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FRENESY EN LA ISLA DEL SOL

FRENESY La isla del sol.
Miosotis yo y un grupo de amigos viajamos a la cartagena, ya en el hotel nos llego la información de la existencia de un tour a la “isla del Sol”, distante como a 15 minutos en lancha, eso nos inquieto y no le comentamos a nadie del grupo pero pensamos en escaparnos solos y tener esa experiencia que para muchas parejas es la gran fantasía. Estar solos en una isla!! y la pregunta obligada es y ¿ustedes que harían? Y allí empieza la especulación de aquellos que desean estar solos en pareja en una isla, pero que nunca lo logran. Lo nuestro no es especulación como lo veremos a continuación.
Antes de empezar a narrar lo que hicimos, quiero describir a la linda Miosotis. Su estatura es de 1.68, nariz afilada, tez blanca con unas pecas casi imperceptibles que adornan su rostro y que solo se ven de cerca, unos dientes grandes que hacen juego con unos bien delineados labios, rojos, carnosos muy sensuales y que incitan constantemente a darle un beso, unos ojos grandes, con una mirada muy picara y expresiva, cabello negro azabache que le baja muy coqueto hasta la cintura, sus senos grandes, redondos, hacen una muy buena combinación con sus grandes y provocativas nalgas.
La linda miosotis y yo nos logramos “escapar” del grupo y nos dispusimos a viajar a la “Isla del sol” por fin solos, lejos del mundanal ruido. En el hotel el contacto para realizar el viaje lo hizo un hombre que se hacia llamar “Jony way”, que chapuceaba el ingles y que se jactaba de poder hacerse entender de cualquier gringo. Logramos negociar el costo de nuestra aventura y el hombre un viejo, canoso y muy jovial y dicharachero, que nos manifestaba que por haber hecho el negocio “ya estábamos en las grandes ligas” nos despidió con una sonrisita entre cómplice y algo socarrona como muy conocedor de lo que haríamos. Del hotel nos llevaron hasta la playa en una camioneta, allí un lanchero viejo nos transporto, a los quince minutos llegamos, un joven negro que parecía su hijo como de unos 20 años nos recibió y nos hizo un recorrido por el sitio, nos mostró el comedor, las hamacas, un balcón con vista al mar y las cabañas, luego nos ubico en una de ellas. Se me olvidaba contar que ese viernes éramos los únicos visitantes, el sábado llegaría un grupo grande y quienes trabajaban en la isla se estaban preparando para atender a un número grande de turistas.
Pedimos una cerveza, nos recostamos cada uno en una hamaca, y dichosos empezamos a descansar a hablar. De pronto ella me deja ver sus blancas y hermosas piernas, me hace una mirada muy insinuante y empieza el juego erótico con unas picaditas de ojo muy sugerentes, mientras con una mano, por encima del vestido empieza a acariciarse casi imperceptiblemente los senos, la mano va haciendo un recorrido muy lento por cada uno de sus senos, ese recorrido a su vez va marcando va dirigiendo mi erección, con la otra mano empieza a subirse un vestido de grandes flores y tela muy delgada que iba dejando ver los muslos grandes, blancos y muy sensualmente empieza a mostrarme sus piernas, a abrirlas por sobre la hamaca, la escena era muy sensual, con la voz entrecortada le pedí que me dejara ver mas, que me mostrara mas, ella inmediatamente accedió, yo me quede como extasiado mirándole su concha, que me dejaba ver por entre sus bragas, al final de sus piernas abiertas invitándome, retándome a seguir. Era muy arriesgado intentar hacerlo allí, porque de pronto los que atendían en la cabaña nos podrían ver.
Decidimos meternos al mar, y la excitación no cesó, al contrario el mar nos aumentó el deseo, siempre he creído que el mar es muy excitante y ese día lo estaba comprobando. Una vez allí nos besamos apasionadamente lejos de la mirada de algún intruso, metí mis manos por entre su vestido de baño, acariciando sus pechos y su provocativa concha, de pronto ella dentro del agua empieza a despojarse del vestido de baño y empieza a sentir y disfrutar el roce del agua del mar sobre su cuerpo, sobre sus senos, sus nalgas y sobre todo el agua pasándole suavemente por entre su concha. Yo estaba sintiendo y disfrutando su desnudez bajo el agua y observando el espectáculo de su cuerpo desnudo, pero de pronto una lancha a motor se empezó a acercar y ella rápidamente se volvió a poner el vestido de baño. Luego de la abrupta interrupción, nos seguimos besando apasionadamente, nuestras lenguas se juntaron una y otra vez, acaricie sus hermosos senos, su concha.
Decidimos volver a la cabaña, ya era de noche, no había luz nos dieron un pebetero para alumbrarnos aunque la verdad la luz no nos hacia falta.
Entramos y volvimos a acariciarnos con frenesí, como si no nos hubiéramos acariciado nunca antes, con desespero, nos fuimos despojando de la poca ropa que llevábamos puesta, quedamos desnudos.
En ese momento uno es solo piel, que siente esa otra piel tersa y calientita. Me ofreció sus grandes senos y yo como un bebe me aferre a su pezones, que en ese momento estaban paraditos erguidos, duros, me quede saboreándolos durante un largo rato, ella gemía y gemía como que mi lengua sobre sus senos la quemaba. Simultáneamente mi mano izquierda se deslizo por entre sus nalgas y luego por sus muslos, en la oscuridad encontré la humedad de su concha, grande muy lubricada, empecé a rozarla suavemente luego introduje un dedo y ella empezó a contorsionarse a moverse como las olas del mar que estaba allá afuera con su excitante ruido, que apenas si escuchábamos a lo lejos.
Sus continuos gemidos y sus movimientos me hacían excitar mucho mas, no me quitaba de sus senos, los seguía saboreando, decidí que otro de mis dedos incursionara por entre su concha húmeda y calida como se encontraba en ese momento, mis dos dedos exploraban como intentando encontrar de donde salía tanta excitación, a su vez ella movía incesantemente su concha en dirección contraria y todo su cuerpo serpenteaba sin control.
Luego, me aparte de sus senos y con mi lengua emprendí un fabuloso viaje, que me transporto por su estomago, pase raudo por su ombligo y empecé a descender hacía el fabuloso triangulo que conforma su deliciosa concha, la roce con mi lengua una y otra vez, luego la saboreé toda. Al principio la acaricie lentamente con mi lengua, pero ella pedía mas y mas, entonces empujaba sus piernas hacia mi cara como queriendo que metiera toda mi cabeza sobre su húmeda concha.
Mi lengua empezó a entrar y a salir, eso la volvía loca, sus gritos y sus movimientos eran cada vez mas incontrolables, logre capturar su clítoris entre mis labios primero y luego entre mis dientes, ahí perdió todo el control, quería gritar y con las manos muy fuertemente se tapaba la boca para no dejar escapar los gritos y atraer la atención de quienes atendían a los turistas.
Luego me quito la cabeza de allí y empezó a subirme sobre ella, me acomodo para que mi miembro penetrara, por entre su maravillosa concha. Ya casi exhausto, emprendí la entrada por su maravillosa concha. Nos movíamos cada uno como queriendo atravesar al otro, nos besamos, sentí el calor de todo su cuerpo y sentía como bajaba el sudor por su piel, y como el agua descendía copiosamente por su delicada geografía. Hasta que sentí que la emoción era incontrolable y desde mi miembro salio el chorro de agua que entraba libre victorioso por entre su concha, sus piernas se cerraban fuertemente, me apretaban mi miembro, como queriéndolo capturar para siempre sin dejarlo salir de allí. Casi sin respiración, casi ahogados, y desesperados llegamos. Luego dormimos placidamente, el uno sobre el otro, nuestros cuerpos fundidos en uno solo, descansaron.
Pero como que uno sabe que al frente tiene un maravilloso cuerpo desnudo, mágicamente se vuelve a despertar sintiendo la calidez de ese cuerpo desnudo y vuelve a iniciar la faena.
Ya era de día, ella esta vez tomo la iniciativa, me empezó a besar, a acariciar, y juguetear con su lengua, por mi cuello y a descender, me volteo suavemente con su lengua continuo jugueteando por mi espalda, eso me excitaba mucho y me hacia contorsionar todo, subía por mi espalda y bajaba casi hasta mis nalgas, una y otra vez. Luego me volvió a voltear y ante su cara quedo mi miembro erecto como un cañón a punto de disparar, con su delicada, húmeda y ardiente lengua empezó a saborearlo, poco a poco con una paciencia japonesa, luego empezó a cubrirlo con sus carnosos labios y se lo fue metiendo poco a poco por entre su boca, yo sentía el roce de su lengua, sus labios y sus dientes. Sentir que me chupaba con ese ímpetu, me hacía enloquecer, y casi lo logra, cuando sentí que se lo “comio” todo, desde arriba yo disfrutaba de la maravillosa escena, y sobre todo de la maravillosa sensación que se siente. Cogí su cabeza y quería entrar mas y mas dentro de su boca. Quería llegar dentro de su boca, dejarme llevar por la excitación y depositarle allí mi agua blanca, que cada vez era más incontenible, pero ella como que lo presintió y entonces suavemente empezó a apartar sus labios, y me dejo salir, de esa boca grande y calientita que me hacia sentir cosas indescriptibles realmente.
Mi miembro estaba a punto de reventar, la erección era total, con sus venas prominentes, su punta rojiza y totalmente húmeda, que hacía juego con los bellos dorados que lo cubren, entonces ella se dispuso a sentarse sobre él, con sus manos lo coloco justo sobre la entrada de su concha, empezó a moverse, hacia arriba y hacia abajo cada vez mas rápido, como queriendo que la penetrara mas allá de lo posible. Mientras la penetraba yo acariciaba sus senos, con mis manos, con mi boca y gozaba de sus rítmicos movimientos dirigiendo la entrada triunfal de mi miembro sobre su concha.
De pronto volteamos y nos dimos cuenta que por una ventana se dibujaba una silueta era la del muchacho joven, de un moreno como de unos veinte años, que nos atendía, que estaba escondido mirándonos, Nos quedamos un instante quietos, pero como que ya estábamos en el punto de no retorno, ella haciendo como si no se hubiera dado cuenta emprendió de nuevo el ritmo y ahora hacia movimientos no solo mas rápidos y mas cadenciosos, sino que sus jadeos eran mas fuertes, como que eran mas artísticos, como para demostrarle al intruso lo que sabía hacer, galopando sobre mi con sus brazos se cogía la cabeza, como para dejar sus senos al aire y que el intruso los mirara lascivamente desde afuera, que los mirara, los deseara y que además se diera cuenta de lo delicioso que la estábamos pasando, llegamos y ella dejo caer su cuerpo sobre mi y así se quedo un rato, como dejándole ver otra perspectiva de su cuerpo al intruso, como que pudiera ahora apreciar su hermoso y blanco culo que tanto quería mirar, ella exhausta se lo ofreció a su mirada, como para que supiera de lo que se estaba perdiendo. así permanecimos un buen rato, hasta que nos levantamos a desayunar, el intruso nos sirvió el desayuno y nosotros actuamos como si no nos hubiéramos dado cuenta que nos estaba espiando.
Datos del Relato
  • Autor: JFC
  • Código: 11595
  • Fecha: 06-11-2004
  • Categoría: Hetero
  • Media: 4.72
  • Votos: 50
  • Envios: 2
  • Lecturas: 2393
  • Valoración:
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