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Cuando golpeé la puerta de la misteriosa habitación 207, un joven caribeño abrió.
-Oye chiquita, te has tardado bastante.- Le dije que había estado con unos compañeros suyos antes.
-Bueno siéntate- me dijo señalando el sofá- Como te llamas- Le dije mi nombre.
-Yo soy Lou- Me dijo que Jaime el jamaiquino era su compañero de habitación y que le había contado que la noche anterior la había pasado súper conmigo, mientras caminaba a mi alrededor sacándome ficha.
-Jaime me habló de tu cuerpo tan atractivo y tu cola perfecta y la verdad muñeca, no exageró en nada. Además me dijo que no tienes competencia ni con las chicas de la ciudad ni con las del hotel, así que tendré que comprobarlo, no crees.
-Jaime es muy exagerado, jaja y tú demasiado galante Lou. Yo estoy por sobre los 40 y difícilmente podría competir con las jóvenes mujeres que han tenido sexo con Uds.
-Mira mujer, deberías saber que estás tú dando que hablar entre los hombres del grupo y los que no te han tenido, están organizando sorteos para los turnos contigo, así que ya sabes eres la más elegida.
Lou era demasiado agradable y simpático para ser negro, sus cerca de 2 m de altura y buena musculatura portaban elegantemente su equipo de básquet (jogging y zapatillas altas). Le pregunté la edad y me dijo que tenía 41, la verdad no le daba más de 30. Me sirvió un frizzé blue helado y otro él, luego se sentó en el sofá de la habitación. Soy buena mendocina por lo que a los 5 minutos él estaba rellenando mi copa y yo sacándole la remera. Me puse de pie entre sus piernas abiertas, cuando apoyé mi mano sobre su bulto me quedé fría. Portaba un armamento que se insinuaba gigantesco en una de las piernas del jogging. Me arrodillé y comencé a bajar muy lentamente su pantalón, desde su cintura. No tenía calzoncillo, un gordo miembro se iba mostrando, hasta quedar totalmente descubierto cuando el joguing iba por la mitad de sus muslos. Uaaa, ahora entendí porque Susy me había dicho que lo dejara para el final, realmente ero lo máximo que había visto hasta ahora. Era un aparato como de 25 cm de largo y 6 de grosor, encontrándose aún dormido.
Terminé el otro vaso de vino y me arrodillé entre sus piernas abiertas. El se quedó respaldado holgadamente en el sillón dejándome a disposición ese maravilloso juguete. Se lo acaricié, estaba flácido y se caía hacia los lados, comencé a lamerlo desde la cabeza hasta el escroto, mientras continuaba con mis caricias. Comenzó a tomar rigidez, yo a chupárselo con gran deseo de verlo erecto, lo apretaba con mis manos y viendo como aumentaba de tamaño y se endurecía, alcanzando quizás 30 cm y 8 o más de grosor, con su botón brillante y duro como un durazno pelón. No podía dejar de apretar y besar esa increíble creación de la divinidad, perfeccionada con la ciencia y la medicina y yo había sido premiada con la posibilidad de disfrutarla y encima cobrando dinero. No puedo ser tan agraciada, tan bendecida, pensé mientras me regocijaba con ese grandulón aunque me partiera en dos. Fui por mi bolso y busqué la vaselina colocándome generosa cantidad en el ano, la iba a necesitar.
Me monté sobre la pelvis de Lou dándole mi espalda y tome su muñeco aprisionándolo contra mi abdomen, la punta llegaba a mis pechos. Apoyando mis pies sobre sus muslos me levanté hasta dejar mi concha apoyada en la cabeza de esa poronga. Lou colaboró sujetándome y yo separé los labios de mi vulva con ambas manos para tragarme el magnánimo botón. -Oooohhh, asíiii…..despacito- fui bajando y la cabeza tocó fondo cuando quedaba media pija afuera. Yo enloquecí y comencé a moverme en un cada vez más agitado sube y baja, empujaba hacia abajo intentando infructuosamente apoyar los labios de mi vagina en sus testículos, su pija se comprimía dentro de mí, pero quedaba un cuarto afuera. No pude contener mi primer orgasmo y luego otro y otro, había entrado en trance y no tenía reparos en gritar como una leona. Las pantallas plasma reflejaban la fantástica penetración y el placer que evidenciaba mi rostro. Luego de 10 o 15 minutos, Lou me levantó como una muñequita y me apoyó el botón en la puerta del ano. Yo me introduje el índice de mi mano derecha, luego el medio y luego el anular, haciéndome masajes apresurados para dilatar el esfínter. Luego tomé el garrote con mis manos y apoyé mi ano sobre su cabezota forzando la introducción. El peso de mi cuerpo no era suficiente para lograr la penetración, Lou me ayudó jalándome hacia abajo y al fin entró la magna cabeza. Fue impresionante sentir como se ensanchaba mi culo, la vaselina facilitó la penetración, pero el dolor fue suficiente como para sacarme un sollozo agudo desde la profundidad de mis pulmones. Lentos movimientos de sube y baja fueron cada vez más baja que sube y mis intestinos se apretaban y acomodaban para tragar semejante pilote. Apenas sentía rozar la pelvis de Lou en mi cola, pero no pude aplastarme contra sus testículos como deseaba, no pude más, la poronga se encogía pero no avanzaba. Lou me subía y bajaba en amplios movimientos y yo gritaba y gemía de placer y algo de dolor. A los 10 minutos todo era placer, goce infernal, goce que me arrastró a 2 o 3 orgasmos con el morbo de sentirme ensartada como un prisionero de zulúes. Luego de unos 15 o 20 minutos, Lou comenzó a terminar y su cálido semen me infestó el intestino, literalmente. Al bajarme de su obelisco, sentí un ardor punzante y mi colita estaba sangrando.
Lou guardaba suficiente potencia como para continuar ya que su aparato aún seguía duro como un palo y yo no podía dejarlo así. Me puso en cuatro en el borde de la cama y después de ametrallarme por la vagina arrancándome un par de orgasmos, me la volvió a enterrar en el orto, esta vez no hubo vaselina solo su semen de la eyaculación anterior, volví a sentí dolor y malestar me estaba partiendo de nuevo el culo aunque poco a poco se fue haciendo placentero el goce de tener ese tiburón dentro de mí. Cuando estaba por acabar me la sacó e hizo que se la chupara. Luego de masturbarse aceleradamente frente a mi boca abierta comenzó a derramar su esperma, no a gotas…en chijetazos que impactaban en mi rostro, cuello, cabello, garganta, dejándome la cabeza pincelada con su almíbar blanquecino.
Eran las 21:30, me despedí de Lou diciéndole que me gustaría volver a estar con él.
Cuando ingresé a mi habitación mi esposo estaba vestido para la cena, le dije que había estado con dos señores jugando pool en la sala de juegos. Pasé rápido al baño y le pregunté cómo había sido su primer día de trabajo. Mientras me duchaba él me contaba sobre sus actividades. Me coloqué en el ano, crema antiinflamatoria, luego me vestí y partimos a cenar. Al ingresar al comedor, Susy se me acercó y me tomó del brazo y con cara de picarona me preguntó.
-Y, qué tal te fue. Conociste al negrito de la 207?- Como mi esposo estaba tras de mí, le respondí afirmativamente que había estado jugando pool en la sala con él, dándole un fuerte pellizco en la cintura, como castigo por la difícil encomienda. En realidad ella y yo sabíamos que había sido muy grato.
Durante la cena principalmente habló mi esposo sobre su primera jornada laboral en el puente. Dijo que habían podido sacar el Corolla con dos máquinas de la empresa, hacia la otra orilla y allí lo cargaron en un camión que lo llevó al taller del mecánico de Carlos. Éste le dijo que en la mañana saldría en busca de los 4 chapones que debía cambiar, pero necesitaba a primera hora un adelanto de 30.000 pesos para comprar todos los repuestos y otros gastos. Quedamos de acuerdo con Toto que en la mañana temprano me iría con él en la scooter, para dejarlo en la obra y yo continuar hasta la ciudad a llevarle el dinero al mecánico. Yo había cobrado los 2.000 dólares anticipados por el grupo de investigación más los 1.400 que había cosechado en la pileta, con lo que cubría el adelanto, aunque le diría a Toto que Susy había conseguido un préstamo del grupo de investigadores y nos había dado el dinero.
En eso veo que Benson y sus compañeros de mesa se pararon y luego de hablar con algunos del grupo se retiraron. Dejé pasar unos 5 minutos y le dije a mi esposo y a los demás que me habían dado deseos de ir al baño. Al salir del comedor apuré la marcha por la escalera y hasta llegar a la habitación 218, golpee suave y escuché a Benson,
-Pase, la puerta está abierta.- Al ingresar, estaba con pantalones, sin camisa. Su torso daba señas de ser un tipo que practicaba deportes y se cuidaba. Se colocó un bata y me hizo sentar en un sillón.
-Es Ud. más hermosa en vivo que en los videos.- me dijo en un español poco ortodoxo pero entendible.
-Ay, Mr. Benson, no sabía que me había visto en videos, que vergüenza¡¡- Le pregunté si se podía saber qué es lo que hacían en el hotel y me comenzó a contar sin profundizar mucho.
-Vea señora, nuestra organización tiene base en EEUU. Allí están mis dos socios con un grupo de 185 personas, trabajando en distintos proyectos.
-Y Uds. aquí, cuántos son?
-Bueno, hay 2 científicos con sus respectivas parejas, las 2 damas que son doctoras. Yo soy el director del proyecto aquí. Ante mi curiosidad y nuevas preguntas, me dijo que tenían 4 técnicos en sistemas y comunicaciones, que manejaban y controlaban todos los equipos de estudios y videos. Habían ocupado 8 habitaciones, 3 de las cuales estaban equipadas con instrumentos y pantallas de video, donde realizaban el seguimiento de todos los eventos que se desarrollan en las habitaciones con los voluntarios, que eran 34, o sea que veían y grababan todo lo que hacíamos las chicas y esos tipos, pero según él, solo con fines científicos.
-Disculpe mi impertinencia Mr. Benson, pero puedo saber su edad- El me respondió que tenía 72 años.
-Bueno señora, ahora cuénteme Ud. cuál es su inquietud.
-El jardinero me comentó que él estaba recibiendo algún tipo de tratamiento que le había dado buen resultado en el crecimiento de su pene y potencia. Sería de mi agrado que mi esposo Arturo NN pueda también mejorar su performance con vuestra medicina, si es posible Mr. Benson.
-Vea señora, hemos visto que está teniendo un desempeño absolutamente destacado con nuestros muchachos, entiendo que desee que su esposo sea más dotado y agresivo.- continuó -Todo es posible señora, especialmente tratándose del pedido de una colaboradora tan eficaz, desde ya cuente con nosotros. Solo le pediré una retribución dado que el tratamiento acelerado que le daremos a su esposo es muy oneroso.
-Ay Mr. Benson, Ud. sabrá que Arturo NN y yo estamos pasando un mal momento económico, por lo que nos ocurrió con nuestro auto y es por eso que estoy trabajando para su proyecto, además él también ha tomado un trabajo para obtener algo de dinero. Nos resultaría imposible pagar ese tratamiento tan caro.
-Yo no hablé de dinero señora, es más, la liberaré del saldo que nos adeuda del adelanto que le dimos. En lo sucesivo todos sus servicios serán pagados según lo pactado. Pero en este caso, Ud. me retribuirá con lo que sabe hacer tan bien, así que comenzaremos ya mismo si le parece, jeje- su rostro reflejó una sonrisa suspicaz. –Solo deberá complacerme cada vez que la necesite, piense que son las únicas damas disponibles aquí y Ud. es la más sensual y dispuesta.
-Todo sea por mi esposo, Mr. Benson- le dije con cara de sacrificio. Luego me quité el vestido, me acerqué a él, le abrí la bata y desprendí su pantalón para bajárselo, luego el calzoncillo.
Su pene no era para nada despreciable, después el me comentaría que también había hecho un tratamiento intermedio. Se lo comencé a besar y a chupar y no tardó ni 5 minutos en lograr una importante erección. Su desenvolvimiento no era menos que el de los otros tipos y me hizo sentir una diosa total. Tras varios orgasmos míos, le pedí que por esta vez no me penetrara analmente porque lo tenía muy irritado.
Sonriendo irónicamente me dijo –No pensarás que voy a renunciar a esa cola tan perfecta y sensual Hilda.- Me recostó de lado en el sofá y me la enterró suavemente sin hacerme daño, pero no se dejó ni medio centímetro afuera. Luego comenzó a bombear con ritmo cada vez más acelerado. Su eyaculación fue tan enérgica y cuantiosa como las de sus muchachos.
Mientras me vestía apresurada, él sacó un envase pequeño del placar y me lo entregó diciéndome que mi esposo comenzara con 1 comprimido después de cena.
Salí casi corriendo por el pasillo con esa particular babosidad que lubricaba mi andar.
-Antes de ingresar a mi habitación me encontré a mi esposo que venía de la sala y me dijo preocupado.
-Cariño te estuvimos esperando en el comedor como media hora, luego me vine a ver si te encontrabas bien pero no estabas en la habitación, me tenés preocupado que te ocurre.
-Nada importante, Torito- Le dije mientras entrábamos a la habitación. – Me vino una colitis terrible, que no podía retener. Fui a la cocina y Vivi me dio unos comprimidos que acabo de tomar, creo que ya me están haciendo efecto, ya me he tranquilizado bastante el vientre.
Le dije que necesitaba un buen baño de inmersión en el jacuzzi y allí me quedé jugando con la espuma, más de media hora. Le pedí que me masajeara la espalda, mientras le fui contando lo del tratamiento. Le expliqué que el jefe del grupo un tal Mr. Benson nos estuvo contando a Susy y a mí, que eran un grupo de científicos que estaban haciendo experimentos con medicinas para aumentar el tamaño y la potencia del hombre y que nos había regalado a cada una un envase con comprimidos para que vos y Juan los prueben. Le dije que era algo parecido al viagra y que tenía que tomarlo todas las noches. Me costó convencerlo.
Cuando salí del baño le alcancé el envase para que comenzara esa misma noche, diciéndole
-Vamos Arturo NN, tomate ya mismo uno de estos comprimidos, porque ya no quiero un torito en la cama, quiero que me arremetas como el verdadero toro que eres.
El tomó una pastilla con bastante desconfianza, pero sabiendo que mi pedidos en lo relativo al sexo eran indiscutibles.
Hicimos el amor ardientemente, creo que el comprimido hizo efecto rápidamente, porque me echó dos polvos seguidos, luego se durmió.
Yo continuaba con mucho ardor en la cola, Lou me la había partido. Me coloqué abundante crema antiinflamatoria. No tardó en llegar el sueño, mientras pensaba que era una pena que esto no me hubiera ocurrido cuando era más joven…por mí y por Toto.
Era Miércoles, mi cuarto día en el hotel se inició con la voz de Toto que me llamaba insistentemente.
-Cielo, levantate que tenés que ir conmigo en la scooter a llevarle el dinero al mecánico.
Tenía el cuerpo dolorido después del día anterior tan agitado. Me vestí con desgano. Una tanguita flúor, calza deportiva muy ceñida, un top elastizado azul, sin sostén y zapatillas adidas. Me puse un rompevientos impermeable a la cintura y en un bolso guardé 3.200 dólares.
Desayunamos y partimos en la scooter, los 20 km se me hicieron interminables, pensé en mi pobre Toto que los sufriría todos los días. Lo dejé en la obra, crucé por la pasarela con la moto y continué hacia la ciudad.
A medio camino comenzó a llover y si bien no hacía frio, sentía como me salpicaba el barro en la espalda.
No tardé en encontrar el taller de Carlos con las indicaciones de Juan. Un lugar bastante parecido a todos los talleres, autos desarmados, motores, partes de chaperías, etc.
Me hizo pasar a una oficina, con un escritorio, dos sillas dos sillones y un armario con papeles, él entró tras de mí. Por ese instinto que tenemos las mujeres presentí que me quemaba el culo con la mirada y efectivamente me dijo que tenía toda la calza manchada con barro en la parte de atrás. Yo le dije que venía en una scooter y la rueda trasera me había salpicado toda la espalda, pero que no era problema.
Nos sentamos enfrentados escritorio de por medio y me pasó una hoja de presupuesto con el valor de la reparación, 95.000 pesos. Yo le dije que mi esposo había sacado del arroyo al Corolla y lo había traído al taller por su cuenta, por lo tanto le pedí que me descontara esos gastos.
Me dijo que los repuestos y la pintura eran muy caros. Yo nerviosa, me puse de pie y el tipo, bastante desgreñado con barba desprolija de días me empezó a mirar descaradamente el culo.
-Bueno, obviemos la pintura Carlos, eso lo haremos en Mendoza, necesitamos irnos pronto.
-Sin pintura le podemos rebajar 10.000. –El tipo se estaba abusando, antes me había dicho que la pintura era cara. Me puse de pie y apoyada en la silla, le dije con cierta vehemencia.
-Pero Carlos, le pido que revise sus números por favor, hágame un mejor precio.- Él se puso de pié y se apoyó en el escritorio frente a mí, sin dejar de mirar mi cuerpo.
–Mirá rica, podríamos hablar de un mejor precio pero todo depende de vos, estarías dispuesta a hacer algún sacrificio? Le dije que no le entendía, a qué clase de sacrificio se refería. Por supuesto que le había entendido perfectamente. Entonces se sentó en el sillón y me invitó a sentarme en el apoyabrazos.
–Vení chiquita, vos sabés a que me refiero. Si sos cariñosa conmigo, puedo rever el precio final.
-Oiga, no se haga el vivo porque lo puedo denunciar por acoso y mandarlo preso, caradura. Si mi esposo se entera de esto Ud. la va a pasar muy mal. Terminemos el trato en los 85.000 y póngase a trabajar.
-Bueno querida, calmate. Solamente te estaba tanteando pero veo que sos decente. La verdad es que lo envidio a tu esposo por la hermosa mujer que tiene y encima fiel, aquí todas las casadas son rapiditas.
Abrió la puerta y llamó de un grito a alguien. Ingresó un tipo de nos cuarenta y algo, cabello rubio atado con cola, mameluco, gorra blanca y zapatillas Nike caras.
-Te presento a mi socio, él es el chapista que te va a arreglar el auto. Beto hacele un recibo a la señora por el anticipo de 30.000 por el Corolla. En 2 días voy a necesitar que me pagues otros 20.000 y el resto cuando lo retires, sí?
Luego le dijo al socio que hablara conmigo sobre el plazo de la reparación, dio media vuelta y se marchó diciendo que iba a comprar repuestos.
Beto era mucho más simpático y respetuoso, por lo que la charla con él se tornó muy amena.
-Beto vos crees que me podrás entregar el auto en 7 días más.
-Haré lo posible señora. Los repuestos los trae hoy mismo Carlos, pondré a trabajar con mis dos ayudantes a full en su auto para terminarlo. Mire Ud. señora que mala suerte lo que les pasó en el arroyo.
-Ay Beto, tratame de vos si somos casi de la misma edad, me llamo Hilda.- y continué
-No sabés lo mal que estamos con mi esposo. Le decía a Carlos que no se cómo vamos a juntar el dinero para pagarles, pero él dijo que no podía cobrarme menos de 85.000.
- Mirá Hilda, Carlos es medio duro con los precios pero como prácticamente todo el trabajo es de chapería, porque Carlos me dijo que no lo pintarán aquí, yo te voy a hacer 75.000 que es un precio justo. Eso sí, no le digas nada a él. Cuando vengas a retirarlo, venite a media mañana ya que Carlos sale a comprar repuestos, de acuerdo? Además te comento que tengo un hermano gemelo que da la casualidad que tiene un taller como éste en Mendoza. Si te parece, yo le digo que te haga un buen presupuesto por la pintura. Tiene gente especializada en eso y te aseguro que es uno de los mejores talleres que hay en Cuyo.
-Hay Beto, eres tan amable, no sé cómo agradecerte todo lo que hacés.- Beto era totalmente diferente a Carlos ya que me había hecho una importante bonificación sin pedir nada a cambio. Además era tan diferente en su aspecto, un tipo verdaderamente atractivo. Me sentí conmovida y pensé en recompensar su abnegada solidaridad. Vi que Beto miraba mi calza y me dijo si no quería pasar al baño privado para limpiarla. Entré y al descuido, dejé la puerta entreabierta, me saqué la calza y me puse a lavarla en el lavamanos, con solo mi diminuta tanguita flúor. Cuando miré hacia la oficina, vi que Beto me estaba mirando, eso me dio mucho morbo. Salí del baño en tanga disculpándome por mostrar mi cuerpo así, tomé mi camperita y me la até en la cintura, pero igual quedaba al descubierto mi entrepierna. Le pregunté si podía esperar unos 15 minutos que se secara un poco, a lo que me respondió que me sintiera cómoda y me tomara todo el tiempo que quisiera. Yo veía que él no se decidía a avanzarme, era un tipo muy ubicado, por lo que yo tomé la iniciativa.
-Beto, quiero retribuirte por el descuento que me hiciste que para mí es muy importante, no sé pedime lo que quieras- Beto interpretó rápidamente mi mensaje porque cerró la puerta de la oficina con llave y en 5 minutos estábamos desnudos cojiendo en el sillón. Si bien no era un semental como los del hotel, cumplió con creces, haciéndome calentar como una brasa. Me lo devoré de todas formas, mi conchita se sacudió con 3 orgasmos consecutivos y luego mi culito goloso me hizo estremecer 2 veces más. Su eyaculación fue a parar a mi boquita sedienta y le dejé la pija limpia hasta los huevos. Me puse la calza aún húmeda, nos besamos apasionadamente y me despedí diciéndole que nos veríamos en dos días por la segunda cuota.
Al llegar en la scooter al arroyo, le conté a mi esposo como me había ido, respecto del Corolla. Se alegró de saber que todo estaba marchando y me contó que ya habían podido pasar un par de vehículos de la empresa a la otra orilla, por lo que él se comenzaría a trasladar con una camioneta. Partí en la scooter para recorrer los fatídicos 20 km, eran como las 12:00.
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