Son ya las siete y media y mi pareja no llegó, sigo pensando si contarle lo sucedido o no. Siempre pensé que sería fácil, o más bien que ni siquiera iba suceder nada, por eso ahora estoy en la duda, pero sigo pensando que tengo que contárselo. Es lo que siento en estos momentos. Ahora sabré también su reacción y su forma de pensar; hasta ahora todo fueron palabras, teorías, al menos en mí caso; y respecto a él pienso que lo mismo, por eso tengo ganas de contarle todo, y saber que va a suceder. Me gustaría creer que nada cambió, y que si así fuera que haya sido para mejor, pues mi experiencia me sirvió para conocer algo que él me decía y yo me negaba a creer, por eso ahora he cambiado, pero soy la misma persona y estoy deseando que llegue
Aquí, sentada, con mis pensamientos, sigo recordando paso a paso todo lo sucedido aquella noche, y quiero compartirlo con la persona que más quiero. Estoy nerviosa, tengo que reconocerlo, una cosa es pensar, decir, hablarlo contigo misma, respondiendo a tus propias preguntas con un diálogo monólogo, donde cada pregunta posee la respuesta correcta…
No ha llegado y cada vez estoy peor… Mi cabeza no deja de recordar lo sucedido y necesito contarlo, creo que no es para descargar nada, simplemente necesito contarlo
Acabo de llegar de viaje y mientras deshago las maletas, me viene a la cabeza todo lo sucedido en esa noche maravillosa; es como un torbellino en mi mente.
Cuando llegué a Madrid con mis amigas no pensé verme en esa situación. Fuimos como de costumbre a casa de una amiga con los planes de siempre, ir a algún teatro, puesto que aquí en la ciudad donde vivo, no tenemos la oportunidad de ver lo mismo que en la gran ciudad. Tal vez sea esa la disculpa que ponemos siempre para salir de esta rutina.
Nuestra amiga había reservado entradas para una obra que parecía interesante y hacia allí nos dirigimos ese primer día. Al salir, fuimos a tomar unas copas como teníamos por costumbre, y allí surgieron las charlas típicas de tres mujeres solas en la gran ciudad. Más tarde fuimos a una discoteca, y entre copa y copa se nos hizo de madrugada antes de que nos retirásemos comentando todo lo que habíamos visto y vivido ese día.
El día siguiente hicimos lo mismo que el anterior, pero por noche cambiamos el teatro por un espectáculo sexy algo novedoso, en el cual, mientras cenabas, unos chicos, impresionantes por cierto, bailaban y amenizaban la velada.
Se cubrían con un diminuto tanga y pasaban por la mesa de vez en cuando, eso contribuyó por lo menos a que nuestras miradas y mentes, ayudadas por el vino, nos calentaran el cuerpo, al menos el mío bastante. Yo tuve la suerte, y tal vez por eso esa noche fue de lo mas sorprendente (quizá sea esta mi primera disculpa), que pasó uno de ellos muy cerca y se sentó justo encima de mí, casi se me sale el corazón. Sentado sobre mis piernas, con tanga, sentí su culo caliente encima de mí y su cuerpo desnudo de brazos, aproveché con descaro para tocarlos y sentir como eran, fue mí primera sensación de la noche, y tengo que reconocer que me excité, tenía los brazos duros, muy duros.
Él hizo ademán de tocarme, pasó sus manos y su tanga tan cerca de mi cara que me debieron salir todos los colores, pero muy respetuoso se levantó y se fue de nuevo. Mis amigas no paraban de reírse, pero creo que de envidia porque aquel chico estaba de muerte.
De allí nos fuimos a una cafetería y luego a una discoteca, con la misma idea del día anterior, bailar un rato, unas copas y de regreso a casa.
Nos situamos en la barra de la discoteca. No estaba muy llena pero se estaba bien. Tomando la primera copa allí yo ya me sentía eufórica por el alcohol, y para colmo por mi cabeza no dejaba de rondar el recuerdo del dichoso tanga en mis piernas. De pronto vi como mis amigas hacían gestos y risas por alguien que se había sentado a mi espalda y al cual yo no acertaba a ver. No me quería quedar con las ganas de saber quien era, así que aproveché para fumar dado que tenía el bolso detrás de mí. Al ir a coger el tabaco me giré con tal mala o buena fortuna, que le di en el hombro al chico y tiré su copa por toda la barra, entre nervios y disculpas yo ni me fijaba en él.
-Tranquila sólo es una copa. -Me dijo.
Sorprendentemente contesté: -Te invito a una copa yo, ¿aceptas?
- Vale, acepto si luego bailas conmigo.
-Está bien, acepto. -También me salió sin más.
-Me llamo Ignacio, ¿y tú?
-Alba - le dije casi sin pensarlo.
-¿No eres de aquí?- Me preguntó seguramente por mi acento.
- No. ¿Y tú eres de aquí? -le pregunté yo.
-Si, soy de Madrid aunque no vivo aquí actualmente, soy profesor de Literatura en Segovia y vine sólo el fin de semana.
-Yo… bueno… nosotras, estamos aquí de paso, visitando a una de estas amigas que vive aquí actualmente y también estaremos aquí sólo este fin de semana.-No me podía creer lo rápido que entablé conversación con él y contestaba a sus preguntas, pues yo no suelo ser inicialmente muy conversadora con alguien que no conozco, pero en fin, las copas tal vez… En el fondo pensaba, “bueno un baile de estos tiempos, son sueltos y lo pasaremos bien”. Él estaba buenísimo, tendría poco más de treinta años; era alto; muy interesante; y poseía una voz…
De repente pusieron música lenta, algo que no sabia ni que existiera ya, en el fondo no sé si me alegré o tuve miedo, pues con las copas que yo llevaba tomadas y lo buenísimo que estaba aquel hombre… Empecé a recordar a mi pareja, “Si algún día surge…”, me decía siempre, y yo decía que no, que si una estaba enamorada no pasaba nada
-Me debes un baile, ¿vamos ahora? –dijo él ofreciéndome su mano.
-Vale- me salió rapidísimo, y tengo que reconocer que, aunque nerviosa, me estaba excitando. ¿Serian las copas?
Recuerdo ahora que cuando íbamos hacia la pista, sonaba nada menos que la canción de Ghost. Yo sólo iba pensando en la forma de cogerlo, era tan alto, que no sabía ni como iba bailar con él, y ya no recordaba bailar con alguien diferente a mi pareja. Llegamos a la pista, por suerte llevaba zapatos con plataforma. Recuerdo que pensé: “Tiene su gracia, con la altura que tiene, si llego a venir en zapatos planos no lo veo casi”.
-Bueno, ¿bailamos? -Preguntó al llegar a la pista.
-Venga-, dije yo cogiendo su cintura con una mano mientras apoyaba la otra en su hombro. Él mientras me cogió por la cintura con sus dos manos.
-¿Sabes? -dije- Olvidé decirle a mis amigas que venía a bailar, y ahora veo como nos miran; me hace gracia
- Bueno, es sólo un baile. -Dijo él.
Eso pensaba yo también, solo sería un baile, para contárselo a mi pareja, trataba al mismo tiempo de auto disculparme por lo que hacía. Pero no sé que pasó. Quedamos en principio callados y traté de seguir simplemente los pasos de un baile. Tal vez en mi pensamiento oculto ya buscaba algo más.
Noté como poco a poco, no sé quien buscó a quien, sin brusquedad, más bien creo que cuando nos cogimos ya quedamos pegados. No sé si él estaba ya excitado o no, pero la sensación inicial fue increíble, yo cogida por sus manos que en ningún momento apretó contra mi, y cogida a su espalda y hombro recuerdo que bailamos lento muy lento, sintiéndonos poco a poco, hasta que empecé suavemente a sentir su excitación en mi, fue algo explosivo, yo me dejaba llevar por sus manos y empecé arrimarme aun más hacia el, despacio, con movimientos suaves.
-¿Te gusta? -Me dijo al oído
-Sí. -Casi susurré con timidez. No era capaz de decir mucho mas, deseaba estar callada y seguir sintiendo ese momento, ahora ya íbamos poco a poco juntando más nuestros cuerpos, que ya estaban bien juntos, pero ahora ya buscábamos nuestros sexos, pegados el uno al otro. Y mis pezones, ¡Dios…! Recuerdo que parecería que de repente se habían vuelto locos, estaban duros… No sé si él los notaba, pero sentí como su cuerpo se acariciaba contra ellos, y con ese roce se ponían aún más duros. Me vino a la cabeza una situación similar con mi pareja. Estaban ahora igual que entonces o más si cabe, pues en estos momentos sentía como rozaban su cuerpo y parecían querer estallar.
Mientras nos movíamos, cada vez más descaradamente, buscando nuestros sexos, notaba perfectamente su miembro contra mí, ya que él llevaba un pantalón muy fino. Yo apretaba poco a poco, con movimientos suaves, mi cuerpo y mi sexo hacia él mientras bailamos. Cada vez la situación era más excitante y pensaba: “¿Paro o sigo? ¿Hago ahora caso a lo que me dice mi pareja o lo dejo?”
Creo que comprendí que seguiría cuando de repente tuve ganas de besarlo en el cuello, justo detrás del lóbulo de su oreja; le di un beso suave y decidí que no había marcha atrás. Él también aprovechó y me devolvió el beso en la mejilla, ¡que sensación Dios! No lo esperaba, seguía poco a poco tirando de su cuerpo, sintiendo su sexo cada vez más cerca de mí y grande (eso me parecía a mí al menos) como si fuera a salir de su pantalón, creo que le cogí la mano disimuladamente y la puse sobre mi pecho, para que viera como tenía mis pezones, creí que me iban a salir para fuera, ni recuerdo si había gente a nuestro alrededor. Bajé un poco mis manos hacia sus nalgas, para tenerlo aún más cerca de mí, como si lo fuera a perder, él movía su culo con movimientos suaves y así sentía su sexo pasando por el mío con suavidad, pero cada vez abriéndose más, creo que jamás me sentí más húmeda.
En ese momento volví a recordar a mi pareja, cuando hablábamos de la misma situación, en nuestra imaginación, yo ni llevaría bragas. Creo que hasta mire para ver si estaba por ahí, para que me viera y disfrutara en ese momento del placer que yo sentía. Esa era nuestra fantasía y se estaba cumpliendo, pero él no estaba allí.
Sentí ahora como su mano rozaba mi muslo por detrás, luego apretó mis nalgas hacia él con suavidad para que encajaran nuestros sexos como las piezas de un puzzle. “Que polla debe tener”, me vino a la imaginación en ese momento y volví besarlo. Creo que ahora no quería perderlo, quería retenerlo y lo bese en la mejilla, cerca de los labios. Sentí parte de su labio y mejilla al mismo tiempo; acerqué más mi boca a la suya y nos besamos desesperadamente durante un tiempo que no recuerdo, y allí mismo, sintiendo sus labios y lengua dentro de mí y apretando aún más nuestros cuerpos, ocurrió… Mi primer orgasmo de esa noche.
Estoy deshaciendo las malditas maletas y sigo esperando a mi pareja, sé que no llega hasta mas tarde, pero hoy tenía ganas de que llegara antes, tengo necesidad de estar con él, tal vez sea como una confesión, pero creo que no, simplemente tengo ganas de decirle lo sucedido, que todo lo que pasó fue justo lo que él me contaba a veces que ocurriría. Durante el viaje de regreso le di mil vueltas a como decírselo; es curioso, parece fácil decir esto, pero ahora no sé por donde empezar… Podría decirle: “Ocurrió”, sin más, y luego vendrían las preguntas y respuestas. En el fondo no me gustaría que me preguntase mucho, y por otro lado tengo necesidad de contarle todo.
Ahora que veo esta falda me recuerda lo que paso después.
Cuando acabó el baile, sabía que la noche no tenía fin ahí, él me dijo que vivía cerca de allí, en Madrid cerca se entiende coger un taxi y viajar quince o veinte minutos más o menos, y yo acepté ir a su casa. Estaba desconocida y nerviosa, pero al mismo tiempo no me quería perder ni un segundo de esa noche.
Regresé junto a mis amigas para decirle que me iba con él. No les hizo mucha gracia, no sé si por algo de envidia o porque las dejaba solas, pero me dieron las llaves del piso donde vivíamos y me fui sin más.
Cuando cogimos el taxi, nos pusimos los dos en la parte de atrás, así que aprovechamos para ir tocándonos, yo estaba tan caliente que cuando puso la mano entre mis piernas, yo le ayude aún más a empujarla entre mi falda y cuando sentí aquellos dedos llegar a mi sexo fue de nuevo explosivo. Yo no hacía más que tirar de su brazo hacia arriba para que me rozara mi sexo. Recuerdo que el taxista miraba por el espejo retrovisor, y me daba aún más morbo la situación, él metiéndome mano justo en medio del asiento del taxi, por lo que el taxista veía perfectamente como yo empujaba con mis manos y abría las piernas, para que me tocara él con sus dedos por encima de las bragas, que de por sí estaban completamente húmedas. Contemplé al taxista que nos miraba por el espejo y vi perfectamente como notaba el orgasmo en mi cara. Era el segundo de la noche.
Ahora que recuerdo no le llegué a preguntar en ningún momento si estaba casado o soltero, aunque él tampoco me preguntó a mí, pero que importaba eso. Me viene esto a la memoria por como tenía la casa. Era un apartamento limpio, puede que fuera sólo de fin de semana pero tenía todo perfectamente ordenado, lleno de libros y revistas, en el servicio no recuerdo ver cosas propias de mujeres, así que quizá fuera soltero. La cama si era de matrimonio.
¿Que hora es? Nada, él sigue sin llegar. ¿Le contaré todo? Cómo empezar, me pregunto, sigo sin saber aún de qué forma abordar el tema. Tal vez sea él quien pregunte.
Cuando observo ahora este sujetador y pienso en lo poco que me duró puesto aquella noche, me hace gracia.
Llegamos a un bloque de edificios y me dijo que vivía en el séptimo; casi me muero, tal como soy yo para los ascensores, le dije que tenía miedo a subir en él y me cogió de la mano. No había nadie, pero no era de extrañar, ya que eran las tres de la madrugada. Era un ascensor grande, con cristalera y eso me tranquilizó un poco. Se veía que vivía bien, pues el edificio tenía un portal enorme y con una decoración preciosa, no sé ni como me fijé en ella.
Al entrar en el ascensor se puso detrás de mí, y me empezó a tocar los pezones y al mismo tiempo a mover su sexo contra mi trasero, me olvidé completamente del ascensor; me saqué yo misma el sujetador y noté sus manos suaves puestas en mis pechos, que estaban otra vez excitadísimos, mientras empujaba mi trasero contra su polla. Era algo de locos, creo que si hubiera entrado alguien, no nos habríamos detenido. Me deje llevar, me veía en el espejo que tenía delante y vi como sus manos se metían entre la blusa y casi sacaban mi pechos hacia fuera.
Debimos entrar así en la casa porque no recuerdo ni pasillos, con la excitación que llevaba, el cogido por detrás de mí y yo delante dejándole manosear mi cuerpo completamente. Nada mas cerrar la puerta me gire y me abalance hacia él, subí mis piernas a su cintura y rodeándole con ellas le empecé a besar frenéticamente, me estaba llegando el tercer orgasmo.
Pasamos un salón para llegar a su habitación así, con mi orgasmo en sus brazos, y cogidos aún me tiró sobre la cama que era enorme o a mí me lo pareció en aquellos momentos. Me giró y me puso de espaldas. Me sacó primero las botas, después la falda y suavemente las bragas que debían estar completamente húmedas porque casi me molestaban ya. Yo mientras sólo pensaba en como tendría su miembro, ¿cómo sería de grande?, quería tener esa sensación de su polla en mi cuerpo, quería ser penetrada ya. Mientras me sacaba la blusa, casi diría que me la arranqué, él se puso en la parte de atrás y empecé a percibir aquellos besos por la espalda, necesitaba algo de relax y me quedé quieta dejándole hacer a él, casi llegué a olvidarme de todo lo anterior para entrar en un momento de placer que aún no sabia donde podía acabar.
Empezó suavemente por la nuca, despacio fue bajando su lengua hacia mis nalgas sin llegar a ellas, cuando casi llegaba volvía a subir lentamente para volver a bajar. No sé cuando pasó, no me gustaba nada de sexo anal, pero de repente noté sus labios buscando mi culo, y sentí su lengua haciendo recorridos sobre mi ano. Era maravilloso, sentía un placer inmenso, quería que me metiera la lengua, sentir su humedad dentro de mi culo, y de pronto lo hizo, lo hizo muy despacio, fue abriendo con sus manos mis nalgas dejando mi ano al descubierto, sentí como su lengua entraba muy adentro, como revoloteaba dentro de mí, era un placer inmenso, era algo que nunca había probado hasta ahora y así, relajada y quieta sentía un placer enorme. Recuerdo haber levantado mis nalgas para que pudiera entrar más, era algo increíble y nuevo, no sé que hubiera sentido si me llega a meter su sexo dentro. Por un momento estuve a punto de pedírselo. Pero me llegó mi correspondiente orgasmo, ya no sé cuantos iban.
Me giré de nuevo, ahora quería tenerlo para mí, ver que había debajo de aquel pantalón, me quede sentada frente a él, quería ver algo, no sabía qué, siempre imaginas algo diferente, algo nuevo, lo deseas pero nunca llegas a tenerlo y ahora estaba ahí, delante de mis ojos.
No me había fijado ni cuando se quitó la camisa. Me gustó su cuerpo, no tenía vello, perecía corpulento, pero no musculoso, se conservaba bien. Siempre hablaba con mí pareja referente a las manías de las medidas, tengo que reconocer que cuando nos imaginamos situaciones morbosas él y yo, siempre pensaba en una polla enorme que no me hiciera daño, así que en sueños las pones a tu medida, es fácil, pero ahora recordando aquella realidad, me doy cuenta de que la ficción y la realidad no siempre coinciden, no puedes ajustar medidas pero sí puedes disfrutar.
No ha llegado, ¡con las ganas que tengo de que venga! Ya casi me duele la cabeza de tanto pensar en la forma de contárselo. Tengo que hacerlo y no quiero pensar que lo hago como disculpa, como algo que pasó y no volverá a suceder, no es eso, pero siempre le dije que lo haría y él me dijo que no, ahora es ya casi un reto para mí.
Aún no sé por qué lo hice, sería como un recuerdo o tal vez un impulso, pero el caso que me gustó que él me diera aquella moneda vieja que tenía encima de la mesilla de noche.
Ahora la tenía delante, quería ver todo, sentirlo todo, era un regalo, no quería abrirlo, pero estaba deseosa de verlo. ¿Qué había detrás de aquel pantalón? ¿Cómo sería? Le fui desabrochando poco a poco; se lo bajé despacio y vi su slip con su bulto enorme, delante de mí, lo toqué suavemente y acerqué la cara para notarla cerca, para sentir su calor. Aquello me excitó aún más, sabía que podía ser mía, que eso que estaba detrás del slip iba a entrar en mi interior.
Tenía ganas de verla y muy despacio, como sí de un paquete de porcelana se tratara, lo fui desenvolviendo y le quité todo. Dios mío era precioso, parecido a mis fantasías, estaba ahí, preparado para penetrarme, sólo pensaba ya en eso, quería que ese miembro se metiera en mí, necesitaba sentir lo caliente que estaba. Le di un beso en la punta y luego muy lentamente la fui metiendo casi toda en mi boca, despacio como si fuera mi sexo, casi me hubiera gustada haber recibido algo de su leche en ese momento.
Me tumbé hacia atrás esperando que llegara tal momento, él se puso encima de mí, pero de repente empezó a mamarme los pechos, que seguían duros como piedras, casi me dolía de tanto placer que me estaba dando, besándomelos, tocando mis pezones con su polla enorme, bajó sobre mi vientre y me seguía besando hasta llegar a mí coño. Era un placer inmenso sentía su lengua húmeda jugando conmigo, estaba fuera de sí completamente, metía su dedo en mi sexo y volvía a mamarme por todos lados. Era un sueño. Solo pensaba cuando me iba meter aquello tan hermoso que yo tocaba con mis dedos mientras él me daba besos por todas partes.
Me abrí de piernas y ahora se lo pedí, “penétrame”. Se puso encima de mí sin tocarme con su cuerpo, levantado sobre sus brazos y con su polla dirigiéndose a mi coño la fue introduciendo muy despacio, lentamente, no me tocaba nada con el resto del cuerpo, yo lo veía delante de mí, flexionando y sin tocarme. Sentí un placer desesperado también, estaba esperando este momento con locura esta noche, notaba como iba entrando despacio su glande muy poco a poco, después toda aquella masa muscular entera hasta llegar al fondo de mí coño, fue algo sensacional, notaba sus huevos como me tocaban por fuera, veía como él subía y bajaba y su sexo entraba una y otra vez dentro, observaba su cara de placer y él veía la mía. Era puro placer, estábamos sudando como locos y no paraba, seguía metiendo y sacando era impresionante, vi su cara cuando se iba a correr, quería sentir toda su leche dentro de mí, sentir el calor de ella desparramada por mi coño, quería que me inundara y así fue, cuando se corría me vino el mayor orgasmo del mundo, no se el tiempo que duro. No lo recuerdo.
Me pregunto ahora, si me gustaría que si le sucediera a él, me lo contase. Creo que no, puede que sea muy egoísta, no lo sé, pero creo que no me gustaría, además por su forma de ser no creo ni tan siquiera que lo hiciera. Yo al contrario ahora estoy convencida que las parejas se deben contar todo y esperar no muchas preguntas y respuestas. Simplemente contarlas, tengo miedo que me pregunte como hombre y yo no quiero contarle esto para decirle lo que sentí en ese momento. Simplemente lo hago por pura necesidad, nada más. Además él siempre usa una frase que ahora entiendo su significado. “NO HAY PREMIOS AL FINAL DE LA VIDA”.
Ya esta aquí
-Hola…
Excelente..! Me parece extraordinario.