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~Yo estaba trabajando para una veterinaria, encargándome de alimentar, bañar, y sacar a pasear a las mascotas que mi jefa me encargaba. Todo iba de lo mejor, hasta que un día, en que me tocó bañar a varios perros. Ya había casi terminado con todos, cuando me di cuenta de que me faltaba Rey, el pastor alemán mascota de la Doctora.
Por comodidad, y para poder bañar a todas las mascotas sin tener que preocuparme porque me mojen, acostumbro a usar un pantalón corto, y una camiseta. Ya que de una forma, u otra en particular los perros, terminan sacudiéndose, aunque una ya les haya pasado la toalla. Ese día, mientras bañaba a Rey, me encontraba arrodillada a su lado, enjabonando todo su cuerpo, y si lo noté como que más nervioso que en otras ocasiones. Pero no le presté mucha atención. En una de esas le doy la espalda, descuidadamente, y me doy cuenta de que las llaves se me habían caído, por lo que me estiré un poco, para tratar de recogerlas, fue cuando sentí un gran peso sobre mis hombros, que me hizo perder el equilibrio, por lo que caí recostada sobre el húmedo piso.
Pensé de inmediato, que Rey estaba jugando, pero al tratar de levantarme, me di cuenta de que el condenado perro se encontraba sobre mí. En un abrir y cerrar de ojos, sus patas delanteras me tenían bien sujeta por mi costillas, mientras que al mismo tiempo, comencé a sentir, como si Rey tratase de penetrarme. En ese momento le di gracias a Dios que cargaba los pantalones puestos, aunque no por eso dejé de sentir como su verga, una y otra vez chocaba contra mis nalgas y parte de mi coño, aun por sobre la tela del pantalón. Aunque no es la primera vez que he visto un perro tratando de tener sexo, por lo general siempre se habían sujetado de alguna de mis piernas. Así sabiendo que nada podía pasarme, me quedé tranquila esperando que se calmase.
Y en efecto así fue, después de infructuosamente chocar su miembro entre mis piernas, Rey se descargó, entre mis muslos. Yo la verdad me sentí muy incómoda por lo sucedido, después de que me lavé, procuré no pensar más en lo que había sucedido. Únicamente se lo comenté a mi jefa, diciéndole la última gracia Rey, ella me dijo que no podía creer que su cachorro hiciera semejantes cosas.
Bueno eso pasó, o por lo menos eso pensaba yo, ya que al llegar a casa, y volverme a dar otra ducha, comencé a recordar, lo sucedido. Y el sentir el miembro de Rey, chocando repetidamente contra mis nalgas, y mi coño, aun por encima del pantalón, la verdad es que me excitó un poco. Al grado que mientras me duchaba, yo misma autosatisfaciéndome, disfruté de un raro y quizás morboso clímax.
Aunque procuré no pensar más en lo sucedido, pero ya saben, mientras más trataba de no pensar en eso, más pensaba, y hasta me llegué a preguntar que me hubiera pasado si Rey en lugar de agarrarme con los pantalones puestos, ese día yo hubiera andado en vestido, o en pantis.
Lo cierto es que no podía quitarme la idea de la cabeza, y para colmo, mi jefa, tuvo que salir a un congreso en el exterior. Pidiéndome que me encargase de cuidar y alimentar a los animales, que estaban a su cargo.
Para hacerles el cuento largo, algo más corto, les diré que volví a bañar a Rey, pero sin quitarme los pantalones, y apenas le di otra oportunidad me volvió a tratar de montar, como si yo fuera una perra. Pero en esa ocasión los golpes de su rosada verga, como que fueron más fuertes y certeros que la primera vez, y desde luego que no llegó a penetrarme, pero a diferencia de la primera ocasión que fue algo completamente accidental, en esa fui yo la que le facilitó todo, quedándome con la gran curiosidad de que sentiría si dejaba que Rey, me penetrase.
Desde luego que busqué información, y hasta de manera preventiva me puse una crema desinfectante, al siguiente día, ya que en lugar de volver a bañar a Rey, con los pantalones puestos, justo momentos antes de arrodillarme, me los quité.
Yo estaba toda nerviosa, sabiendo lo que podía suceder, pero como dicen la curiosidad mató al gato, en mi caso mi gata, deseaba que la matasen a palos. Por lo que apenas me medio incliné hacia adelante, en un dos por tres Rey se trepó sobre mí.
El sentir como su caliente verga puyaba mis nalgas, no fue nada comparado, cuando moviendo y abriendo ligeramente mis piernas, sentí divinamente, como la caliente verga de Rey me penetraba. Sus patas delanteras me sujetaron por mis costillas, y en cosa de segundos, ya estaba siendo penetrada, una y otra vez por el cachorro de mi jefa.
Yo por mi parte estaba de lo más entusiasmada, moviendo mis caderas, disfrutando de todo lo que Rey me estaba haciendo sentir, cuando esa rica sensación física, de que lo que estaba dentro de mi coño, crecía.
Rey no dejó de moverse, y de hacerme sentir súper satisfecha, hasta que después de un largo rato y de producirme un sin número de orgasmos, se bajo de mi cuerpo, quedado pegados, o como dicen abotonados por espacio de casi más de media hora. Yo creí que todo había terminado, pero no bien Rey pudo sacar su verga de mi coño, se dio la vuelta, y de inmediato acercándose a mi coño, comenzó a olerlo, y lamerlo intensamente. Dejándome prácticamente desmayada.
Bueno desde ese momento, me volví en una adicta a la verga de Rey, al punto de que hasta en par de ocasiones me dediqué a mamársela. Yo estaba de lo más confiada, cuando después de regresar de su viaje, mi jefa me llamó a su oficina. Y me dijo que yo le estaba haciendo daño a su cachorro.
Al escucharla acusarme de tener sexo con su perro, lo cierto es que me avergoncé toda, me puse a llorar casi sin poder controlarme, estaba toda nerviosa pensando que mi jefa me botaría de la clínica en cualquier momento. Fue cuando comencé a pedirle a la Doctora que no me botase, llorando continuamente le pedía que me perdonase. Fue cuando ella, de mala gana me agarró por el brazo, en ese instante pensé que me iba a botar de la clínica, pero en lugar de dirigirse hacia la puerta de la calle, me llevó hasta la sala de examen, en donde había un hermoso y gran ejemplar de Gran Danés. Sin más ni más me ordenó que me quitase toda la ropa, yo sin comprender claramente que era lo que ella deseaba, le obedecí. Fue cuando me dijo, ahora hazlo con Thor, frente a mí.
Yo la verdad que estaba súper confundida, no sabía que hacer, cuando ella agarrando al perrazo ese, por la correa que tenía en el cuello, dirigió su gran hocico directo a mi coño. Nada más bastó que Thor me diera la primera lengüetada sobre mi desnudo coño, para que yo gustosamente, no tan solo me tirase al piso, sino que separé mis piernas mientras el perrazo ese continuaba lamiendo todo mi coño, y parte de mi culo. En cosa de un instante, Thor me ha montado. Sentí como su caliente, larga, y gruesa verga, se abrió paso dentro de mi caliente vulva.
Al levantar la mirada, vi a mi jefa, viéndome con una cara de gran satisfacción, que jamás le había visto. Diciéndome, si quieres seguir trabajando en la clínica, de hoy en adelante, serás la perra de todos los perros que yo te ponga. Así a medida que Thor continuaba fallándome sabrosamente, yo con los ojos en blanco le respondí que sí, que como ella dijera.
Luego me enteré por la Doctora, que de esa manera los perros prefieren su clínica, a cualquier otra, y que ya ella no tiene que dejar que cualquier perro la monte. Que para eso me tenía ahora a mí.
invitado-ru 17-05-2016 00:09:22
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invitado-flavio 01-02-2015 00:35:43
caliente , se me paro |
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muy bueno..!! a cuantos perros que has cojido, actualmente..?, tenes más relatos...?