa con cierta sensualidad.
-Mirá Hilda, hoy me han fallado 3 jugadores que tenían el último turno porque están en un evento de control en el domo y me iba para allá, pero dado nuestro casual encuentro te ofrezco que practiquemos un rato, yo me voy a las 18:30.- Mierda pensé, de casualidad no me encontró en plena faena. Ante mi negativa me insistió y accedí.
Me facilitó una raqueta y comenzamos haciendo algunos tiros pero pronto entendí que mi lento aprendizaje entorpecía sus deseos de abordarme. Tal fue así que saltando la red en un brinco se acercó a mí preguntándome.
-Y tu esposo, viene? o está en la obra del puente.- Yo le respondí que estaba trabajando.
-Bueno, dejame que te muestre algunos golpes importantes.- Comenzó a hacer movimientos con su brazo y raqueta, diciéndome como era el drive, el revés, el saque, etc. Luego me comenzó a tomar por la cintura con un brazo y con el otro, me tomaba la muñeca sosteniendo la raqueta y me acomodaba las piernas, mostrándome las distintas posturas. Para el saque me tomó de atrás y apoyando su miembro en mi cola me rodeó por el abdomen y me tomó el brazo derecho haciéndome levantar la raqueta.
-Muy bien, así. Perfecto, vamos otra vez.- me decía con su mejilla apoyada en mi oreja, mientras yo le sentía el bulto cada vez más duro.
Esto transcurría en segundos, al igual que por mi mente pasaban las imágenes de la triple penetración que me habían brindado hacia minutos en el domo, los tres negros. Debo confesar que soy una mujer demasiado sensible y mi sangre se agita rápidamente cuando alguien me agrada. Suspirando le pedí.
-Aaahh, noo Gustaaavoo, dejame que tengo que irmeee.- Su oficio de acosador interpretó mi estado, y sutilmente bajaba su mano por debajo de mi short, alcanzando mi clítoris.
-Te dije que no puedo ahora.- Le tomé la mano izquierda para retirarla de mi sexo y miré en su reloj que eran casi las 18:30.
Me volteé, y no pude impedir que me besara primero en la boca, luego el cuello, mientras me tomaba el culo con sus dos manos. Lo separé con mis brazos, me acomodé la ropa y me despedí diciéndole que ya era su hora.
Por supuesto que él me invitó a tomar clases diarias “gratuitas” diciéndome que dejaría libre para mí el último horario de las 18:00. Luego se marchó diciendo que también tenía un compromiso importante.
Cuando llegué agitada al domo, aún faltaban 15 minutos para finalizar el partido por lo que me acomodé en un sillón y me puse a ver el juego. Iban ganando los rojos, equipo que integraba Jim, otros 2 blancos y 2 negros.
No bien finalizó el partido, la doctora los llamó a los 5 rojos, los del equipo blanco se retiraron.
El técnico me explicó que el evento debía ser inmediato porque tenían que efectuar mediciones con máxima actividad cardíaca de los jugadores, mientras les colocaron los brazaletes con los aparatos.
Al igual que los del equipo blanco, estos me cojieron en mil poses durante casi una hora. Los tipos nadaban en sudor y los dos negros despedían un olor muy fuerte, como a perros sucios, pero esto no frenó mis deseos que resurgieron y permanecieron insaciables hasta que salí de allí.
Este grupo fue tan agresivo y potente como el otro, a pesar del desgaste físico del juego, no sentí diferencia. En el transcurso del acto, mientras un blanco me tenía montada sobre él besándome en la boca, con su pija en mi vagina y uno de los negros pistoleaba su verga en mi trasero, Jim se fue por detrás de mí y comenzó a horadar el borde de mi agujerito con su duro botón. Al cabo de un par de intentos, logró dilatar el esfínter haciendo que entrara apretado junto al penacho negro. Si en la anterior doble vaginal grité, en esta fueron alaridos de dolor y gritos de espanto pidiendo a Jim que me la sacara, lo que lógicamente no hizo. Los técnicos y la doctora miraron brevemente la escena y mis pedidos de auxilio pero estaban absortos en sus aparatos. La despiadada penetración no tuvo retorno y ahora era mi culito totalmente dilatado el que se tragaba esas dos enormes vergas, mientras la tercera continuaba moviéndose en mi vagina. Esta vez no pude venirme fue todo padecimiento.
No sé qué diferencia podía haber con los dos equipos antes y después del juego, pero me rompieron la concha y el culo por igual y me llenaron con tanta leche en todos mis huecos que quedé completamente satisfecha y exhausta. Me despedí de los muchachos y de la doctora y técnicos. El que hablaba español me dijo que por la paga lo viera a Benson.
Eran las 20:30 cuando entré a mi habitación. Me extrañé al no ver a Toto. Me duché¸ me embadurné el ano con la crema analgésica y desnuda me dejé caer rendida en la cama. Como a los 15 minutos llegó Toto, me preguntó si estaba descompuesta, le dije que había salido a correr y estaba cansada.
-Cuando llegué de la obra me llamó ese tal Mr. Benson.- me dijo. –Me preguntó si había tomado los comprimidos y le dije que el primero anoche. Llamó a una de las doctoras que me estuvo examinando y me dijo que me colocarían una inyección que complementa el tratamiento. No estuve muy convencido pero me aseguró que está sumamente comprobado que no tienen efectos secundarios, que actúa solo a nivel del pene multiplicando las células de sus tejidos musculosos, es decir, aumentando su tamaño. Le pregunté si era tan efectivo el tratamiento por los escasos 4 o 5 días de estadía que me quedaban, a lo que me respondió
-Si cumple nuestras indicaciones, su esposa podrá disfrutar 2 o 3 cm más, además de la mayor potencia que tendrá con los comprimidos.
Toto estaba eufórico y quería hacerme el amor ahí mismo pero le dije que se aguantara hasta tomar sus comprimidos después de cena, así comprobaríamos sus efectos. Le comenté que habíamos estado con las chicas haciéndoles compañía a los del grupo, jugando tenis y básquet y que con eso habíamos ganado buen dinero.
-Ah a propósito cariñito, Benson dijo que pases por su oficina después de cena para pagarte esos servicios, si quieres te puedo acompañar.- Me dijo Toto con cierta alegría en su rostro.
-Ya vemos torito, seguramente Susy querrá que vayamos ella y yo juntas.
Susy, no cenó con nosotros, me había dicho que debía atender a dos voluntarios. Yo le mentí a Toto diciéndole que me esperaba arriba para ir a cobrarle a Mr. Benson, pidiéndole que me esperara en la habitación.
Cuando llegué a las 218, golpee y entré. Benson me esperaba con su bata larga. Esa noche no solo disfrutamos de muchas caricias, besos y muy buen sexo, sino que también hablamos cosas interesantes. Entre algunas de ellas, me comentó que las doctoras y los científicos eran matrimonios swingers y que haríamos un sexteto con ellos. También me dijo que me despreocupara de los costos de reparación de nuestro auto, que la organización se haría cargo, en gratificación por mis excelentes servicios. Además del pago de los 2.000 dólares del servicio en el domo, me obsequió otros 5.000 dólares y me dijo que al marcharnos me daría igual cifra para los gastos de nuestro auto.
Al llegar a mi habitación, Toto estaba impaciente con su pene duro, no pude evitarlo. Esa noche creí que moría.
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